lunes, 23 de septiembre de 2019

La contaminación de alimentos por plásticos y de los cosméticos por nanopartículas

Por Miguel Jara 19 de septiembre de 2019

Dos noticias recientes traen a la actualidad de nuevo los impactos en la salud humana de la contaminación por productos que utilizamos a diario. Por un lado todo tipo de plásticos, usados incluso en la alimentación y por otro el asunto de las nanopartículas, muy utilizadas en productos cosméticos y de higiene personal cotidianos. Os lo cuento.

Un nuevo estudio sobre productos plásticos de amplio uso confirma la toxicidad del contenido químico de los mismos. Se trata del trabajo científico más completo sobre la toxicidad de los productos químicos presentes en los productos plásticos hasta la fecha y se ha publicado en Environmental Scienceand Technology bajo el título de «Evaluación comparativa de la toxicidad in vitro y la composición química de los productos plásticos de consumo».

Los investigadores analizaron 34 productos cotidianos muy utilizados fabricados con plásticos, incluidos productos que entran en contacto con alimentos, como botellas de agua mineral, envolturas de alimentos y botes de yogur.

Este análisis cubre ocho tipos principales de polímeros: cloruro de polivinilo (PVC), poliuretano (PUR), tereftalato de polietileno (PET), poliestireno (PS), polipropileno (PP), polietileno de alta densidad (HDPE), polietileno de baja densidad (LDPE) y ácido poliláctico (PLA).

Los investigadores encontraron compuestos tóxicos en la mayoría de los extractos plásticos y dieron prioridad en su trabajo a los productos químicos cuya composición es más tóxica.

Entre los hallazgos está que el 74% de los extractos de plástico contenían productos químicos que desencadenan al menos un efecto tóxico relevante para la salud humana (el estrés oxidativo, la citotoxicidad, la estrogénesis o la antiandrogenicidad).

Los productos de consumo de plástico populares pueden contener productos químicos disruptores endocrinos (que imitan a nuestras hormonas) y los productos químicos utilizados actualmente en los artículos y materiales plásticos en contacto con alimentos pueden ser tóxicos para la salud humana.

Según la Alianza de Salud y Medio Ambiente (HEAL), las prioridades urgentes incluyen el lanzamiento por parte de la Comisión Europea de una nueva estrategia sobre disruptores endocrinos, una actualización de la regulación de materiales en contacto con alimentos y un cambio en el enfoque de la regulación de plásticos.

Relacionado con esto de la contaminación por productos de uso cotidiano, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha remitido una carta a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) para solicitar una investigación que permita conocer a fondo las características de cada nanopartícula y descartar posibles riesgos para el consumidor.

Las nanopartículas son partículas de pequeñísimo tamaño (de 1 a 100 nanómetros y un nanómetro es una mil millonésima parte de un metro o la millonésima parte de un milímetro) que se comportan de manera distinta a otros materiales similares que no están en forma nano.

En el caso de los cosméticos, se usan en cremas solares, antiarrugas, hidratantes, dentífricos o esmaltes de uñas, en forma de nanoemulsiones, liposomas, nanocápsulas o polvos micronizados. La OCU cree que la presencia de nanopartículas en cosméticos debe ser una mención obligatoria en el envase de todos los productos con nanopartículas y que las infracciones de las normas de etiquetado deben sancionarse.

OCU advierte que el riesgo más claro está en la inhalación y desaconseja utilizar nanomateriales en aerosoles y pulverizadores que pueden quedar en el aire. En línea con lo anterior de HEAL, considera que la legislación sobre sustancias químicas en la Unión Europea (UE) debe adaptarse para poder evaluar específicamente estos nuevos materiales.

Estas nanopartículas mejoran la estabilidad de ingredientes como vitaminas, antioxidantes, ácidos grasos, o fragancias. Además, aumentan la fotoestabilidad, eficacia y tolerancia de varios filtros ultravioletas y hacen que algunos productos, como las cremas solares, sean más fáciles de aplicar. OCU advierte que actualmente no es posible establecer la total inocuidad de estas nanopartículas.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

Los electrosensibles temen la llegada de la tecnología 5G

16/09/2019 - Raphael Morán - @raphamoran
Un teléfono compatible con la telefonía 5G. REUTERS/Arnd Wiegmann
Una pequeña franja de la población francesa afirma sufrir de la presencia de las ondas electromagnéticas de los celulares. Tras batallar contra las antenas de television digital y contra la generalización del wifi, ahora piden que se limite la instalación de las antenas 5G.  

Es un mal invisible, impalpable y no reconocido por la ciencia actual. Los electrosensibles, o electro hipersensibles (EHS) afirman que las ondas electromagnéticas de los objetos de nuestra vida cotidiana -wifi, teléfonos móviles- les causa dolores insoportables. Algunos afirman incluso que no soportan el efecto de las estufas eléctricas.

De momento, es imposible saber cuántas personas padecen este tipo de síntomas. Un estudio de 2018 de la agencia científica estatal francesa ANSES (Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación, del Medio ambiente y del Trabajo) estima que hasta el 5% de la población total podría ser electrosensible.

Estos síntomas han inspirado hasta los productores de la serie de Netflix “Better Call Saul” para un par de escenas tragicómicas. El personaje Chuck McGill, hermano del protagonista, vive recluido en su casa para protegerse de las ondas electromagnéticas y se cubre con una manta de supervivencia cuando su hermano se acerca con su celular.

RFI documentó el calvario de los electrosensibles franceses, ignorados o tratados como locos.

A mediados de septiembre, el colectivo Priartem que ayuda a las personas que se autodefinen como electrosensibles, se reunió al sur de París, en Etampes. Para acudir a la cita, lejos de las zonas urbanizadas, recibimos la instrucción de apagar nuestro celular y dejarlo en el auto.

En una pradera rodeada de árboles, un centenar de personas electrosensibles como Natalia se reunieron para intercambiar consejos sobre cómo aguantar la vida en la era de los teléfonos inteligentes. “Me han diagnosticado electro hipersensibilidad hace un año”, cuenta Natalia, una franco-española. “Hay momentos en los que me puedo sentir mal: me pasó en una reunión en el trabajo. Me sentí fatal, tenía ganas de vomitar, tenía la sensación de tener una pieza de plomo en la cabeza y me di cuenta de que había wifi justo delante de la sala”, cuenta a RFI.

Lo que dice la OMS

En su página oficial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define este mal como una serie de síntomas que algunas personas atribuyen a los campos electromagnéticos.

Los síntomas van desde problemas dermatológicos hasta dificultades para concentrarse, sensación de quemadura, o cansancio. Pero estos síntomas no corresponden a ninguna patología probada ni reconocida, dice la OMS. En otras palabras, no hay pruebas científicas de que las ondas de nuestros aparatos de comunicación pueden causar este tipo de síntomas. Y tampoco hay diagnósticos o protocolos médicos para tratar a los electrosensibles.

Escuche testimonios audios de electrosensibles:


En cambio, el médico francés Frédéric Greco, anestesiólogo del hospital de Montpellier, reconoce la electrosensibilidad. “Son los individuos que presentan síntomas clínicos cuando están en contacto con una fuente electromagnética. Todos somos electrosensibles. Si lo expongo a una radiación electromagnética, podremos detectar anomalías en sus células sanguíneas, aunque quizá no sienta ninguna molestia. En cambio, tenemos cerca del 3% de la población que puede sentir una molestia, una sensación de quemadura, un malestar al momento de utilizar un teléfono, si está cerca de una fuente de wifi o de una antena de telefonía móvil. En cuanto a los electro hipersensibles, ellos son sensibles a todas las frecuencias”, dijo a RFI.

Ante la ausencia de respuestas científicas, los electrosensibles buscan ellos mismos las soluciones para atenuar su mal. Estos son algunos de los métodos de los que nos hablaron los electrosensibles.

El medidor de ondas

Natalia tiene en sus manos un pequeño aparato gris, que mide el nivel de ondas en un punto dado. “Es indispensable para un EHS. Capta el electro smog, las ondas que vienen de todas las direcciones. Aquí no hay nada, estamos en 0,007 voltios por metro. Y si prendemos el celular, llegamos a 1,2 v/m, estamos en la zona roja.”
La manta antiondas

Numerosas personas que se dicen electrosensibles logran atenuar el efecto dañino de las ondas con ropa técnica, hecha con tejidos especiales de hilo de plata o algodón. Evelyne, una francesa de unos cincuenta años, nos enseña su gorro, su sweater e incluso una manta con la que se cubre totalmente para, dice, limitar el efecto de las ondas electromagnéticas.

Blindar su casa

“Vivo en una casa parcialmente blindada”, explica por su parte Manuel Hervouet, presidente del colectivo de enfermos electrosensibles de Francia. “Tengo paredes pintadas con una pintura que contiene grafito que bloquea el paso de las ondas. Es una tecnología militar, pero toda la información está en internet”, dice a RFI. Manuel es una de las personas que ha obtenido del sistema de salud francés una indemnización por sus síntomas de electrosensibilidad.

“Yo era informático y estuve muy expuesto a las ondas de las antenas de celulares y de televisión. En 2009 desarrollaron la televisión digital cerca de mi oficina y me enfermé. Empezó con dolores de cabeza, y si prolongaba exposición a las ondas, tenía una sensación de embriaguez, de mareo, problemas de concentración, una presión en el pecho. Llegué a olvidar las cosas como la ubicación de mi coche. Obtuve un reconocimiento de minusvalidez. La medicina del trabajo me declaró ‘trabajador con incapacidad’”, cuenta.

Vivir lejos de las ciudades

La solución más radical consiste, para los electro hipersensibles, en alejarse de las zonas cubiertas por la telefonía celular. Cuevas, valles montañosos aislados o pueblos perdidos como Saint-Julien-en-Beauchêne se han convertido en refugios para los electrosensibles. La ciudad de Zurich estrenó por su parte en 2013 una residencia construida especialmente para evitar las ondas electromagnéticas.

Tratar los síntomas

A nivel médico, el doctor Frédéric Greco, que padece también electrosensibilidad, constata que existe un déficit de atención. “Hasta ahora, a las personas electrosensibles se les recomendaba evitar el contacto con las radiaciones electromagnéticas y se les proponía un seguimiento psicoterapéutico. Pero los resultados no son satisfactorios. Porque la electrosensibilidad es una patología neurológica”, afirma.

“El tratamiento recomendado consiste fundamentalmente en dejar de exponerse a la radiación electromagnética, dormir en un lugar protegido y comer sanamente. Y luego, a veces se recetan medicinas para atenuar los síntomas de los pacientes”, dijo el doctor Greco a RFI.

Francia prohíbe el wifi en las guarderías

Las múltiples alertas de organizaciones de consumidores, así como como un informe de la OMS que estima que el uso muy intenso del teléfono celular podría causar tumores, ha llevado a los legisladores a adoptar recomendaciones. El Consejo de Europa recomienda desde 2009 limitar a 0,6 voltios por metro la exposición a las ondas. Francia prohibió la instalación del wifi en las guarderías.

Y el año pasado, un informe de la ANSES dio un paso adelante hacia el reconocimiento de problema. Tras consultar a decenas de médicos y especialistas del sector, los autores del informe recomiendan mejorar la atención médica de las personas electrosensibles, pero no reconoce oficialmente esta patología.

La 5G, la nueva batalla

Para los electrosensibles, la próxima batalla será la de la tecnología móvil 5G que permitirá el control remoto de objetos como los autos.

“La gente nos solicita cada vez más desde que se planea instalar antenas de 5G. No sabemos cómo se desarrollarán, en qué condiciones ni de qué forma se hacen los test”, alerta Pierre-Marie Théveniaud, presidente de la asociación civil francesa Robin des Toits, famosa por su batalla contra las antenas móviles.

“Tratamos de informar a la gente porque con la 5G vamos a recibir una exposición total y permanente a las ondas. Los operadores móviles explican que con las nuevas antenas 5G, la radiación va a dirigirse hacia cada celular directamente. Ya no habrá radiaciones multidireccionales que riegan un perímetro como ahora. Entonces los operadores dicen que habrá menos exposición a las radiaciones ya que cada celular se conectará a la mejor señal.”

Los electrosensibles esperan con ansias un nuevo informe gubernamental francés sobre el asunto. Las antenas de telefonía móvil 5G deberían ser desplegadas a partir del año próximo en Francia.

sábado, 14 de septiembre de 2019

La lucha por visibilizar el daño invisible en Tarifa

Victoria, una vecina de la localidad tarifeña electro y químico sensible, abandera una cruzada llena de obstáculos en busca de zonas blancas
VICTORIA, EN UNA DE LAS FOTOS PREMIADAS. CARMEN SAYAGO
Rubén Rosón CAMPO DE GIBRALTAR 12/09/2019

Una vecina de Tarifa, Victoria, vive una dura situación en un municipio en el que busca una zona blanca, libre de radiaciones electromagnéticas. Se trata de una mujer electro y químico sensible, afectada además por el síndrome de sensibilidad química múltiple, que hace que no pueda estar expuesta a numerosas sustancias de lo más común, además de las propias ondas de telefonía, wi-fi, etc. Todo ello le causa importantes daños, entre ellos su sistema inmune, y la hace vivir prácticamente encerrada en casa.

A lo largo de los últimos años Victoria se ha convertido en la abanderada de la lucha por dar a conocer una situación que afecta a más personas de las que pueda parecer y por lograr una Tarifa “sin radiación, pro-vida y salud”, como indica la protagonista.

Su lucha por dar a conocer este problema de salud le ha llevado a realizar un cortometraje, además de otros trabajos con los que colabora y en especial, ser una de las protagonistas de un reportaje de la fotógrafa Carmen Sayago que logró ser finalista en el Premio Internacional Luis Valtueña de fotografía humanitaria, certamen de fotoperiodismo que convoca Médicos del Mundo, que se expuso en Caixa Fórum Madrid, donde se leyó una carta de la propia Victoria denunciando su situación y la del colectivo de afectados.

Gracias a los apoyos que ha ido recabando a lo largo de los últimos cinco años, cuando ha desarrollado su lucha contra la proliferación de antenas wi-fi en la localidad, ha logrado ir adaptando su “casa-hospital”, como ella la llama. “Llegué a tener que estar, dentro de casa, en una estructura de dos por dos metros como blindaje, como en un zulo, para protegerme de agresiones intencionadas con ondas wi-fi”, como ha denunciado la plataforma Tarifa Sin Radiación.

Sin embargo, los pasos que ha dado para mejorar las condiciones de su casa se han complicado. En este tiempo su campaña contra las radiaciones le ha convertido en objetivo de presiones y de acoso que incluso la han llevado al borde del desahucio que estaba previsto para este viernes, pero que ha logrado que sea aplazado hasta noviembre. “Empecé esto por la salud de Tarifa y no solo hay gente que no me ha entendido, sino que me ataca de forma intencionada. Me han amenazado con tirarme lejía”, narra tras haber sido víctima de insultos, amenazas y agresiones.

“Sólo busco un sitio protegido”, expresa Victoria, que explica que no sospechaba, cuando comenzó con su lucha, que le haría pasar por tanto. No solo ha pagado ella las consecuencias, sino que incluso muchos de los que se han acercado a ayudarla también se han visto acosados, señala. “Intentan aislarme y dejarme sola”, apunta, pero siempre se ha visto respaldada e incluso el colectivo de electro y químico sensibles a nivel nacional la ha convertido en uno de sus referentes y en ejemplo de lucha.

Además del inconveniente que supone abandonar un hogar adaptado a su situación, Victoria lamenta la falta de alternativas que existen. “No me pueden hospitalizar porque hasta los hospitales están llenos de maquinaria que funciona con ondas electromagnéticas”, apunta, de ahí la necesidad de zonas blancas para poder tener las condiciones de vida necesarias.

Pero por encima de las vicisitudes personales que ha padecido y padece, lo que más lamenta Victoria es la incomprensión y el desconocimiento que existe en torno a su afección. Lejos de tratarse de algo obsesivo o psicológico, como han malinterpretado en muchas ocasiones, “se trata de algo físico, porque aunque las ondas o los productos químicos no se vean ni se puedan tocar, el daño que me producen es físico”, explica, como avalan numerosos estudios e informes disponibles en la web de la EQSDS (Electro y Químico Sensibles por el Derecho de la Salud).

De hecho, Victoria posee la tarjeta de discapacidad, una discapacidad reconocida del 65%. Sin embargo, tanto ella como los colectivos de personas afectadas echan en falta la protección de las instituciones. “El sistema no nos integra, como sucede con cualquier tipo de discapacidad, a pesar de estar plenamente reconocida”, reivindica.

Esa valentía y el hecho de haberse convertido en una de las abanderadas de esta causa le animan a no rendirse y proseguir con su lucha, ganando apoyos a base de tesón para conseguir zonas blancas para unas condiciones de vida dignas.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Electrosensibles. Los nuevos refugiados ambientales

Por Carlos Alvarez

A pesar de los pronunciamientos del Parlamento Europeo y de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ningún país europeo a excepción de Suecia ha reconocido la electrosensibilidad.

Denunciada ante la ONU la vulneración de derechos que sufren los y las electrosensibles.

Un afectado de Madrid ha remitido a la relatora especial sobre Derechos Humanos de las personas con discapacidad de la ONU una carta de denuncia ante la grave situación en la que se encuentran las persona electrosensibles

A pesar de los pronunciamientos del Parlamento Europeo y de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ningún país europeo a excepción de Suecia ha reconocido la electrosensibilidad, ni tomado medidas para proteger a las personas que la sufren.

En España el Defensor del Pueblo Vasco en 2012 emitía una declaración alertando de la grave situación que se está produciendo con las personas que padecen los Síndromes de Sensibilidad Central, incluida la electrosensibilidad.

Las personas aquejadas de electrosensibilidad sufren un síndrome de intolerancia a los campos electromagnéticos, entre los que se encuentra la radiación emitida por antenas y otros aparatos de transmisión como teléfonos móviles y wifis. Muchos afectados también padecen Sensibilidad Química Múltiple, Síndrome de Fatiga Crónica o fibromialgia, todas ellas englobadas en los Síndromes de Sensibilidad Central.

La proliferación de emisiones electromagnéticas en los últimos años ha hecho que los afectados cada día tengan mayor dificultad para encontrar sitios en los que poder estar sin sufrir los síntomas de salud asociados a las exposiciones.

En 2013 el realizador francés Marc Khanne presentaba la película Buscando desesperadamente Zona Blanca, en la que tras acompañar durante 3 años a 60 electrosensibles, documentaba las enormes dificultades y limitaciones a las que se tienen que enfrentar estas personas afectadas.

Algunos afectados han perdido su trabajo y han tenido que abandonar su hogar buscando lugares apartados con menores niveles de contaminación electromagnética. Lo dramático de su situación ha hecho que algunos expertos estén hablando de “refugiados tecnológicos”, dentro de la categoría de los refugiados ambientales. Existen comunidades como Green Bank, al amparo de la normativa que restringe las emisiones en el entorno de los radiotelescopios, a las que acuden estos refugiados tecnológicos.

La situación de tortura a la que se ven sometidos estos enfermos ambientales es posible por la negación de la electrosensibilidad. Las compañías de telecomunicaciones financian investigaciones científicas que niegan los peligros de los campos electromagnéticos y el carácter real de la electrosensibilidad, e influyen en organismos y comités encargados de velar por la seguridad electromagnética de la población. De este modo, los electrosensilbes se encuentran con la incomprensión y la falta de ayudas frente a la presencia constante de un elemento medioambiental que les causa muy dolorosos e incapacitantes síntomas de salud.

La instalación de sistemas de radiofrecuencia en el transporte colectivo y los edificios públicos ha significado que estas personas de hecho tengan negados servicios públicos básicos como la sanidad y la educación, al no darse las condiciones necesarias para su accesibilidad. Las relaciones sociales y familiares de los electrosensibles se encuentran seriamente dificultadas. Algunos de estos afectados sobreviven en hogares invadidos por la radiación, que no son aptos a su condición de salud, en situaciones de gran sufrimiento físico, precariedad y aislamiento social. En algunos casos la única salida para estas personas es el suicidio.