sábado, 13 de agosto de 2016

Químicos en nuestros cuerpos: la amenaza silenciosa de los tiempos modernos

Los productos químicos industriales lanzados en el ambiente entran subrepticiamente en la 
cadena de alimento. (Romeo Gacad/AFP/Imágenes Getty)  
El trigo es, por mucho, la planta más cultivada en el mundo y de hecho es la base de la civilización occidental, además de que ha sido cultivada por más de 7,000 años en todos los continentes, a excepción de la Antártida. Es probable que en cien años o algo así, la gente mire el período desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el inicio del siglo XXI y sacuda sus cabezas con incredulidad por la manera en que contaminamos nuestro medio ambiente y la cadena alimenticia con una cantidad creciente de productos químicos.

En el futuro se preguntarán cómo nos permitimos seguir ese camino cuando existía la evidencia de que los productos químicos a los cuales nos expusieron no eran inofensivos sino que podrían potencialmente aumentar nuestro riesgo de enfermedades.

También se cuestionarán sobre nuestra ingenuidad al no esperar ninguna consecuencia del tratamiento de nuestra agua potable con productos químicos que producen sustancias potencialmente cancerígenas, sumado a las otras sustancias con propiedades que agreden el sistema endócrino y a los materiales usados para empaquetar nuestros alimentos, nuestra ingenuidad al fertilizar nuestras cosechas con fertilizantes que se saben contienen sustancias con el potencial de causar daño, al rociar nuestras cosechas con pesticidas con efectos dañinos sobre la función del cerebro y al no comprender que los productos químicos industriales lanzados en el ambiente pueden -y de hecho, entran- en la cadena alimenticia. No hay dudas de que muchos contaminantes químicos están presentes en nuestros alimentos.

En el futuro se preguntarán cómo nos permitimos seguir ese camino cuando existía la evidencia de que los productos químicos a los cuales nos expusieron no eran inofensivos sino que podrían potencialmente aumentar nuestro riesgo de enfermedades  
  
Hasta los gobiernos dan fe de esto. Tales son los casos de Australia (a través de Food Standards Australia, uno de sus entes reguladores) y Nueva Zelanda, que reportaron la presencia de una gran variedad de insecticidas, fungicidas y metales pesados contaminantes como el mercurio, plomo y arsénico en los alimentos.

Incluso han aconsejado a las mujeres embarazadas y a mujeres que intentan quedar embarazadas que no coman las grandes cantidades de los pescados más grandes, como los peces espada, debido al contenido de mercurio.

Se han realizado muchos informes en reconocidas revistas científicas y/o médicas acerca de los plásticos utilizados en el empaquetado de los alimentos, y sobre productos químicos industriales como PBCs y retardantes (substancias que limitan la rapidez de las reacciones químicas) que terminan en nuestra comida.

Por supuesto, hay también una gran variedad de otros productos químicos como los aditivos alimenticios, agregados deliberadamente a nuestros alimentos. Podemos pretender que el hecho de que estas cosas estén en nuestro alimento no significa que están también en nuestros cuerpos, pero hay demasiados otros informes que demuestran muy claramente la presencia de agentes contaminantes en diversas partes de nuestros cuerpos incluyendo la sangre, grasas corporales y el pelo. Sabemos que esa contaminación de nuestra comida con cantidades superiores a las normales de residuos industriales como el mercurio y los PBCs, y fármacos promotores del crecimiento del ganado, como el clenbuterol, han causado enfermedades en el pasado.

Algunos aditivos alimenticios son dañinos para algunas personas, y que las grasas transformadas por el proceso de aceites para hacer la margarina pudieron también haber contribuido a la enfermedad cardíaca en algunas personas. Lo que no sabemos es si las cantidades minúsculas de pesticidas, plastificantes, subproductos de la desinfección del agua con cloro y de otros productos del proceso alimenticio también han aumentado nuestro riesgo de enfermedades, pero hay indicadores de que esto también es posible. Hay recomendaciones en relación a que los efectos de cantidades minúsculas de sustancias individuales se pueden amplificar por sinergia, donde dos o más sustancias trabajan juntas con mucha más eficacia de que lo harían individualmente.

También sabemos que alguna gente, debido a su genética, enfermedad preexistente, edad o estilo de vida, puede ser más susceptible, pero no podemos predecir con algún grado de certeza quiénes son. La única cosa que podemos hacer es reducir nuestra exposición a estos contaminantes tanto como nos sea posible. Podemos también instar a los gobiernos a hacer algo sobre «la amenaza silenciosa» que todos enfrentamos.

El profesor Alfred Poulos es profesor asociado de la Universidad de Adelaide y Director de Biolipids Pty Ltd.

jueves, 4 de agosto de 2016

Monsanto declara la guerra al Ayuntamiento de Zaragoza: “Están politizando el glifosato”

  • La mayor multinacional del mundo en semillas transgénicas ha enviado una carta al Ayuntamiento de Zaragoza tras prohibir este el uso del glifosato en parques y zonas verdes
  • En la misiva, a la que ha tenido acceso eldiario.es, lamentan la “politización que se está haciendo en relación al glifosato, abandonando los criterios científicos”
  • Desde el Consistorio les han respondido recordando el “siniestro currículum de Monsanto, productora, entre otros, del agente naranja usado en Vietnam que causó cáncer a miles de personas”
Óscar F. Civieta 03/08/2016
Sede de Monsanto en Enkhuizen (Holanda).
El pasado 1 de agosto entró en vigor el decreto firmado por el consejero de Servicios Públicos y Personal del Ayuntamiento de Zaragoza, Alberto Cubero, que prohíbe el uso del glifosato en parques y zonas verdes de la ciudad. El principal argumento sobre el que asentaron la decisión fue la alerta de la Organización Mundial de la Salud (OMS), porque “hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales y pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no Hodgkin)”.

La concejala de Medio Ambiente y Movilidad, Teresa Artigas, señaló que debía "primar el cuidado de la salud y del medio ambiente respecto a los intereses de las multinacionales, en este caso, Monsanto”. Esa referencia, además de la prohibición en sí, es la que parece haber impelido la reacción inmediata. Monsanto es, según datos de Greenpeace, “la empresa transnacional que controla alrededor de 90 % del mercado mundial de semillas transgénicas”. Y la decisión del Consistorio zaragozana no les ha sentado nada bien.

El pasado 19 de julio enviaron una carta al Ayuntamiento de la capital aragonesa, a la que ha tenido acceso eldiario.es, en la que critican la decisión y lamentan “la politización que se está haciendo del uso del glifosato, abandonando los criterios basados en el conocimiento científico, y que deben ser los únicos que dirijan la toma de decisiones en cuanto al uso de productos fitosanitarios”.

En la misiva, firmada por Carlos Vicente Alberto, director de Sostenibilidad de Monsanto para Europa y Oriente Medio, apuntan que el glifosato ha permitido a agricultores, jardineros, profesionales y usuarios domésticos controlar las malas hierbas (…) de forma rentable y sostenible durante más de 40 años”. Señalan, por añadidura, que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) determinó, en noviembre de 2015, que es “poco probable que el glifosato suponga un riesgo carcinogénico para los humanos”. Además, aducen que otras cinco agencias reguladoras llegaron a la misma conclusión.

Indican también que asociar el uso de este producto “al cuidado del medio ambiente y la salud, solo puede crear alarma y confusión a los ciudadanos”. Continúan explicando que en Monsanto más de 20.000 trabajadores de todo el mundo dedican sus "esfuerzos al desarrollo de soluciones tecnológicas para ayudar a alimentar a una población en crecimiento, optimizando de manera eficiente el uso de recursos tan importantes como el agua, el suelo o la energía”. Finiquitan la carta explicando la labor de la empresa e invitando al consejero Cubero a reunirse con ellos.

“Su siniestro currículum hace escasamente creíble la información que nos transmite”

La respuesta no se ha hecho esperar. Partió del Consistorio zaragozano el pasado 29 de julio. En ella repiten los argumentos de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, dependiente de la OMS, señalando que se fían mucho más de este informe que de los mencionados por Monsanto.

Recuerdan diversos casos en los que “la justicia ha vinculado el uso de herbicidas químicos con graves afecciones a la salud humana": el del campesino francés Paul François, que ganó la batalla judicial contra Monsanto; o el de las Madres de Ituzaingó, que lograron demostrar el vínculo entre el número creciente de enfermos de cáncer y niños con malformaciones y los agroquímicos aplicados en las plantaciones de soja, entre ellos, explican, el glifosato de Roudup Ready de Monsanto.

En la réplica hacen referencia al “siniestro currículum” de la multinacional, que provoca que la información que se les transmite "sea escasamente creíble”. Listan varios casos en los que está implicada citando como fuente a Greenpeace: “Monsanto fue la productora y comercializadora del agente naranja usado en la guerra de Vietnam responsable de generar cáncer a miles de persona y que hoy está prohibido; produjo y comercializó el DDT y los PCB o askareles, químicos causantes de graves daños a las salud humana y al ambiente, ambos están hoy prohibidos; fue condenada, en Estados Unidos en 2010, a pagar 2,5 millones de dólares por más de 1.700 violaciones a normas de bioseguridad; y, en Francia en 2006, también fue condenada por publicidad engañosa sobre las falsas propiedades ecológicas del herbicida Round Up”.

Además, señalan que la multinacional fue condenada a pagar a 1,5 millones de euros por sobornar a las autoridades de Indonesia para introducir algodón transgénico en el país. El Consistorio aprovecha este punto para señalar que, además de luchar por la sostenibilidad ambiental y alimentaria, “el Gobierno de Zaragoza también tiene la lucha contra la corrupción como una de sus prioridades políticas”.

Con esta respuesta, termina la misiva, “entenderá que no aceptemos su oferta de mantener una reunión con usted”.