domingo, 16 de septiembre de 2012

¿A quién beneficia “el desprestigio” de los alimentos ecológicos?

María Dolores Raigón, de la Junta Directiva de SEAE, pone en entredicho estudios publicados recientemente sobre alimentos ecológicos y convencionales.

Maria D. Raigón, miembro también de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y del Medio Natural de la U.P. de Valencia, aclara en el comunicado que reproducimos a continuación el artículo publicado en el diario El País, el pasado día 5 de septiembre.

Analizando el trabajo aparecido en Annals of Internal Medicine (Are Organic Foods Safer or Healthier Than Conventional Alternatives? A Systematic Review, firmado por Crystal Smith-Spangler, MD, MS; Margaret L. Brandeau, PhD; Grace E. Hunter, BA; J. Clay Bavinger, BA; Maren Pearson, BS; Paul J. Eschbach; Vandana Sundaram, MPH; Hau Liu, MD, MS, MBA, MPH; Patricia Schirmer, MD; Christopher Stave, MLS; Ingram Olkin, PhD; Dena M. Bravata, MD, MS) del que se hace eco El País aclarar que literalmente el trabajo cita en sus conclusiones “La literatura publicada carece de evidencia fuerte de que los alimentos orgánicos son mucho más nutritivos que los convencionales. El consumo de alimentos orgánicos puede reducir la exposición a residuos de plaguicidas y bacterias resistentes a los antibióticos”.

A los comentarios del periodista de
El País: Cuando se interpretan los resultados de un trabajo de carácter científico hay que analizar con rigor, las condiciones en las que se han obtenido los resultados y el marco de trabajo. Hay que tener muy en cuenta que se trata de una trabajo de recopilación bibliográfica, en el que si bien se han evaluado 240 artículos, ¿son todos los que existentes? ¿Cuándo podemos hablar de metaanálisis, a partir de 200, 500, 1000 artículos analizados, de qué autores, en qué condiciones, en qué revistas publicadas?

Evidentemente, no todos los trabajos escritos sobre la materia y publicados en revistas de mayor o menor índice de impacto están recopilados. A modo de ejemplo y sin entrar en las publicaciones nacionales, el trabajo titulado "Quality parameters and antioxidant properties in organic and conventionally grown broccoli after pre-storage hot water treatment" publicado en el
Journal of the Science of Food and Agriculture y firmado por Pedro Javier Zapata, Gregory A Tucker, Daniel Valero y María Serrano, no está contemplado y en sus conclusiones literalmente se cita “Heat treatment was effective in delaying broccoli senescence,manifested by chlorophyll retention. In addition, organic broccoli maintained higher concentrations of bioactive compounds (ascorbic acid and phenolics) and antioxidant potential during storage than conventional broccoli, with higher potential health beneficial effects” [El tratamiento térmico es eficaz para retrasar la senescencia del brócoli, que se manifiesta por la retención de clorofila. Además, el brócoli orgánico mantiene una mayor concentración de compuestos bioactivos (ácido ascórbico y compuestos fenólicos) y el potencial antioxidante durante el almacenamiento frente al brócoli convencional, con mayores efectos beneficiosos para la salud]. Tampoco el trabajo “Polyphenol content and antioxidant capacity in organic and conventional plant foods” publicado en el Journal of Food Composition and Analysis y firmado por Faller y Fialho, donde se afirma la mayor concentración de sustancias antioxidantes en los alimentos de producción ecológica. Ni el trabajo “Fruit quality of organic food: experimental evidence” de Raigón y colaboradores, publicado en 2011 en el Bulletin University of Agricultural Sciences and Veterinary Medicin. Horticulture, y donde se muestran evidencias de la mayor composición nutricional de los alimentos frescos de producción ecológica. Por ello, las conclusiones del trabajo del Annals of Internal Medicine, hay que considerarlas y sesgarlas al ámbito de los trabajos analizados y de los tratamientos efectuados en el citado trabajo. Pero eso no significa que sea de repercusión globalizada y aplicable al total. Además, un estudio de recopilación lo único que nos aporta son un conjunto de resultados, pero no permite establecer conclusiones de conjunto. Para la obtención de conclusiones (siempre de carácter parcial y dentro del ámbito del estudio) lo único válido son los trabajos realizados bajo la comparación en similitud de condiciones (tipo de suelo, condiciones climáticas, variedades, razas, etc.) y en este sentido son muchos, los que afirman la mayor concentración de nutrientes en los obtenidos bajo técnicas de producción ecológica.

Por otra parte del estudio del
Annals of Internal Medicine se debería enfatizar los resultados a favor de los alimentos ecológicos relacionados con la mayor concentración de sustancias antioxidantes. Por ejemplo, para caso del ácido ascórbico, 23 artículos indican resultados a favor de su concentración en alimentos ecológicos, frente a 12 para los convencionales. Del β-caroteno 6 a favor de los alimentos ecológicos frente a 3 para los convencionales. Del α-tocoferol 3 a favor de los ecológicos, frente a 2 para los convencionales. De la quercitina (polifenol) 16 a favor de los ecológicos, frente a 2 para los convencionales. Del kaemferol (polifenol) 6 a favor de los ecológicos frente a 2 para los convencionales. De los flavonoides totales, 7 a favor de los ecológicos, frente a 6 artículos para los convencionales. Y de los fenoles totales, 36 artículos a favor de los alimentos ecológicos frente a los 12 artículos que muestran mayor contenido en los alimentos convencionales. Estas sustancias antioxidantes están directamente relacionadas con el estado de salud de las personas, ya que el estrés oxidativo resulta de la disminución de la capacidad antioxidante de las células naturales o del aumento de las especies de oxigeno reactivo en el organismo. Cuando el balance entre oxidante-antioxidantes cambia por la superproducción de radicales libres toma ventaja el estrés oxidativo y se daña el ADN. Ante este estrés oxidativo el cuerpo responde con el sistema de defensa antioxidante, desencadenando diferentes procesos fisiológicos y fisiopatológicos. La prevención es el tratamiento más efectivo contra todos estos procesos, consistente en un constante aporte de antioxidantes para mantener el sistema defensivo y disminuir posibles enfermedades. Este aporte debe venir de la alimentación, principalmente de la ingesta de frutas y verduras que son los alimentos con alto contenido en sustancias de tipo antioxidante. Por lo tanto, si los alimentos ecológicos presentan mayor contenido en las sustancias antioxidantes, las evidencias de la repercusión en la salud ¿quién las pone en duda?

A los comentarios de Miguel Angel Rubio: Si hablamos de naranjas, desde el año 2000 y hasta la fecha, investigadores del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) en conjunto con investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) y ocasionalmente con investigadores de otras instituciones internacionales (Universidad de Bonn, Alemania) vienen realizando estudios de comparación de composición nutricional en frutos cítricos de producción convencional y ecológica (no citados en el estudio del Annals of Internal Medicine), como por ejemplo “Comparación de Rendimiento en Zumo y Contenido en Vitamina C de Diversas Variedades de Cítricos, Cultivadas bajo Sistemas Ecológicos y Convencionales” de los autores Raigón, Domínguez Gento, Tortosa y Carot-Sierra, publicado en las Actas electrónicas del IV Congreso de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica en el 2000, “Comparación de los Contenidos De Vitamina C, Pulpa Y Aceites Esenciales En Cítricos Ecológicos Y Convencionales” de los autores Domínguez Gento, Raigón y Soler Sangüesa, publicado en las Actas del V Congreso de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica en 2002, “Quality comparison of conventionally and organically grown oranges in Spain” de Daniel Neuhoff, Marlen Vlatschkov y M. Dolores Raigón, publicado en las Actas del ISOAFR/MOAN Symposium. Soil Fertility and Crop Nutrition Management in Mediterranean Organic Agriculture en 2010, “Comparison of the quality of conventionally and organically grown oranges in Spain“ de los mismos autores publicado en los Proceedings of the 3th Scientific Conference of ISOFAR, en 2011. En ellos queda manifiesto que las concentraciones de la vitamina varían en función de la variedad, la época de recolección y sobre todo del sistema de producción. Así los frutos de producción ecológica presentan valores superiores de esta vitamina en su zumo, las diferencias pueden oscilar del 10 al 20% en función de los criterios citados, y se asegura que la ingesta de una naranja ecológica al día puede aportar concentraciones de vitamina C, suficientes para abastecer las necesidades diarias de esta vitamina. Resultados que también están relacionados con el precio de nuestra nutrición, ya que si la dosis diaria recomendada de vitamina C se alcanza con una naranja ecológica, frente a la naranja y media convencional (valores dependientes del peso de la fruta), eso implica un mayor gasto en el consumo o en el gasto sanitario, ya que los nutrientes esenciales que no sean ingeridos en las cantidades adecuadas, generarán alteraciones en el estado de la salud.

Respecto al contenido en agua de los alimentos, indicar que es muy variable, del 10-15% en harinas y legumbres, del 70-80% en pescados y carnes y del 90% en frutas y verduras. Los sistemas de producción en agricultura convencional emplean para la fertilización, sales fertilizantes de síntesis, en el caso de los aportes de nitrógeno, se realiza con formulados solubles que se absorben por la planta en paralelo con el agua de la solución. La consecuencia inmediata sobre la composición de alimentos frescos es la reducción del contenido de materia seca por aumento de la cantidad de agua en el protoplasma celular. Según El Madfa (1998), el contenido de agua en los alimentos frescos por el empleo de abonos nitrogenados, puede variar entre el 5 y 30% más que en los alimentos ecológicos. 
Algunos resultados ponen de manifiesto que por cada 6 kg de hortalizas producidas en agricultura convencional se consigue, aproximadamente 1 kg de agua más que en sus homologas obtenidas ecológicamente. Lo que implica también que la relación en materia seca es significativamente mayor en las hortalizas ecológicas y por ello, la concentración y proporción de nutrientes es mayor, repercutiendo directamente en la mayor fracción nutritiva, por peso del alimento y por ello de su calidad total, aportando los nutrientes en cantidades suficientes a las dosis recomendadas y realizando una aportación nutricional, acorde a unos alimentos compensados en su justa calidad.

Respecto al sabor de los alimentos indicar que es la combinación de sensaciones químicas percibidas por las papilas gustativas de la lengua que causa el alimento al ser ingerido. El sabor está determinado por sensaciones detectadas por el sentido del gusto, localizado en el paladar, así como por el sentido del olfato, a través del olor. Ya que el 80% de lo que se detecta como sabor es procedente de la sensación de olor. El sabor característico de un alimento puede relacionarse con un limitado número de apreciaciones (dulce, amargo, ácido, salado, y otros sabores básicos), en tanto que el olor es atribuible a la combinación de numerosos compuestos volátiles cada uno de los cuales huele de forma diferente. Pequeñas variaciones en estos compuestos pueden producir percepciones sensoriales diferentes. Por otra parte, las sustancias responsables del sabor, al fin y al cabo, forman parte de la composición de los alimentos y por ello, si el sabor en los alimentos ecológicos es mejor es por el desarrollo bioquímico de estas sustancias implicadas en la composición de los alimentos ecológicos. Relacionando los contenidos en agua de las hortalizas con el sabor, resulta obvio indicar que si las verduras contienen mayor contenido en agua, los sabores estarán más diluidos, siendo la principal razón de la mayor potencialidad del sabor que se aprecian en los alimentos de origen ecológico, de manera que la apreciación del sabor podría ser entre un 2 a un 10% inferior en los alimentos de origen convencional, en función del grado de dilución que se presente en cada hortaliza. 

A las implicaciones medioambientales: Las cuestiones relacionadas con las consecuencias positivas de la actividad agropecuaria ecológica sobre el medio ambiente, no se ponen en duda en el trabajo del
Annals of Internal Medicine. Por lo tanto, la producción de alimentos ecológicos, mediante técnicas respetuosas y bajo prácticas que contemplan el bienestar animal es la alternativa de obtención de alimentos más acorde con un futuro equilibrado.

En este punto quiero hacer referencia a las palabras del relator de la FAO para la Alimentación, el Dr. Schluetter, quien recientemente afirmó que la producción ecológica puede dar de comer a la creciente población mundial sin ocupar más terreno y sin dañar el medio ambiente. Estas acciones en el desarrollo de la agricultura ecológica son fundamentales ya que las catástrofes medioambientales y alimentarias no suelen presentarse repentinamente, sino que van gestándose gradualmente con el tiempo. A medida que la agricultura evoluciona a modelos ecológicos y se vuelve más sostenible, la gestión agrícola debería centrarse especialmente en aquellos sistemas de planificación y desarrollo que presenten menos impactos. El éxito en el desarrollo de estos sistemas será, muy probablemente, el reto agrícola más importante, será un paso decisivo en la ayuda a la población, para que pueda realizar una transición equilibrada y tranquila hacia la capacidad de carga del planeta.

Las repercusiones de la agricultura convencional en los efectos negativos sobre el medio ambiente ya han sido ampliamente documentados, efectos sobre la contaminación del suelo, aguas continentales y marinas, acumulación de residuos tóxicos, erosión física y biológica, todos ellos con alto impacto sobre los ecosistemas y yo me pregunto “el tener un planeta libre de estos residuos tóxicos ¿no está relacionado con la salud?”

M.D. Raigón