martes, 9 de noviembre de 2010

La epidemia invisible

La epidemia invisible

Se acaba de presentar en Barcelona el informe “El medioambiente y la salud: Calidad del aire, contaminación química, ruido y radiaciones”, y los autores lo tienen claro: los factores medioambientales son una epidemia para la salud, y es necesario hacerla visible para que toda la ciudadanía acepte que hay que cambiar algunas cosas.

Hace décadas que científicos y ecologistas reclaman más control sobre la contaminación, pero el conjunto de la población continúa decantándose más por una cultura del consumismo y por la inmediatez que por la reflexión sobre las consecuencias de este estilo de vida. En los últimos años se han incorporado razones económicas para tratar de poner freno al deterioramiento ambiental, pero tampoco han tenido el efecto esperado. Ahora parece ser el turno de la salud: un tema que nos afecta a todos, y que puede ser el toque de atención definitivo para que se tome conciencia del precio que pagamos por vivir como vivimos.

El informe se centra, sobre todo, en los estudios más recientes sobre la calidad del aire, que ponen de manifiesto el efecto de los agentes contaminantes sobre la salud de niños y adultos. Si el aire de Barcelona, por poner un ejemplo, tuviera los niveles de partículas que establece la Unión Europea, se calcula que se evitarían más de 12.000 casos de bronquitis aguda infantil y 18.700 ataques de asma cada año.
Otro factor de riesgo importante es la contaminación química que nos llega a través de los productos de limpieza, cosméticos y desinfectantes, tanto en el hogar como en los centros de trabajo y otros espacios. La mayoría de la población de Cataluña tiene más de una decena de compuestos tóxicos persistentes en la sangre, y a pesar de eso, el acceso a la información sobre la presencia y los riesgos de estos elementos continúa siendo escasa y poco clara. De entrada, ni siquiera existen unas normas claras de etiquetaje.

Eso es lo que ya conocemos. Los expertos tienen abiertas ahora nuevas vías de investigación ante la sospecha de la influencia que pueda tener la contaminación electromagnética, sobre todo de la telefonía móvil y de las redes wifi. Y reclaman más cautela a la hora de legislar cuando no se tiene la certeza científica sobre los efectos de estos elementos, para evitar poner en peligro la salud de los humanos.

Las soluciones son claras, pero no fáciles. En el caso de la contaminación atmosférica, por ejemplo, reducir el volumen y la concentración de vehículos, sobre todo los de diesel, es la clave para mejorar la calidad del aire. Pero estas medidas tienen un alto coste político, van en contra de los intereses de una poderosa industria y requieren un cambio de hábitos por parte de la población. ¿Estamos dispuestos a dejar el coche en casa o a vivir sin él? El dilema es más complejo todavía por la sensación de impotencia que se deriva de la acción individual aislada. ¿De qué sirve que yo haga el esfuerzo si el resto de la gente sigue actuando de la misma manera? Pero sólo sumando pequeños esfuerzo podrán asumirse los cambios.

El informe “El medioambiente y la salud: Calidad del aire, contaminación química, ruido y radiaciones” ha sido elaborado por el Centre d’Anàlisi i Programes Sanitaris (CAPS), con el soporte del Consell Assessor per al Desenvolupament Sostenible (CADS), y puede descargarse aquí.

versión pdf

http://www.fundrogertorne.org/salud-infancia-medio-ambiente/divulga/inspira-nuevo/2010/11/08/la-epidemia-invisible/#more-2003

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