Una
base de patata cocida, alcachofa salteada, espinacas,
calabacines, pimiento rojo, 0’2 mg de cipermetrina,
0’1 de fosmet, 0’3 de dimetoato y un chorrito de
nitratos. Cocinamos veinte minutos al horno….Et voilà! Ya
tenemos el pastel preparado.
El
hombre actual no sabe lo que come.
Cada
año, los españoles consumimos seis kilos de sustancias tóxicas
(pesticidas y fertilizantes), procedentes de frutas y verduras, y
más 40 kilos de aditivos presentes en los alimentos
procesados (aditivos, colorantes, conservantes..). Entre los más
peligrosos están los nitritos y nitratos utilizados en
embutidos, pescados y quesos, y algunos edulcorantes como la
sacarina, el aspartamo y el ácido ciclámico (dos de ellos
prohibidos en algunos países, pero autorizados en España).
La
cantidad que ingerimos en cada plato es muy difícil de
determinar. Depende del cultivo (semillas, toxicidad de la
tierra, agua de riego, productos agroquímicos empleados…) y de la
transformación de los alimentos (irradiación de productos frescos,
manipulación, incorporación de aditivos…). Todo ello es resultado
de la producción convencional de alimentos, cada vez más
enfocada al monocultivo, que abusa de las sustancias
fitosanitarias y de los fertilizantes con nitrógeno (con
acumulación de nitratos en aguas subterráneas, muerte de la fauna,
disminución de microrganismos del suelo…).
Con
el tiempo, los alimentos llegan al plato con más
sustancias químicas.
Estos
pesticidas debilitan la calidad de nuestra sangre y se
acumulan en el organismo, tejido graso, hígado y riñones y
acaban afectando al sistema nervioso. Son la causa de
múltiples enfermedades: problemas cardiovasculares,
diabetes, hiperactividad y disminución de lafertilidad.
Aún
peor, una vez en nuestro estómago, los nitratos con que se
abonan las cosechas se convierten en nitritos y si
interactúan con las aminas, originan la cancerígenas
nitrosaminasas. Estas nitrosaminas, que en mujeres embarazadas
pueden dar malformaciones en el feto, son acumulativas. Y con
estos mismos vegetales preparamos las papillas de nuestros bebés.
¿No es motivo para huir de ellos?
Frente
a los cultivos convencionales crece la agricultura ecológica.
Tanto la producción como el consumo. Se busca la salud y la menor
contaminación. Sin embargo, muchos atacan y ridiculizan la opción
BIO y la califican de fanatismo, excentricidad, lujo inútil.
¿Es
un lujo eliminar los tóxicos de los alimentos? ¿Es un lujo
proporcionar a los niños productos libres de pesticidas, sin
organofosforados ni nitritos? Pues yo quiero este lujo. Antes que
elegir una crema hidratante de alta cosmética para la piel quiero
una cesta de verduras en ecológico de alta gama.
Nadie
parece discutir que la agricultura ecológica respeta el medio
ambiente y sus ciclos naturales, defiende la biodiversidad
y recupera especies autóctonas. Pero, además, produce
alimentos con mayores propiedades nutricionales. La
catedrática de Edafología y Química, María Dolores Raigón,
lleva más de 15 años investigando en la Universidad Politécnica
de Valencia, con trabajos que muestran mayores cantidades de
magnesio, vitamina C, antioxidantes, hierro, fósforo y proteína en
los vegetales y animales producidos de forma ecológica. Pero,
además, se ha constatado más vitalidad y mayor periodo de
conservación en los alimentos.
Para
saber qué nos llevamos al plato, el Environmental Working
Gropupde EEUU alerta periódicamente con una lista de
la compra de los vegetales consumidos y su orden de mayor
a menor toxicidad. Los más peligrosos por su concentración de
plaguicidas son: manzana (la saludable manzana en el número
uno del ranking de peligrosidad!), fresa, uva, apio, tomate
cherry, pimiento, albaricoque, patata, espinaca, calabacines y
melocotón.
Los vegetales más limpios: espárragos,
aguacate, repollo, maíz dulce, melón, berenjena, pomelo, kiwi,
guisantes, mango, cebollas, papaya, piña y boniatos.
Para
reflexionar:
Las
madres sanas tienden a tener bebés sanos….
Los
alimentos
sanos,
tendrán que proceder de
suelos sanos….
Mercedes
Morales
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