Posted
on 7
diciembre, 2011
Islandia
consiguió
acabar con un gobierno corrupto y parásito. Encerró a los
responsables de la crisis financiera en la cárcel. Empezó a
redactar una nueva
Constitución hecha
por ellos y para ellos. Y hoy, gracias a la movilización, será el
país más próspero de un occidente sometido a una tenaz crisis de
la deuda. Es la ciudadanía
islandesa,cuya
revuelta en 2008 fue silenciada en Europa por temor a que muchos
tomaran nota.
Pero lo lograron, gracias a la fuerza de toda una nación, lo que
empezó siendo crisis se convirtió en oportunidad. Una oportunidad
que los movimientos altermundistas han observado con atención y lo
han puesto como modelo realista a seguir.
Desde En Positivo, consideramos que la
historia de Islandia es una de las más buenas noticias de los
tiempos que corren. Sobretodo después de saber que según las
previsiones de la Comisión Europea, este país del norte atlántico,
cerrará el 2011 con un crecimiento del 2,1% y que en 2012, este
crecimiento será del 1,5%, una cifra que supera el triple que la de
los países de la zona euro. La tendencia al crecimiento aumentará
incluso en 2013, cuando está previsto que alcance el 2,7%. Los
analistas aseveran que la economía islandesa sigue mostrando
síntomas de desequilibrio. Y que la incertidumbre sigue presente en
los mercados. Sin embargo, ha vuelto a generar empleo y la deuda
pública ha ido disminuyendo de forma palpable.
Este
pequeño país del periférico ártico rechazó rescatar a los
bancos. Los dejó caer y aplicó la justicia sobre quienes habían
provocado ciertos descalabros y desmanes financieros. Los matices de
la historia islandesa de los últimos años son múltiples. A pesar
de trascender parte de los resultados que todo el movimiento social
ha conseguido, poco se ha hablado del esfuerzo que este pueblo ha
realizado. Del límite que alcanzaron con la crisis y de las
múltiples batallas que todavía están por resolver. Sin embargo, lo
que es digno de mención es la historia que habla de un pueblo capaz
de comenzar a escribir su propio futuro, sin quedar a merced de lo
que se decida en despachos alejados de la realidad ciudadana. Y
aunque sigan existiendo agujeros por llenar y oscuros por iluminar.
La
revuelta islandesa no ha causado otras víctimas que los políticos y
los hombres de finanzas. No
ha vertido ninguna gota de sangre.
No ha sido tan llamativa como las de la Primavera Árabe. Ni siquiera
ha tenido rastro de mediática, pues los medios han pasado por encima
de puntillas. Sin embargo, ha conseguido sus objetivos de forma
limpia y ejemplar.
Hoy por hoy, su caso bien puede ser el
camino ilustrativo de los indignados españoles, de los movimientos
de Occupy Wall Street y de quienes exigen justicia social y justicia
económica en todo el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario