jueves, 19 de noviembre de 2015

Conviviendo con tóxicos: el camino hacia la sensibilidad química múltiple

Lo que comemos, lo que respiramos, lo que tocamos. En nuestra era convivimos con un entorno lleno de tóxicos. A la mayoría no nos afecta y los obviamos. Pero la industria química cada vez genera más, y los encontramos en más lugares. ¿Hasta qué punto podemos vivir así? ¿Hasta qué punto estos tóxicos "no nos van a afectar"?
Nuestros parques cada vez son lugares “menos seguros”. Y si no que se lo digan a una persona afectada por sensibilidad química múltiple con un grado 3, que tiene que ir muy lejos y muy arriba para poder pasear.

Es increíble la capacidad que tienen para notar radiaciones y tóxicos que muchos ni sabemos que existen, porque no los vemos o no tenemos suficiente información sobre ellos. Viven con el miedo de que el mundo les enferme. Casi un 1% de la población española presenta algún tipo de proceso sensible a la exposición de tóxicos físicos y ambientales, y la cifra crece constantemente.

Es una enfermedad −aunque todavía no está diagnosticada como tal− que puede afectar en diferentes grados. La conocemos poco y la que ha sido más mostrada en los medios de comunicación es la de grado 4: personas que no pueden salir de casa porque el olor a colonia, a tabaco o a tubo de escape les quema los ojos y los pulmones.

Durante muchos años se ha tratado esta enfermedad como si fuera psicológica. Personas que, sin ninguna patología aparente, se sentían mal y cada vez más enfermas.

Es una enfermedad neuronal con un agravante psicológico, pero tiene muchos más factores:
  • Genéticos: predisposición a la sensibilidad y a la determinación en la tasa de metabolismo de las sustancias químicas.
  • Afecta más a las mujeres que a los hombres (en un 80%). Se ha visto que el estrogenismo es un factor que nos favorece. Se relaciona con el síndrome de fatiga crónica, ya que se han observado alteraciones con los receptores estrogénicos.
  • Trabajadores que pasan muchas horas en lugares cerrados (la calidad del aire es peor en     espacios cerrados, por la presencia de productos de limpieza y sistemas de climatización).
  • Trabajadores que pasan muchas horas expuestos a disolventes, insecticidas o irritantes.
  • Personas que viven en edificios “enfermos”.
  • Exposición puntual pero extrema.
  • Exposición masiva a las siete clases de tóxicos conjuntamente con una respuesta excesiva del receptor NMDA:
1. Tóxicos ambientales (en este sentido, España es excesivamente tolerante con la industria y permite una exposición muy alta a estos componentes):
  • 1.- Ruido, vibraciones, ondas electromagnéticas, líneas eléctricas de alta tensión, subestaciones transformadoras, antenas de telefonía móvil, Wi-Fi, bluetooth, radio.
  • 2.- Olores procedentes de incendios, barbacoas, cocciones.
2. Tóxicos alimentarios: pesticidas, herbicidas, abonos, metales pesados.

3. Tóxicos en la ropa: tintes y componentes sintéticos, y poliéster (contiene formaldehído).

4. Tóxicos en productos de limpieza: lejía, amoniaco, salfumán, zotal, acetona, disolventes, pinturas, ambientadores, detergentes, suavizantes, insecticidas.

5. Tóxicos en productos de belleza / salud / higiene personal: perfumes, cremas, jabón, gel, maquillaje, lacas, desodorantes, quitaesmalte.

6. Tóxicos en productos diversos: betún, pegamento, tinta, gasolina, asfalto, alquitrán, velas, incienso.

7. Tóxicos en medicamentos y vacunas.
¿Qué grados de sensibilidad hay?

La sensibilidad química múltiple actúa bajo el ciclo llamado NO/ONOO: una interacción de la sensibilidad neuronal y la inflamación neurogénica que actúa en diferentes tejidos del cuerpo y puede generar, según la persona, diferentes síntomas y problemáticas en cerebro, pulmones, tracto respiratorio, piel y tracto gastrointestinal. Las personas que la padecen cada vez son más sensibles a más sustancias y pierden más capacidad de desintoxicación.

La sensibilidad química múltiple puede comenzar en las personas con una hipersensibilidad emocional, una piel difícil, un sistema digestivo difícil, dolores de cabeza constantes, continuar después con una fatiga crónica o fibromialgia y desencadenar en algún grado de SQM (Sensibilidad Química Múltiple).

Hay un cuestionario de autoevaluación (QEESI: Quick Environmental Exposure and Sensivity Inventory) que mide la intensidad de síntomas y de sensibilidad.

Tipos de síntomas:
  • Hipersensibilidad a los cambios de temperatura o estación
  • Sensibilidad a los olores de colonia, gasolina, humo, papel de la prensa, etc.
  • Permeabilidad y sensibilidad en todas las mucosas del cuerpo
  • Sinusitis y rinitis alérgicas y no alérgicas
  • Dificultad respiratoria: asma, alergias
  • Piel sensible, acné, manchas, hematomas espontáneos…
  • Dificultad de concentración
  • Dolores de cabeza
  • Mareos
  • Dolores de estómago, permeabilidad intestinal, mala absorción de nutrientes
  • Desajuste menstrual
  • Dolores musculares, fatiga, artritis
  • Arritmias
  • Ansiedad / depresión (tanto por todo lo que sufres, lo que no puedes hacer y la no aceptación de la población, como por el déficit en serotonina y vitaminas del grupo B)
  • Crisis al tener un exceso de contacto con las sustancias
No poder abrazar a los que amas si llevan perfume, maquillaje, detergente o champú químico… 

Dependiendo del grado de la enfermedad, no pueden salir de casa, trabajar fuera de casa, tener vida social o ir a un hospital, por ejemplo.

Tratamientos actuales:

Es un gran error dar tranquilizantes o antidepresivos, ya que lo que genera es más toxicidad.

No hay marcha atrás, y eso es lo más duro de aceptar. Pero sí se pueden evitar las crisis y sí se puede reducir algún grado la enfermedad. Se tiene que afrontar, pero desde el máximo número de frentes posibles:
  • Evitación de todos los sectores anteriormente citados.
  • Dieta ecológica, evitando los alimentos que generan más irritación e inflamación (gluten, azúcar, soja, lácteos, levaduras, excitantes como el café, el té y el chocolate, el alcohol, entre otros), pero sobre todo evitando aquellos alimentos que generan más problemáticas digestivas o alergias a cada persona (hay que analizarlo)
  • Ejercicios de respiración, estiramientos y tonificación de unos 10-15 min: yoga, taichi, txikung
  • Purificar el agua
  • Humidificar los espacios secos
  • Airear las habitaciones
  • Reposición de nutrientes por vía intravenosa
  • Inmunoterapia
  • Saunas tratadas
  • Hidroterapia de colon
  • Oxigenoterapia
El futuro de la enfermedad:

Sigue siendo una enfermedad poco conocida, poco estudiada y abandonada por las autoridades. Desde ADQUIRA se ha pedido varias veces al Ministerio de Salud competencias y respuestas para paliar los daños psíquicos, familiares, sociales, económicos, laborales y jurídicos de los afectados por SQM.

Cuando tienen crisis, hay pacientes que no se pueden mover de la cama y necesitan alguien que los alimente o ayude a hacer sus necesidades básicas. El coste de purificadores y productos “limpios” es caro, y hay muchas personas que no pueden trabajar desde casa.

Se sienten ignorados por las instituciones, por los médicos, e incluso incomprendidos por su entorno. Necesitan apoyo, no sentirse solos.

Si, además, todas las personas concienciadas pudiéramos dejar de utilizar productos con químicos, no solo disminuiremos nuestra predisposición a padecer esta enfermedad, infertilidad, enfermedades autoinmunes y degenerativas, sino que también ayudaríamos a todas aquellas personas que viven cerca de nosotros y tienen una sensibilidad extrema.