viernes, 11 de agosto de 2017

Prohibir los plaguicidas más tóxicos y marcar límites a sus residuos para proteger la salud pública

La OMS ha alertado de que estos productos son una de las principales causas de muerte por intoxicación y aunque reconoce que se seguirán utilizando, es necesario que "su producción, distribución y utilización se controle y regule".


La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha abogado por prohibir los plaguicidas que sean más tóxicos para el ser humano y los que permanecen durante más tiempo en el medio ambiente, y además establecer límites máximos de sus residuos en alimentos y agua para la protección de la salud pública.

Más de mil plaguicidas se usan en el mundo. Su toxicidad depende de su función y de otros factores como la dosis y la vía por la que se produce la exposición (ingestión, inhalación o el contacto directo con la piel). Las personas que corren más riesgo son aquellas directamente expuestas, como los trabajadores agrícolas y las personas próximas en el momento de la propagación. No obstante, la población general no cercana también está expuesta, aunque en cantidades muy inferiores, porque estos productos pueden estar presentes de forma residual en alimentos y agua.

La OMS ha alertado de que los plaguicidas son una de las principales causas de muerte por intoxicación voluntaria. "Debido a que son intrínsecamente tóxicos y se aplican deliberadamente para que se propaguen en el medio ambiente, su producción, distribución y utilización debe regirse por un control y una reglamentación estrictos", ha explicado la organización.

Asimismo, y de acuerdo con las previsiones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el 80 por ciento del aumento de la producción de alimentos necesario para hacer frente al crecimiento demográfico inminente en los países en desarrollo se obtendrá gracias al mayor rendimiento de los cultivos y al aumento de las cosechas anuales en el mismo suelo. Por tanto, solo el 20 por ciento del crecimiento de la producción de alimentos provendrá de la expansión de las tierras de cultivo.

"Los plaguicidas se continuarán utilizando porque permiten evitar pérdidas importantes de las cosechas. Sin embargo, sus efectos sobre las personas y el medio ambiente son una preocupación permanente". Los que debe hacer que "su uso debe cumplir con las prácticas agrícolas correctas con independencia de la situación económica del país y los agricultores no deben aplicar más cantidades de las necesarias para proteger sus cultivos", ha zanjado la OMS.

Residuos de plaguicidas en los alimentos

Nota descriptiva Julio de 2017

Datos y cifras
  • Los plaguicidas se utilizan para proteger los cultivos de los insectos, las malas hierbas, los hongos y otras plagas.
  • Pueden ser tóxicos para el ser humano y causar efectos tanto agudos como crónicos sobre la salud, en función de la cantidad y del modo de exposición.
  • Algunos de los plaguicidas más antiguos y baratos pueden permanecer durante años en el suelo y el agua. Su uso en agricultura se ha prohibido en los países desarrollados, pero se continúan utilizando en muchos países en desarrollo.
  • La exposición a estos productos conlleva mayores riesgos para las personas que entran en contacto con ellas en su trabajo, su domicilio o su jardín.
  • Los plaguicidas son muy importantes para producir alimentos, ya que mantienen o aumentan el rendimiento de las cosechas y el número de ellas que se recogen por año en el mismo suelo, algo especialmente importante en los países que sufren escasez de alimentos.
  • Para proteger a los consumidores de los efectos perjudiciales de los plaguicidas, la OMS examina los datos científicos disponibles y establece límites máximos de residuos que son aceptados a nivel internacional.
Introducción

En el mundo se utilizan más de 1000 plaguicidas para evitar que las plagas estropeen o destruyan los alimentos. Cada plaguicida tiene propiedades y efectos toxicológicos distintos. Muchos de los plaguicidas más antiguos y baratos que ya no están protegidos por patentes, como el diclorodifeniltricloroetano (DDT) y el lindano, pueden permanecer durante años en el suelo y el agua. Estas sustancias han sido prohibidas en los países signatarios del Convenio de Estocolmo de 2011, un acuerdo internacional cuyo objetivo es eliminar o restringir la producción y la utilización de contaminantes orgánicos persistentes.

La toxicidad de un plaguicida depende de su función y de otros factores. Por ejemplo, los insecticidas suelen ser más tóxicos para el ser humano que los herbicidas. Además, el mismo producto puede causar efectos distintos en función de la dosis, es decir, la cantidad a la que está expuesta la persona. Otro factor importante es la vía por la que se produce la exposición, ya sea la ingestión, la inhalación o el contacto directo con la piel.

Ningún plaguicida cuyo uso en alimentos comercializados a nivel internacional ha sido autorizado causa efectos genotóxicos (es decir, no dañan el ADN de modo que puedan producirse mutaciones o cáncer). Los efectos adversos de estos plaguicidas solo se producen a partir de determinado nivel de exposición. Cuando una persona entra en contacto con grandes cantidades de uno de estos productos, puede presentar una intoxicación aguda y sufrir efectos adversos a largo plazo, entre ellos cáncer y trastornos de la reproducción.

Alcance del problema

Los plaguicidas son una de las principales causas de muerte por intoxicación voluntaria, sobre todo en los países de ingresos intermedios y bajos.

Debido a que son intrínsecamente tóxicos y se aplican deliberadamente para que se propaguen en el medio ambiente, su producción, distribución y utilización debe regirse por un control y una reglamentación estrictos. Además, es necesario hacer un seguimiento regular de sus residuos en los alimentos.

La OMS tiene dos objetivos en relación con estos productos:
  • hacer que se prohíban los plaguicidas más tóxicos para el ser humano y los que permanecen durante más tiempo en el medio ambiente;
  • proteger la salud pública mediante el establecimiento de límites máximos de residuos de los plaguicidas en los alimentos y el agua.
¿Quién está expuesto a riesgo?

Las personas que corren más riesgo son las que están directamente expuestas a los plaguicidas, como los trabajadores agrícolas que aplican estos productos y las personas que se encuentran en zonas próximas en el momento en que se propagan o poco después.

La población general que no se encuentra en la zona donde se utilizan los plaguicidas también está expuesta a estos productos, si bien a cantidades muy inferiores, porque pueden estar presentes de forma residual en los alimentos y el agua que ingieren.

Prevención y control

Nadie debería estar expuesto a cantidades peligrosas de plaguicidas.

Las personas que aplican estos productos en cultivos, en los hogares o en jardines deberían protegerse adecuadamente, y las que no participan directamente en esas actividades deberían alejarse de la zona durante la aplicación y en el periodo inmediatamente posterior.

Los alimentos que se venden o donan (como los de la ayuda alimentaria) deben cumplir con los reglamentos sobre plaguicidas, sobre todo con los límites máximos de residuos. Las personas que cultivan para el autoconsumo deben seguir las instrucciones de uso de los plaguicidas y protegerse con guantes y máscaras siempre que sea necesario.

Los consumidores pueden reducir la ingesta de residuos de plaguicidas pelando o lavando las frutas y hortalizas, lo cual reduce también otras fuentes de peligro, como las bacterias patógenas.

Impacto mundial

La División de Población de las Naciones Unidas ha calculado que, en 2050, la población mundial será de 9700 millones de personas, un 30% más que en 2017, y que la gran mayoría de este crecimiento se producirá en los países en desarrollo.

De acuerdo con las previsiones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 80% del aumento de la producción de alimentos necesario para hacer frente a este crecimiento demográfico en los países en desarrollo se obtendrá gracias al mayor rendimiento de los cultivos y al aumento de las cosechas anuales en el mismo suelo. Por tanto, solo el 20% del crecimiento de la producción de alimentos provendrá de la expansión de las tierras de cultivo.

Los plaguicidas se continuarán utilizando porque permiten evitar pérdidas importantes de las cosechas. Sin embargo, sus efectos sobre las personas y el medio ambiente son una preocupación permanente.

El uso de plaguicidas para producir alimentos, tanto para el consumo local como para la exportación, debe cumplir con las prácticas agrícolas correctas con independencia de la situación económica del país. Los agricultores no deben aplicar más cantidades de estos productos que las necesarias para proteger sus cultivos.

Por otro lado, en determinadas condiciones también es posible producir alimentos sin necesidad de plaguicidas.

Respuesta de la OMS

La OMS, en colaboración con la FAO, se encarga de evaluar los riesgos de los plaguicidas para el ser humano —ya sea por exposición directa o a través de los residuos presentes en los alimentos— y de recomendar medidas de protección adecuadas.

El órgano responsable de la evaluación de los residuos de plaguicidas en los alimentos es el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA), un grupo internacional e independiente de expertos científicos. En las evaluaciones se tiene en cuenta todos los datos presentados para solicitar el registro de plaguicidas en todos los países, así como todos los estudios científicos publicados en revistas arbitradas. Tras evaluar el nivel de riesgo, el JECFA establece límites para la ingesta sin riesgos de residuos de plaguicidas en los alimentos de modo que una persona pueda ingerirlos en el transcurso de su vida sin que su salud se vea perjudicada.

Los gobiernos y los organismos internacionales encargados de gestionar los riesgos, como la Comisión del Codex Alimentarius (un organismo internacional de normalización en la esfera de los alimentos) se basan en la ingesta diaria admisible para establecer los límites máximos de residuos de plaguicidas en los alimentos. Las normas del Codex son la referencia para el comercio internacional de productos alimenticios, de modo que los consumidores de todo el mundo tengan la seguridad de que los alimentos que ingieren cumplen los criterios convenidos de inocuidad y calidad, con independencia de su lugar de fabricación. El Codex ha establecido normas para más de 100 plaguicidas distintos.

La OMS y la FAO han elaborado conjuntamente el Código Internacional de Conducta para la Gestión de Plaguicidas. Este marco de carácter voluntario, cuya edición más reciente se publicó en 2014, guía a las autoridades gubernamentales de reglamentación, el sector privado, la sociedad civil y las demás partes interesadas sobre las mejores prácticas en el manejo de los plaguicidas durante su ciclo de vida, desde su producción a su eliminación.

jueves, 10 de agosto de 2017

Bruselas tilda de "criminal" la contaminación y distribución de huevos contaminados por fipronil

Vista de la producción de huevos de una granja en Putten (Holanda) el pasado 1 de agosto,
después de que el fipronil apareciese en el análisis de varios huevos que provenían de una
granja avícola en Putten, Holanda, que fue cerrada después del hallazgo. ROBIN VAN 
LONKHUIJSENEFE 
POR MARGA CASTILLO@margacastillo74
Actualizado: 10/08/2017

Trece países europeos se han visto afectados por una nueva crisis alimentaria motivada por la distribución de huevos contaminados con un insecticida prohibido en la UE para uso humano.

Los gobiernos de Bélgica y Países Bajos se han enzarzado en medio de una polémica generada por una nueva crisis alimentaria que ya afecta a trece países europeos y ha llegado a tener implicaciones de calado en el Ejecutivo comunitario, que ha abierto una investigación en ambos países y les ha conminado a esclarecer el asunto y ha pedido a ambos que "colaboren y no entren en un "juego de acusaciones"

La alerta está motivada por la distribución de huevos contaminados por fipronil, un insecticida frecuente en el entorno veterinario, pero prohibido para animales de producción alimentaria en la Unión Europea (UE), y que en este caso, ha sido utilizado para tratar la presencia de un ácaro denominado Dermanyssuss gallinae en granjas de gallinas ponedoras.

Además de en Bélgica y Holanda, se han distribuido huevos contaminados por un insecticida no autorizado para uso alimentario en Austria, Suiza, Alemania, Dinamarca, Francia, Reino Unido, Irlanda, Italia, Polonia, Rumanía y Suecia, de los que siete (Países Bajos, Bélgica, Alemania, Suiza, Suecia, Francia y Reino Unido) han activado los protocolos de alerta alimentaria.

Aunque es altamente improbable que el consumo de estos huevos contaminados afecte a la salud dadas las bajas dosis halladas, ya se ha bloqueado la producción de las granjas de los países europeos donde se ha detectado esta contaminación y ya se han retirado y destruido miles de huevos.

En España no se han distribuido por ahora

En España no hay "de momento" evidencias de distribución de huevos contaminados, según aseguró ayer la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) en un comunicado en el que informa de que el pasado 20 de julio fue informada de la detección de fipronil en huevos efectuada por Bélgica a través del sistema europeo de alerta rápida (RASFF).

Bélgica, que califica de "fraude" el "escándalo", avisó en esta misma fecha a este organismo que permite a los demás Estados miembros estar atentos e incluso reforzar los controles si lo estiman necesario pese a que detectó la sustancia en junio, retraso por el que la Comisión Europea (CE) le ha abierto una investigación al igual que a Holanda.

La Comisión ha confirmado hoy que Bélgica solicitó el pasado 6 de julio información a Países Bajos a través del sistema Asistencia Administrativa y Cooperación (AAC), una herramienta informática de comunicación bilateral entre los Estados miembros que, según Bruselas, "apoya el funcionamiento de la red de fraude en alimentos" y "ofrece a los países un medio para confirmar rápidamente una sospecha de fraude", informa Europa Press.

We follow the latest developments on  finding in eggs very closely. Public health & food safety=priorities. http://europa.eu/!Dc64xD European Commission 
Rapid Alert System, a tool to exchange information between national authorities on health risks related to food&feed http://europa.eu/rapid/press-release_MEMO-17-2461_en.htm  pic.twitter.com/cd3HswgLIu

El ministro belga de Agricultura, Denis Ducarme, que compareció ayer de urgencia sobre este asunto en sede parlamentaria junto a la ministra belga de Sanidad, Maggie de Block, justifica la reacción tardía de su país en los sistemas europeos de alerta pasando una patata caliente a Holanda.

Le acusa directamente de "falta de cooperación" con la autoridad sanitaria belga, la Agencia federal para la Seguridad en la Cadena Alimentaria (AFSCA), ya que, asegura, Holanda sabía desde noviembre que había partidas de huevos contaminados pero no avisó entonces a la RASFF.

Gestión dificultada

Según la versión del ministro belga, esto ha dificultado la gestión de la crisis ya que "cuando un país como Países Bajos, uno de los más grandes exportadores de huevos, no transmite esta información, supone un verdadero problema" para el resto, informa Europa Press.

La agencia alimentaria holandesa (NVWA) niega esta acusación. Aduce que "no había indicaciones de la presencia de fipronil en los huevos ni de un potencial peligro para la salud", asegura el inspector general holandés Rob van Lint a la cadena RTL, por lo que no había necesidad de informar.

Según explica el experto, la NVWA sí sabía que el insecticida se estaba usando en granjas avícolas para combatir el ácaro en las instalaciones destinadas a gallinas ponedoras, pero no de que estuviera presente en los huevos.

Bruselas: una actividad criminal que debe sancionarse

Bruselas duda de la versión de la autoridad belga de seguridad alimentaria después de que después de que un contraperitaje revelara que la presencia de fipronil sobrepasaba el techo de "riesgo" para el consumo en una de las muestras y ha abierto una investigación para analizar si reaccionó tarde en el escándalo de los huevos contaminados.

Ayer mismo, el comisario europeo de Seguridad Alimentaria, Vytenis Andriukaitis, apoyó la aplicación de sanciones a los autores del fraude mostrando su compromiso para "cooperar" con los Estados miembros de la UE, informa Efe.


1/: talked w Ministers  @martijnvandam@ducarmedenis working closely together daily both on political & technical levels.

"Es de importancia capital que esa actividad criminal a nivel europeo se revele completamente y que se apliquen sanciones a quienes la hayan perpetrado", dijo el comisario en Twitter tras una conversación en la red social con los ministros de Agricultura de Alemania, Christian Schmidt; Holanda, Martijn Van Dam; y Bélgica, Denis Ducarme, en la que el comisario afirmó que está trabajando con esos países "a diario, a nivel político y técnico". "Estamos comprometidos y determinados a hacer todos los esfuerzos para lograr la transparencia, la coordinación y la cooperación entre Estados miembros", añadió.



2/: committed & determined to make every effort to enhance the transparency, coordination and cooperation between Member States.


3/ : utmost importance such criminal activity on European level is fully disclosed, penalties applied for those who perpetrate it.


Investigación policial  

La Comisión Europea también ha hecho énfasis en que los Estados miembros son los responsables "principales" de llevar a cabo las investigaciones necesarias para esclarecer las causas del escándalo y de tomar las "medidas adecuadas".

Hoy la Policía federal belga ha comenzado a hacer varios registros a empresas de desinfección que han utilizado el insecticida en la región de Flandes e igualmente se han llevado a cabo registros en granjas avícolas en Bélgica y Países Bajos, según ha señalado la Fiscalía belga en un comunicado recogido por la cadena francófona RTBF.

La cadena pública neerlandesa NOS también ha señalado que la Fiscalía holandesa ha dado orden de hacer diferentes redadas en una acción conjunta con las autoridades belgas. Las autoridades no han facilitado la identidad ni el número de empresas donde se llevan a cabo los registros.

"La Comisión Europea (CE), "continúa siguiendo los últimos acontecimientos sobre el caso del fipronil muy de cerca", afirmó el portavoz comunitario Daniel Rosario durante la rueda de prensa diaria del Ejecutivo comunitario.

Monsanto vendió por años un químico altamente contaminante a pesar de conocer sus efectos

Publicado: 10 ago 2017

Documentos demuestran que la multinacional continuó comercializando bifenilos policlorados (PCB) ocho años después de comprobar sus consecuencias tóxicas para la salud.
Yves Herman / Reuters  
Bill Sherman, fiscal general adjunto del estado de Washington, EE.UU., lleva adelante una demanda contra la multinacional Monsanto, hoy propiedad de la germana Bayer. El funcionario acusa a la empresa de haber producido y vendido durante años bifenilos policlorados (PCB), a sabiendas de sus efectos perjudiciales para la salud.

La demanda se asienta en más de 20.000 memorandos internos, minutas de reuniones, cartas y otros documentos que han salido a luz pública recientemente. La mayoría de ellos fueron obtenidos gracias a Posion Papers Project, una iniciativa que busca develar "la historia oculta" de la producción de químicos y pesticidas en EE.UU.

"Si son auténticos, estos registros confirman que Monsanto sabía que el PCB era dañino para el medio ambiente, y siguió vendiéndolo a pesar de ello", declaró Sherman al diario británico 'The Guardian'. La empresa "conocía los peligros, pero los escondió al público para obtener ganancias", añadió.

La compañía, quizá la mayor multinacional en el ramo agroalimentario, enfrenta no sólo la demanda del estado de Washington, sino también procesos judiciales iniciados por autoridades de otras localidades estadounidenses, como Spokane, Long Beach, Portland, San Diego, San José, Oakland y Berkeley. En caso de que ser encontrada culpable, la sanción recaerá sobre la empresa alemana Bayer, que compró Monsanto el año pasado.

Todo legal

Scott Partridge, vicepresidente de estrategia global de Monsanto, afirmó en el mencionado artículo de 'The Guardian' que "hace más de 40 años", su compañía "voluntariamente detuvo la producción y venta de PCB antes de cualquier requisito federal para hacerlo".

Según Partridge, durante los años en que esa sustancia se fabricó "era un producto legal y aprobado, utilizado en muchas aplicaciones útiles", por lo cual la empresa no tendría "ninguna responsabilidad por la contaminación causada por aquellos que usaron o descargaron PCB en el medio ambiente".

Falsas verdades

Efectivamente, el PCB no fue prohibido totalmente en EE.UU. hasta el año 1979, cuando se determinó que generaba distintos tipos de enfermedades -entre ellas cáncer- y daño ambiental. Monsanto había dejado de fabricar el producto en 1977. Sin embargo, la investigación del fiscal del estado de Washington descubrió que ya ocho años antes, en 1969, documentos internos de la empesa alertaban sobre estos peligros.

Uno de los informes de la compañía, titulado "Daños al sistema ecológico por contaminación de PCB", apuntaba que "la evidencia demuestra la persistencia de estos compuestos y su presencia en el medio ambiente". Sin mayores consideraciones epidemiológicas, se asentaba allí la posibilidad de que le fueran incoadas a la empresa "demandas directas", ya que los clientes que usaban el producto no habían sido "notificados oficialmente sobre efectos conocidos, ni [nuestras] etiquetas llevan esta información".
Finalmente, en sus conclusiones el documento brindaba tres posibilidades: "No hacer nada", "descontinuar la fabricación de PCB" o "responder de manera responsable", admitiendo la contaminación y tomando medidas al respecto.

Otros textos y documentos, revelados por investigaciones internas, hacen ver que la empresa decidió endilgar a las autoridedes gubernamentales de EE.UU. la responsabilidad de probar "caso por caso" y, entretanto, seguir vendiendo el producto durante otros ocho años, a pesar de ser el potencial causante de "un problema ecológico mundial".

El negacionismo de la contaminación electromagnética y la electrosensibilidad

AGOSTO 9, 2017 POR MAESTROVIEJO
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 Suele ocurrir con temas polémicos, poco conocidos y/o que tocan intereses industriales que sufren el negacionismo y la falta de comprensión. A veces es por ignorancia del problema y otras por insano escepticismo (dudar de todo hasta tener pruebas me parece sano pero dudar por sistema cuando hay pruebas te convierte en tonto útil de quienes quieren que ese problema no se conozca).

La llamada electrosensibilidad está producida por la cada vez mayor contaminación electromagnética a la que estamos sometidos en las sociedades modernas los afectados crecen, como cuentan desde la asociación Electro y Químico Sensibles por el Derecho a la Salud (EQSDS).

Una idea centra ese tipo de publicaciones: “la electrosensibilidad es una trastorno psicológico”. Para la asociación EQSDS:

Este tipo de informaciones suponen un perjuicio para un colectivo de personas enfermas que están luchando por mejorar su salud, conseguir reconocimiento y ayudas para su supervivencia y que precisan de la comprensión de su entorno para alcanzar las adaptaciones necesarias a su condición de discapacidad”.

Y se quejan, con razón, de que no se suele ir a la fuente original en informaciones de ese tipo ni suelen contar con su experiencia; todo por los enfermos pero sin los enfermos.

Les llama también la atención que este tipo de artículos periodísticos sistemáticamente eluden ofrecer el punto de vista de los médicos e instituciones que reconocen este síndrome y que están alertando del problema de salud que representa la contaminación electromagnética.
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Aunque somos conscientes -aseguran- de que la existencia de la electrosensibilidad viene a poner en duda la seguridad de la telefonía móvil, un negocio que mueve en el mundo dos billones de dólares al año, no deja de causarnos sorpresa y estupor el tratamiento tendencioso que, desde un supuesto punto de vista científico, se ha dado a la noticia en algunos medios de comunicación”.

Y es que medios que presumen de realizar un periodismo de calidad publican artículos en los que se niega la existencia de la hipersensibilidad electromagnética y se desacredita a las personas que la padecen, omitiendo la base científica que la avala y dificultando las medidas a tomar para su adecuado tratamiento.

Los médicos que tratan habitualmente a personas electrosensibles de manera sistemática y con los protocolos adecuados, ven como los pacientes mejoran cuando consiguen vivir en un entorno con niveles muy bajos de contaminación.

También hemos observado como algunos médicos que se dedican a opinar sobre este tema no han tratado a personas con electrohipersensibilidad y algunos incluso no se dedican a la práctica clínica“, cuentan.

Actualmente hay decenas de miles de investigaciones que encuentran efectos biológicos en los niveles de exposición a los que estamos expuestos en la actualidad. Cientos de investigadores de todo el mundo expertos en bioelectromagnetismo alertan de posibles riesgos.

Un porcentaje elevado de las investigaciones científicas están financiados por la industria de telefonía móvil y los resultados de estas investigaciones coinciden con sus intereses. Algunas instituciones internacionales de referencia están en el punto de mira por denuncias de conflictos de interés, al estar sus decisiones muy mediatizadas por la industria.
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Los gobiernos son reacios a aplicar medidas de precaución que pudieran suponer un freno a la actual y rápida expansión de las tecnologías inalámbricas, así como a aumentar el gasto en prevención y tratamiento de estas nuevas enfermedades.

Los grandes medios de comunicación no parecen interesados en debatir sobre las implicaciones para la salud de las nuevas tecnologías inalámbricas.

Cunde la negación sistemática del problema, el negacionismo. Sin darse cuenta, al parecer, quienes lo promueven que así le hacen el juego a las industrias y lastran la posible curación o mejora de la calidad de vida de quienes están afectados.

Afortunadamente existen investigadores independientes, médicos comprometidos y jueces dispuestos a reconocer sus derechos a los damnificados por la otra cara de este progreso, un tipo de contaminación que no se ve pero que tiene demostrados efectos en la salud.

Es necesario difundir toda la información científica sobre los riesgos de la exposición crónica a campos electromagnéticos, realizar un consumo consciente y desarrollar políticas de salud pública.