sábado, 5 de mayo de 2018

La FAO alerta de la grave contaminación del suelo del que nos alimentamos

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura advierte del riesgo cada vez mayor que suponen para los cultivos las actividades industriales y mineras, los pesticidas, antibióticos, metales pesados o residuos sólidos.
Un hombre recoge basura en un vertedero de Calcuta, India. REUTERS
EFE ROMA 03/05/2018

Las sustancias que contaminan los suelos por actividades humanas como la minería, la industria o la agricultura representan un "problema creciente" del que se conoce demasiado poco, ha alertado la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En un informe publicado el miércoles, el organismo advierte de que existe muy poca información sobre el alcance de ese problema, que reduce los rendimientos de los cultivos y los puede volver perjudiciales para el consumo humano.

Un riesgo cada vez mayor lo representan las sustancias de tipo biológico, hormonal o farmacéutico, así como los viejos dispositivos electrónicos o los plásticos que acaban en el suelo, sin olvidar elementos peligrosos como el arsénico, el plomo o el cadmio.

Además, el documento informa de otras actividades humanas que también contaminan como la minería, las fábricas, los productos derivados del petróleo o los pesticidas y fertilizantes usados en la agricultura, cuyo uso estimado se duplicará para 2050.

"Se requieren con urgencia prácticas sostenibles apoyadas por evidencias científicas, investigación, educación y concienciación social", dijo la subdirectora general de la FAO, María Helena Semedo, que instó a ayudar a los usuarios de las tierras a evaluar y prevenir la contaminación, mitigar sus efectos negativos y recuperar los suelos dañados.

Semedo insistió en que el vertido de residuos en forma de pesticidas, fertilizantes, antibióticos y metales pesados en el agua y los terrenos que se utilizan para la agricultura supone una importante fuente de contaminación.

La producción de químicos ha crecido rápidamente en las últimas décadas y hasta 2030 lo hará a un ritmo anual del 3,4 %, según el estudio, que detalla que en 2015 la industria europea produjo 319 millones de toneladas de sustancias químicas, de las que 117 millones eran consideradas peligrosas para el medio ambiente.

Además, el crecimiento de las ciudades ha hecho que el suelo se haya convertido en el vertedero de ingentes cantidades de basura municipal.

En 2012 los desechos sólidos urbanos sumaban alrededor de 1.300 millones de toneladas anuales y se piensa que ascenderán a 2.200 millones de toneladas para 2025.

La FAO destaca que nunca se ha realizado una evaluación del problema de la contaminación de ese recurso a nivel mundial, que necesita ser abordado con métodos científicos ante la falta de armonización y de datos fiables entre las distintas regiones.

La única estimación global se hizo en 1990, cuando se calculó que había 22 millones de hectáreas afectadas por dicho problema, si bien ha estado subestimado, como muestran los últimos datos recopilados.

El Gobierno chino calcula que el 16 % de los suelos del país están contaminados y Estados Unidos tiene más de 1.300 sitios catalogados como "contaminados", mientras que en Australia ese número asciende a 80.000, y en Europa y los Balcanes hay unos 3 millones de esos lugares.

Mueren 7 millones de personas por la contaminación

Ciudad contaminada. / Europa Press  
03/05/2018

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha avisado de que cada año mueren siete millones de personas por contaminación y de que nueve de cada diez respiran aire contaminado, unas cifras “alarmantes” que afectan especialmente a las personas más pobres.

"Es inadmisible que más de 3.000 millones de personas, en su mayoría mujeres y niños, sigan respirando todos los días el humo letal emitido por cocinas y combustibles contaminantes en sus hogares. Si no adoptamos medidas urgentes contra la contaminación del aire, el desarrollo sostenible será una simple quimera", ha dicho el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Las partículas finas contenidas en el aire contaminado penetran en los pulmones y en el sistema cardiovascular y provocan enfermedades como, por ejemplo, accidentes cerebrovasculares, cardiopatías, cáncer de pulmón, neumopatía obstructiva crónica e infecciones respiratorias.

En concreto, se estima que causa una cuarta parte (24%) de todas las muertes de adultos por cardiopatías, el 25 por ciento de las muertes por accidentes cerebrovasculares, el 43 por ciento de las muertes por neumopatía obstructiva crónica y el 29 por ciento de las muertes por cáncer de pulmón.

De hecho, la contaminación ambiental por si sola provocó 4,2 millones de muertes en 2016, mientras que la contaminación del aire en las casas, originada por la cocción de alimentos con combustibles y tecnologías contaminantes, causó unos 3,8 millones de muertes en el mismo periodo.

Más del 90 por ciento de las muertes relacionadas con la contaminación del aire se producen en países de ingresos bajos y medianos, principalmente de Asia y África, seguidos por los países de ingresos bajos y medianos de la Región del Mediterráneo Oriental, Europa y las Américas.

Asimismo, aproximadamente 3.000 millones de personas (más del 40 por ciento de la población mundial) siguen sin tener acceso a combustibles y tecnologías de cocción limpias en sus hogares, lo que constituye la principal causa de contaminación del aire doméstico.

En este sentido, la OMS viene realizando un seguimiento de la contaminación del aire doméstico desde hace más de un decenio y, aunque la tasa de acceso a los combustibles y tecnologías limpias está aumentando en todas partes, las mejoras son "más lentas", especialmente en África subsahariana.

"Muchas ciudades grandes de todo el mundo quintuplican con creces los niveles fijados en las directrices de la OMS sobre la calidad del aire, lo que representa un riesgo considerable para la salud de las personas. El interés político en este desafío mundial para la salud pública es cada vez mayor. El aumento del número de ciudades que registran datos sobre la contaminación del aire refleja un compromiso con la evaluación y el monitoreo de la calidad del aire. Este aumento se ha dado principalmente en países de ingresos altos, pero esperamos ver un aumento similar de los esfuerzos de monitoreo en todo el mundo", ha dicho la directora del departamento de Salud Pública y Determinantes Medioambientales y Sociales de la Salud de la OMS, María Neira.

Avances "positivos"

Aunque los datos más recientes muestran que los niveles de contaminación del aire ambiente siguen siendo peligrosamente altos en la mayor parte del mundo, también evidencian algunos avances "positivos". Por ejemplo, la Ciudad de México se ha comprometido a aplicar normas a favor de vehículos menos contaminantes, optando por ejemplo por autobuses que no emiten hollín y prohibiendo los coches particulares de diésel para 2025.

Las principales fuentes de contaminación del aire provocada por partículas finas son el uso ineficiente de energía en los hogares y los sectores de la industria, la agricultura y el transporte, y las centrales eléctricas alimentadas con carbón. En algunas regiones, la arena y el polvo del desierto, la quema de desechos y la desforestación son fuentes adicionales de contaminación del aire. La calidad del aire también puede verse influida por elementos naturales, como factores geográficos, meteorológicos y estacionales.

"Mejorar la calidad del aire requiere medidas gubernamentales ininterrumpidas y coordinadas en todos los niveles. Los países tienen que colaborar para encontrar soluciones que posibiliten el transporte sostenible, la producción y el uso de energías más eficientes y renovables, y la gestión de desechos", ha aseverado el organismo de Naciones Unidas.

Este año, la OMS organizará la primera Conferencia Mundial sobre la  Contaminación del Aire y la Salud, del 30 de octubre al 1 de noviembre de 2018, con el fin de reunir a los gobiernos y los asociados en el marco de una movilización mundial para mejorar la calidad del aire y luchar contra el cambio climático.

La UE veta el uso de tres insecticidas letales para las abejas

Los gobiernos de la UE dan su visto bueno para restringir el uso al aire libre de la clotianidina, el imidacloprid y el tiametoxam por ser responsables de la muerte masiva de insectos polinizadores en la UE
Una abeja muerta en un campo de almendros de Valencia. GREENPEACE
LUCÍA VILLA @Luchiva

La Unión Europea restringirá casi por completo el uso de los pesticidas que están acabando con millones de abejas y otros insectos polinizadores en Europa. En concreto, Europa vetará tres insecticidas neonicotinoides fabricados por los gigantes químicos Bayer y Syngenta: la clotianidina, el imidacloprid y el tiametoxam, autorizados en la UE desde 2005 y parcialmente limitados en 2013 por su daños a las poblaciones de abejas. Ahora, y en base a un último estudio de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicado en febrero que confirmó el grave perjuicio de estos productos para los insectos polinizadores, la Comisión ha decidido ampliar ese veto.

La nueva regulación a la que una mayoría de gobiernos de la UE ha dado el visto bueno este viernes implicará la total prohibición del uso de estos tres pesticidas en espacios al aire libre, donde se usan de forma mayoritaria, aunque se seguirá permitiendo su uso en invernaderos permanentes. Antes sólo se había limitado su uso en cultivos atractivos para las abejas como el maíz, la colza o el girasol, pero ahora el veto afecta a cualquier tipo de cultivo. La normativa entrará en vigor a finales de año, según ha anunciado la Comisión Europea en un comunicado.

"La CE propuso estas medidas hace meses en base al asesoramiento científico de la EFSA. La salud de las abejas sigue siendo de vital importancia para mí ya que forman parte de la biodiversidad, de la producción de alimentos y el medio ambiente", ha dicho el comisario europeo de Seguridad Alimentaria, Vytenis Andriukaitis.

Aunque España no quiso adelantar cual sería su posición en la votación que se produjo este viernes, su voto finalmente a favor ha resultado crucial para conseguir la prohibición, que necesitaba el visto bueno de al menos 16 países con una representación del 65% de la población europea para salir adelante. Los grupos ecologistas han celebrado la decisión.

La votación contó finalmente con 16 países a favor (Francia, Alemania, España, Italia, el Reino Unido, los Países Bajos, Austria, Suecia, Grecia, Portugal, Irlanda, Eslovenia, Estonia, Chipre, Luxemburgo y Malta) —que representan el 76,1% de la población de la UE— , cuatro en contra (Rumania, la República Checa, Hungría y Dinamarca) y ocho abstenciones (Polonia, Bélgica, Eslovaquia, Finlandia, Bulgaria, Croacia, Letonia y Lituania).

La desaparición masiva de abejas y de otros polinizadores es un fenómeno que afecta al continente desde hace unos 20 años, especialmente a los países más al sur, como España, y al que los científicos han dedicado multitud de investigaciones. Aproximadamente el 90% de las especies de plantas con flores y el 75% de los cultivos en el mundo dependen de la polinización animal para sobrevivir, por lo que el declive de estos insectos implica graves riesgos para la la alimentación de la humanidad y la conservación de la biodiversidad. En Europa, el 37% de las poblaciones de abejas está en declive y el 24% en peligro de extinción, según la Coalición para la Conservación de los Polinizadores, de la que España forma parte desde 2016.

Aunque su desaparición no es responsabilidad sólo de los pesticidas —entre las causas también se cuentan los cambios en el uso de la tierra, las prácticas de agricultura intensiva, las especies exóticas invasoras, los patógenos, el cambio climático o las enfermedades y plagas— el efecto nocivo para las abejas de los insecticidas conocidos como neonicotinoides ha quedado científicamente avalado en multitud de estudios desde hace tiempo. Por eso la UE restringió parcialmente su uso en 2013. Y lo amplía ahora, tras quedar completamente confirmado por la EFSA.

No obstante, los tres químicos prohibidos por la UE no son los únicos pesticidas neonicotinoides que se usan en Europa. También el acetamiprid y el thiacloprid contienen esta sustancia activa, pero no han sido prohibidos. La EFTA considera que el primero conlleva "un bajo riesgo" para las abejas y el segundo está en revisión por ser un disruptor endocrino. No obstante, la organización ecologista Greenpeace considera que en Europa, uno de los lugares más afectados del mundo por el fenómeno de la desaparición de abejas junto a Norteamérica, se usan hasta 7 pesticidas dañinos para estos insectos.

"Los gobiernos deben prohibir todos los plaguicidas dañinos para las abejas y finalmente romper con la dependencia de los plaguicidas químicos en la agricultura”, ha señalado Franziska Achterberg, directora de Política Alimentaria de la UE de Greenpeace, que ha celebrado este primer paso "fundamental" dado hoy por Estados miembros.

"El wifi está alterando la biología de las personas"

La proliferación de redes inalámbricas está alterando la biología de las personas, dice el profesor Ceferino Maestú. Esta tecnología nos expone a todos.
Ana Montes

E1 doctor Ceferino Maestú Unturbe es uno de los científicos más relevantes que estudian en España el impacto de los campos electromagnéticos artificiales (CEM) en la salud humana.

Además de dirigir el Laboratorio de Bioelectromagnetismo del Centro de Tecnología Biomédica dependiente de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), es uno de los doscientos científicos firmantes del manifiesto internacional contra los CEM.

Piden a los gobiernos sensibilidad, precaución y mesura frente a la exposición exponencial electromagnética a la que los ciudadanos estamos cada vez más sometidos en esta sociedad súper tecnificada.

En su opinión, todos los efectos biológicos que la ciencia ha logrado reconocer hacen imperativo legislar para proteger la salud del ciudadano, algo que se ha negado a recoger la Ley General de Telecomunicaciones, que únicamente favorece el desarrollo de estas redes.

Entrevista a Ceferino Maestú

—¿Cuál es el objetivo del manifiesto internacional que usted suscribe?

—Es un llamamiento a las autoridades e instituciones públicas y al Parlamento Europeo para que adopten medidas más restrictivas frente al campo electromagnético.

Y es que los llamamientos que han hecho otras instituciones —como la Agencia Europea del Medio Ambiente y la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa— no han sido escuchados ni trasladados a ninguna normativa.

El Parlamento recomendaba en 2008 y 2009 que se limitara a 0,1 microvatios/cm2 pero en España la tasa actual para la frecuencia de 900 Mz está en 400 microvatios/cm2 (4.000 veces más).

Creemos que los estudios que se han hecho permiten afirmar que puede usarse la telefonía móvil con niveles de exposición mucho más bajos que los actuales sin exponer a la población a toda esta radiación.

—¿Cuál sería la tasa conveniente?

—Algunos piden hasta diez o cien veces menos. Todavía no sabemos cuál sería la tasa ideal, pero la creciente exposición media determinará la velocidad a la que irán apareciendo los problemas.

Muchos estudios han empezado ya a encontrar disfunciones fisiológicas en niveles inferiores a la normativa actual. Por eso se pide precaución y que proteja a la población reduciendo los niveles de exposición.

—¿Cuánto puede aguantar el sistema inmunológico humano?

—No lo sabemos, pero no tenemos capacidad de adaptación porque se necesitarían siglos, si esto fuera posible.

Si seguimos como estamos, agotaremos el aguante del sistema inmunológico y se verá obligado a responder de una forma aguda. El sistema de los electrohipersensibles está respondiendo antes que el de los demás, pero esto no quiere decir que el de los demás no vaya a hacerlo.

Los que están en contra creen que, si fuera cierto lo que decimos, más gente estaría reaccionando a los campos, pero esto no excluye que aparezcan más hipersensibles según vaya aumentando la tasa de exposición.

Electrohipersensibilidad y síndrome de sensibilidad central

—Según usted, ya hay 13 millones de europeos (un 3-5% de la población) electrohipersensibles en mayor o menor medida...

—Por eso no se trata de un problema pequeño. Los que hoy no son electrohipersensibles (EHS) pueden llegar a serlo, porque nadie ha nacido con este problema.

Los médicos de atención primaria reconocen que reciben a gran parte de la población con síntomas específicos de la electrohipersensibilidad, aunque estos coinciden con otras patologías, como la fibromialgia, por lo que deberíamos pensar que tienen un mismo origen.

Son síntomas como cansancio, pérdida de memoria a corto plazo, desconcentración, escozor de ojos, acúfenos, rigidez muscular, falta de libido, nerviosismo, alteraciones tiroideas...

En cambio los organismos públicos se resisten a considerarlo. La medicina necesita un nuevo concepto para enfocar este tema, porque el tradicional consiste en diagnosticar estas hipersensibilidades por separado.

—¿En qué se basaría ese enfoque?

—Muchos investigadores creemos que existe el síndrome de sensibilidad central.

Es una alteración en la actividad fisiológica a nivel cerebral que modifica la modulación de las señales que recibimos y que da lugar a nuevas patologías que tienen probablemente el mismo origen: electrohipersensibilidad, fibromialgia, síndrome químico múltiple, síndrome de fatiga crónica y posiblemente otros.

Los afectados por alteraciones del Sistema Nervioso Central son muchos. Una de cada cuatro personas (contando con las intolerancias alimentarias) tiene algún tipo de intolerancia ambiental y un 6o% son mujeres.

Estos cambios se producen a nivel molecular y tisular, que conocemos mal. Solo conocemos los procesos a nivel central.

—¿Qué ha producido esa situación?

—Entre los agentes externos, los productos químicos cotidianos, que están hipersensibilizando nuestro sistema, ciertos ingredientes o alimentos a los que el cuerpo empieza a responder y los campos electromagnéticos ambientales.

No existe un perfil puro de la persona hipersensible al campo electromagnético, sino que generalmente quien empieza a ser sensible a los CEM puede serlo a los químicos y también a los alimentos. Y a la inversa.

—¿Se puede tratar este problema desde el punto de vista médico?

—En medicina estamos en una posición de indefensión. No hay marcadores biológicos para la EHS y solo la clínica nos permite identificarla.

No tenemos instrumentos ni medicamentos para bloquear estas respuestas del organismo ni sistemas de detección automática para saber cuándo estamos expuestos o si nuestra patología está relacionada con esto.

Para curarnos, solo podemos evitar los desencadenantes ambientales y disminuir los tóxicos, porque esta respuesta parece producirse por una bioacumulación de diferentes elementos tóxicos: químicos, procesos infecciosos mal curados, metales en la boca y campos electromagnéticos.

Uno solo a lo mejor no hace nada, pero sí la suma de varios.

—La OMS no considera probado que esto sea una nueva patología.

—La OMS no ha aceptado esta clasificación porque no puede identificar siempre la misma sintomatología para la misma exposición.

Y esto es porque cada organismo responde de forma diferente ante diferentes procesos de exposición, frecuencias, intensidades... Incluso algunas personas responden a un tipo de frecuencias y no a otras. Esto dificulta los estudios epidemiológicos.

Pero es un grave error. Atribuye la enfermedad a personas emocionalmente desequilibradas y obsesionada Nada más lejos de la realidad: son personas que no lo han elegido, de toda condición, algunas muy luchadoras y vivas.

Demasiados campos electromagnéticos

—La radiación en las casas no para de crecer. ¿Se ha calculado cuál es el porcentaje de contaminación electromagnética que tenemos?

—En España, Enrique Navarro, catedrático de la Facultad de Físicas de Valencia, calculó que se había duplicado la radiación entre 1970 y 2000.

También la fundación IT'IS, con apoyo del gobierno suizo, establece una relación entre ciertas patologías y las tasas de exposición relativas. Pero hoy no sabemos cuánto ha crecido porque nadie lo mide.

Nuestros hijos se enfrentan desde la concepción a esta radiación. Van a estar expuestos a niveles miles de veces superiores a los que hemos tenido nosotros.

—El wifi reina por doquier escuelas, bares, bibliotecas, parques...

—El wifi actual es incompatible con el ser humano desde el punto de vista biológico.

El microondas usa la misma frecuencia: 2,45 gigaherzios, la frecuencia de resonancia del protón del agua al someterlo a una radiación que produce choques que generan el calentamiento.

Nosotros somos 80% agua y. cuando utilizamos wifi, estamos produciendo un calentamiento general en nuestro sistema. Si se buscaran mecanismos de comunicación con otras frecuencias y sistemas de intermodulación, que no correspondan a la actividad biológica del ser humano, sería más interesante.

—¿Interesa en España investigar los campos electromagnéticos?

—Solo se ocupan de esto unos 10 o 15 investigadores y 3 o 4 grupos de investigación.

En Europa hay más gente y están haciendo investigaciones de todo tipo, porque las variables que intervienen son muchas: frecuencia, tasa de exposición... Así evitamos generalizar resultados, porque lo que ocurre con unos parámetros no tiene por qué suceder con otros.

—¿Qué diría a los que dicen que no hay estudios suficientes sobre esto?

—Sí los hay: unos 20.000, contando con los epidemiológicos.

En los años 50 los investigadores pedían control sobre el desarrollo industrial para comprobar la compatibilidad biológica, en los 60 se hablaba de Radio Wave Sickness y en 1990 el doctor Olle Johansson estableció una relación y consiguió que Suecia reconociera la EHS.

Pero la industria va muy por delante de la investigación.
  • La información que circula por internet y otros medios sobre los riesgos de la contaminación electromagnética no puede ser más contradictoria.
  • En muchos casos está claramente orientada por la industria de las telecomunicaciones, y de ahí que sea tan remarcable la labor independiente de Ceferino Maestú, uno de los poquísimos especialistas en ingeniería biomédica y bioelectromagnetismo que hay en España.
  • Ha publicado múltiples estudios científicos sobre el tema y promueve el cambio de legislación española y europea para reducir la exposición de las personas a esta contaminación, como han hecho ya en Italia, Suiza y Luxemburgo.
El riesgo del wifi en las escuelas

La tecnología wifi pretende enlazar la enseñanza con internet, pero el Dr. Ceferino Maestú no cree que se deban usar solo conexiones inalámbricas: "La escuela 2.0 obvia la salud de los niños al no tener en cuenta los efectos de exponerles diariamente a tasas de radiación cuando, en principio, tienen menor capacidad de defensa que los adultos".

Los wifis de los colegios son industriales, no como los domésticos. Tienen más ancho de banda porque dan servicio a unos 30 ordenadores por aula.

En una hora de clase, la exposición de los niños es muy alta, porque están rodeados de las radiaciones de los ordenadores de sus compañeros, más el wifi interno de su PC y dispositivos como la pizarra digital, el móvil del profesor, los teléfonos inalámbricos, las antenas externas... Además de lo que el niño tenga en su hogar.

Su consejo es que "los colegios no utilicen wifi, que lo quiten, y en su lugar cableen el edificio como han hecho ya varias escuelas". Para el Dr. Maestú, la ventaja principal es que así no van a radiar a los niños y multiplicarán por mucho la capacidad de ancho de banda.