sábado, 20 de abril de 2013

Sanidad publica y desvergüenza

Enviado por Dori en Mié, 04/17/2013 - 16:51

El eslogan de que “la Sanidad Pública no se vende, se defiende”, debería empezar por que todos los trabajadores ejerzan presión y denuncien lo que realmente pasa, comenzando por defender a los enfermos crónicos, no sólo con sus informes y recetas, sino exigiendo que se cumplan sus diagnósticos y tratamientos. Si esto no se tiene claro por parte de ese colectivo, la lucha en las calles será inútil.

¿Quién defiende al paciente? ¿Quién sabe qué enfermedad tiene? ¿Quién…? Está claro que ellos, los trabajadores de la Sanidad Pública, “todos ellos”. Desde un doctor hasta un inspector, es necesario aclararlo y que se aclaren “todos los trabajadores de éste medio”, porque LA SANIDAD SE DEFIENDE LUCHANDO DIARIAMENTE, no sólo por un puesto de trabajo, sino por sus pacientes, porque sin los pacientes, la Sanidad Publica SE VENDE, y con ello sus puestos de trabajo.

Si este colectivo deja actuar a la Administración, obedeciendo sus órdenes sin oponerse a las injusticias que se están cometiendo con los enfermos, actúan como cómplices de estos abusos y demostrarán claramente que sólo defienden sus puestos de trabajo (esos puestos de trabajo que tan poco importan en la Comunidad de Madrid, sobre todo, ya que la privatización y el expolio público son su único interés).

Es lo que está sucediendo en la actualidad con todos los enfermos y sobre todo con los “crónicos”, enfermos que parece ser que de repente tienen cura, como ocurre con los de Alzheimer, por poner un ejemplo.

Los inspectores de la Sanidad Pública vigilan sus recetas con muchísimo celo, hasta el extremo de que les deniegan las recetas para sus medicaciones si no presentan informes o éstos están a punto de caducar. ¿El Alzheimer tiene cura? ¿Desde cuándo? ¿Quién lo ha decidido? ¿Quién…? Si este acoso criminal a los enfermos no se detiene, tampoco se pararán el expolio y la privatización de la Sanidad Pública.

Este atentado contra la salud pública demuestra claramente que nuestra salud no importa y que están dispuestos a todo para conseguir lo que parece que son sus fines: acabar con los enfermos crónicos, un objetivo vil e inhumano. Da la impresión de que, si pudieran, los meterían en cámaras de gas para exterminarlos y evitar un gasto que les priva de parte de su botín. Todo ello con la complicidad y consentimiento de este gobierno que tan bien sabe defender lo privado y criminalizar lo público.

Para el poder, los enfermos crónicos son un gasto al que hay exterminar y lo tienen muy claro, han puesto toda la maquinaria en marcha para conseguirlo. Evidentemente eso les funciona con la inestimable ayuda de todos los trabajadores de la administración, los ejecutores de sus órdenes.
Lo siguiente es preguntarse si estos trabajadores están dispuestos a defender la Sanidad Pública o solamente sus puestos de trabajo. A eso ha de responder este colectivo que está luchando con ese eslogan que todos apoyamos, “la sanidad no se vende se defiende”.

Aunque poco o nada vamos a defender si todos los trabajadores de este sector no son parte activa y participativa en la práctica de esa defensa desde sus puestos de trabajo, porque esas órdenes funcionan si se cumplen y solo hay un camino para que no sean efectivas: su incumplimiento. Sólo así es posible impedir la venta y privatización de la Sanidad Pública.

Desde un celador hasta un administrativo pueden practicar esta defensa activamente, porque los trabajadores de este medio conocen, pueden, saben, cómo boicotear este saqueo de lo público. Defender lo público, y por consiguiente lo de todos, pasa por perder el miedo y ser parte activa en un asunto que nos atañe a todos, trabajadores y enfermos; los primeros por su puesto de trabajo, los segundos por su vida.

Por último, pedir a este colectivo que en sus asambleas planteen esta lucha a todos los niveles, desde el administrativo hasta el director del centro. Todos y cada de ellos son los que pueden informar de la realidad a los pacientes, y con ello a toda la ciudadanía, para que se pueda defender masivamente lo de todos. Es decir lo público, lo que es nuestro.

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