lunes, 11 de mayo de 2020

El confinamiento permanente de las enfermas de SFC-SQM

Por Ana Molina Publicado el Mayo 11, 2020

El 12 de mayo se celebra el Día Internacional de la Fibromialgia (FM), Encefalomielitis MIálgica/ Síndrome de Fatiga Crónica (EM/SFC) y Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple (SQM), todas ellas pertenecientes a la familia de los denominados Síndromes de Sensibilización Central. Son enfermedades emergentes e infradiagnósticadas, multisistémicas, crónicas, poco conocidas aún, que presentan gran complejidad y para las que no existe en la actualidad ningún tratamiento curativo. Dolor crónico, fatiga intensa, fiebre continua, hipersensibilidad a multitud de sustancias, perturbaciones del sueño, alteraciones gastrointestinales, infecciones y un largo etc. forman parte de nuestro día a día, en diferentes intensidades según el grado de afectación.

La SQM, que a menudo va asociada al SFC, es una patología que en los casos más severos condena a un aislamiento extremo debido a que no toleramos sustancias que actualmente están por todas partes: colonias, suavizantes, productos de limpieza, ambientadores… Tenemos que seguir un estricto protocolo de control ambiental que hace imprescindible, en numerosos casos, el uso de mascarilla para salir fuera de casa. La situación temporal de aislamiento y uso de mascarilla que está viviendo toda la población a causa del COVID-19, es la realidad que a diario viven las personas que sufren en su grado máximo esta enfermedad invisible. Este año, el 12 de mayo se celebra enmarcado en la dramática situación actual de pandemia y de confinamiento mundial.

Para la mayoría de las personas está siendo una experiencia muy difícil, como es normal, pero quizá esta vivencia de encierro sirva para repensar la vida, para darnos cuenta de todo lo que no valorábamos y, tal vez, para desarrollar la empatía y la conciencia que nos permita después caminar hacia la construcción de un mundo mejor y más justo para la humanidad y el planeta. El 12 de mayo, cuando hablemos de aislamiento social y mascarillas, quizá mucha gente ahora sí nos entenderá, nos verá, sabrá por lo que pasamos y a lo que hemos tenido que renunciar las personas enfermas de SFC-SQM.

Este confinamiento para muchas de nosotras no ha supuesto apenas cambios en nuestra rutina ya que pasamos la mayor parte del tiempo en nuestra casa. Hemos tenido que aprender a vivir así, en un confinamiento impuesto por nuestros cuerpos, porque duelen, porque se agotan, porque no pueden respirar cerca de productos químicos, porque son muchas las ocasiones en que no nos permiten demasiada o ninguna actividad, ni la asistencia a reuniones sociales, ni salidas a sitios públicos, incluso en los ingresos hospitalarios tenemos problemas por la falta de cumplimiento de los protocolos que necesitamos para nuestro bienestar.

Las pérdidas son grandes en estas enfermedades, y no son temporales como el confinamiento pandémico que vivimos, pasará el estado de alarma y, sin embargo, muchas personas enfermas de SFC-SQM seguirán en una especie de confinamiento; en numerosos casos sin apoyos, sin ayudas, en una situación de abandono y negación por parte de las Instituciones y de la sociedad.

El denominador común en todas estas patologías es, por una parte, el importante deterioro que supone en la calidad de las vidas de todas las personas que las padecemos; y, por otra parte, el cuestionamiento social y médico, e incluso familiar, al que nos hemos visto sometidas en muchos casos debido al desconocimiento de nuestras enfermedades.. Cuestionamiento que ha puesto en duda la veracidad de nuestros síntomas o, cuando menos, los ha minimizado, haciendo más difícil de llevar aún la enfermedad por la falta de comprensión y apoyos hasta en los entornos más cercanos.

A pesar de que son enfermedades reconocidas por la OMS o por consenso de expertos, pese a que en la actualidad ya hay evidencias científicas de que tienen una base orgánica y no son psicopatológicas como algunos sostenían, aún nos encontramos con personas en el ámbito médico que nos niegan, por tanto la sociedad también lo hace.

La doctora Carmen Valls, especialista en endocrinología y medicina con perspectiva de género, exponía en uno de sus trabajos de divulgación el resultado de un estudio sobre SQM. En esa investigación, a través de un spect cerebral, se constató que al acercar un producto químico al olfato de una mujer que padecía esta enfermedad se producía una alteración fisiológica en el flujo cerebral en determinadas zonas del cerebro. ¿Por qué hay quien sigue rechazando estas enfermedades? ¿Tendrá algo que ver que más del 85 por ciento de este colectivo seamos mujeres? Me pregunto qué ocurriría si se invirtiera este porcentaje y la mayoría de enfermos fueran hombres. ¿Se daría este mismo cuestionamiento por parte del mundo médico y de la sociedad? ¿Se pondrían en duda sus palabras, sus síntomas? ¿Les llamarían “quejicas” y “maniáticos”? ¿Les recetarían los médicos antidepresivos antes de escucharlos? ¿Les negarían la realización de pruebas de diagnóstico? ¿Seguiría siendo tan escasa la financiación para la investigación de estas patologías?

Mucho me temo que se trate de un sesgo de género y que la práctica clínica haya ignorado y negado, en demasiadas ocasiones, los síntomas y la realidad de las mujeres. Ahora ya se sabe que no enfermamos igual ni tenemos los mismos síntomas que los hombres, pero durante siglos la medicina no ha tenido en cuenta a las mujeres, ha mantenido una perspectiva exclusivamente masculina, hecha a la medida del hombre, las mujeres hemos sido invisibles también para la ciencia médica a lo largo de la historia, prácticamente no hemos participado en los ensayos clínicos a partir de los cuales se determinaba qué era y que no era enfermedad, solo se estudio el cuerpo de los hombres. Ahora es tiempo de que nos incluyan y de que se estudien estas patologías de abrumadora mayoría femenina.

Los llamados síndromes de sensibilización central, han sido enfermedades silenciadas y no reconocidas socialmente como debieran. Necesitamos que se nos vea, que se nos escuche y que sean reconocidos derechos básicos de protección, porque prácticamente la totalidad de las solicitudes de incapacidad laboral son sistemáticamente denegadas por el INSS. Nos vemos sometidas a la valoración de tribunales médicos que desconocen o niegan nuestra enfermedad, a pesar de las evidencias actuales, teniendo que recurrir a la vía judicial para lograr el reconocimiento de la incapacidad laboral. Pero la realidad es que muchas de nosotras no podemos afrontar económicamente estos procesos judiciales y nos vemos expuestas a despidos o a la imposibilidad de trabajar, quedando totalmente desprotegidas sin ningún tipo de ayuda.

Quizá este 12 de mayo, que se encuentra sumergido en el confinamiento motivado por el COVID-19, sirva para nombrar estas enfermedades de otra manera, para hacerlas no solo visibles sino también cercanas. Tal vez, ahora la sociedad, debido a la experiencia generada por la pandemia, pueda ser más permeable a la realidad que vivimos día a día muchas de las personas enfermas con EM/SFC Y SQM

El 12 de mayo se celebra en todo el mundo el día de la Fibromialgia, el Síndrome de Fatiga Crónica / Encefalomielitis Miálgica y la Sensibilidad Química Múltiple

miciudadreal - 10 mayo, 2020

Comunicado de la Asociación SFC-SQM Castilla La Mancha. -Este colectivo de pacientes crónicos manifiesta su precaria y delicada situación en el marco de la crisis por el covid19. Un año después de que miles de pacientes salieran a la calle en pie de guerra contra el INSS,éste continua sin cumplir el principal compromiso: la revisión de la guía de valoración de la incapacidad publicada en enero de 2019.

Pacientes con Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica y Sensibilidad Química Múltiple reivindican Guías Clínicas específicas así como inversión en investigación en su Día Mundial.

Un Dia Mundial en tiempos del coronavirus

En su Dia Mundial, los pacientes con Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica ó Encefalomielitis Miálgica, Sensibilidad Química Múltiple y Electrosensibilidad, muestran su solidaridad con todos los afectados por COVID19, que está azotando duramente todo el planeta.

También exponen la precaria y delicada situación de su colectivo en el marco de la crisis por coronavirus. Este colectivo de riesgo a causa de su cronicidad, necesita poder asistir a terapias fisioterapéuticas y para el dolor, caminar por espacios limpios de tóxicos (difícil en este momento debido a las desinfecciones masivas) y protegerse de los químicos con mascarillas con filtros especiales, que sin embargo -como las que verdaderamente protegen del covid- han desaparecido del mercado. Esta situación ha sido trasladada al Gobierno y otras administraciones públicas por CONFESQ, Coalición Nacional que las representa, solicitando protección para la salud de sus asociados, entre los que se encuentran niños y jóvenes.

Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica, Sensibilidad Química Múltiple y Electrosensibilidad son patologías crónicas y altamente discapacitantes, que afectan a cerca de 3 millones de españoles.

El pasado 09 de mayo de 2019, representantes de CONFESQ (Coalición Nacional de Entidades de Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica / Encefalomielitis Miálgica, Sensibilidad Química Múltipley Electrohipersensibilidad), así como de Federaciones, Asociaciones y Afectados de toda España, en una movilización sin precedentesrealizaron concentraciones ante 33 delegaciones provinciales del INSS de todo el país y se entregóun documento de posicionamiento en todas ellas, solicitando la revisión de una guía de valoración claramente desactualizada y confusa, realizada sin participación de médicos especialistas en dichas enfermedades, y vulnerando los derechos fundamentales de los pacientes, dado que el trato que se daba a estas enfermedades empeoraba su situación social y laboral, así como en materia de salud y atención sanitaria.

Todo este trabajo parecía haber dado fruto: el INSS se puso en contacto con CONFESQ, y mantuvimos varias reuniones con ellos. Los acuerdos alcanzados fueron principalmente dos, el primero de ellos era iniciar un proceso de revisión para el que se constituiría un Comité ad hoc con la participación de especialistas de las principales sociedades científicas.El segundo acuerdo fue la retirada completa del capítulo de la GUÍA que hablaba sobre el trastorno somatomorfo.Este último sí que fue acometido por el INSS, pero el primero, y más importante, aún no se ha se ha llevado a cabo, ocasionando grandes perjuicios a los enfermos.Desde CONFESQ se ha contactado con el INSS en varias ocasiones, desde la última reunión, sin éxito.

En el marco de este 12 de mayo, CONFESQ ha lanzado un estudio para valorar el IMPACTO que ha podido ocasionarse a los enfermos en el ámbito laboral desde la publicación de esta GUÍA en Enero de 2019. Los datos preliminares se comunicarán el mismo día 12 y la presentación del estudio se realizará en cuanto se levanten las medidas de confinamiento, y la situación actual se normalice.

Un colectivo de pacientes que requiere atención sanitaria específica

Es fundamental que los pacientes afectados por Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica y Sensibilidad Química Múltiple obtengan un diagnóstico precoz para reducir la repercusión de su enfermedad. Para ello es imprescindible la elaboración de Guías Clínicas, tal y como se ha solicitado alMinisterio de Sanidad, y la consecuente formación de personal sanitario, incluyendo también a pediatras. La creación de unidades multidisciplinares de atención es una petición constante de este colectivo.

Reconocer las graves repercusiones de estas enfermedades, debe reflejarse en especial a la hora de reconocer la discapacidad y la incapacidad laboral que producen, con el fin de que los pacientes no se vean obligados a recurrir a la vía judicial, y tengan los mismos derechos que enfermos con otras patologías. La revisión de la Guía de Valoración del INSS es un paso imprescindible, que de no conseguirse, podría requerir hacerlo por vía judicial.

Finalmente, hay que resaltar el trabajo de este colectivo en la promoción de una Red de Investigadores española que permita avanzar en la búsqueda de tratamientos adecuados y que se inició con una Jornada nacional para clínicos e investigadores celebrada el pasado mes de octubre en la que se creó un grupo de trabajo para tal fin.

El peligroso cóctel de contaminación y coronavirus

ROSA M. TRISTÁN

Desde que más de un tercio de la Humanidad anda confinada, varias son las investigaciones que, a tenor de los datos, han revelado cómo los índices de contaminación ambiental han caído en picado. Cielos más limpios, más pájaros que cantan en nuestras ventanas, mariposas que revolotean por las azoteas... Ahora, un nuevo artículo científico nos dice que en los lugares donde las personas estamos más expuesta a más partículas PM2,5, es decir, las partículas en suspensión de menos de 2,5 micras que provienen, mayoritariamente del transporte, tenemos más riesgo de fallecer a causa del COVID-19. Una prueba más de que la contaminación mata, aunque haya responsables políticos que no se lo crean.

Esta investigación, publicada el martes, ha sido realizada por un grupo de la Escuela de Salud Pública Harvard T.H. Chan, cuando ya se han superado los 76.000 muertos y hay 1.360.000 infectados en el mundo, la inmensa mayoría en países desarrollados o grandes ciudades, como Wuhan (11,8 millones de habitantes). Evidentemente, los científicos, dirigidos por Francesca Dominicil, tuvieron en cuenta la existencia de enfermedades o problemas de salud previos que aumentan el riesgo de morir o factores como la edad, pero se fijaron en otra variable: ¿Dónde vivían los fallecidos? ¿Podía tener que ver la limpieza del aire que respiraban en el elevado índice de mortalidad, como ha ocurrido en otras infecciones?

Para encontrar la respuesta recopilaron los datos de unos 3.000 condados de su país, lo que supone el 98% de la población, hasta el pasado sábado 4 de abril de 2020. Para que no hubiera distorsiones graves, ajustaron sus modelos en función de 16 variables: tamaño de las poblaciones, las camas de hospital, el número de individuos examinados, origen étnico, clima y variables socioeconómicas y de comportamiento que incluyen, entre otras, obesidad y tabaquismo, etcétera. Además, para que el brote en Nueva York, el más elevado del país, no distorsionara el resultado, dejaron fuera a esta ciudad y también excluyeron los condados con menos de 10 casos de coronavirus confirmados.

El resultado fue que con el aumento de sólo 1 μg / m3 de PM2.5, es decir de una micra de partículas contaminantes, la tasa de mortalidad causadas por el COVID-19 aumenta un 15%, cuando esa contaminación asociada a otras causas supone el 0.73%. Es decir, una magnitud 20 veces mayor. Sólo en Manhattan, con una micra por metro cúbico menos de estas partículas contaminantes, hasta el pasado día 4 se hubieran salvado 248 personas de las 1.905 fallecidas.

"Son resultados estadísticamente significativos y sólidos", aseguran en un comunicado de la Universidad de Harvard, donde subrayan la importancia de seguir haciendo cumplir las regulaciones sobre contaminación del aire si el objetivo principal es el de proteger la salud humana ahora y después de la pandemia. "Las PM2.5 contienen sólidos microscópicos o gotas de líquido que son tan pequeños que pueden inhalarse y causar graves problemas de salud", aseguran en un trabajo que da continuidad a uno anterior, en el que detectaron también la correlación entre polución y altas tasas de muertes por SARS.

La investigación se inició apenas unos días después de que el presidente Donald Trump aprovechara la crisis sanitaria global para suspender las leyes ambientales aprobadas por su antecesor, Barack Obama. Entre otras limitaciones, revocó las medidas que obligaban a los fabricantes de automóviles, desde 2012, a hacer vehículos. menos contaminantes. Incluso llegó a decir que con coches más baratos se comprarían más nuevos y habría menos accidentes.

Los científicos de Harvard no han tardado en responder y para ello han utilizado las bases de datos que tenían homologadas de estudios anteriores, en total sobre unos 60 millones de ciudadanos afiliados a la sanidad pública. Los datos de fallecidos los sacaron del recuento exhaustivo que realiza la Universidad Johns Hopkins y explican que introdujeron hasta 16 variables según los condados para que el resultado fuera lo más fiable posible.

Este estudio, que nos vuelve a recordar lo importante que es respirar aire limpio, contrasta con la consecuencia que tendrá la relajación en Estados Unidos de la normativa ambiental. Como publicaba The New York Times, se emitirán unos 1.000 millones de toneladas más de dióxido de carbono a raíz de la decisión de Trump.

Ahora que las grandes ciudades amanecen con el aire más transparente, no es mal momento para reflexionar sobre ese "después del confinamiento" del que tanto hablamos. Hoy nos mantiene en riesgo el COVID-19, como antes fue el SARS, y nadie puede saber cuál microorganismo se rebelará en el futuro, pero está claro que decisiones que buscan el beneficio cortoplacista a costa de la salud humana global, al final son un 'boomerang' que golpea de vuelta mucho más fuerte.

Implantación del 5G y coronavirus

¿Cómo es posible que precisamente en este período de grave crisis sanitaria se acelere la implantación de una tecnología tan cuestionada y sin garantía sanitaria?

La pasada semana una curiosa noticia nos llamaba la atención: unos extraños haces luminosos en el espacio fueron avistados por decenas de personas en la Comarca de Pamplona- Iruñerria. La explicación, sin embargo, resultaba muy razonable: Las luminarias correspondían al tren de satélites privados Starlink, lanzados por la compañía aeroespacial Space X; ya han lanzado 360 satélites y para el año próximo llegarán a ser 12.000.

No hace falta una investigación muy exhaustiva para comprobar que esto es parte del despliegue de la infraestructura de la tecnología 5G y el “Internet de las Cosas”, tecnología que el propio Defensor del Pueblo ha señalado como carente de las necesarias garantías ambientales y sanitarias. La comunidad científica, en base al conocimiento ya existente sobre los efectos biológicos de la contaminación electromagnética, ha alertado sobre las graves consecuencias sanitarias y medioambientales que el despliegue de la infraestructura 5G provocará. Incluso Bruselas, Suiza, Eslovenia y un importante número de municipios de EEUU, Gran Bretaña e Italia han planteado una moratoria al 5G hasta que no se demuestre su inocuidad; en otro lado de la cuerda se ubican ciudades punteras en el despliegue del 5G como Wuhan en China.

¿Cómo es posible que precisamente en este período de grave crisis sanitaria se acelere la implantación de una tecnología tan cuestionada y sin garantía sanitaria?

En efecto, hoy por hoy la única defensa contra el coronavirus es nuestro sistema inmunitario, que puede verse debilitado por efecto de la exposición a la contaminación electromagnética producida por las radiofrecuencias. Precisamente las radiofrecuencias son el medio de funcionamiento para la comunicación y transmisión de datos de la tecnología inalámbrica (móviles, wifi, inalámbricos…), y la tecnología 5G incrementará exponencialmente esta exposición además de extenderla a toda la superficie del globo terráqueo a través de miles de satélites-antena, algunos lanzados la pasada semana y otros previstos para los próximos meses.

Las radiofrecuencias podrían favorecer la propagación de los virus. Una reciente investigación china publicada en la revista «Virology» sobre otro tipo de coronavirus, explica que la infección aumenta las concentraciones de calcio en las células y eso acelera la replicación de los virus y por tanto la letalidad de la infección vírica. El bloqueo de los canales de calcio inhibe la infección; el Dr. Martin Pall he demostrado que las radiofrecuencias abren los canales de calcio y aumentan las concentraciones de calcio en las células, exactamente lo que necesitan los virus para replicarse.

¿Cómo es posible que mientras se pide (o impone) un sacrificio a la población con el confinamiento como respuesta a un virus, los gobiernos e industria de las telecomunicaciones aceleran la implantación del 5G, tecnología que agrava las infecciones víricas?

Hay miles de hogares con niños y niñas que no han salido a la calle en semanas, bajo la continua exposición a radiofrecuencias provenientes de sistemas wifi, móviles y otros aparatos electrónicos domésticos; hoy más que nunca es evidente la falta de aplicación de las recomendaciones de protección de la población, especialmente la población infantil, frente a las radiofrecuencias que establecía la Resolución 1815 de la Comisión Europea en 2011. Las instituciones difunden el “Quédate en casa”, aunque parece que pocos estamentos oficiales se ha preocupado sobre los factores ambientales de nuestra estancia en el hogar pese su influencia en el sistema inmunológico y la capacidad de respuesta a procesos víricos. Sumando el previsto despliegue del 5G, los efectos en la salud futura de las exposiciones actuales a radiofrecuencias podrían ser importantes.

Y de la mano de la microbiología, los efectos medioambientales del 5G debido a la alteración ubicua del entorno electromagnético terrestre se prevén como incluso más críticos que los sanitarios; afección a microbiología, insectos, aves, plantas y bosques e incluso a mamíferos. Una mayor ruptura del equilibrio de los ecosistemas puede poner en jaque a los servicios ecosistémicos que son la base de la vida.

Ya es sabido que la infraestructura 5G no sólo consistirá en satélites, sino en millones de antenas urbanas y de dispositivos emisores camuflados en todos los electrodomésticos y objetos imaginables, pasando por la sustitución de los teléfonos móviles actuales. Para ello se deberán emplear (se están empleando) unos recursos energéticos, materiales y financieros muy necesarios en otros ámbitos, generando un importante volumen de gases de efecto invernadero y, por lo tanto, acelerando el cambio climático.

Aspiramos a la paralización de la tecnología 5G porque además de sus perniciosos efectos sanitarios, medioambientales y sociales, no es necesaria. No queremos conducción autónoma ni cirugía a distancia, ya que las personas, profesionales, nos generan mucha más confianza que las máquinas y lo que necesita el sistema sanitario público es revertir los recortes y recuperar su fortaleza y calidad, y no dilapidar su presupuesto en el 5G. Tampoco nos interesa pagar tan elevado precio por mejorar nuestra conexión; la fibra óptica, incluso en el medio rural, ya ofrece unas altas velocidades por cable y es apta para el teletrabajo o el acceso a la cultura y al ocio. Obviamente, no deseamos en absoluto que la “nube” virtual se apropie de nuestros datos y se entrometa en nuestra privacidad haciéndonos más vulnerables a la manipulación, al ciberdelito, a la vigilancia permanente y, por lo tanto, a la limitación de nuestra libertad y derechos.

Finalmente, deseamos recordar a las instituciones navarras y españolas que el “progreso” que deseamos no es precisamente en favor de tecnologías sin garantía sanitaria como el 5G y el capital relacionado con ello, y por ello solicitamos:

La aplicación urgente del “Quédate en casa” también a la industria de las telecomunicaciones durante este confinamiento.La paralización del despliegue 5G mientras que la ciencia no determine su inocuidad y las aseguradoras no cubran las responsabilidades por afección a la salud.Y la derivación de esos recursos energéticos, financieros, legales o humanos previstos para el 5G a sanidad, medio ambiente, salud ambiental y aplicación de la Resolución 1815.

De esta forma, el progreso, el desarrollo y la tecnología podrán estar enfocados al medio ambiente, las personas y su salud.

Firmamos el artículo los siguientes grupos:

Plataforma Stop 5G Navarra – Nafarroako Stop 5G Plataforma

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miércoles, 29 de abril de 2020

Confinados para siempre: el caso de las personas con sensibilidad química múltiple

Llevan siempre mascarilla, desde mucho antes de que comenzara la crisis del coronavirus, y ahora se encuentran que no hay o que han subido mucho de precio

Laia Maestro Sopeña / Xavier Fornós Ciurana - 04/27/2020


Geraldine Ferrer Martí ya debía ponerse mascarilla mucho antes de que comenzara la crisis sanitaria por el coronavirus. Hace más de 8 años que se debe proteger cuando sale de casa porque tiene sensibilidad química múltiple.

Esto significa que su cuerpo reacciona ante muchos productos químicos:
"Me provocan reacción los perfumes, los desodorantes, los detergentes, los suavizantes de la ropa, las pinturas, la contaminación de los coches ... mil cosas. Puedo salir a comprar, pero una vez llego a casa, si he estado en contacto con productos que me crean mucho malestar en el organismo, puedo llegar a estar 24 horas en la cama antes de recuperarme".
Estos días, debido a las fuertes limpiezas y desinfecciones que se hacen en las calles y supermercados, necesita especialmente llevar mascarilla.

Pero en las farmacias defecto o han subido mucho de precio. Sobre todo las de alta protección, que son las que necesitan los que tienen sensibilidad química múltiple, como explica Santi Cutura, presidente de APQUIRA, la Asociación de afectados por Productos Químicos y Radiaciones Ambientales:
"Se ha multiplicado a veces por 10. Mascarillas que valían 30 o 40 euros, hasta 200 y 250 euros. Una exageración. Sabemos que es un tema puntual, que ahora es un oportunismo, pero claro, estamos hablando de cosas de necesidad . Nosotros estas mascarillas las necesitamos pero es que no hay mascarillas para nadie".
Se estima que este síndrome afecta a un 3% de la población, más de 200.000 personas en Cataluña. Y ellas, más allá de la recomendación sanitaria actual, necesitan mascarillas para su día a día. En algunos casos, incluso para estar dentro de casa.

Este es el caso de la Fátima García Martínez, que tiene un grado de afectación alto:
"Yo llevo tres años sin poder salir de casa. Nunca he podido ir a un supermercado desde la enfermedad. Si salgo es por algo muy puntual, como ir a una cita médica. No salgo para decir me voy a hacer un paseo o he quedado con unos amigos. De todo ello, nada. No se sale. Y ya son tres años".
Limpieza con jabón y bicarbonato todo lo que le llevan del supermercado. Y ahora mismo no puede ni plantearse entrar en un hospital. Necesita un ambiente sin productos químicos "y en hospital é imposible que no hayan desinfectado".  

Para la gran mayoría de la población, el confinamiento tendrá un final más tarde o más temprano. Para ellas, en cambio, las perspectivas de futuro son pocas, como explica Fátima: "Las perspectivas son sobrevivir el día a día. Es estar así siempre".

viernes, 20 de marzo de 2020

Nadie se acuerda de que los afectados por el síndrome de sensibilización central viven confinados permanentemente

Fina Carpena - MIÉRCOLES, 18/03/2020
Dos mujeres con mascarillas, este lunes, en Madrid. / DAVID CASTRO
En esta crisis por el coronavirus se le pide a la población que se quede en casa como una responsabilidad civil, que desarrolle paciencia y resistencia psicológica ante el confinamiento obligatorio, a la vez que se promueve el teletrabajo y la continuación de la vida social a través de las tecnologías de la comunicación. Esta coyuntura es una oportunidad para sensibilizarnos hacia y visibilizar a un sector de la población que desde hace años vive en confinamiento permanente, alejado de ciudades y pueblos, apartado de la vida social, sin accesibilidad a los espacios y servicios públicos, a veces incluso alejados de sus familias.

Son los afectados por enfermedades ambientales, también diagnosticados como Síndromes de Sensibilización Central, que no pueden tolerar por su constitución genética los niveles a los que hemos llegado de tóxicos ambientales tanto químicos como electromagnéticos que otras personas toleran. Estas personas no tienen garantizado su derecho a la accesibilidad a servicios y espacios públicos, ni tan siquiera a viviendas adaptadas donde no estén expuestos constantemente a incitantes ambientales químicos y electromagnéticos que empeoran su patología y les provocan grandes sufrimientos.

Según datos del Instituto de la Seguridad Social, en España 1.500.000 personas padecen sensibilización central. A pesar de que el número de afectados que viven en confinamiento permanente como refugiados ambientales va en aumento, su existencia no ha provocado alarma ni solidaridad social. Ahora que la población general vive en carne propia lo que es el confinamiento forzoso por una crisis sanitaria, ¿seremos capaces de desarrollar empatía y solidaridad con las personas para las que el confinamiento en casa se ha convertido en una condición permanente de vida, y de comprometernos con el derecho a la accesibilidad universal?

viernes, 28 de febrero de 2020

No hace falta mucha más investigación sobre los tóxicos, solo faltan decisiones políticas porque las medidas son lentas

Nicolás Olea, médico e investigador  
Por Saúl García Publicado el Feb 28, 2020

El doctor Olea acaba de publicar el libro ‘Libérate de tóxicos’. Estuvo en Lanzarote para participar en una charla organizada por la Reserva de la Biosfera: ‘Pesticidas, plásticos, cosméticos, textiles y otras hormonas’. Es una de las mayores autoridades mundiales en medio ambiente y salud, con especial atención a la relación entre disruptores endocrinos y cáncer.

-¿Cómo llegan estos elementos tóxicos a nosotros y quiénes son los responsables?

-Nosotros estudiamos una parte reducida de todos los compuestos y empezamos hace años a estudiar compuestos químicos que imitan a las hormonas, que confunden el mensaje hormonal o hackean el mensaje de las hormonas. Esas sustancias químicas son de origen industrial y están en procesos tan variados como pesticidas, envases alimentarios, cosméticos… y, ahora, la novedad es que son parte de los textiles. No son muchos pero están en muchos sitios porque tienen cualidades distintas, maravillosas, que hacen que una botella de PET se pueda convertir en un jersey. Casi todas o todas son de síntesis del petróleo. Aparecen en los años 50 o 60 y revolucionan nuestro mundo en cosméticos, fertilizantes, pesticidas, envases alimentarios y la ropa.

-¿Todos estos elementos se han lanzado al mercado sin haberse testado las consecuencias?

-Probablemente sí, porque las reglas del juego eran reducidas y los compuestos eran carcinogénicos, mutagénicos o tóxicos para la reproducción pero no se había pensado en los de efecto más sutil, que modifican las hormonas. Una vez lanzados y que ha ocurrido la exposición humana empezamos a ver que hay un efecto indeseable: aumento de cánceres, problemas en las funciones de las hormonas, la calidad del semen que ha caído un cincuenta por ciento en 40 años…

-Pero, ¿se sabe que es por esta razón o se intuye?

-Se dice que son enfermedades del mundo moderno, de nuestros hábitos de vida, y se queda ahí la cosa como si fuera algo impreciso. La hipótesis más potente es la disrupción endocrina. Es complicado: resulta que tu mal contaje espermático cuando tienes 32 años está relacionado con la exposición a sustancias hormonales cuando eras un embrión en el vientre de tu madre.

-Entonces llegamos tarde.

-Con dificultades de demostración muy difíciles. Esa dificultad en la demostración de causalidad hace que no se tomen medidas. No tenemos pruebas, tenemos buenas intuiciones y buenas asociaciones.

-¿En qué etapa está la investigación?

-Quizá no vamos a tener más evidencias de las que ya tenemos. Con lo que hay ya es suficiente para tomar decisiones.

-Pero la industria o los gobiernos son reticentes a tomar decisiones…

-Las reglas han cambiado. Desde 2007 ya se aplica el principio de precaución, donde el proponente de cualquier acción debe demostrar la inocuidad, no el consumidor el daño. La industria tiene que demostrar que eso no va a ocurrir. Dicen que pierden en competitividad, pero nosotros ganaremos en salud. Por ejemplo, el DDT que se puso en el mercado con las fumigaciones en Canarias en los años cincuenta, no hay que demostrar que la epidemia de cáncer de mama está asociada a él. Eso no puede ocurrir porque hay mucho dolor y mucho sufrimiento.

-Se ha demostrado que, a pesar de que se prohibió hace muchos años, aún se detectan restos de DDT.

-Busca los anuncios de aquellos años: “La solución para las plagas en el campo. Un producto que lo aplicas ahora y dura para siempre”. Lo que nosotros ahora llamamos persistencia antes se llamaba efecto duradero. Eso es un arma de doble filo. Son productos de muy difícil degradación. Es tan difícil quitarlos que el organismo los deposita en el tejido adiposo y todos nuestros tejidos están contaminados de DDT porque se va acumulando sin saber cómo eliminarlo. Ahora se está encontrando pegado a los plásticos que flotan en el mar, porque no es soluble e iba a la tripa de los grandes peces. Así que se encuentran todos esos contaminantes pegados al plástico marino, porque ven a alguien que tampoco es soluble. Así que los plásticos también se contaminan.

“Si admitimos que todo esto causa el tres por ciento de la diabetes, el cinco de la obesidad, el siete de la esterilidad… pues son 6.000 millones de dólares al año y las aseguradoras dicen: no podemos pagar esa factura”
-¿Y qué estamos haciendo frente a esto o qué están haciendo las autoridades?

-Nosotros llevamos toda la vida con financiación pública y no nos ha faltado. Ha habido una financiación muy potente y ahora estamos en un proyecto europeo de 75 millones de euros para que 27 países investiguen los niveles de exposición de toda la población europea. Se está gastando un dineral en investigación, solo faltan decisiones políticas, actuar. Ya no hace falta mucha más investigación y las medidas son muy lentas. En 2019 se prohibió uno de los pesticidas más tóxicos, el clorpirifós. Su evidencia de contaminación es tan grande que se ha suprimido. Ocurre pero es muy lento.

-¿Se puede hacer algo de forma individual?

-Se puede hacer algo en hábitos de consumo, como protegerte a ti y a tu familia, incorporar nuevos hábitos de consumo respecto a los plásticos. Cuando se den cuenta de qué es lo que quiere el consumidor dejarán de poner el plástico. Cuanto más les digamos que no queremos seis tomates de Canarias en una barqueta de poliuretano con un film de polietileno en una bolsa de polipropileno en un carrito de policarbonato… Porque todo esto se lo ha inventado alguien para vender petróleo. Se pueden quemar barriles de brent a 72 dólares el barril o hacer gafitas de plástico para ricos a 500 euros. Si yo tuviera un pozo de petróleo sufriría por cada coche en la carretera.

-Porque es más rentable el plástico…

-El consumo de petróleo es el 45 por ciento para automoción, 40 por ciento calefacción y casi el 15 por ciento química fina derivada del petróleo. El uno por ciento es plástico pero, si le pones el valor añadido, este uno por ciento se come el pastel entero, que es el que está dando beneficio.

-Si eliminamos el plástico de la ecuación, ¿todo es sustituible con los hábitos de consumo actuales?

-Probablemente no, y sobre todo porque tiene dos primos hermanos, que son los mismos compuestos, los cosméticos y textiles. El poliéster es PET reciclado, botellas de plástico para que los pobres podamos ir vestidos con un traje de 149,99 y creamos que vamos vestidos de oveja merina cuando, en realidad, vamos vestidos de petróleo.

-¿Entonces, podemos liberarnos de estos tóxicos?

-Sí se puede. Si empezamos desde el principio, por una mujer embarazada que espera un bebé… Se puede empezar por la alimentación: vamos a comer libre de pesticidas, con una alternativa de producción ecológica. Aunque el suelo esté algo contaminado no es lo mismo que un tomate industrial que puede tener hasta siete tratamientos. Lo segundo, el agua que sea de máxima calidad. 

En Lanzarote, mil litros de agua del Consorcio valen tres euros y una botella de tres litros puede valer tres euros, así que alguien se está haciendo de oro. Aunque haga falta una inversión enorme, aunque el Consorcio doble el precio, sigues pagando 500 veces menos que en el supermercado. Tenemos el derecho de que el agua que salga del grifo sea el mejor producto posible.
“Se puede hacer algo en hábitos de consumo, como protegerte a ti, a tu familia, incorporar nuevos comportamientos respecto a los plásticos… Cuando se den cuenta de qué es lo que quiere el consumidor dejarán de poner el plástico”
-Pero nos han convencido de que es mejor el agua embotellada.

-Y que huyamos de este agua cuando el plástico tiene un impacto ambiental tremendo, porque al final te vuelve. Lo segundo: líneas de cosméticos más sostenibles, que los hay, y lo tercero, el consumo textil, que no sé cómo se puede abordar. Ellos mismos dicen que son los inventores de la obsolescencia programada y que la llaman moda. La moda dura seis semanas, tiene ocho temporadas al año. Eso es un consumo enorme de material y hay que buscar una alternativa a ese consumo.

-Si los contaminantes nos afectan, nos transforman, pero la esperanza de vida cada vez es mayor, ¿la industria no argumenta que el ser humano se adaptará a estos tóxicos?

-Hay un psiquiatra de Harvard, el doctor Trasande, que trabaja en Nueva York, que ve lo que pasa en los niños y dice: esto no puede seguir así. Escribe un libro que se ha hecho muy famoso que se llama Más enfermos, más obesos, más pobres, y como nadie le hace caso publica un experimento en el que calcula: si admitimos que todo esto causa el tres por ciento de la diabetes, el cinco de la obesidad, el siete de la esterilidad… pues son 6.000 millones de dólares al año y las aseguradoras dicen: ‘No podemos pagar esa factura’. Al final es el daño económico que producen estas enfermedades lo que va a condicionar los cambios. Alguien se está haciendo rico pero las aseguradoras no pueden seguir pagando ese incremento de la enfermedad. Esto es imposible en Europa, donde todo viene de papá Estado.

-Al menos ahora los medios de comunicación hablamos de esto.

-Eso es un mensaje positivo. Desde hace cuatro años se habla todos los días del plástico. Ahora se habla de esto mucho más claro. La gran pregunta es cómo damos un paso para atrás, pero si echas números cualquier paso hacia atrás supone un abaratamiento. Ya no se habla de reciclar, sino de reducir y reutilizar. Hay situaciones terribles como la del tetrabrik, que la única fábrica que reciclaba en España cerró. Se está almacenando todo en Zaragoza. Una montaña de tetrabrik. Se le quita la corteza exterior de cartón, pero no hay tecnología rentable para separar el aluminio del cartón. Eso lo hacía una factoría y ya no lo hace.

Foto: Adriel Perdomo

miércoles, 19 de febrero de 2020

Los niveles de bisfenol A en humanos están subestimados

Por El Médico Interactivo Publicado el Feb 11, 2020
Los investigadores han desarrollado un método más preciso para medir los niveles de bisfenol A (BPA) en humanos y han descubierto que la exposición al químico disruptor endocrino es mucho mayor de lo que se suponía anteriormente, según un estudio publicado en la revista ‘The Lancet Diabetes &Endocrinology’.

Este trabajo proporciona la primera evidencia de que las mediciones en las que se basan las agencias reguladoras, incluida la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FAD), son defectuosas y subestiman los niveles de exposición hasta 44 veces.

“Este estudio plantea serias preocupaciones sobre si hemos sido lo suficientemente cuidadosos acerca de la seguridad de este producto químico –advierte Patricia Hunt, profesora de la Universidad Estatal de Washington y autora correspondiente del artículo–. De lo que se trata es de que las conclusiones a las que han llegado las agencias federales sobre cómo regular el BPA pueden haberse basado en mediciones inexactas”.

El BPA se puede encontrar en una amplia gama de plásticos, incluidos los envases de alimentos y bebidas, y los estudios en animales han demostrado que puede interferir con las hormonas del cuerpo. En particular, la exposición fetal al BPA se ha relacionado con problemas de crecimiento, metabolismo, comportamiento, fertilidad e incluso un mayor riesgo de cáncer.

A pesar de esta evidencia experimental, la FDA ha evaluado datos de estudios que miden el BPA en orina humana y determinó que la exposición humana al químico está en niveles muy bajos y, por lo tanto, seguros. Este documento cuestiona esa suposición y plantea preguntas sobre otros productos químicos, incluidos los reemplazos de BPA, que también se evalúan utilizando métodos indirectos.

El colega de Hunt, Roy Gerona, profesor asistente de la Universidad de California en San Francisco, desarrolló una forma directa de medir el BPA que explica con mayor precisión los metabolitos de BPA, los compuestos que se crean a medida que el químico pasa a través del cuerpo humano.

Anteriormente, la mayoría de los estudios tenían que basarse en un proceso indirecto para medir los metabolitos de BPA, utilizando una solución enzimática hecha de un caracol para transformar los metabolitos en BPA completo, que luego se podría medir.

El nuevo método de Gerona es capaz de medir directamente los metabolitos de BPA sin usar la solución enzimática.

En este estudio, un equipo de investigación compuesto por Gerona, Hunt y Fredrick vom Saal de la Universidad de Missouri comparó los dos métodos, primero con orina sintética enriquecida con BPA y luego con 39 muestras humanas.

Encontraron niveles mucho más altos de BPA utilizando el método directo, hasta 44 veces la media informada por la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES). La disparidad entre los dos métodos aumentó con más exposición a BPA: cuanto mayor es la exposición, más se pierde el método anterior.

Gerona advierte de que se necesita más replicación. “Espero que este estudio llame la atención sobre la metodología utilizada para medir el BPA y que otros expertos y laboratorios analicen más de cerca y evalúen de manera independiente lo que está sucediendo”, añade.

El equipo de investigación está llevando a cabo más experimentos en la medición de BPA, así como otros productos químicos que también pueden haberse medido de esta manera, una categoría que incluye fenoles ambientales como parabenos, benzofenona, triclosán que se encuentra en algunos cosméticos y jabones, y ftalatos que se encuentran en muchos productos de consumo, incluidos juguetes, envases de alimentos y productos de cuidado personal.

“El BPA aún se mide indirectamente a través de NHANES, y no es el único químico disruptor endocrino que se mide de esta manera –explica Gerona–. Nuestra hipótesis ahora es que, si esto es cierto para BPA, podría ser cierto para todos los demás productos químicos que se miden indirectamente”.

Nicolás Olea: “Mi infancia fue de cristal, metal y madera, y la de ahora es de policarbonato y PVC”

10 Febrero 2020 Julia Yébenes CIUDAD REAL

Nicolás Olea en una reciente visita a Ciudad Real / J. Jurado

El reconocido investigador sobre el impacto de los tóxicos en la salud y catedrático de Radiología de la Universidad de Granada advierte de los efectos nocivos para la salud de las sustancias químicas del entorno cotidiano. Sólo hacen falta pequeñas dosis para que “jaqueen la señal de las hormonas” y tengan serias consecuencias, aunque “pasen inadvertidas para la población en general”

Paradojas del mundo occidental: la esperanza de vida ha aumentado gracias a los altos niveles de bienestar y los beneficios de la tecnología. Un espejismo si analizamos los nuevos males: enfermedades ambientales hasta hace poco inéditas -desde las múltiples alergias a la Sensibilidad Química Múltiple (SQM)-, y otras ampliamente tratadas que se están convirtiendo en epidemias: cancer, diabetes, infertilidad y obesidad. Los causantes son, según las evidencias obtenidas por Nicolás Olea (“los niños mean plástico”), reconocido investigador de los tóxicos en la salud, los llamados disruptores endocrinos, es decir, las sustancias químicas del entorno cotidiano que respiramos o inoculamos. Sólo hacen falta pequeñas dosis para que “jaqueen la señal de las hormonas” y tengan consecuencias nocivas. La pena es que “pasan inadvertidas para la población en general”.

El catedrático de Radiología de la Universidad de Granada pide una ‘revolución social’ que remueva a la administración y pueda “atender nuestros requerimientos”. Porque tal y como dijo hace unos días en una visita a Ciudad Real, “no debería haber ocurrido que los monómeros del polímero que conocemos como plástico estén en la orina de los más jóvenes”. Serían grupos de presión “para protegernos” y para transmitir también un mensaje positivo como es la reducción de la exposición a los tóxicos. Habría que empezar, apunta, por protestar en bloque contra el excesivo embalaje de los tomates del súper, que “van en una barqueta de poliuretano, con un film de polietileno, metidos en un carro de policarbonato”.

El riesgo es ya una realidad y las ‘víctimas’ son las nuevas generaciones, que desde que fueron concebidas ‘han bebido’ de los ‘adelantos’ de la sociedad del desarrollo, con los químicos como protagonistas. Los iruptores están en los alimentos que evocan los fertilizantes en el plato, están en los envases de líquidos, en los cosméticos, en los productos de limpieza o en los numerosos e imprescindibles dispositivos electrónicos.

Los riesgos de los milenials son mayores a los de sus padres y abuelos. “Mi infancia fue de cristal, metal y madera, y la de ahora es de policarbonato, poliestireno, polipropileno, de polietileno de alta y baja densidad y PVC”, apunta el investigador.

Afortunadamente hay solución, y gran parte de la salvación, explica Olea, está en el documento El Pacto Verde Europeo, aprobado el 15 de enero por la UE. Apuesta por “ponerlo todo patas arriba” en el impulso de un espacio climatológicamente limpio, y fomenta la reducción a la exposición a tóxicos, en vez del reciclado.
El catedrático de Radiología fue invitado a dar una conferencia por la Asociación de
afectados de Encefalomielitis Miálgica/Síndrome de Fatiga Crónica y Síndrome de
Sensibilidad Química Múltiple de Castilla-La Mancha / J. Jurado
PREGUNTA: En román paladino, ¿qué son los disruptores endocrinos de los que usted lleva hablando décadas?

RESPUESTA.- La exposición a contaminantes ligada a determinadas enfermedades es un asunto muy antiguo y conocido, fundamentalmente en las zonas industriales, pero se conocen menos, sobre todo por parte de la ciudadanía, aquellos que afectan a las hormonas. Lo curioso es que desde el año 96 se sabe que cuando algunas de las sustancias químicas más habituales del medio ambiente entran dentro del organismo alteran el sistema endocrino. Es como un jaqueo de la señal hormonal. Esos elementos son los que llamamos iruptores endocrinos. Producen enfermedades ligadas las hormonas, desde el cáncer de mama al cáncer de próstata, la diabetes, o la obesidad. También se liga a la infertilidad, que es una epidemia en el mundo occidental por la mala calidad seminal de los hombres y la abundancia de diagnóstico de endometriosis en la mujer. Igualmente, se relaciona con el hipotiroidismo y entra de lleno en la hipótesis etiológica de la Sensibilidad Química Múltiple.

P.- ¿Y dónde están esos contaminantes químicos?

R.- Cuando empezamos con las investigaciones nos centramos en los pesticidas y pensamos durante mucho tiempo que estas sustancias eran las más malas porque estaban ligadas a la producción alimentaria y agrícola. Posteriormente, vimos otras fuentes tóxicas en la cosmética, en los plásticos, en los materiales utilizados en el procesamiento de alimentos o bien en los productos de consumo del día a día. Desde el ambientador hasta el móvil o un ordenador encendido son fuentes de contaminantes químicos. Los dispositivos electrónicos tienen circuitos para que no ardan a pesar del calor. Son los protectores o retardadores de la llama y llevan polibromados que están evaporándose de forma continua. Recientemente se ha descubierto que son el componente más habitual del polvo de casa.

Para reducir los riesgos, es necesario ofrecer recomendaciones sencillas, como ventilar la casa para renovar el aire interior -por la noche si vives en zona de tráfico pesado-, aspirar en vez de barrer, o diversificar los platos a los niños. Son los más perjudicados, porque los contaminantes están en la placenta, en la leche materna, en el suero, en la sangre y en el tejido adiposo. Cuando hemos dicho que los niños españoles orinan derivados del plástico ha habido voces que decían que era una barbaridad. Pero no debería haber ocurrido que los monómeros del polímero que conocemos como plástico estén presentes en la orina de los más jóvenes, tal y como hemos comprobado. Alguien ha sido demasiado permisivo.
Olea, junto a Carmen Lozano, enferma de SQM / J. Jurado
P.- ¿Y podría decirse que se debe al desarrollismo de la sociedad?

R.- Se supone que desde el siglo XIX hemos incorporado 140.000 compuestos químicos sintetizados por el hombre y la mujer, y de esos apenas un millar producen errores endocrinos y están controlados e identificados. La administración debería estar vigilante con ellos. Los parabenos están en los cosméticos, el látex en los preservativos, los filtros ultravioleta tienen mucha presencia, y los tickets de las tiendas y supermercados están elaborados con papel térmico y contienen bisfenol-A. Precisamente, esta sustancia dañina para la salud ha sido prohibida desde el 1 de enero por la UE, y los países serios están marcando que está ausente, mientras que en España nadie lo ha marcado.

P.- Se ha celebrado el Día Mundial del Cáncer y uno de los principales mensajes es que la mitad de todos los casos que se diagnostican al año se podrían evitar adoptando hábitos saludables, ¿esta recomendación va en consonancia con sus estudios, no?

R.- Claro. No más del 6% de los cánceres es de origen genético. En términos de predicción del riesgo acierta más el código postal que el código genético. Porque el código postal es la forma a que te expones e informa de los riesgos ambientales en tu pueblo, pero el mundo occidental ha cambiado los métodos de procesamiento y de manipulación, por ejemplo de alimentos, que se nos ha vuelto en contra. Por eso tenemos que decir no a los envases de plástico y si lo decimos una y otra vez, tendrá efecto.

P.- Usted apela al activismo social, ¿qué tendríamos que hacer cada uno en nuestro entorno?

R.- Lo más difícil es encontrarse solo, porque uno no tiene el conocimiento científico como para responder a todo. Habría que ser ingeniero químico, químico analítico, y sanitario. Por ello, tenemos dos opciones: una exigirle más atención a la administración, y otra tomar conciencia como ciudadanos. No todo el mundo es igual de sensible. Una persona es más sensible cuando tiene cambios hormonales, como es el caso de las mujeres. El embarazo, la lactancia, la pubertad y la menopausia son momentos críticos para la contaminación.

P.- ¿Entonces las mujeres tienen más riesgo de sufrir las consecuencias de los iruptores endocrinos?

R.- Absolutamente. Ganan nueve a uno por goleada. Sufren más hipotiroidismo, más falta de vitamina D, en el país del sol, y otras afecciones que nosotros atribuimos a la irupción endocrina.

P.- Sobre los químicos ambientales, la OMS ya ha puesto el foco en la contaminación del aire interior y en sus consecuencias, a través de trabajos como en el que participa la investigadora ciudarrealeña Florentina Villanueva. ¿Qué opina?

R.- El trabajo de Florentina se centra en la medición de químicos dentro de la casa y la gran sorpresa es que algunos compuestos volátiles son disruptores endocrinos. Por otro lado, es bueno estar en la Unión Europea porque hay un parlamento que discute los temas ambientales, aunque los procesos y trámites sean terriblemente lentos. Por ejemplo, después de 21 años de investigación, la Unión Europea ha prohibido el pesticida fosforado más usado en España, el clorpirifos. Su eliminación en el mercado se debe a la abrumadora evidencia de su toxicidad neurológica, fundamentalmente en niños. Y ha sido España quien ha defendido la ponencia. Igualmente, el 15 de enero un documento importantísimo, el Pacto Verde Europeo, para impulsar un espacio lo más limpio posible dentro del ámbito climático antes de 2050. Es muy bueno y muy avanzado y si se instaura pondrá patas arriba todo lo que se ha hablado hasta ahora. Deja a un lado el reciclado para poner el énfasis en la reducción del consumo de materiales, y así bajar la exposición humana a elementos nocivos.
Nicolás Olea, junto a Carmen Lozano y Margarita Girona, de la asociación SFC-SQM
Castilla-La Mancha / J. Jurado
P.- En su libro ‘Libérate de tóxicos. Guía para evitar los disruptores endocrinos’ recoge pautas para conseguir esta reducción, ¿cuáles son?

R.- Es un conjunto de recomendaciones positivas en cinco escenarios, como la comida y la bebida, objetos de consumo, la cosmética, la casa y la ropa. Damos consejos sobre ciertos compuestos que con la acción hormonal provocan una actividad biológica. El problema es que no pican ni dan señales.

P.- Usted lleva décadas estudiando los tóxicos ambientales y es una referencia, ¿Cuáles han sido los hitos de sus investigaciones?

R.- Llevo 43 años, desde 1977. Estuve trabajando en cáncer de mama en Bélgica y me fui a Estados Unidos donde determinamos que los envases de plástico donde llevé desde España muestras de pacientes con cáncer de próstata eran altamente estrogénicos. A partir de ahí empezamos a tirar del hilo y además de comprobar que algunos aditivos del plástico eran estrogénicos, también vimos que había otros elementos como las resinas de policarbonato que estaban muy expuestos o los polímeros de los cosméticos y objetos de consumo. Luego descubrimos que todo viene del petróleo, con sus derivados: mesas de melanina, papel reciclado, sillones de poliéster, o teléfonos con policarbonatos. Mi infancia fue de cristal, metal y madera, y la de ahora es de policarbonato, poliestireno, polipropileno, de polietileno de alta y baja densidad y PVC. No son los mismos riesgos.

P.- ¿Se puede decir que de alguna manera estos contaminantes nos están matando?

R.- No porque nos llamarían alarmistas. Dicen que la vida se alarga, y que vivimos más tiempo. Pero cuando una joven de 38 años se muere de cáncer metastásico inflamatorio no es bienestar. Eso no existía antes. Cuando yo acabe la carrera, iban las mujeres con 80 años con un cáncer muy extendido, era la historia natural de la enfermedad, que acompañaba con la edad. Ahora hay diabetes, obesidad, hipotiroidismo, avitaminosis, o déficit de atención. En Europa hemos perdido en 30 años dos puntos de coeficiente intelectual y la calidad seminal ha caído un 50% en 50 años. Y lo más preocupante es que la reproducción asistida se ha convertido en la respuesta clínica. En Granada hay tantas clínicas como farmacias. Es hacer frente con la técnica a un problema que la propia técnica ha provocado, y sin estudiar su causa. Alguien tendrá que darte recomendaciones sobre el peligro de la exposición a tóxicos. Es una cuestión prevenible.