domingo, 23 de febrero de 2014

Lavarse y perfumarse es peligroso

A propósito de una charla que recientemente ha tenido lugar en la sede de la Asociación de Vecinos de Benimaclet, el mensaje que se ha pasado a difundir al barrio es el siguiente: “No uséis colonia ni jabones con perfumes y, a poder ser, lavad la ropa sólo con agua”.

La asociación se solidariza así con la personas con hipersensibilidad química y recomiendan a todos los residentes a facilitar la vida a los afectados, al tiempo que animan a dejar de usar estos productos con perfume a mejorar nuestra salud y la gente que nos rodea”.

Son 500.000 personas las afectadas y reconocidas en toda España. Pero según los cálculos de la Asociación Estatal de Afectados por los Sindromes de Sensibilidad Química Múltiple, Síndrome de Fatiga Crónica y Fibromialgia y para la defensa de la Salud Ambiental (ALTEA), “hay un 20% de ciudadanos sin diagnosticar” y todavía es más complicado hacer una estimación de cuántos existen por comunidades autónomas o ciudades.

Cuando la colonia llega a matar y el simple hecho de respirar obliga al aislamiento, no hay soluciones suficientes para afrontar el día a día pero todas las buenas intenciones son bienvenidas. Así lo ha expresado a VLC News Cristo Bejarano, presidenta de la entidad estatal mencionada y también afectada. De este modo, la iniciativa de Benimaclet es recibida con agrado y aplauso.

Los expertos apuntan que existe una inconcreción de las causas que originan el síndrome. También ocurre que hay tantas posibilidades como afectados y la carencia de aspectos comunes aumenta la dificultad a la hora de ser considerado enfermedad. Así, la Sensibilidad Química Múltiple se presenta como un conjunto de síntomas vinculados a diversos agentes y componentes que se encuentran en el medio ambiente (como plaguicidas, vapores de pintura, perfumes,productos de limpieza, tinta recién impresa, etc) y que se producen por una exposición a niveles tolerados por la mayoría de las personas.

“Nos rodea química constantemente, la comemos, la respiramos, la absorbemos por la piel… Cada día estamos en contacto con más de 100.000 productos químicos. Así que podéis imaginar la complicación que se nos presenta, habiendo infinidad de casos y grados”, comentó Bejarano. Sumarle la electrosensibilidad supone “tener el mínimo número de electrodomésticos cerca, ni móvil y, por supuesto, ni red inalámbrica alguna”, añadió.

La enfermedad del silencio, de la soledad y la burbuja. ALTEA ha lanzado esta semana un manifiesto, unida a otras entidades de afecciones no reconocidas, muy significativo: el holocausto sumergido contra los enfermos invisibles.

viernes, 21 de febrero de 2014

Estudio relaciona el DDT y otros plaguicidas con trastornos neuronales en niños

Expertos hablan de una “pandemia silenciosa” a nivel planetario, y señalan la necesidad urgente de aplicar medidas de control

Una reciente investigación realizada por científicos de EEUU ha revelado que el DDT y otros pesticidas pueden provocar el aumento de ciertos trastornos del desarrollo neurológico en los niños, como TDAH o dislexia. El estudio se suma a diversas evidencias recientes que han vinculado este plaguicida a enfermedades como el alzheimer o la obesidad. Aunque el DDT fue prohibido a finales del siglo XX, sigue presente en el medioambiente y en la cadena alimentaria. Por Yaiza Martínez.

Molécula de DDT. Imagen: 
Benjah-bmm27. Fuente: 
Wikimedia Commons.  
En 1948, el químico suizo Paul Hermann Müller ganó el Premio Nobel de Medicina por su descubrimiento del DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano), un compuesto organoclorado incoloro y cristalino muy usado hasta los años ochenta como insecticida y plaguicida.

Sin embargo, a finales de los años 70, y tras una campaña mundial que alegaba que este compuesto se acumulaba en las cadenas tróficas, y ante el peligro de contaminación de los alimentos, se prohibió su uso.

En España, la prohibición llegó en los años 80, pero en 2003 aún hubo un informe de Greenpeace denunciando su utilización dentro de nuestras fronteras.

En el pasado, diversos estudios han demostrado que, como sucede con muchos insecticidas organoclorados, el DDT da lugar en los animales a efectos hepáticos, renales, reproductivos e inmunitarios. Otras nvestigaciones han constatado que el DDT también deja rastro en los humanos.

Y lo sigue dejando pese a las prohibiciones, porque es un compuesto originalmente diseñado para ser muy resistente a la degradación, por lo que sigue presente en el medioambiente y en la cadena alimentaria. Eso sin contar que aún se utiliza para el control de plagas en ciertos países, como Marruecos o Sudáfrica.

En general, por tanto, se estima que la mayoría de las personas estamos expuestas a DDT o a su principal metabolito, el DDE, ambos relacionados con efectos adversos sobre la salud, ha publicado UGRDivulga, el centro de información de la Universidad de Granada.

Efecto del DDT y otros plaguicidas en los niños

Una reciente investigación, realizada por científicos de la Harvard School of Public Health (HSPH) y la Icahn School of Medicine at Mount Sinai (EEUU), ha revelado ahora que el DDT y otros pesticidas pueden provocar un aumento de trastornos del desarrollo neurológico en los niños, como trastorno por hiperactividad y déficit de atención (TDAH) o dislexia.

En un comunicado de la HSPH, los autores del estudio advierten de la necesidad urgente de una nueva estrategia mundial de prevención para controlar el uso de estas sustancias.

"La mayor preocupación es el elevado número de niños afectados por el daño en el desarrollo del cerebro causado por estos compuestos químicos, y que no cuentan con un diagnóstico formal. Estos niños sufren una reducción de su capacidad de atención, retraso en el desarrollo, y bajo rendimiento escolar. Productos químicos industriales están emergiendo como posibles causas de estos trastornos", afirma Philippe Grandjean, profesor adjunto de salud ambiental en la HSPH.

Sustancias peligrosas

El presente informe sigue a otro previo, realizado en 2006, en el que ya se identificaron cinco productos químicos industriales "neurotóxicos para el desarrollo"; sustancias químicas que pueden causar déficits cerebrales. El nuevo estudio ofrece resultados actualizados sobre esos mismos productos químicos, y añade información.

Entre ellos se encuentran el manganeso (que en exceso es tóxico, pues exposiciones prolongadas pueden provocar efectos adversos en el sistema nervioso o respiratorio); el fluoruro, el clorpirifós (organofosforado que provoca efectos neurológicos en el feto y los niños); el DDT; el tetracloroetileno‎ (que puede provocar daños irreversibles en el sistema nervioso central, hígado y riñones; y que se ha demostrado que es cancerígeno), y los polibromodifenil éteres (PBDE), muy extendidos por su uso como aditivos en plásticos y otros polímeros.

El informe esboza, además, los posibles vínculos entre estos neurotóxicos y la salud en los niños. Por ejemplo, señala que el manganeso está asociado con una función intelectual disminuida y una alteración de las habilidades motoras; que los disolventes (como el tetracloroetileno) están vinculados a la hiperactividad y al comportamiento agresivo; y que ciertos tipos de pesticidas pueden causar retrasos cognitivos.

Podría haber muchos más

Los investigadores prevén que muchos otros productos químicos, aparte de los ya identificados como neurotóxicos, podrían estar contribuyendo a lo que denominan una "pandemia silenciosa" de déficits neuroconductuales que están erosionando la inteligencia y alterando los comportamientos de pequeños de todo el planeta.

Pero el control de esta pandemia es difícil, debido a la escasez de datos para orientar la prevención y la enorme cantidad de pruebas necesarias para la regulación de los pesticidas por parte de los Gobiernos. "Muy pocos productos químicos han sido regulados por su neurotoxicidad para el desarrollo", escriben.

Por eso, señalan que resulta crucial controlar el uso de estos productos químicos, con el fin de proteger el desarrollo del cerebro de los niños en todo el mundo.

Proponen pruebas obligatorias sobre productos químicos industriales y la formación de un nuevo centro de intercambio internacional de información, para evaluar los efectos de los productos químicos industriales en el desarrollo neuronal infantil.

"El problema es de alcance internacional, y la solución debe de ser también internacional", afirma Grandjean. "Contamos con métodos establecidos para probar los productos químicos industriales y sus efectos nocivos sobre el desarrollo del cerebro de los niños. Es el momento de hacer que estas pruebas sean obligatorias".

DDT, Alzheimer y otras enfermedades

El informe de la Escuela de Medicina de Harvard ha coincidido en el tiempo con otro estudio publicado por la Universidad de Rutgers (EEUU) que señala que podría existir una relación entre el DDT y el Alzheimer.

Los resultados de esta otra investigación, detallados en la revista Neurologyhan revelado más concretamente, que el DDT puede aumentar el riesgo y la gravedad de la enfermedad de Alzheimer en algunas personas, especialmente en personas mayores de 60 años.

En octubre de 2013, además, un estudio de la Washington State University de Estados Unidos revelaba que la exposición ancestral a compuestos presentes en el medio ambiente, como el insecticida DDT, podría ser un factor causante de las altas tasas de obesidad en el mundo.

Y, en marzo de ese mismo año, otra investigación de la Universidad de California Davis (EEUU) reveló que las niñas expuestas a altos niveles de DDT cuando aún estaban siendo gestadas en el vientre de sus madres eran tres veces más propensas a sufrir hipertensión en la edad adulta.

Por último, se sabe, también desde 2013 y gracias a un estudio de la Universidad de Granada (España), que las mujeres almacenan en su organismo niveles de DDE que prácticamente duplican a los detectados en hombres.

Este dato es importante porque esos niveles no afectarían sólo a la salud de la mujer, sino también a la de su descendencia, ya que se ha demostrado la transmisión de estos contaminantes al feto durante el embarazo.

Incluso se ha relacionado con diversos efectos en salud evidenciables al nacimiento (como malformaciones en el tracto genitourinarioo, más tarde, durante la vida adulta de sus hijos (obesidad, alteraciones neuroconductuales.
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Referencias bibliográficas:

Arrebola JP, Fernández MF, Olea N, Ramos R, Martin-Olmedo. Human exposure to p,p'-dichlorodiphenyldichloroethylene (p,p'-DDE) in urban and semi-rural areas in southeast Spain: A gender perspectiveP. Sci Total Environ (2013).

Michele La Merrill, Piera M. Cirillo, Mary Beth Terry, Nickilou Y. Krigbaum, Julie D. Flom, Barbara A. CohnPrenatal Exposure to the Pesticide DDT and Hypertension Diagnosed in Women Before Age 50: A Longitudinal Birth Cohort StudyEnvironmental Health Perspectives (2013). DOI:10.1289/ehp.1205921.

Michael K Skinner, Mohan Manikkam, Rebecca Tracey, Carlos Guerrero-Bosagna, Muksitul Haque, Eric Enilsson. Ancestraldichlorodiphenyltrichloroethane (DDT) exposure promotes epigenetic transgenerational inheritance of obesityBMC Medicine (2013). DOI: 10.1186/1741-7015-11-228.

Steven T. DeKosky, Sam Gandy. Environmental Exposures and the Risk for Alzheimer Disease JAMA Neurology(2014). DOI: 10.1001/jamaneurol.2013.6031.

Philippe Grandjean, Philip Landrigan. Neurobehavioural effects of developmental toxicityLancet Neurology(2014). DOI: 10.1016/S1474-4422(13)70278-3.

Yaiza Martínez

Yaiza MartínezYaiza Martínez es escritora, periodista, y redactora-jefe de Tendencias21. Saber más del autor

Productos químicos de lixiviación en los alimentos de envasado plantean problemas de seguridad

Los científicos, en papel de la revista BMJ, adviertan de los posibles daños a largo plazo de la exposición a los sintéticos, incluyendo formaldehído en botellas de bebidas

SarahBoseley, editor de la salud
TheGuardian, Miércoles 19 de febrero 2014
Hamburguesas y patatas fritas envasadas. Los productos químicos sintéticos en
los envases incluyen ftalatos, conocidos por alterar la producción de hormonas.
Fotografía: Martin Godwin para The Guardian  
Los productos químicos sintéticos que se utilizan en la elaboración, el envasado y el almacenamiento de los alimentos que comemos podría estar haciendo daño a largo plazo para nuestra salud, los científicos medioambientales advierten.

Las preocupaciones se han planteado en la Revista de Epidemiología y Salud Comunitaria, que forma parte del grupo British Medical Journal.

Los científicos afirman que pequeñas cantidades de productos químicos sintéticos se filtran a la comida. Aunque estas cantidades ínfimas en sí mismas no hacen daño, no se sabe qué tan seguro estamos de la exposición de toda la vida de los productos químicos, como el formaldehído, a través del consumo de alimentos previamente envasados o almacenados en los plásticos.

En un artículo de comentario en la revista los científicos señalan que algunos de los productos químicos que podrían causar preocupación están regulados, pero esto no impide que se utilicen ampliamente en el envasado de alimentos. Dicen que la gente que come alimentos envasados o procesado son propensos a estar expuestos crónicamente a niveles bajos de estas sustancias durante toda su vida.

Demasiado poco se sabe sobre el impacto a largo plazo y sobre todo sobre nuestra exposición a estas sustancias químicas en los puntos críticos en el desarrollo humano, como en el vientre materno y durante la primera infancia.

Los autores, que incluyen a Jane Muncke, desde el empaquetado Foro de la Fundación de Alimentos, en Zurich, dicen que no hay motivo de preocupación por varias razones. Productos químicos que son tóxicos, como el formaldehído, un cáncer de sustancia que causa, se utilizan legalmente en estos materiales. El formaldehído está muy presente, aunque a niveles bajos, en botellas de bebidas gaseosas de plástico y vajillas de melamina.

Otros productos químicos que se sabe que interrumpir la producción de hormonas y utilizados en los alimentos y los envases de bebidas, incluyen el bisfenol A, tributilestaño, triclosan, y los ftalatos. En total, más de 400 productos químicos están involucrados.

"Mientras que la ciencia para algunas de estas sustancias se está debatiendo y los responsables políticos se esfuerzan por satisfacer las necesidades de las partes interesadas, los consumidores siguen expuestos a estos productos químicos al día, en su mayoría sin saberlo", escriben.

Advierten que los posibles cambios celulares causados por los materiales en contacto con alimentos, y en particular, los que tienen la capacidad de alterar las hormonas, ni siquiera se están considerando en el análisis toxicológico de rutina. Ellos sugieren que este "arroja serias dudas sobre la adecuación de los procedimientos reglamentarios químicas".

No va a ser fácil de supervisar y evaluar los efectos durante décadas de exposición a estas sustancias químicas, dicen. No hay grandes grupos de personas que no están expuestos a alimentos envueltos y procesados y almacenados.

Los estudios han demostrado que todos tenemos rastros de estas sustancias químicas en nuestros cuerpos. Esto significa que no es posible llevar a cabo un estudio comparativo de las personas que han estado expuestas a ellos con personas que no tienen.

Sin embargo, una evaluación basada en la población es una necesidad urgente, así como el monitoreo biológico para establecer cualquier vínculo potencial entre los productos químicos en contacto con alimentos y las enfermedades crónicas como el cáncer, la obesidad, la diabetes y los trastornos neurológicos e inflamatorias, en especial dado el conocido papel de los contaminantes ambientales, argumentan.

"Como la mayoría de los alimentos se envasan, y toda la población es probable que esté expuesto, es de suma importancia que las lagunas en el conocimiento se llenan de forma fiable y rápida", dicen.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Como reducir los campos electromagnéticos en el hogar

Conocer la naturaleza de las radiaciones que nos rodean y su funcionamiento nos ayudará a protegernos mejor de sus efectos nocivos. Esto es especialmente importante en espacios donde viven personas que pueden ser más vulnerables, como niños, mujeres embarazadas, personas mayores, o pacientes con algún tipo de enfermedad.

Hay estudios que sugieren una relación entre una exposición continua a campos magnéticos y las altas tasas de leucemia en los niños. Esta sospecha se ve confirmada por las Directrices de Bonn (Wissenschaftsladen Bonn), que trata desde hace años con el problema de la radiación. La Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), la Oficina Federal de Protección contra la Radiación (BfS) y las iniciativas de la Federación de Consumidores hacen un llamamiento a la contención de la radiación.

Especialmente los niños y el dormitorio deben estar libres de campos eléctricos.Los problemas de sueño o concentración a menudo puede ser la presencia de la contaminación electromagnética.

La onda electromagnética es la contaminación producida por los campos electromagnéticos, tanto de alta como de baja frecuencia, son campos generados artificialmente por las instalaciones eléctricas, (por cualquier electrodoméstico o aparato que esté conectado a la red alterna de distribución, incluso cuando están apagados) y por la transmición inalámbrica de datos (móviles, antenas emisoras, teléfonos inalámbricos, wifi, W-lan, etc)

Conocer la naturaleza de las radiaciones que nos rodean y su funcionamiento nos ayudará a protegernos mejor de sus efectos nocivos. Esto es especialmente importante en espacios donde viven personas que pueden ser más vulnerables, como niños, mujeres embarazadas, personas mayores, o pacientes con algún tipo de enfermedad.

Para mejorar nuestro bienestar y aumentar nuestra calidad de vida, basta con tener en cuenta varios consejos básicos referentes a la calidad de nuestro entorno, tanto en el hogar como en la oficina.

Descanso. No coloques en tu mesilla de noche aparatos eléctricos, como radio-despertadores, lámparas halógenas con transformador o teléfonos inalámbricos. No pongas el móvil a cargar al lado de tu cama. Evita los colchones de muelles y los somieres con piezas ferromagnéticas.


Móviles. No transportes el móvil en el bolsillo y, cuando hables, hazlo con el manos libres o con auriculares de tubo de aire. Alejándolo de tu cuerpo estás protegiéndote de sus radiaciones. Conecta el Bluetooth o el WiFi sólo cuando lo necesites. Procura que los niños no utilicen los móviles.

Electrodomésticos. La lavadora, microondas, horno, caldera, cocinas de inducción o vitrocerámica no deben estar en la pared contigua a la cabecera de tu cama. Aun estando apagados, emiten radiaciones que traspasan la pared.

Instalación eléctrica. Comprueba que el cableado no emite más radiaciones de lo estrictamente necesario y que las tomas de tierra funcionan bien.

Tecnologías inalámbricas. Las tecnologías sin cables, como los teléfonos inalámbricos DECT o los routers WiFi, saturan nuestro entorno de radiaciones de altas frecuencias. Elige preferiblemente tecnologías con cable, y recurre a las tecnologías inalámbricas sólo si es inevitable, siempre colocando las fuentes de las radiaciones lejos de los lugares de alta permanencia.

Gas radón. Cuando decores tu casa, vigila el uso de algunos materiales que pueden ser fuente de gas radón: es radiactivo y una de las mayores causas de cáncer de pulmón. Si el inmueble está construido sobre suelos graníticos o cuenta con materiales de riesgo como algunos tipos de basaltos, granitos o cerámicas, asegúrate de que hay una buena ventilación.

Antenas y cables. Antes de adquirir una nueva vivienda u oficina, vigila que no haya cerca antenas de telecomunicaciones o de teléfonos móviles, líneas de alta tensión, tendido eléctrico o transformadores urbanos.

Ventilación y materiales. Evita el uso excesivo de materiales sintéticos en moquetas, barnices o mobiliario. Mantén una humedad relativa superior al 50% y ventila con frecuencia. Humidificadores e ionizadores pueden contribuir a mejorar la calidad del ambiente.

martes, 18 de febrero de 2014

Cuando la moda es tóxica

17/2/14

OPINIÓN de Noemi Portela Prol.- En las grandes industrias mundiales es frecuente encontrar un gran número de sustancias tóxicas. Sin embargo, y aunque en menor proporción, en nuestros hogares también existen algunas. Detergentes, pilas, productos de limpieza o cosmética e incluso prendas de ropa son algunos de los objetos que por la forma de elaboración, distribución, uso, almacenamiento o eliminación pueden resultar peligrosos para el ser humano; y dejar una huella permanente en el medio ambiente.

Las sustancias químicas presentes en nuestro hogar son en ocasiones un foco de peligro. El uso inadecuado de cualquier producto que contenga algún elemento tóxico puede resultar dañino para nuestra salud y el entorno. Consejos como el de conservar los envases en lugares frescos y secos o no mezclar estos productos con otros son solo un aviso de lo perjudiciales que pueden resultar. A la hora de desechar el producto también se debe tener especial precaución, para así evitar que permanezca durante años en el entorno y lo contamine.

Sin embargo, no es necesario que el producto llegue a nuestras manos, el daño ya ha sido ocasionado antes. Es el caso de la industria textil. Un informe detectó grandes cantidades de sustancias tóxicas en los ríos chinos como las anilinas, que pueden pasar el proceso de depuración y llegar a la naturaleza. Su procedencia, diversas fábricas del sector. El problema reside en la desinformación, y es que se desconoce el tipo de sustancias que se usan y se vierten en las aguas del país. Un claro peligro que tiene como resultado la contaminación de hasta un 70% de lagos, ríos y embalses del gigante asiático.

La alarma causada por estos datos desencadenó el estudio Puntadas Tóxicas. El oscuro secreto de la modaen el que GreenPeace analizó hasta un total de 141 artículos de ropa de veinte marcas distintas de reputación internacional. En ellas se encontraron residuos químicos peligrosos tanto en el proceso de elaboración como en el lavado. Y es que algunos de ellos al degradarse crean nuevas sustancias que provocan alteraciones hormonales, dificultan la respiración en mamíferos y resultan cancerígenas. Es el caso de la marca española Zara, cuyos artículos tenían presentes tanto sustancias que alteran las hormonas como los elementos cancerígenos.

Las prendas para la lluvia de diversas marcas deportivas merecen una mención especial. Para lograr su objetivo, repeler el agua, estos tejidos contienen el ácido perfluorooctanoico, una sustancia potencialmente peligrosa que afecta a la disminución de la fertilidad y genera problemas en el sistema inmune. Además, cuando es liberada en el medio ambiente, no se degrada y se mantiene en el entorno de forma permanente. Como consecuencia, entra en la cadena alimentaria hasta llegar a nuestro cuerpo y al de otros organismos.

La falta de transparencia y el hecho de que todas las fábricas del lugar viertan sus residuos a una misma depuradora impiden encontrar culpables. Sin embargo los tintes, colorantes, antiadherentes, disolventes, repelentes y demás productos químicos, y tóxicos, se siguen usando con consecuencias devastadoras para el medio ambiente, la salud de los seres humanos y la de otros animales. Por ello, la propia ONG GreenPeace decidió realizar una campaña de concienciación que pronto tuvo sus frutos y marcas como Marks & Spencer, Levi ’s, Inditex, Puma o Mango se unieron a la iniciativa. Su objetivo consiste en ‘descontaminar’ sus prendas de ropa a medio plazo, hasta el año 2020, y pedir transparencia a sus fábricas de producción en el uso de sustancias químicas.

Las alternativas existen. Una prueba de ello es la marca textil H&M que desde el año 1995 lleva a cabo un proceso de sustitución de sustancias tóxicas por otras inocuas. Su último reto ha sido eliminar de sus productos el ya mencionado ácido perfluorooctanoico. La información es otro paso necesario para evitar el desastre, conocer las características de los vertidos es primordial para evitar una contaminación irreversible.

Por último, las grandes empresas del sector han de entender que el medio ambiente, y las personas, están por encima de la producción masiva y barata. El valor incalculable de la responsabilidad ambiental.

Alertan de una 'pandemia silenciosa' de trastornos en niños por tóxicos químicos

SEGÚN UN ESTUDIO PUBLICADO EN THE LANCET

17/02/2014 - M.G.
  • Estiman crucial el control de estos químicos para para proteger el desarrollo del cerebro de los niños en todo el mundo.
  • Piden la creación de un organismo internacional de control y la obligatoriedad de pruebas para los productos químicos.
Los productos químicos tóxicos usados en la industria y presentes en el día a día de millones de personas pueden estar detrás del aumento de diagnósticos de problemas de desarrollo neurológico en niños, que derivan en casos de autismo, trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), dislexia y otros trastornos cognitivos.

Todo apunta a que los productos químicos industriales que dañan el cerebro en desarrollo se encuentran entre las causas conocidas de este aumento de la prevalencia de discapacidades del desarrollo neurológico, que afectan a millones de niños en todo el mundo.

En 2006, un grupo de investigadores realizó una revisión sistemática con la que identificaron cinco productos químicos industriales potenciales neurotóxicos para el desarrollo: Plomo, Metilmercurio, Bifenilos policlorados, Arsénico y Tolueno.

Desde 2006 , los estudios epidemiológicos han documentado seis productos químicos adicionales como neurotóxicos, cuya incidencia se muestra en un nuevo estudio llevado a cabo de forma conjunta entre la Harvard School of Public Health (HSPH) y la Icahn School of Medicine at Mount Sinai, que habla de una verdadera pandemia silenciosa.

Pandemia.(Del gr. πανδημία, reunión del pueblo).1. f. Med. Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región.

En el nuevo trabajo, publicado en la revista The Lancet Neurology, los investigadores reclaman de manera urgente una estrategia mundial para la prevención y control del uso de estas sustancias.

Daños en el desarrollo cerebral


Philippe Grandjean, profesor adjunto de salud ambiental en el HSPH, destaca que la mayor preocupación de los autores del estudio es "el elevado número de niños afectados por el daño causado por tóxicos en el desarrollo cerebral, y que carecen de un diagnóstico formal. Sufren la reducción de su capacidad de atención, retraso en el desarrollo, y bajo rendimiento escolar. Y los productos químicos industriales están tomando fuerza entre las posibles causas".

El nuevo informe es la continuación de un trabajo similar realizado por los autores en 2006, en el que ya se identificaron cinco productos químicos industriales como "neurotóxicos del desarrollo", o sustancias químicas que pueden causar déficits cerebrales.

El nuevo estudio ofrece resultados actualizados sobre los efectos de productos químicos nocivos, y añade información sobre seis de ellos:

1- Manganeso.
2- Fluoruro
3- Clorpirifós (pesticida usado para controlar las plagas de insectos)
4- DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano, un pesticida)
5- Tetracloroetileno (un disolvente )
6- Éteres Difenil Polibromados ( retardantes de llama).

En el estudio se esbozan los posibles vínculos entre estos neurotóxicos recientemente reconocidos y los efectos negativos para la salud en los niños, entre ellos destacan los siguientes:

El manganeso se asocia con la disminución de la actividad intelectual y alteración de las habilidades motoras; Los disolventes están vinculados a la hiperactividad y al comportamiento agresivo; Ciertos tipos de pesticidas pueden causar retrasos cognitivos.

Aunque denuncia la especial incidencia de los citados seis tóxicos, Philippe Grandjean como coautor del trabajo también estima posible que haya muchos más productos químicos además de la docena de conocidos neurotóxicos, que estarían contribuyendo a una "pandemia silenciosa" de déficits neuroconductuales, que estarían erosionando capacidades intelectuales, alterando los comportamientos y dañando a las sociedades.

Pero, y en esto insiste el trabajo publicado en The Lancet Neurology, el control de esta pandemia es difícil debido a la escasez de datos que existen para orientar las campañas de prevención y la enorme cantidad de pruebas necesarias para que se pueda acometer una regulación del uso de estas sustancias por los gobiernos.

Los autores dicen controlar el uso de estos productos químicos es crucial para para proteger el desarrollo del cerebro de los niños en todo el mundo. Para lograr este objetivo, los autores del trabajo proponen que se instauren pruebas obligatorias para los productos químicos industriales. Además estiman conveniente la formación de un organismo internacional que evalue los productos químicos industriales y su potencial neurotoxicidad e incidencia en el desarrollo.

"El problema es de alcance internacional, y la solución debe de ser también internacional", señala Grandjean, que pone el acento en que, ya que se cuenta con las herramientas necesarias "para poner a prueba los productos químicos industriales y sus efectos nocivos sobre el desarrollo del cerebro de los niños, es el momento de convertir dichas pruebas en obligatorias".

lunes, 17 de febrero de 2014

Envuelta en tóxicos

A. Benito - lunes, 17 de febrero de 2014
"La SQM es una enfermedad crónica adquirida que se caracteriza por la pérdida progresiva de la tolerancia a diversos agentes químicos. Carmen Alonso, enfermera del Centro de Salud de Aguilar, nos cuenta su experiencia"
Carmen Alonso ha de enfrentarse 
cada díaa un ambiente tóxico que 
su cuerpo esincapaz de tolerar. A. 
Benito 
Ni si quiera la OMS reconoce su existencia, aunque se calcula que entre el 0,5% y el 5% de la población sufre esta enfermedad. Si hubiera que definirla de alguna forma, podríamos decir que se trata de una patología políticamente incorrecta ya que está relacionada directamente con varios factores de riesgo ambiental derivados de la contaminación.

Se trata de la Sensibilidad Química Múltiple, una enfermedad crónica adquirida que se caracteriza por la pérdida progresiva de la tolerancia a diversos agentes químicos, que produce síntomas en varios órganos y sistemas del cuerpo humano, y que mejora cuando se evita la exposición. Los primeros casos de SQM aparecieron a mediados del siglo pasado y fueron documentados por primera vez por un alergólogo americano. Sin embargo, sesenta años después, la enfermedad sigue sin ser reconocida en nuestro Sistema Sanitario, lo que provoca que los afectados tengan que enfrentarse ineludiblemente al rechazo médico y social.

Las manifestaciones clínicas son variadas, destacando comorbilidades como la fatiga crónica, la fibromialgia, la migraña, el Síndrome de Piernas Inquietas, la cistitis irritativa o el colón irritable. En consecuencia, su diagnósitico se basa en la sintomatología, puesto que la exploración física de personas con SQM es normal: no hay alergias, ni patologías respiratorias, ni enfermedades psiquiátricas. Así, ante la falta de biomarcadores específicos, se utiliza el cuestionario de autoevaluación Queesi.

La enfermedad se clasifica en distintos grados que van desde el más leve hasta el más grave y como ya hemos señalado, afecta a un porcentaje de entre el 0,5 y el 5% de la población, aunque se estima que un 15% de los ciudadanos es sensible a los productos químicos y entre un 6 y un 8% son enfermos ambientales. Carmen Alonso es enfermera en Aguilar y es una de las afectadas por una patología que es tan extraña como cada vez más común y es que, aunque todavía no se sabe muy bien cómo funciona ni por qué se desencadena, la enfermedad está cada vez más presente en nuestra sociedad. Así, tanto Carmen como muchos otros enfermos, han de enfrentarse cada día a un ambiente tóxico y hostil que su cuerpo es incapaz de tolerar.

«Hace seis años yo era una persona sana, hasta que, en una de las guardias del centro médico, noté como mi cuerpo explotaba. Empecé a marearme, a sentirme cansada y aturdida, no soportaba el olor que había en consulta, donde se había llevado a cabo una limpieza general y un encerado de los suelos. Al salir a hacer una urgencia, me di cuenta de cómo mejoraba», expresa la enfermera.

Pasaron varios meses y visitó varios especialistas. Ninguno de ellos reconocía la enfermedad, pero tanto ella como su marido, que también se dedica a la sanidad, investigaron hasta dar con una enfermedad cuyo centro de referencia era el Hospital Clínico de Barcelona. La Seguridad Social le diagnosticó SQM en el Centro de Toxicología de Valladolid y ahí empezó un nuevo estilo de vida basado en la evitación. Y es que las sustancias que provocan las crisis están presentes en la mayoría de productos de uso cotidiano: artículos de limpieza, higiene personal, perfumes, colonias, ambientadores, insecticidas, muebles de aglomerado, barnices, tabaco, humos, hidrocarburos...

«Siempre en la medida de lo posible, consumo productos ecológicos y certificados, bebo agua depurada o embotellada en vidrio, evito las prendas sintéticas, tengo purificadores de aire para la casa, el coche y la consulta, no uso suavizantes ni amoniacos ni lejías y mis amigos y familiares también tienen que prescindir de perfumarse», apunta Carmen. Asimismo, la enfermera ha tenido que limitar su actividad social: no puede entrar en algunos lugares y cuando viaja ha de contactar primero con el hotel para que le adecúen tanto las ropas como el ambiente de la habitación.

Con respecto a su empleo, Carmen ganó hace un año una demanda para la adecuación de su puesto de trabajo. Desde entonces cuenta con un despacho único, las instalaciones del centro se limpian con productos ecológicos y le tienen que avisar siempre que se lleve a cabo una desinfección o una descarga de gasoil, ya que su consulta es adyacente a la zona de calderas. Sus pacientes también hacen todo lo posible por colaborar.

PUBLICACIONES SOBRE SQM

La SQM está reconocida en países como Alemania, Austria o Japón. En España, el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad publicó en el año 2011 un documento de consenso en el que participaron diversos expertos para mejorar el nivel de conocimiento científico sobre este proceso, su diagnóstico, tratamiento y otros aspectos relacionados con la enfermedad. En esta publicación se define la SQM como un «síndrome complejo que se presenta como un conjunto de síntomas vinculados con una amplia variedad de agentes y componentes que se encuentran en el medio ambiente, presentándose dichas reacciones con una exposición a niveles comúnmente tolerados por la mayoría de las personas». Asimismo, los doctores Joaquín Fernández-Solà y Santiago Nogué, del Hospital Clínico de Barcelona, publicaron en el mismo año Sensibilidad Química y Ambiental Múltiple: Sobrevivir en un entorno tóxico.

El Virgen del Rocío investiga una posible contaminación por amianto de sus trabajadores

SALUD Tras la manipulación de amianto
  • La manipulación de material durante unas obras, origen del posible foco
  • El hospital realiza controles al personal que estuvo en contacto con el amianto
  • La dirección descarta que haya riesgo para la salud de los pacientes
  • El sindicato CSIF pide también vigilancia sobre el sistema de refrigeración
EUROPA PRESS Sevilla 17/02/2014

La dirección del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, ante la denuncia presentado por la Central Sindical Independiente y de Funcionarios, CSIF, ante la Inspección de Trabajo de Sevilla por la presencia de amianto en el área infantil de este Hospital de la capital andaluza, ha asegurado que "no hay riesgo para la salud de los pacientes ingresados o para los que acuden a él".

En este sentido, el sindicato ha requerido información a la gerencia del centro hospitalario por "incumplimiento de la normativa de prevención de riesgos laborales en la manipulación y almacenaje de materiales que contienen amianto en una sala de climatizadores del Hospital Infantil".

El Hospital aclara en una nota que a finales de enero hubo que realizar unas actuaciones de emergencia en dos áreas del Hospital Infantil, que duraron apenas unas horas.

Posteriormente, el servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Hospital, a instancias de la Inspección de Trabajo, elaboró una serie de recomendaciones ante estas situaciones.

Igualmente, la dirección del Hospital apunta que se están realizando tareas de vigilancia de la salud de los trabajadores que intervinieron, con el fin de garantizar que su estado de salud es normal y que no han sufrido efectos producidos por la exposición al amianto durante las reparaciones de emergencia.

Por último, ha añadido que estas recomendaciones preventivas se están incluyendo en su Plan de Riesgos Laborales.

Para el sindicato, se evidencia que en los trabajos realizados en una sala de climatizadores del Hospital Infantil no se han seguido las mínimas medidas de seguridad, habiéndose producido riesgo de exposición a dicha sustancia cancerígena. Además de los trabajadores que pudieran estar afectados, por realizar los trabajos, la sala donde han estado almacenados los restos contaminantes se usa como vestuario del personal de mantenimiento de guardia y en dicha sala están los sistemas de climatización de toda la zona del Hospital de día de Oncohematología, Farmacia y Radiodiagnóstico del Hospital Infantil.

Desde CSIF Sevilla se ha pedido a la gerencia, independientemente de las medidas correctoras impuestas por la inspección, vigilancia de la salud para todos los trabajadores que pudieran haber estado expuestos, mediciones de concentración de fibras tanto en la sala donde se manipuló y almacenó el material contaminante, como en las estancias a las que suministran aire los climatizadores. También se pide la creación de un mapa de amianto del centro y la elaboración de un plan estratégico de sustitución de dichos elementos, estableciendo una fecha límite, así como la apertura de un expediente disciplinario para depurar responsabilidades entre los cargos con competencias en el área de mantenimiento y en el de prevención.

El efecto de químicos industriales sobre el desarrollo cerebral infantil

  • Expertos advierten del riesgo de algunas sustancias en el desarrollo neurológico
  • El plomo, el metilmercurio, el arsénico, los bifenilos policlorados o el tolueno generan daños
  • Señalan que el problema es la presunción de que los nuevos químicos son seguros
Aguas contaminadas del río Ródano por un vertido de bifenilos policlorados. QUIQUE GARCÍA EL MUNDO
AINHOA IRIBERR I Madrid 5/02/2014

No es un estudio, sino una revisión de estudios, pero la conclusión de un artículo publicado hoy en The Lancet hace pensar en un futuro devastador en el que embarazadas y niños bien podrían plantearse vivir en refugios hasta que sus retoños estuvieran muy crecidos. La razón: estamos rodeados de químicos industriales que ponen en peligro el desarrollo neurológico de los niños, desde que estos se están gestando en el útero.

Los autores, de las universidades de Southern Denmark, Harvard y del Hospital Mount Sinai, confirman en primer lugar lo que una revisión sistemática publicada por ellos mismos en 2006 en la misma revista decía, que existen cinco químicos industriales que pueden ser sin duda clasificados como neurotóxicos durante el desarrollo del cerebro: el plomo, el metilmercurio, el arsénico, los bifenilos policlorados y el tolueno. Se trata de sustancias que no son difíciles de encontrar, que pueden estar presentes en el agua e incluso, advierten, en los juguetes de los niños.

A ellas se suman, en el trabajo publicado ahora, varias más, por lo que el escenario que pintan los autores es el de un mundo químico en el que los niños no están a salvo. Y por ello, escriben y piden que las autoridades hagan algo.

Para los autores hay un problema de base y es que reconocer los riesgos de los químicos industriales para el desarrollo del cerebro ha necesitado históricamente décadas de investigación y escrutinio, como ha sucedido con el plomo y el metilmercurio, ya reconocidos como tales. Y esto no puede seguir sucediendo. Ni con los centenares de químicos que están incorporados a las industrias, agriculturas y otras actividades de la vida diaria ni, sobre todo, con los de nueva incorporación.

Como reconoce Alberto Marcos Dolado, coordinador del Grupo de Estudio de Neurología del Trabajo de la Sociedad Española de Neurología, hay una frase del trabajo especialmente reseñable y es en la que los autores sostienen que el problema fundamental es la presunción de que los nuevos químicos y las nuevas tecnologías "son seguras hasta que no se demuestre lo contrario". Sin embargo, añaden, existen muchísimos ejemplos de sustancias que han causado mucho daños y que se introdujeron en el mercado porque implicaban ciertos beneficios sociales o industriales, como el asbestos o la talidomida, entre otros.

Para Marcos Dolado, ese concepto tiene que cambiar. Y así interpreta este neurólogo del Hospital Clínico San Carlos el trabajo: como un aviso a las autoridades, un llamamiento para que investiguen más la exposición a estas sustancias, aunque reconoce que es fácil que el mensaje de Philippe Grandjean y sus colaboradores suene alarmista.

Un problema global

El propio Grandjean lo confirma a EL MUNDO: "Sé que suena escalofriante, pero tenemos maneras de hacer algo al respecto. En primer lugar, debemos estar de acuerdo en que el cerebro de las siguientes generaciones debe ser protegidas lo mejor que podamos. Ya tenemos métodos para determinar si una sustancia química puede dañar el cerebro y lo que tenemos que hacer es usarlos y actuar según la información que obtengamos. Si no lo hacemos, creo que esta generación venidera tendrá un buen motivo para no perdonarnos".

Marco Dolado reconoce que el trabajo está muy bien hecho, pero apunta también a que hay que ser cauto a la hora de atribuir solo a causas ambientales el aumento de problemas neurológicos infantiles, como la dislexia, el autismo o el trastorno de déficit de atención por hiperactividadEl experto apunta a que los propios autores reconocen que hay causas genéticas involucradas. Eso sí, citan numerosos estudios en que el nexo entre exposición y problemas de desarrollo es indiscutible. Entre ellos, uno chino que liga la exposición de agua contaminada con fluorido a un descenso de siete puntos en el cociente intelectual de un grupo de niños y otro francés, que liga la exposición a solventes muy usados en trabajos comunes, como peluquería o enfermería a problemas de comportamiento a los dos años de edad. "Aunque la contaminación con plomo y muchos pesticidas es mucho peor en los países en vías de desarrollo, se trata de un problema global", señala Grandjean

El portavoz de la SEN cree que sería bueno que, "aunque a nivel científico hay que ser precavido, sería bueno que este estudio fomentara la realización de estudios sobre exposición a químicos ambientales y su efecto en el desarrollo del cerebro. "Estudios más fiables, que se vigilaran las industrias y, sobre todo, que no se incorporaran nuevos químicos hasta que se supiera que son seguros", resume el neurólogo.

Medidas a tomar

Pero, ¿qué se puede hacer frente a esta situación? En el artículo, los autores llaman a un plan de acción basado en tres pilares. El primero sería hacer obligatoriamente pruebas de todos los químicos industriales y pesticidas en el mercado, para garantizar su neuroseguridad. El segundo, obligar también por ley a probar cualquier sustancia nueva antes de que entre en el mercado y, por último, piden que se cree un nuevo organismo para estudiar esta neurotoxicidad, algo similar a la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer de la OMS.

Preguntado por este diario, Grandjean apunta a otras medidas que se pueden tomar mientras se esperan estos grandes cambios: "Los padres pueden ir haciendo cosas por su cuenta, como comer fruta orgánica, consumir marisco que esté en la parte de debajo de la cadena alimenticia en lugar de atún, evitar usar e sprays de pinturas y pesticidas en el jardín..."

Por su parte, Marcos Dolado cree que son las madres expuestas a químicos en sus entornos de trabajo las que más cuidado han de tener. Pero, reflexiona, también se puede empezar por evitar sustancias igual de tóxicas y muchos más visibles, como el tabaco, algo que aún no se hace.