Hace
17 años, tal día como hoy, la mafia tapicera de Pakistán asesinaba
a Iqbal Masih, un niño de 12 años, esclavo infantil. Este niño
destacó por su lucha internacional contra la esclavitud infantil y
lo acabó pagando con su vida. Como militante del Frente de
Liberación del Trabajo Forzado, durante su vida consiguió
cerrar varias empresas que utilizaban a niños esclavos. Denunció la
situación de millones de niños pakistaníes que estaban en su
situación incluso en la ONU y fue premiado en diversos países. Con
el dinero del premio, abrió una escuela. Y su intención era hacerse
abogado para luchar contra la explotación infantil. Por eso y para
conmemorar su lucha, hoy se celebra el día internacional contra la
explotación infantil.
La
Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que en el mundo
hay unos 215 millones de niños víctimas del trabajo infantil. De
éstos se estima que 127 millones son niños y 88 millones son niñas,
de los cuales 74 millones de niños y 41 millones de niñas están
involucrados en las peores formas de trabajo infantil.
En
el articulado de la Convención de los derechos del Niño se
establece que “Todo niño tiene derecho a la educación y es
obligación del Estado asegurar, por lo menos, la educación primaria
gratuita y obligatoria” y “Es obligación del Estado proteger al
niño contra el desempeño de cualquier trabajo nocivo para su salud,
educación o desarrollo”.
Y
a pesar de ser uno de los instrumentos de derechos internacional más
ratificados, las cifras hablan por sí solas…
La
Organización Internacional del Trabajo define el “trabajo
infantil” como todo aquel trabajo que priva a los niños de su
niñez, su potencial y su dignidad y que es perjudicial para su
desarrollo físico y psicológico y las peores formas de trabajo
infantil abarcan:
- Todas las formas de esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, como la venta y la trata de niños, la servidumbre por deudas y la condición de siervo, y el trabajo forzoso u obligatorio, incluido el reclutamiento forzoso u obligatorio de niños para utilizarlos en conflictos armados.
- La utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la prostitución, la producción de pornografía o actuaciones pornográficas.
- La utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la realización de actividades ilícitas, en particular la producción y el tráfico de estupefacientes, tal como se definen en los tratados internacionales pertinentes.
- El trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños. Este tipo de trabajo debe ser determinado por las autoridades nacionales.
Y
¿cómo se lucha contra el trabajo infantil??
Una
manera es combatir las causas que lo originan, y a pesar de que sus
causas son múltiples y variadas, se podrían resumir en pobreza y
pobreza extrema; por eso en estos casos la cooperación internacional
al desarrollo es una potente herramienta.
La
legislación internacional y nacional también contribuyen a que los
estados puedan luchar contra esta lacra, ya sea mediante la
ratificación de los instrumentos internacionales que lo regulan
(Convención de los derechos del niño y sus protocolos facultativos,
los Convenios fundamentales de la OIT…) como la adopción de
medidas y programas nacionales que garanticen un progreso efectivo (y
eso implica dotar de presupuesto a esas medidas y programas- ahí
suelen fallar los Gobiernos- )y la puesta en marcha de diversas
iniciativas (ya directamente por los Gobiernos o a través de ONG)
que luchan contra el trabajo infantil.
En
esta lucha contra el trabajo infantil, cada vez más los Gobiernos y
las ONG (habituales actores principales de esta lucha) están
encontrando a un aliado en las empresas. Y es que son las empresas,
las que mediante el cumplimiento de la ley y la puesta en marcha de
mecanismos que garanticen que en su cadena de suministro (principal y
subcontratas) no se emplea mano de obra infantil, entre otras
iniciativas, pueden contribuir de un modo más eficaz en la lucha
contra la explotación infantil.
En
España, se carece de informes sobre el trabajo infantil desde hace
10 años. Las últimas cifras oficiales establecían en el año 2000
la existencia de unos 170.000 los menores que trabajaban en todo el
país (siendo explotados laboral o sexualmente). Y sin embargo y a
pesar de las alarmantes cifras, parece que no existe mucha voluntad
política, al menos en estos tiempos, de luchar contra la explotación
infantil, ya que si nos atenemos a los presupuestos de este año, se
ha recortado en más de un 50% en cooperación internacional (la
lucha contra las causas del problema), y los presupuestos destinados
a programas nacionales (Plan Nacional contra la explotación
infantil, plan nacional contra la trata de seres humanos….) brillan
por su ausencia… Así que parece que sólo nos queda apelar al
sector privado: empresas y particulares… y éstos tampoco es que se
encuentren en su mejor momento…
Así
las cosas, parece que no tenemos un gran futuro por delante…En 2010
la comunidad internacional estableció una hoja de ruta para la
eliminación de las peores formas de trabajo infantil para el 2016, y
sin embargo ni las cifras ni las voluntades políticas parecen muy
halagüeñas. Por eso, o tal vez para evitarlo, hoy debemos tomar
conciencia del largo camino que aún queda por recorrer y asumir que
la infancia de un país es su futuro, y que no estamos invirtiendo en
lo verdaderamente importante: la infancia.
Vía
@SANDConsultores