lunes, 13 de marzo de 2017

Disruptores endocrinos: nueva derrota de la Comisión Europea

Publicado: Lunes, 13 Marzo 2017 13:39 | Por: E. en Accion

La Comisión Europea vuelve a fracasar en su intento de dar luz verde a su peligrosa propuesta de definición de disruptores endocrinos.

Después de que su propuesta de definición de disruptor endocrino fuera rechazada el 21 de diciembre de 2016, la Comisión Europea sufre otro revés y no consigue alcanzar la mayoría cualificada necesaria para la aprobación de su propuesta en la votación del Comité de Plantas, Animales, Alimentos y Piensos (ScoPAFF), del 28 de febrero.

Francia, Dinamarca y Suecia se niegan a apoyar la propuesta.

Francia, Dinamarca y Suecia se han negado a apoyar la propuesta, expresando así su desacuerdo con unos criterios de identificación de disruptores endocrinos que consideran inaceptables ya que no protegen la salud ni el medio ambiente europeos. Otros estados miembro como Eslovaquia y Estonia también han mostrado su rechazo.

Desde Ecologistas en Acción lamentamos que España no haya rechazado hoy la propuesta de la Comisión a pesar de que hasta ahora se había mostrado muy crítica con ésta. Alemania, Italia, los Países Bajos, Austria, Portugal y Finlandia han mostrado su acuerdo, mientras Bélgica, Irlanda, Polonia y Reino Unido se han abstenido.

Al ver que no iba a conseguir la mayoría cualificada necesaria para apoyar su propuesta (apoyo del 55% de los estados que representen un 65% de la población), la Comisión ha decidido no someter la propuesta a votación.

La Comisión no ha aclarado sus próximos pasos, tras ver rechazada por cuarta vez su propuesta.

La actual propuesta dejaría la gran mayoría de sustancias sin identificar

El nivel de evidencia exigido para considerar una sustancia disruptora endocrina es excesiva y muy superior al establecido para otras sustancias tóxicas de nivel de preocupación similar,como cancerígenos, mutágenos o tóxicos para la reproducción (CMR).

Así, exige evidencia de la relación causal entre efectos adversos y modo de acción endocrina. Esto no se exige para clasificar CMR y dado que existe muy poca información sobre el modo de acción de los disruptores endocrinos, reducirá al mínimo el número de sustancias reguladas.

Los criterios no son coherentes con la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es la definición que se decidió que se utilizaría como base y que incluye las sustancias que se conoce y se presume que causan disrupción endocrina.

Tampoco es coherente con los criterios de clasificación de sustancias establecidos por la normativa europea, que incluyen categorías en función del nivel de evidencia científica sobre sus efectos negativos en animales y humanos. Limita la regulación a las sustancias con evidencia absoluta de disrupción endocrina en humanos.

Los criterios incluyen una exención a los plaguicidas que actúen alterando el sistema hormonal. En las últimas propuestas la Comisión ha incluido un nuevo apartado para evitar la regulación de los plaguicidas cuyo modo de acción sea precisamente la disrupción del sistema endocrino de las plagas a las que van dirigidas.

Los criterios propuestos no han sido evaluados: No se sabe qué sustancias se regularían de aprobarse estos criterios. Los Estados miembro deben decidir apoyar unos criterios que no conocen qué regularán y por tanto, qué consecuencias tendrán.

Puede verse el texto de la última propuesta de criterios aquí y comentarios detallados de Ecologistas en Acción aquí.

Antecedentes de la propuesta de contaminantes hormonales

La perturbación del sistema hormonal causada por los disruptores endocrinos se ha asociado con efectos adversos como cáncer en órganos relacionados con las hormonas, como mama, próstata o tiroides, diabetes, infertilidad y problemas en el desarrollo neurológico, entre otros.

La Comisión estaba legalmente obligadaa establecer unos criterios de definición que permitieran identificar estos tóxicos de los pesticidas y así poder regularlos, para finales de 2013.

Pero, presionada por la industria, no cumplió con su obligación y finalmente, en junio de 2016, obligada por na sentencia del Tribunal de Justicia Europeo, presentó una propuesta de criterios a los Estados mienbro.
Mensaje de la coalición EDC Free a V. Andriukaitis, Comisario de Sanidad de la 
Comisión Europea tras presentar la propuesta, en junio de 2016.
La Comisión ha presentado ya 4 propuestas que han sido rechazadas por los representantes de los Estados miembro en el Comité de Paguicidas (PAFF).

Desde la coalición europea EDC Free, en la que participa Ecologistas en Acción, seguiremos trabajando para conseguir una definición de contaminante hormonal realmente protectora.

Seguimos recogiendo firmas contra la actual propuesta de la Comisión aquí

Médicos que piden frenar las prácticas corruptas de la industria farmacéutica

Por Miguel Jara 8 de marzo de 2016

Un grupo de reputados médicos, farmacéuticos y divulgadores científicos han difundido un manifiesto para pedir a los políticos que hagan algo para frenar las prácticas “oscuras” de Big Pharma, las grandes farmacéuticas. Se amplía así el abanico de profesionales de las ciencias de la vida que advierten en público sobre la corrupción de la industria farmacéutica y su impacto en la salud de la población.

En esta ocasión se trata del cardiólogo Aseem Malhotra; Richard Thompson, expresidente del Real Colegio de Médicos de Gran Bretaña y médico personal de la reina durante 21 años; John Ashton, presidente del Faculty of Public Health; el psiquiatra J.S. Bamrah, presidente de la Asociación Británica de Médicos de Origen Indio y director médico del Manchester Academic Science Centre; la cardióloga Rita Redberg, editora de la prestigiosa revista médica JAMA Internal Medicine; y el profesor James McCormack, reputado farmacéutico y divulgador científico.

Estos profesionales aseguran que hay demasiados fármacos inútiles y, en muchas ocasiones peligrosos. Que la industria farmacéutica engaña a médicos y población enferma. Que el NHS, el sistema sanitario público británico, no hace nada para evitarlo. Y que hay que hacer una investigación pública completa sobre cómo se asegura la eficacia de los medicamentos por la citada sospecha de que algunos tratamientos actuales sean mucho menos efectivos de lo que pensábamos.

En definitiva, lo que llevamos años denunciando en estas páginas. Del manifiesto se desprende que el derecho a la información de la ciudadanía en temas relacionados con su salud es vejado de manera sistemática por las industrias. Existe una “epidemia de médicos y pacientes desinformados”.

El sobrediagnóstico y la sobremedicación, principales males de los sistemas sanitarios ocicdentales, está conduciendo a una epdiemia soterrada de muertes y graves daños provocados por medicamentos.

Lo que estos especialistas influyentes indican ahora es lo que el médico danés Peter C. Gøtzsche, a quien tuve la suerte de conocer en Madrid con motivo de la presentación de su libro Medicamentos que matan y crimen organizado. Cómo las grandes farmacéuticas han corrompido el sistema de salud, explica y documenta en ese trabajo.

Gotzsche ha trabajado en la industria farmacéutica y después se ha convertido en uno de los adalides de la llamada Medicina Basada en la Evidencia (MBE), que ha degenerado en el marketing de Big Pharma para vender medicamentos ineficaces y mortales -como asintió cuando le hice esta observación-.

Según el danés, hoy en los países desarrollados -qué paradoja- el consumo de medicamentos con receta es la tercera causa de muerte tras las enfermedades del corazón y el cáncer. Sólo en USA mueren cada año 200.000 personas por los daños de los fármacos.

Gotzsche es quizá el autor que ha usado el apelativo más duro con la industria pues lo de “crimen organizado” va porque considera que en muchas ocasiones las actividades de laboratorios y lobbies son como las de la mafia y dedica buena parte de su libro a explicarlo.

No es ni mucho menos el único médico que ha publicado en esos términos. La psiquiatra y profesora de Psiquiatría del University College de Londres, Joanna Moncrieff, ofrece en castellano su trabajo Hablando claro: Una introducción a los psicofármacos.

En él cuestiona las enfermedades mentales “inventadas”, la eficacia y seguridad de los medicamentos para la psique y el modelo actual centrado en la enfermedad mental que carece, indica, de evidencias científicas.

Crítico con la psiquiatría hegemónica hoy es Allen Frances. ¿Somos todos ya enfermos mentales?, se pregunta en un libro con dicho título y advierte de las graves consecuencias de la progresiva medicalización de la normalidad.

Frances, que fue uno de los consultores del DSM, la llamada “biblia de la psiquiatría” por ser un manual de descripción de los trastornos mentales, recopila los excesos del diagnóstico psiquiátrico y los desafíos asociados con una vida “normal” considerados hoy “trastornos mentales” que requieren tratamiento médico.

El ámbito psiquiátrico está en crisis de identidad y otro autor destacado que aporta libro al debate es el periodista científico Robert Whitaker. En su Anatomía de una epidemia, retrata los medicamentos psiquiátricos, “el asombroso aumento de las enfermedades mentales” y la influencia de la industria farmacéutica en los sistemas de salud y en nuestras vidas.

Citaré por último en esta lista no exhaustiva de críticos de las irregularidades de las Big Pharma en el mundo anglosajón en los últimos años a Ben Goldacre, psiquiatra y colaborador habitual en grandes medios de comunicación.

En su libro Mala farma explica cómo las compañías farmacéuticas engañan a los médicos y perjudican a los pacientes. Mala farma desvela todas las malas prácticas relacionadas con la industria farmacéutica en especial relacionadas con los ensayos clínicos, en los que se basa, no lo olvidemos el marketing de los medicamentos.

Y escribo de nuevo marketing porque queda claro tras leerlo que es lo que es; poca Ciencia y mucha estrategia de venta.

Cada vez es más habitual escuchar a prestigiosos médicos y divulgadores científicos criticar a las farmacéuticas, las administraciones sanitarias y muchos de sus colegas por sobremedicar peligrosamente a la población.

Acusan sin tapujos a ese cartel de medicamentos de causar más muertes que los cárteles de las drogas ilegales. Pero su crítica sólo llega con cuentagotas a la arena política. Algo que, parece, está empezando también a cambiar. Al menos en Reino Unido.

Por las páginas del manifiesto de los médicos británicos críticos se suceden como ejmeplos pelotazos medicamentosos como las estatinas para el colesterol o el del Tamiflu.

El cardiólogo Malhotra es muy contundente en la conclusión de su manifiesto:
"El sistema está roto y no se va a arreglar poniendo más dinero. La codicia corporativa y el sistemático fracaso político ha dejado al sistema de salud de rodillas. Sin transparencia total ningún médico puede proveer lo que hemos prometido en la escuela médica y a lo que nos dedicamos en cuerpo y alma:
dar el mejor cuidado a nuestros pacientes.
Por el bien de nuestra salud y la sostenibilidad del sistema ha llegado la hora de emprender una verdadera acción colectiva frente a la cultura de la sobremedicación
La ciencia médica ha dado un giro hacia la oscuridad. Y la luz del sol será su único desinfectante”.

Confirmado por la ONU: los pesticidas matan 200 mil personas al año

La ONU nunca había hablado tan claro: "La agricultura orgánica es la única solución viable si queremos alimentar al mundo"

Por: PlayGround, jueves 9 de marzo de 2017

Los pesticidas son las únicas sustancias tóxicas que se liberan en el medioambiente de manera intencional para matar a seres vivos entre los que se incluyen malas hierbas, insectos, hongos y roedores. Pero también enferman a los humanos, según ha confirmado la Organización de las Naciones Unidas en un estudio que 200 mil personas al año mueren envenenadas por culpa de los pesticidas en todo el mundo.

La investigación se presentó ayer en el Consejo para los Derechos Humano afirma que los pesticidas “han tenido un impacto catastrófico en la salud humana y del medioambiente”. Y también reconoce que reconoce que el uso de pesticidas ha tenido una correlación con el incremento de la producción de alimentos.
Sin embargo, juzga este último argumento como insuficiente: “ese incremento de la producción no ha tenido éxito en eliminar el hambre del mundo” -dice el informe, y añade que- confiar en pesticidas tóxicos es una solución a corto plazo que debilita los derechos de conseguir una comida y una salud adecuada para las generaciones presentes y futuras”.

No son palabras que haya que tomar a la ligera y menos viendo las enfermedades que el empleo de pesticidas provocan. Entre las que la ONU enumera se cuentan el cáncer, el Alzheimer, el Parkinson, trastornos hormonales, defectos de nacimiento, infertilidad y daños neurológicos. “En algunos países, el envenenamiento que provocan los pesticidas agravan las fatalidades que causan las enfermedades infecciosas”, asegura el informe.

El estudio ha culpado de “la gran magnitud de los daños infligidos por estos químicos” a “la negación sistemática alimentada por la industria agrícola y de los pesticidas”.
Según el informe, las personas quedan expuestas a niveles peligrosos de pesticidas en muy distintas formas, desde los granjeros que los aplican en sus plantas hasta los bebés que toman leche materna contaminada. “Muy pocas personas evitan la exposición a los pesticidas. Porque todos nos exponemos a ellos mediante la comida, el agua, el aire o teniendo contacto directo con ellos o con sus residuos”.

“Los pesticidas que se aplican en las plantaciones frecuentemente contaminan los ecosistemas que les rodean e incluso los que están a más distancia, con consecuencias ecológicas impredecibles. Además, la reducción de plagas rompen el complejo equilibrio entre las predadores y las presas en la cadena alimentaria”.
La investigación también considera que los pesticidas son una tecnología demasiado cara y poco eficaz. “Cuando hablamos de agricultura de subsistencia, confiar en los pesticidas se convierte en una carga económica para los granjeros: las mala hierbas y las plagas tienen la capacidad de desarrollar resistencia y eso requiere pesticidas cada vez más y más fuertes que los campesinos tendrán que comprar”.

La alternativa de la ONU es una melodía que no ha dejado de sonar en los últimos años: la agricultura orgánica: “Con las prácticas orgánicas, nos apoyamos en los procesos que practica el ecosistema y que aporta nutrientes a la tierra de manera natural, volviendo innecesarios a los fertilizantes sintéticos, que son muy caros”.

“Y si queremos alimentar el mundo, la atención a la biología y la materia orgánica de la tierra y el reciclaje natural de nutrientes, son las únicas maneras sostenibles y efectivas en términos económicos”.