Nota descriptiva Julio de 2017
Datos y cifras
- Los plaguicidas se utilizan para
proteger los cultivos de los insectos, las malas hierbas, los hongos
y otras plagas.
- Pueden ser tóxicos para el ser humano
y causar efectos tanto agudos como crónicos sobre la salud, en
función de la cantidad y del modo de exposición.
- Algunos de los plaguicidas más
antiguos y baratos pueden permanecer durante años en el suelo y el
agua. Su uso en agricultura se ha prohibido en los países
desarrollados, pero se continúan utilizando en muchos países en
desarrollo.
- La exposición a estos productos
conlleva mayores riesgos para las personas que entran en contacto con
ellas en su trabajo, su domicilio o su jardín.
- Los plaguicidas son muy importantes
para producir alimentos, ya que mantienen o aumentan el rendimiento
de las cosechas y el número de ellas que se recogen por año en el
mismo suelo, algo especialmente importante en los países que sufren
escasez de alimentos.
- Para proteger a los consumidores de los
efectos perjudiciales de los plaguicidas, la OMS examina los datos
científicos disponibles y establece límites máximos de residuos
que son aceptados a nivel internacional.
Introducción
En el mundo se utilizan más de 1000
plaguicidas para evitar que las plagas estropeen o destruyan los
alimentos. Cada plaguicida tiene propiedades y efectos toxicológicos
distintos. Muchos de los plaguicidas más antiguos
y baratos que ya no están protegidos por patentes, como el
diclorodifeniltricloroetano (DDT) y el lindano, pueden permanecer
durante años en el suelo y el agua. Estas sustancias han sido
prohibidas en los países signatarios del Convenio de Estocolmo de
2011, un acuerdo internacional cuyo objetivo es eliminar o restringir
la producción y la utilización de contaminantes orgánicos
persistentes.
La toxicidad de un plaguicida depende
de su función y de otros factores. Por ejemplo, los insecticidas
suelen ser más tóxicos para el ser humano que los herbicidas.
Además, el mismo producto puede causar efectos distintos en función
de la dosis, es decir, la cantidad a la que está expuesta la
persona. Otro factor importante es la vía por la que se produce la
exposición, ya sea la ingestión, la inhalación o el contacto
directo con la piel.
Ningún plaguicida cuyo uso en
alimentos comercializados a nivel internacional ha sido autorizado
causa efectos genotóxicos (es decir, no dañan el ADN de modo que
puedan producirse mutaciones o cáncer). Los efectos adversos de
estos plaguicidas solo se producen a partir de determinado nivel de
exposición. Cuando una persona entra en contacto con grandes
cantidades de uno de estos productos, puede presentar una
intoxicación aguda y sufrir efectos adversos a largo plazo, entre
ellos cáncer y trastornos de la reproducción.
Alcance del problema
Los plaguicidas son una de las
principales causas de muerte por intoxicación voluntaria, sobre todo
en los países de ingresos intermedios y bajos.
Debido a que son intrínsecamente
tóxicos y se aplican deliberadamente para que se propaguen en el
medio ambiente, su producción, distribución y utilización debe
regirse por un control y una reglamentación estrictos. Además, es
necesario hacer un seguimiento regular de sus residuos en los
alimentos.
La OMS tiene dos objetivos en relación
con estos productos:
- hacer que se prohíban los
plaguicidas más tóxicos para el ser humano y los que permanecen
durante más tiempo en el medio ambiente;
- proteger la salud pública
mediante el establecimiento de límites máximos de residuos de los
plaguicidas en los alimentos y el agua.
¿Quién está expuesto a riesgo?
Las personas que corren más riesgo son
las que están directamente expuestas a los plaguicidas, como los
trabajadores agrícolas que aplican estos productos y las personas
que se encuentran en zonas próximas en el momento en que se propagan
o poco después.
La población general que no se
encuentra en la zona donde se utilizan los plaguicidas también está
expuesta a estos productos, si bien a cantidades muy inferiores,
porque pueden estar presentes de forma residual en los alimentos y el
agua que ingieren.
Prevención y control
Nadie debería estar expuesto a
cantidades peligrosas de plaguicidas.
Las personas que aplican estos
productos en cultivos, en los hogares o en jardines deberían
protegerse adecuadamente, y las que no participan directamente en
esas actividades deberían alejarse de la zona durante la aplicación
y en el periodo inmediatamente posterior.
Los alimentos que se venden o donan
(como los de la ayuda alimentaria) deben cumplir con los reglamentos
sobre plaguicidas, sobre todo con los límites máximos de residuos.
Las personas que cultivan para el autoconsumo deben seguir las
instrucciones de uso de los plaguicidas y protegerse con guantes y
máscaras siempre que sea necesario.
Los consumidores pueden reducir la
ingesta de residuos de plaguicidas pelando o lavando las frutas y
hortalizas, lo cual reduce también otras fuentes de peligro, como
las bacterias patógenas.
Impacto mundial
La División de Población de las
Naciones Unidas ha calculado que, en 2050, la población mundial será
de 9700 millones de personas, un 30% más que en 2017, y que la gran
mayoría de este crecimiento se producirá en los países en
desarrollo.
De acuerdo con las previsiones de la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO), el 80% del aumento de la producción de alimentos
necesario para hacer frente a este crecimiento demográfico en los
países en desarrollo se obtendrá gracias al mayor rendimiento de
los cultivos y al aumento de las cosechas anuales en el mismo suelo.
Por tanto, solo el 20% del crecimiento de la producción de alimentos
provendrá de la expansión de las tierras de cultivo.
Los plaguicidas se continuarán
utilizando porque permiten evitar pérdidas importantes de las
cosechas. Sin embargo, sus efectos sobre las personas y el medio
ambiente son una preocupación permanente.
El uso de plaguicidas para producir
alimentos, tanto para el consumo local como para la exportación,
debe cumplir con las prácticas agrícolas correctas con
independencia de la situación económica del país. Los agricultores
no deben aplicar más cantidades de estos productos que las
necesarias para proteger sus cultivos.
Por otro lado, en determinadas
condiciones también es posible producir alimentos sin necesidad de
plaguicidas.
Respuesta de la OMS
La OMS, en colaboración con la FAO, se
encarga de evaluar los riesgos de los plaguicidas para el ser humano
—ya sea por exposición directa o a través de los residuos
presentes en los alimentos— y de recomendar medidas de protección
adecuadas.
El órgano responsable de la evaluación
de los residuos de plaguicidas en los alimentos es el Comité Mixto
FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA), un grupo
internacional e independiente de expertos científicos. En las
evaluaciones se tiene en cuenta todos los datos presentados para
solicitar el registro de plaguicidas en todos los países, así como
todos los estudios científicos publicados en revistas arbitradas.
Tras evaluar el nivel de riesgo, el JECFA establece límites para la
ingesta sin riesgos de residuos de plaguicidas en los alimentos de
modo que una persona pueda ingerirlos en el transcurso de su vida sin
que su salud se vea perjudicada.
Los gobiernos y los organismos
internacionales encargados de gestionar los riesgos, como la Comisión
del Codex Alimentarius (un organismo internacional de normalización
en la esfera de los alimentos) se basan en la ingesta diaria
admisible para establecer los límites máximos de residuos de
plaguicidas en los alimentos. Las normas del Codex son la referencia
para el comercio internacional de productos alimenticios, de modo que
los consumidores de todo el mundo tengan la seguridad de que los
alimentos que ingieren cumplen los criterios convenidos de inocuidad
y calidad, con independencia de su lugar de fabricación. El Codex ha
establecido normas para más de 100 plaguicidas distintos.
La OMS y la FAO han elaborado
conjuntamente el Código Internacional de Conducta para la Gestión
de Plaguicidas. Este marco de carácter voluntario, cuya edición más
reciente se publicó en 2014, guía a las autoridades gubernamentales
de reglamentación, el sector privado, la sociedad civil y las demás
partes interesadas sobre las mejores prácticas en el manejo de los
plaguicidas durante su ciclo de vida, desde su producción a su
eliminación.