viernes, 25 de enero de 2013

Dolencias recurrentes... ¿Radiaciones en el dormitorio?

Muchas enfermedades son el resultado de determinadas agresiones del entorno o de factores de riesgo ambiental que tenemos dentro de nuestras propias casas sin saberlo. Sin embargo este concepto, que resulta familiar a cualquiera que haya visto la serie del doctor House, no parece haber calado aún en la práctica médica en España. La realidad es que convivimos con múltiples campos electromagnéticos artificiales y radiaciones naturales, así como con numerosos tóxicos ambientales.

En muchos casos la recuperación de una persona con ciertas dolencias pasa no sólo por tratar sus síntomas, algo en lo que la medicina contemporánea es muy diligente y eficaz, sino por eliminar la causa que los provoca y a la que estamos expuestos inconscientemente durante muchas horas al día. Hoy en día, con la creciente invasión de las nuevas tecnologías, es muy frecuente que los dormitorios se parezcan casi más a pequeños despachos con un gran número de dispositivos tecnológicos a mano: teléfonos inalámbricos, ordenadores, móviles cargando, radiorelojes despertador conectados a la corriente, etc. Todo esto, que sin duda nos trae comodidad, puede tener consecuencias para nuestro descanso a corto plazo y, lo que es más importante, para nuestra salud a medio y largo plazo.

Un campo electromagnético cerca de la cabecera de la cama puede en primer lugar interferir en nuestro sueño, hacer que sea menos profundo, que nos despertemos, que nos levantemos poco descansados o con dolor de cabeza. Esto puede estar provocado por tener un móvil cargándose en la mesilla, por la base del teléfono inalámbrico o por un despertador eléctrico que emita más de lo conveniente o que no esté bien conectado a la toma de tierra de nuestra instalación eléctrica. Si tenemos la cabecera de la cama pegada a una pared donde al otro lado hay una nevera conectada nos encontraremos con que un campo magnético rodea nuestra cabeza mientras estamos durmiendo, con las mismas consecuencias e incluso más graves.

La propia Organización Mundial de la Salud admite que el 80% de los cánceres y el 20% de la mortalidad mundial se deben a factores ambientales. Las radiaciones naturales y artificiales se cuentan entre los más desconocidos por la población general. Según expertos de la empresa Geosanix, especializada en detectar, analizar y eliminar o minimizar los diversos factores de riesgo geoambiental, "la exposición a campos eléctricos es uno de los problemas que encontramos con más frecuencia en los hogares que visitamos en el curso de nuestro trabajo. Hemos llegado a detectar campos eléctricos del orden de 180 V/m en el dormitorio, un valor muy alto y más teniendo en cuenta que se trata de la zona donde más horas pasamos. También localizamos más veces de las que quisiéramos variaciones intensas del campo magnético terrestre justo en la zona de la cama, con lo que al final resulta que estamos expuestos de forma cotidiana y sostenida a situaciones nada acordes con nuestra biología, con los consiguientes efectos acumulativos sobre nuestra salud", explica José Miguel Rodríguez, director de Geosanix.

Rodríguez insiste en la importancia de lo que él llama "el círculo vicioso geoambiental", que se produce cuando una persona está sometida en su vida diaria a un factor de riesgo y no logra recuperar la salud porque, al no ser consciente de ese riesgo, sigue expuesta a él. "Lo vemos muchas veces en nuestro trabajo, con personas que van al médico una y otra vez, y lógicamente suelen mejorar, porque el tratamiento que les ponen ataca eficazmente sus síntomas. Pero al cabo del tiempo tienen que volver a consulta porque, por desconocimiento, no han eliminado la causa que los provoca", explica.

Radiaciones naturales y artificiales

Los factores de riesgo geoambiental que analiza Geosanix pueden ser de distinto origen. Entre los tóxicos físicos están las radiaciones naturales y artificiales. Las naturales son las que proceden de la radiactividad del entorno, de alteraciones geológicas del subsuelo, las cuales provocan variaciones locales del campo magnético terrestre, o de redes Hartmann y Curry. Según José Miguel Rodríguez, una de las hipótesis que más peso tiene es que las redes naturales tienen un origen electromagnético. La explicación es que las líneas de fuerza del campo magnético y eléctrico de la tierra pueden tener una forma más o menos reticular, existiendo zonas con mayor o menor densidad en las líneas de fuerza de dichos campos, que serían las zonas llamadas geopatógenas. Así mismo en las zonas donde existen cursos de agua subterránea o acuíferos también se producirían alteraciones de dichos campos, resultando ser zonas que pueden afectar a nuestra salud, especialmente si una de estas distorsiones coincide con el espacio donde tenemos la cama colocada.

Las radiaciones artificiales son las que emiten las antenas de telefonía, los aparatos inalámbricos como teléfonos, móviles o routers, las instalaciones eléctricas defectuosas de los hogares, los electrodomésticos mal instalados o sin toma de tierra, etc. Los tóxicos ambientales, por su parte, comprenden desde sustancias químicas como los formaldehidos, CO2, NO2, SO2, que se relacionan con múltiples enfermedades, como el síndrome químico múltiple, el párkinson y otros procesos neurodegenerativos, hasta el material particulado, que puede causar múltiples enfermedades del sistema respiratorio, nervioso y cardiovascular incluso con breves exposiciones.

Decálogo de salud geoambiental (Fuente: Fundación para la Salud Geoambiental)
  • 1. Alta permanencia. Evita situar tu lugar de descanso o de trabajo sobre zonas con alteraciones geofísicas, que alteran los campos magnéticos naturales en la superficie, y provocan inestabilidad e intensa radiación terrestre. Los lugares donde pasas más horas al día deben estar libres de radiaciones naturales.
  • 2. Descanso. No coloques en tu mesilla de noche aparatos eléctricos, como radio-despertadores, lámparas halógenas con transformador o teléfonos inalámbricos. No pongas el móvil a cargar al lado de tu cama. Evita los colchones de muelles y los somieres con piezas ferromagnéticas.
  • 3. Móviles. Al hablar por el teléfono móvil, hazlo con el manos libres; si evitas colocarte el aparato al lado del cerebro, estarás protegiéndote de sus radiaciones. Conecta el Bluetooth o el WiFi sólo cuando lo necesites. Procura que los niños no usen los móviles.
  • 4. Electrodomésticos. La lavadora, microondas, horno, caldera, cocinas de inducción o vitrocerámica no deben estar en la pared contigua a la cabecera de tu cama. Aun estando apagados, emiten radiaciones que traspasan la pared.
  • 5. Instalación eléctrica. Comprueba que el cableado no emite más radiaciones de lo estrictamente necesario y que las tomas de tierra funcionan bien.
  • 6. Tecnologías inalámbricas. Las tecnologías sin cables, como los teléfonos inalámbricos DECT o los routers WiFi, saturan nuestro entorno de radiaciones de altas frecuencias. Elige preferiblemente tecnologías con cable, y recurre a las tecnologías inalámbricas sólo si es inevitable, siempre colocando las fuentes de las radiaciones lejos de los lugares de alta permanencia.
  • 7. Gas radón.Cuando decores tu casa, evita el uso de basaltos o granitos, algunas cerámicas y ciertos tipos de gres, que pueden ser fuente de gas radón; es radiactivo y puede causar cáncer de pulmón. Si el inmueble tiene estos materiales, asegúrate de que hay una buena ventilación.
  • 8. Antenas y cables. Antes de adquirir una nueva vivienda u oficina, vigila que no haya cerca antenas de telecomunicaciones o de teléfonos móviles, líneas de alta tensión, tendido eléctrico o transformadores urbanos.
  • 9. Electricidad estática. Evita el uso excesivo de materiales sintéticos: moquetas, tejidos, encimeras de cocina, mobiliario, etc. Coloca humidificadores y utiliza preferentemente materiales naturales.
  • 10. Edificios inteligentes. Los lugares cerrados con ventanas impracticables, suelos o techos técnicos y aires acondicionados son caldo de cultivo de bacterias y hongos por el aumento de la ionización positiva del aire. Hace falta una buena ventilación y utilizar ionizadores para mejorar la calidad del ambiente.
Clara Román

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