martes, 6 de mayo de 2014

Alertan de una 'pandemia silenciosa' de trastornos en niños por tóxicos químicos

SEGÚN UN ESTUDIO PUBLICADO EN THE LANCET
  • Estiman crucial el control de estos químicos para para proteger el desarrollo del cerebro de los niños en todo el mundo.
  • Piden la creación de un organismo internacional de control y la obligatoriedad de pruebas para los productos químicos.
Los productos químicos tóxicos usados en la industria y presentes en el día a día de millones de personas pueden estar detrás del aumento de diagnósticos de problemas de desarrollo neurológico en niños, que derivan en casos de autismo, trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), dislexia y otros trastornos cognitivos.

Todo apunta a que los productos químicos industriales que dañan el cerebro en desarrollo se encuentran entre las causas conocidas de este aumento de la prevalencia de discapacidades del desarrollo neurológico, que afectan a millones de niños en todo el mundo.

En 2006, un grupo de investigadores realizó una revisión sistemática con la que identificaron cinco productos químicos industriales potenciales neurotóxicos para el desarrollo: Plomo, Metilmercurio, Bifenilos policlorados, Arsénico y Tolueno.

Desde 2006 , los estudios epidemiológicos han documentado seis productos químicos adicionales como neurotóxicos, cuya incidencia se muestra en un nuevo estudio llevado a cabo de forma conjunta entre la Harvard School of Public Health (HSPH) y la Icahn School of Medicine at Mount Sinai, que habla de una verdadera pandemia silenciosa.

Pandemia(Del gr. πανδημία, reunión del pueblo).1. f. Med. Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región.

En el nuevo trabajo, publicado en la revista The Lancet Neurology, los investigadores reclaman de manera urgente una estrategia mundial para la prevención y control del uso de estas sustancias.

Daños en el desarrollo cerebral

Philippe Grandjean, profesor adjunto de salud ambiental en el HSPH, destaca que la mayor preocupación de los autores del estudio es "el elevado número de niños afectados por el daño causado por tóxicos en el desarrollo cerebral, y que carecen de un diagnóstico formal. Sufren la reducción de su capacidad de atención, retraso en el desarrollo, y bajo rendimiento escolar. Y los productos químicos industriales están tomando fuerza entre las posibles causas".

El nuevo informe es la continuación de un trabajo similar realizado por los autores en 2006, en el que ya se identificaron cinco productos químicos industriales como "neurotóxicos del desarrollo", o sustancias químicas que pueden causar déficits cerebrales.

El nuevo estudio ofrece resultados actualizados sobre los efectos de productos químicos nocivos, y añade información sobre seis de ellos:

1- Manganeso.

2- Fluoruro

3- Clorpirifós (pesticida usado para controlar las plagas de insectos)

4- DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano, un pesticida)

5- Tetracloroetileno (un disolvente )

6- Éteres Difenil Polibromados ( retardantes de llama).

En el estudio se esbozan los posibles vínculos entre estos neurotóxicos recientemente reconocidos y los efectos negativos para la salud en los niños, entre ellos destacan los siguientes:

El manganeso se asocia con la disminución de la actividad intelectual y alteración de las habilidades motoras; Los disolventes están vinculados a la hiperactividad y al comportamiento agresivo; Ciertos tipos de pesticidas pueden causar retrasos cognitivos.

Aunque denuncia la especial incidencia de los citados seis tóxicos, Philippe Grandjean como coautor del trabajo también estima posible que haya muchos más productos químicos además de la docena de conocidos neurotóxicos, que estarían contribuyendo a una "pandemia silenciosa" de déficits neuroconductuales, que estarían erosionando capacidades intelectuales, alterando los comportamientos y dañando a las sociedades.

Pero, y en esto insiste el trabajo publicado en The Lancet Neurology, el control de esta pandemia es difícil debido a la escasez de datos que existen para orientar las campañas de prevención y la enorme cantidad de pruebas necesarias para que se pueda acometer una regulación del uso de estas sustancias por los gobiernos.

Los autores dicen controlar el uso de estos productos químicos es crucial para para proteger el desarrollo del cerebro de los niños en todo el mundo. Para lograr este objetivo, los autores del trabajo proponen que se instauren pruebas obligatorias para los productos químicos industriales. Además estiman conveniente la formación de un organismo internacional que evalue los productos químicos industriales y su potencial neurotoxicidad e incidencia en el desarrollo.

"El problema es de alcance internacional, y la solución debe de ser también internacional", señala Grandjean, que pone el acento en que, ya que se cuenta con las herramientas necesarias "para poner a prueba los productos químicos industriales y sus efectos nocivos sobre el desarrollo del cerebro de los niños, es el momento de convertir dichas pruebas en obligatorias".

ACCIDENTE DE TRABAJO, SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE Y SÍNDROME DE FATIGA CRÓNICA.

domingo, 4 de mayo de 2014

Una de las discusiones que más pronunciamientos judiciales provoca en materia de prestaciones de seguridad social es la definición de las llamadas "enfermedades laborales", es decir, aquellas que tienen su origen en el ámbito laboral y que no tienen el concepto de enfermedad profesional por no cumplir los requisitos del art. 116 LGSS -o sea, no aparecen en el cuadro actual la enfermedad y/o la actividad y/o agentes que la puedan causar-. Sin embargo, las "enfermedades laborales", y por tanto los trabajadores que las padecen, merecen la tutela de los tribunales del orden social, ya que han de ser consideradas como verdaderos accidentes de trabajo.

La cuestión se complica, os lo podéis imaginar, cuando la enfermedad contraída en el trabajo es la Sensibilidad Química Múltiple y/o el Síndrome de Fatiga Crónica. Dos recientes sentencias que estimaban las demandas de Col.lectiu Ronda en Donostia-San Sebastian, nos han reconocido el origen laboral, bajo el concepto de ambas enfermedades cuando se originan en el entorno laboral, al amparo del art. 115.2 e) LGSS que permite la declaración como accidente de trabajo de aquellas enfermedades que tengan causa exclusiva en el trabajo realizado por cuenta ajena. No obstante, no podemos olvidar que el apartado f) del mismo artículo permite también el reconocimiento de la contingencia laboral aunque la lesión o enfermedad fuese pre-existente al accidente de trabajo, si se agravó por consecuencia o con ocasión del mismo.

De hecho, en aquellas sentencias se demostró que la trabajadora estuvo expuesta a productos químicos nocivos y tóxicos en su puesto de trabajo durante años, en un local cerrado y sin ventilación ni otras medidas de seguridad que hubiesen evitado la exposición y posterior enfermedad. Lo interesante de la sentencia es el cumplimiento de una serie de requisitos que permiten establecer la relación de causalidad entre la exposición y el debut de las enfermedades, en este caso, especialmente SFC y SQM. Estos son los requisitos:

A) Se ha acreditado la existencia de agentes y su exposición continuada a los mismos en el centro de trabajo. Tal acreditación se pone de manifiesto por la existencia y manipulación de determinados agentes químicos susceptibles de desencadenar el citado síndrome.

B) La actora ha estado expuesta en su puesto de trabajo a contaminantes químicos.

C) No se han realizado mediciones de contaminantes químicos.

D) El relato temporal de la sintomatología y la incidencia del trabajo en sus dolencias a lo largo del tiempo es coherente y su relación con el trabajo es indudable.

E) No existen síntomas previos a la exposición en su centro de trabajo.

Y lo anterior conlleva que la magistrada afirme:

"Los informes médicos valorados concluyen la interrelación entre el síndrome químico múltiple, y el síndrome de fatiga crónica padecidos por la actora, el cual debutó como consecuencia de la exposición continuada a diferentes contaminantes, la paciente además del cuadro de sensibilidad química múltiple, desencadenada por la exposición repetida a ambiente laboral con contaminantes, también padece una sintomatología de fatiga, tanto física como neurocognitiva asociada al mismo, Y la sintomatología actual, que dio pie a la última de las bajas, podría ser secundaria al síndrome de hipersensibilidad química múltiple. Por tanto, en el presente caso habría quedado probado que el síndrome de fatiga crónica que padece la actora es una secuela del síndrome de sensibilidad química múltiple que padece y ambos tienen una relación directa con el ambiente laboral en que ha desempeñado su trabajo la actora".

Para finalizar: "Aun considerando por imposibilidad de acreditarse que fue un tóxico el que causó la enfermedad y que la enfermedad era preexiste, o que tenía cierta predisposición a padecerla, ésta empeora y se agrava (art. 115-2-f LGSS) o altera el proceso de curación por la exposición a los productos que debe manejar la trabajadora en su puesto de trabajo".

En fin, como afirmábamos al inicio de esta entrada, SFC y SQM -también otras enfermedades- pueden ser consideradas como accidente de trabajo si el hecho accidental viene determinado por la exposición a uno o varios agentes externo que agravan, desencadenan o producen manifestaciones clínicas de una dolencia que hasta el momento se encontraba silente.
Autor: WhatWhat. CC. flickr.com