domingo, 9 de septiembre de 2012

La electrosensibilidad, la plaga del siglo XXI

Domingo 09 de septiembre 2012
Por: Carlos Requejo.
El origen de la electrosensibilidad parece ser la exposición crónica y habitual a campos electromagnéticos de alta o baja frecuencia.

Basta escuchar a los médicos que firman el Llamamiento de Friburgo, entre otros muchos, para darse cuenta de la proliferación de muchas dolencias ligadas a la electrosensibilidad, como comprobamos cada día en nuestra pràctica profesional en la Bioconstrucción, al tener que realizar el blindaje electromagnético de muchas viviendas para ayudar a sobrevivir a los afectados.

El llamado Síndrome de Electrosensibilidad (SE) ha sido definido por los expertos de la Unión Europea (1997) como una Hipersensibilidad a los Campos Electromagnéticos (HCEM). Según estudios realizados en países del norte de Europa, las personas electrosensibles pueden representar entre el 20 y el 25% de la población, o sea, una de cada cuatro o cinco personas.

Desde 2002, en Suecia se reconoce la electrosensibilidad como causa de incapacidad laboral (invalidez física), según verifica el Dr. Olle Johansson (Departamento de Neurociencias, Instituto Karolinska, Stockholm), y amenaza en convertirse en la plaga del siglo XXI.

Esta proliferación inalámbrica afecta a todos los seres vivos, y se ha observado que hormigas, murciélagos, ratas e incluso el ganado son afectados por las radiaciones electromagnéticas. Recientemente, un estudio británico informa de la muerte de más de diez millones de pájaros en el entorno de las antenas de telefonía móvil.

Esta exposición radioeléctrica es involuntaria, indeseada e inadvertida, permanente y además indiscriminada, pues en grados diferentes afecta en la práctica al 100% de la población.

EFECTOS SANITARIOS DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA (CEM)

Se pueden producir efectos neurológicos a corto y medio plazo: insomnio, somnolencia matinal, estrés, angustia, ansiedad, pérdida de memoria, cefaleas, mareos, vértigo, fatiga crónica, atonía, desinterés, depresión, etc.

A largo plazo, pueden aparecer otros efectos biológicos, como patologías cardiovasculares, reumáticas y respiratorias. Algunos investigadores establecen relación causa-efecto con patologías degenerativas como Alzheimer, Parkinson, esclerosis, leucemia y cáncer (OMS).

La electrosensibilidad se relaciona con la permanencia en las cercanías de fuentes eléctricas artificiales, como líneas de alta tensión, transformadores, motores, antenas de telefonía, teléfonos móviles e inalámbricos, iluminación fluorescente, alarmas, ordenadores, electrodomésticos, máquinas, herramientas y redes eléctricas domésticas, principalmente.

Hasta ahora, la dificultad de los médicos para diagnosticar el síndrome de la electrosensibilidad hace que en España estos pacientes sean derivados al psiquiatra, cuando se trata de una enfermedad orgànica que afecta a un sector creciente de la población. Este error de diagnóstico, con frecuencia agrava el cuadro sintomático, pues el sujeto permanece expuesto largos años al agente causal, se retarda el tratamiento correcto y mientras tanto se le trata inadecuadamente con ansiolíticos y/o tranquilizantes.

Por otro lado, el afectado sufre rechazo familiar, social y laboral y se le acusa de alarmista, vago, quejoso o inadaptado laboral o socialmente.

Una de las pocas cosas que pueden hacer las personas afectadas es apagar los aparatos eléctricos de su vivienda (no con el mando), no tener inalámbricos DECT o similar (emiten de forma parecida a una antena de telefonía móvil pero dentro de casa) y utilizar el teléfono móvil con menor frecuencia.

Ante todo esto, hay que exigir urgentemente a nuestros gobernantes el reconocimiento por ley del potencial riesgo sanitario de los campos electromagnéticos, también la aplicación generalizada del principio de precaución y la redacción de un reglamento de prevención CEM, siguiendo el ejemplo de Suecia, Suiza, Italia, Rusia y otros países.

La segunda exigencia debe ser el recono-cimiento médico de la electrosensibilidad como una enfermedad orgánica que puede afectar ya al 20% de la población, y el establecimiento de un protocolo médico de diagnóstico, tratamiento y prevención.

La tercera exigencia es el establecimiento de zonas CEM cero, libres de electropolución, donde esté prohibida toda emisión electromagnética, de alta o baja frecuencia, en particular prohibiendo el uso del teléfono inalámbrico y el móvil por los niños.

Usualmente está reconocido que es necesario proteger guarderías, colegios, asilos y hospitales, pero según la Domobiótica debemos añadir la exigencia urgente de proteger todos los dormitorios (melatonin risk).

Esta petición se ampara en los Derechos Fundamentales de la Constitución Española, como el rincipio de inviolabilidad del domicilio, y más aún del cuerpo humano y del cerebro, que deben declararse expresamente fuera del ámbito del espacio público radioeléctrico usado por las compañías.Es vital vivir en una casa sana, sin radiaciones ni materiales tóxicos, según la Bioconstrucción, porque todos somos sensibles a los factores ambientales, y potencialmente electrosensibles. Por lo tanto todos, hombres, mujeres y niños, estamos afectados en un grado u otro (Con información de la revista digital (La Eco).