Artículo
publicado por Vicenç Navarro, 28 de febrero de 2012
Este
artículo está basado en la presentación del libro Hay Alternativas
en el Auditorio Marcelino Camacho de CCOO en Madrid el día 23 de
febrero. El artículo acentúa la enorme necesidad y urgencia de que
la ciudadanía sea consciente de que hay alternativas a las políticas
públicas que se están imponiendo a la población.
Cuando
Juan Torres, Alberto Garzón y yo estábamos trabajando en el libro
Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en
España, Juan Torres me sugirió que llamara a mi amigo Noam Chomsky
para ver si podría escribir el prólogo. Y así lo hice. Le conté a
Noam Chomsky que el libro intentaba presentar alternativas distintas
–en realidad, opuestas- a las que el establishment financiero,
empresarial y político estaba llevando a cabo en España, políticas
que estaban dañando a la población y que, con la ayuda de los
mayores medios de información y persuasión, poseídos y/o
influenciados por tales establishments, estaban siendo aceptadas como
las únicas posibles. España -le conté a Chomsky- tenía una
escasísima diversidad ideológica en sus medios, resultado de la
Transición inmodélica de la dictadura a la democracia que ocurrió
en nuestro país, una transición que modificó, pero no rompió, con
el enorme dominio en la vida política que las fuerzas conservadoras
–la banca y la gran patronal, cohesionadas por la ideología de la
Iglesia católica y defendidas por el Ejército, la policía y la
judicatura- habían tenido durante la dictadura y que (aunque en
menor grado) continuaron teniendo durante el periodo democrático.
Como consecuencia de este enorme poder, había un dominio casi
absoluto del dogma neoliberal –la ideología de la banca y de la
gran patronal- en los mayores medios de información y de persuasión,
los cuales promovían el argumento de que tales políticas de
austeridad y reducción salarial eran necesarias e inevitables. Según
tal establishment, no había otra alternativa.
La
realidad, sin embargo, era muy diferente. Existían políticas
públicas alternativas que se habían experimentado en otros países,
o incluso en nuestro propio país en periodos democráticos
anteriores, políticas públicas que eran distintas, casi opuestas, a
las que se estaban realizando. Y podían documentarse y mostrarse
fácilmente, como pretendíamos con este libro. Nuestro objetivo era
denunciar la falsedad de los supuestos que alimentaban las políticas
neoliberales, presentando a la vez alternativas. Era urgente que a la
ciudadanía se le facilitaran los datos objetivos para que, con esta
información, pudieran defenderse, movilizarse y rebelarse frente a
un brutal ataque hacia sus beneficios sociales y laborales por los
que sus antepasados habían luchado y conseguido.
Noam
Chomsky lo comprendió enseguida y me envió el prólogo en unos
días. Entendió perfectamente qué es lo que intentábamos hacer con
este libro que titulamos Hay alternativas. Propuestas para crear
empleo y bienestar social en España. Era y continúa siendo claro
que información es poder. Había que dar información (poder) a la
población para que pudiera conocer que hay alternativas y responder
a tanta agresividad, intrínseca en aquellas políticas neoliberales.
De ahí que centró el prólogo a nuestro libro en el tema que
definió como la Guerra de Clases Unilateral, guerra que las
plutocracias –las élites dominantes- están llevando a cabo en
muchos países frente a las clases populares, que son la mayoría de
la población. En España, tal guerra de clases existía en bases
diarias, en que las elites financieras, empresariales (el mundo de
las grandes empresas) y mediáticas y sus instrumentos políticos
ganaban cada día tal lucha. En realidad, tal guerra se estaba
acentuando incluso más con el nuevo gobierno del Partido Popular.
Tal
guerra de clases está escalando rápidamente y expresándose con
toda su crudeza estos días, en la represión a golpe de porra de las
manifestaciones en protesta por tales políticas neoliberales como
son, por ejemplo, los recortes de gasto público en sanidad y en
educación. Esta guerra la vimos la semana pasada en Valencia, donde
la policía atacó salvajemente a los estudiantes que, con razón, se
rebelaron frente a los recortes del gasto público educativo. La
policía intento reprimirlos a base de golpes, alcanzando un nivel de
agresividad y hostilidad que era un claro indicador de cómo la
policía veía a tales estudiantes y a sus padres, que se movilizaron
para ayudarles. Como indicó el jefe de la policía, una persona de
claras simpatías fascistas, los veía como los “enemigos”, los
enemigos del orden que sustenta a la plutocracia, una minoría frente
a la gran mayoría de la población. Tal orden no podía tolerar que
se cuestionaran sus políticas.
Las
movilizaciones de los estudiantes
¿Y
cuál fue la respuesta de los estudiantes? Con enorme dignidad,
herederos de todas las generaciones que lucharon por la democracia
antes que ellos, respondieron levantando libros como armas,
subrayando “éstas son nuestras armas”. Querían mostrar que el
conocimiento de lo que ocurre en España y de cómo resolver los
enormes problemas que tienen las clases populares, les daba gran
poder, permitiéndoles denunciar aquellas políticas, presentando
otras alternativas. ¡Qué bello gesto el suyo, y cuánta razón
tenían! Frente a la fuerza, presentaron la razón. Frente a la
impostura, la verdad silenciada y reprimida. Miles de veces, durante
nuestra historia, las calles de nuestros pueblos y de nuestras
ciudades han visto como esta guerra de clases unilateral se convierte
en bilateral, cuando la población se rebela frente a aquella
opresión, que requiere tal brutalidad para mantenerla. Y los jóvenes
estudiantes en Valencia se rebelaron. Respondieron a aquella
agresión, no con armas de fuego o a base de golpes (“nuestras
armas son estos libros” decían), sino con libros, porque sabían y
saben que la razón es más poderosa que la fuerza física, que la
convicción es más eficaz que la represión.
Repito
que miles de veces ha tenido lugar en la historia de España tal
confrontación, habiendo alcanzado su máxima expresión en el famoso
grito del General José Millán-Astray en la Universidad de Salamanca
de “abajo la inteligencia, viva la muerte”. Los sucesores de
aquel grito terrorista gobiernan de nuevo en España, oponiéndose,
incluso, a que los monumentos a tal criminal desaparezcan de nuestro
paisaje monumentalista. Pero, como bien respondió Unamuno, el Rector
de tal Universidad, “venceréis porque tenéis la fuerza, pero no
convenceréis”. Y convencer, basados en razón, es más poderoso
que reprimir. Y de ahí la falta de diversidad en los medios de mayor
difusión en España, donde continúa existiendo un orden oprimente
para grandes sectores de nuestra población. El establishment tiene
miedo porque la razón puede llegar a movilizar a millones de
personas. Y los estudiantes de Valencia, más tarde de Madrid y de
otras partes de España, eran conscientes de ello. Un libro puede ser
más poderoso que los miles y miles de policías que golpean “a sus
enemigos”. Esta posibilidad tiene amedrentados a los establishments
financieros económicos, mediáticos y políticos del país. Si a la
mayoría de la población se le presenta información que muestre
que, en contra de lo que se le ha dicho, hay alternativas,
alternativas factibles, que expandirían en lugar de reducir su
bienestar y calidad de vida, podría haber una respuesta organizada y
movilizadora, que cuestionaría y amenazaría su dominio y hegemonía.
Nunca
deberemos olvidad que la historia de España está llena de
movilizaciones que fueron exitosas. El ejemplo más claro son las
movilizaciones –dirigidas por el movimiento obrero- durante el
periodo 1974-1978, y que forzaron el fin de la dictadura. Recordemos
lo que deliberadamente se ha olvidado. Franco murió en la cama, pero
la dictadura terminó en la calle, y ello como resultado de las
movilizaciones populares. Y esto es lo que teme más la estructura
del poder. De ahí la brutalidad de la policía frente a unos jóvenes
cuya única arma eran los libros. Los que mandan en el país saben,
son conscientes, de que la movilización popular puede llevar al
traste toda la estructura de beneficios y privilegios que han estado
gozando, y que sus políticas neoliberales intentan promover y
defender. De ahí su enorme represión intelectual e ideológica, con
escasísima diversidad en los medios (que automáticamente excluye a
las voces críticas de tales políticas neoliberales que causan tanto
dolor). Y de ahí su brutal represión en contra de lo que ven como
“el enemigo”.
La
cultura alternativa a la cultura dominante
Como
era de esperar, las manifestaciones se extendieron por toda España.
Y en la Puerta del Sol de Madrid hubo una gran protesta, en que los
estudiantes agitaban (como ahora está ocurriendo a lo largo del
territorio español) libros contra las porras policiales, exigiendo
libertad de expresión. Y cuál fue mi enorme alegría, cuando entre
los libros que agitaban destacaba Hay alternativas. Juan Torres me
envió la fotografía que aparecía en El País en que en la
delantera de la manifestación estaban los estudiantes frente a la
policía enarbolando el libro (ver
fotografía adjunta).
¡Qué alegría me causó! Esta alegría era en parte debido al
orgullo de ver que había sido útil a aquellos estudiantes, y que lo
evaluaban como un buen instrumento para informar a la ciudadanía y
así darle poder y facilitar su respuesta a lo que mi amigo Noam
Chomsky había definido en el prólogo como “guerra de clases
unilateral”. Tenía que convertirse en bilateral. Y para ello se
necesitaba que la ciudadanía supiera que sí, que en contra de lo
que le habían dicho, había alternativas.
Pero
había otro motivo de gran alegría. Una causa muy importante era que
la agitación social de aquellos estudiantes, utilizando aquel libro,
mostraba la existencia de una cultura alternativa a la dominante. En
realidad, el libro Hay alternativas ha tenido muchas dificultades
para salir. La editorial Aguilar, que se había comprometido a
publicarlo, habiéndolo incluso anunciado en Amazon, lo retiró como
consecuencia de presiones políticas y financieras. Y el libro no ha
tenido ninguna otra promoción por parte de los grandes medios. En
realidad, hasta hoy ningún rotativo de gran difusión lo ha
comentado o dado noticia de él. Y, sin embargo, su difusión ha sido
enorme. Mucha gente lo conoce, lo lee y lo distribuye. Y así salió
en las manifestaciones. Ello quiere decir que hay una España
alternativa, a través de la red que moviliza a millones de personas.
Y ahí está la fuente de miedo e inestabilidad que tiene atemorizado
al establishment.
La
exigencia democrática
Existe,
pues, una cultura alternativa fuera de los canales altamente
controlados por el establishment. Esto es un hecho evidente. Y el
excelente movimiento 15-M se basa en ello. Y de las demandas de éste
y otros movimientos, incluyendo el sindical (hoy brutalmente
atacado), surgen peticiones concretas, alternativas a las que impone
el establishment. Y la más amenazante para este último es la
exigencia de que cada ciudadano en este país tenga la misma voz y
capacidad de influencia en la gobernanza del país. Ello exigirá
enormes cambios, que van desde el cambio radical de la Ley Electoral
(que discrimina sistemáticamente a las izquierdas) exigiendo que el
voto de cada ciudadano valga lo mismo, a cambios en los sistemas de
información y difusión para garantizar igualdad de oportunidades
mediáticas, incluyendo también la eliminación de la financiación
privada (abierta u oculta) del proceso político y de los partidos,
exigiendo también cambios y la democratización de tales partidos.
Resultado
de la enorme influencia que las derechas tenían, y continúan
teniendo sobre el Estado, la democracia en España es enormemente
limitada. Es la menos proporcional en la UE, y la menos
participativa. Es una democracia en la que los escasamente
representativos gobernantes tienen miedo a la población, habiéndose
establecido una enorme distancia entre gobernantes y gobernados. Esta
distancia ha facilitado la captación de los supuestos representantes
de la población –los gobiernos- por los grandes lobbies
financieros y patronales, tanto europeos como españoles, que hoy
gobiernan y dominan nuestro país.Tales minorías están dictando
políticas que favorecen sus intereses a costa de los intereses de la
gran mayoría de la población. Lo que los compañeros indignados de
EEUU (el movimiento Occupy Wall Street) llaman el 1% que gobierna el
país –su vida económica, financiera, mediática y política-
también se pueda aplicar aquí a España. Y todo ello legitimado,
argumentando que ellos son “los que representan al pueblo” que,
para mayor ofensa, están implementando políticas altamente
impopulares aduciendo un inexistente mandato popular, ocultando que,
en realidad, la mayoría de la población no les votó e, incluso
entre la mayoría que los votó, tales políticas –que no estaban
en su programa electoral- no son populares.
Las
soluciones
Esta
presentación no puede terminar sin algunas observaciones inmediatas.
El libro ofrece alternativas de cómo alcanzar la democracia por la
cual tantas generaciones han luchado en España y que todavía no
hemos alcanzado. Pero hay otra dimensión que creo importante, y que
aparece también en el libro. Y es la necesidad de movilizarse
activamente, convergiendo las distintas sensibilidades hacia, no sólo
la defensa de los derechos sociales y laborales que hoy están siendo
recortados dramáticamente, sino también el desarrollo de nuestra
democracia, enormemente limitada, responsable de que nuestro
bienestar sea tan insuficiente. Esto último no se resolverá sin
haber conseguido lo primero. Y se requiere la convergencia de todas
las fuerzas democráticas en este proyecto. Hay que democratizar
nuestras instituciones mal llamadas democráticas, hay que
democratizar los medios de información, y hay que democratizar la
economía. En el libro tocamos todos estos temas y ofrecemos
propuestas específicas.
Y hay
que movilizarse para conseguirlo. Y ahora más que nunca, pues,
estamos
gobernados
por las derechas de siempre, que ahora gobiernan en mayoría aunque,
como acabo de decir, la mayoría de la población no les ha votado.
Se necesita la movilización de las izquierdas, todas las izquierdas,
para evitar que ganen también en Andalucía y Asturias.
Pero
lo más fundamental, no es el proceso electoral (por muy importante
que éste sea, que lo es), sino la agitación social. Es importante
que el 15-M y los movimientos sociales como los sindicatos, extiendan
la agitación social por toda España y que su radicalidad contagie a
los instrumentos tradicionales de las izquierdas, para que esta
España alternativa, que es la real, vaya convirtiéndose en la
España que las fuerzas progresistas hemos deseado. La mayoría de la
población simpatiza con estas demandas, entre las cuales la
democratización del país ocupa un lugar preferente. Espero que el
libro continúe siendo una ayuda para ello.
*
Notas basadas en la presentación del libro “Hay alternativas.
Propuestas para crear empleo y bienestar social en España”, el dia
23 de febrero, en el Auditorio Marcelino Camacho, de CCOO en Madrid