sábado, 29 de septiembre de 2012

"No quiero que los agrotóxicos maten más bebés"

Sofía Gatica, luchadora contra los agrotóxicos

"No quiero que los agrotóxicos maten más bebés"

Tengo 45 años. Nací y vivo en Argentina. Soy ama de casa. Estoy casada y tengo tres hijos, de 14 a 21 años. Me llaman revolucionaria. No soy muy religiosa. Mi hija Nandy murió por fumigaciones con agrotóxicos en sembrados de maíz. Mi hija tendría ahora 16 años.


Qué tiene usted contra los agroquímicos?

¡Mataron a mi hijita!

¿Cómo murió?


A los ocho meses de mi embarazo, la niña padecía una malformación del riñón. Los médicos creyeron poder operarla al nacer, pero Nandy murió con tres meses.


Lo lamento.
El médico me la puso en brazos: "Agárrela, que aún está calentita. Pero está muerta".


Cruel.


¡Yo la quería viva! No he dejado de pensar en ella ni un día: Nandy tendría hoy 16 años.


¿Cuál fue el diagnóstico?


Malformación congénita. Sin más explicaciones, regresé a casa. ¡Pero no me resigné!


¿Qué hizo?


Darle vueltas a la cabeza. Mi barrio, Ituzaingó, muy humilde, en las afueras de Córdoba (Argentina), colinda con amplias extensiones de soja transgénica, fumigadas dos veces al año con un herbicida...


Ya.


Al poco, murió el bebé de Susana, una vecina. Y descubrí que no eran casos únicos.


¿Relacionó muertes y fumigaciones?


Recorrí casa por casa y pregunté...


¿Y qué encontró?


Niños con leucemias, tumores diversos, cánceres varios (mama, riñón, intestino, recto...), dolencias respiratorias, intestinales y neuronales, vértigos, patologías dermatológicas... Y malformaciones embrionarias y daños en los órganos reproductores.


¿Y empezó a sospechar?


Mi vecina Ángela me contó que después de cada fumigación, dos entre noviembre y febrero, a su hijo le pasaba algo extraño...


¿Qué le pasaba?


Se quedaba con los músculos paralizados, sin poder moverse, y con los ojos en blanco, vueltos hacia atrás. El médico aliviaba al chico y se recuperaba..., pero recaía coincidiendo con cada fumigación.


Y ahí sí estableció una conexión.


Nos juntamos 16 madres, vecinas del barrio, con enfermedades sospechosas en casa. Marcamos en un mapa nuestras casas, direcciones, nombres, edades, enfermedades...


¿Para qué?

Lo enviamos al Ministerio de Salud, para que lo investigasen. Ni caso. Fue en el 2002.


¿Cómo se lo tomó usted?


Salí a la calle, me manifesté, pedí ayuda, y la televisión me entrevistó. El ministerio determinó que el agua corriente estaba contaminada. La cortó. Todo el barrio quedó sin agua. ¡Más de 5.000 habitantes sin agua!


Lo solucionarían rápido, supongo.


¡Los vecinos estaban desesperados! Me quejé al ministerio y me propusieron un acuerdo: colocarían válvulas y filtros nuevos y yo renunciaba a acciones judiciales. ¡Firmé!


¿Por qué?


¡Lo primero era que la gente tuviese agua! Los vecinos, agradecidos, se sumaron a mi causa. Y el ministro encargó otro estudio.


¿Con qué resultado, esta vez?


Jamás se publicó. Y una noche llamó a la puerta de mi casa un desconocido. Quería hablar conmigo. ¡Era uno de los médicos que habían participado en el estudio!


¿Y qué le dijo?
"¡Señora, váyanse de este barrio, que se están muriendo todos!". Era el doctor Mario Carpio.


Qué miedo, oír eso...


Encargamos otro estudio y afloraron 300 casos de cáncer en una población de 6.000 personas. El gobierno contraatacó con otro, según el cual estábamos sanos. Y decidimos mostrar a nuestros enfermos en público...


Es usted una luchadora.


La lucha sigue. El gobierno municipal, previo estudio, declaró el barrio "inhabitable", y el gobierno central replicó que ese estudio era infundado.


Qué cascada de estudios e informes...


La presidenta Cristina Fernández de Kirschner ha encargado otro: hay un 33% de muertes por cáncer, y un 80% de niños tiene más agrotóxicos en sangre de lo normal.


¿Cómo llegan esas sustancias al cuerpo humano?


Los suelos están contaminados. Y las aguas. Y el aire, en la temporada de fumigaciones.


¿Qué sustancias son contaminantes?


Glisofato, en el herbicida más vendido en el mundo, de la multinacional Monsanto.


¿No podrían cambiar de herbicida?


La soja transgénica está diseñada para resistirlo, y hay que usar este. ¡Y esa soja la importan ustedes para alimentar a sus cerdos!


¿Toda?


Toda la importan ustedes. También ustedes tienen maíz transgénico Mon 810: 100.000 hectáreas, la mitad en Catalunya.


¿Debo preocuparme?


La alteración genética del maíz genera tóxicos. Y con ese maíz se hace pienso para cerdos, igual que con la soja transgénica argentina. ¡Y el cerdo se lo come usted!


Habrá que encargar otro informe...


He denunciado en la Casa Blanca este genocidio encubierto, y tengo una carta timbrada del propio presidente Obama: "Nada puedo hacer legalmente, pero les animo a seguir luchando".


Algo es algo.


El Parlamento de la Unión Europea prohibirá el glisofato en el año 2015. ¿Por qué no ya, y así evitará muertes de europeos?


¿Ha logrado usted algo en Argentina?


Que se prohíba fumigar a menos de 2,5 kilómetros de poblaciones, pozos o escuelas. ¡Alguna niña como Nandy no morirá!

Transgénicos

Sofía Gatica ha sido galardonada con el premio Ambiental Goldman, el Nobel del Medio Ambiente. Escucho su testimonio de madre luchadora contra herbicidas y plaguicidas que podrían ser dañinos para la salud humana, como afirma que sucedió con su hijita. La controversia sobre perjuicios o inocuidad de los cultivos transgénicos continúa en Europa, con resultados opinables. Juan Carrasco (Juanfe36@gmail.com), experto independiente en agricultura y bioteconología, acompaña a Gatica y me informa de que se vierten cincuenta millones de litros de agrotóxicos en campos argentinos. Y me asegura que el ministro Cañete promueve el uso de semillas transgénicas. Le preguntaré.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20120929/54351322830/la-contra-sofia-gatica.html

Síndrome de Fatiga Crónica II, la enfermedad de las mil causas

Síndrome de Fatiga Crónica II, la enfermedad de las mil causas (Foto: REVISTA NUEVA)
Ya analizamos el Síndrome de Fatiga Crónica desde sus orígenes sicológicos. Ahora vamos con las causas físicas. Sus síntomas se mimetizan con los de otras enfermedades y es usual que las razones de su aparición no dejen huella en los exámenes médicos.

Para muchos, la enfermedad es un síntoma de salud. Aseguran que a través de la primera, el organismo humano comienza a elaborar su propio lenguaje “para contar”, realmente, cómo se encuentra. Lo cierto es que nuestro propio lenguaje es tan viejo, que ya nadie sabe con certeza cómo o quién lo inició. Y desde siempre, todo lo que pasa a nuestro alrededor ha sido narrado con palabras dichas o escritas.

Pero en los últimos tiempos, al parecer la gran mayoría tiene problemas de comunicación con alguien. No importa qué tan novedosos sean los celulares o qué tan ancha sea la ‘banda’; la mayor parte de las veces la interrupción en el canal es prolongada.

Algo así pasa con las personas que sufren Síndrome de Fatiga Crónica (SFC). Aunque su cuerpo sigue comunicándose a través de los síntomas -precedidos por un cansancio extremo y prolongado en el tiempo-, no les deja saber a ciencia cierta qué está fallando.

Algunas veces, sin importar si son sofisticados los exámenes o amplios los recursos médicos, la enfermedad avanza e incapacita a la persona de tal forma que rutinas diarias como vestirse constituyen una verdadera odisea. Algunos pacientes llevan meses enfermos. A otros, les cuestan más de diez años de su vida encontrar la causa y cuando la resuelven logran superar el síndrome. Por eso, una actitud positiva al respecto y el apoyo incondicional de la familia y amigos, es indispensable en la recuperación.

Pescando en río revuelto

Hace algunas ediciones hablamos sobre las causas sicológicas que influyen en este padecimiento. Ahora, en esta segunda parte, quisimos analizar las razones biológicas que pueden conducir a un diagnóstico de Síndrome de Fatiga Crónica.

“Es la falta de energía que se siente de manera constante y que perdura varios meses sin tener una explicación muy clara desde el punto de vista médico o sicológico. Pero lo importante es revisar todas las posibles causas asociadas, asegura el doctor Carlos Alfonso Builes, médico endocrinólogo de adultos y docente de Endocrinología en la Universidad de Antioquia.

Infecciones como la tuberculosis y el VIH, trastornos neurológicos como la esclerosis múltiple o problemas hematológicos como la anemia, deben tenerse en mente a la hora de diagnosticar a un paciente con falta de energía”.

Sin embargo, la comunidad científica lleva más de 20 años buscando una respuesta certera sobre este síndrome. Y aun así, la última palabra parece alejarse al mismo lugar en el que reside el porqué de nuestra fallida comunicación, a pesar de los Iphone y la increíble labor social de Skype.

Por supuesto, eso no significa que si a una persona le diagnostican o sufre de este mal hace algún tiempo, esté totalmente perdida. El abordaje médico es claro, y son muchos los casos en los cuales se han hallado causas orgánicas curables.

De ‘la fatiga’ al síndrome

“En mi especialidad hay una serie de causas relacionadas. La primera, y la más importante, es el hipotiroidismo. El mal funcionamiento de la tiroides hace que la persona pierda su chispa, su capacidad de pensar y de concentrarse, y siente que su motor trabaja a media marcha, asegura nuestro asesor médico.

El hipertiroidismo también pone al cuerpo en un acelere que lo fatiga. El corazón trabaja rápido aun en reposo, los músculos se desgastan, hay pérdida de peso, aumento de las deposiciones y, a veces, incluso crece la parte anterior del cuello”.

Así mismo, faltantes muy frecuentes en las víctimas del cansancio eterno son vitaminas y minerales como la D, B12, el hierro y el calcio. Es bien sabido que la primera se produce con la exposición al sol y que tiene la importante labor de ayudarnos a extraer el calcio de los alimentos que comemos. Por lo tanto, cuando no tenemos suficiente cantidad, se produce un cansancio extremo acompañado de diversos dolores musculares.

Volviendo al tema endocrinológico, la ausencia de hormonas sexuales, específicamente en los hombres la falta de testosterona, puede causar debilidad, cansancio y disminución de la fuerza muscular y en el desempeño sexual.

Otra razón se da cuando la hormona cortisol no se produce bien. Por ejemplo, la persona puede sufrir de cansancio o fatiga permanente; se le baja fácil la presión arterial y no regula bien las sales de su cuerpo, así que disminuye el sodio y sube el potasio. Y por otro lado, el exceso de esta hormona puede generar ganancia excesiva de peso sin un motivo explicado en la dieta o en el sedentarismo. Es posible que cause estrías de más de un centímetro en el abdomen, brazos o muslos, e incluso depresión y ansiedad”.

No parece gratuito que las mujeres sean las preferidas por el SFC, pues además de tener más predisposición a las enfermedades autoinmunes (hipotiroidismo, insuficiencia renal, entre otras), la menstruación y la menopausia aumentan los riesgos de contraerla, pues la pérdida mensual de sangre y el revolcón hormonal son demasiado exigentes para el cuerpo.

Y en el caso de los hombres…

Ante lo anterior, es necesario decir que no no todo es color rosa para los caballeros. En ellos es más común la fatiga asociada a la obesidad y a la apnea del sueño. Los pacientes ven pasar sus días fatigados y se quedan dormidos en cualquier oportunidad.

De acuerdo con el doctor Carlos Alfonso Builes respecto al diagnóstico y al tratamiento del Síndrome de Fatiga Crónica en hombres y mujeres, “lo más importante es hacer un estudio juicioso de la causa, porque si se encuentra y es corregible, aunque el paciente lleve años con la fatiga podría volver a recuperarse, prácticamente hasta en un ciento por ciento.

Cuando hay causas psiquiátricas, los tratamientos no dan muchos resultados. El paciente con una verdadera fatiga crónica, en quien se han descartado muchas otras causas de fatiga y se llegó a la conclusión de que tiene síntomas mentales, va a tener terapias de apoyo y tratamientos antidepresivos, pero no necesariamente va a mejorar al ciento por ciento”, asegura el especialista.

Recomendaciones clave

- Es muy importante seguir una dieta balanceada, escasa en harinas y grasas. Además, consumir agua abundante y recibir el sol entre 10 y 15 minutos en horarios oportunos (no entre las 12 del día y las 3 de la tarde).

- Ejercitar la mente con sudokus, sopas de letras, leer un libro, mantenerse activo mentalmente.

- Tener un buen soporte social y familiar es uno de los factores clave para alejarse de esos cuadros médicos.

- ¡Indispensable! Hacer deporte. Se recomienda caminar en una piscina o nadar incrementando la duración y la intensidad en la medida en que el cuerpo lo permita. La idea es alcanzar de 30 a 40 minutos, al menos cinco días a la semana.

- “A las personas fatigadas: ojo con los trastornos del sueño, cuidado con la vida agitada. Se debe tener una higiene del sueño, dormir de seis a siete horas, pero adecuadamente. 

Recuerden que la cama no es para estudiar, trabajar ni comer”, aconseja el doctor Carlos Alfonso Builes, médico endocrinólogo de adultos y docente de Endocrinología en la Universidad de Antioquia.

- A pesar de la incertidumbre generalizada frente a las razones de aquella fatiga que incapacita y les cambia la vida a sus portadores, en una cosa están de acuerdo todos los investigadores: ser optimista frente a la recuperación y buscar alternativas de relajación… estos pueden ser ingredientes importantes para dejar de padecerla.

Para tener en cuenta

La falta de vitamina B12 produce, en casos extremos de anemia, una alteración en la sensibilidad de las piernas, mala memoria y trastornos en el aprendizaje.

La menopausia hace a las mujeres más propensas a sufrir fatiga crónica. Pero también hay otros factores importantes como la predisposición a enfermedades autoinmunes, como la insuficiencia renal y el hipotiroidismo.

El cuerpo tiene mecanismos de adaptación, pero cada día la vida es más difícil. Los familiares de quien sufre fatiga crónica creen que está muy enfermo, incluso demente, pero se revierte la causa y esa persona vuelve a florecer.

Una recomendación: siga una dieta balanceada, escasa en harinas y grasas. Además, consuma agua abundante y reciba el sol entre 10 y 15 minutos, en horarios oportunos.

¡Indispensable! Hacer deporte. Se recomienda caminar en una piscina o nadar incrementando la duración y la intensidad en la medida en que el cuerpo lo permita. La idea es alcanzar de 30 a 40 minutos, al menos cinco días a la semana.

Infecciones como la tuberculosis y el VIH, trastornos neurológicos como la esclerosis múltiple o problemas hematológicos como la anemia, deben tenerse en mente a la hora de diagnosticar a un paciente con falta de energía.

Fatiga crónica, el síndrome del cansancio extremo

Fatiga crónica, el síndrome del cansancio extremo (Foto: Revista Nueva/VANGUARDIA LIBERAL)
La lista de las que podríamos llamar “enfermedades contemporáneas” se amplía cada vez más. El Síndrome de Fatiga Crónica es una de ellas. Propia de finales del siglo XX, está atacando principalmente a las mujeres. ¿Cuándo consultar al médico?

¿Recuerda cuando el estrés no era considerado una enfermedad y quienes lo padecían pasaban por locos? Pues bueno, algo similar empieza a ocurrir con los pacientes cuyos síntomas básicos están relacionados con el cansancio extremo.

Ellos pueden padecer Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), el cual es considerado como una patología contemporánea, que afecta con mayor frecuencia a mujeres entre los 30 y 50 años.
“Se trata de una sensación de cansancio o fatiga que experimenta un paciente y que no se alivia con el reposo… y que no tiene explicación. Los síntomas asociados son tan fuertes, que incluso pueden incapacitar a la persona”, explica el siquiatra Rodolfo de la Hoz, especialista en el tema.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha codificado este padecimiento en el capítulo de las Enfermedades del Sistema Nervioso Central, y se asegura que afecta aproximadamente al 0,3 por ciento de la población mundial.

Su causa no ha sido establecida, pero se le relaciona con algunos virus como el de Epstein Barr y el Herpes tipo 6. Otro nombre con el que se reconoce es el de encefalitis miálgica.

En cuanto a las causas del SFC, estas siguen siendo desconocidas, aunque se han sugerido diversas hipótesis, incluyendo factores inmunológicos, virológicos, psicológicos y siquiátricos. Lo que sí tienen claro los especialistas, es que este síndrome no se puede prevenir.

¿Estoy cansado o enfermo?”

Confundir un simple cansancio con una enfermedad ha sido uno de los mayores retos de los especialistas. Para poder dar con un diagnostico acertado, las personas deben tener muy claros sus síntomas a la hora de asistir al médico.

Lo más importante es saber que la primera alarma es una sensación de cansancio extremo, que no mejora con el descanso y que suele durar muchos meses.

Otros síntomas que se asocian al SFC son dolores musculares y articulares, pero sin inflamación de las articulaciones. Además, el paciente puede tener pérdida de memoria, falta de concentración y tornarse irritable. En algunos casos es posible que sufra de fiebre no muy alta -usualmente no sobrepasa los 38°C- , crecimiento y dolor de los ganglios (en las axilas y el cuello) y dolor intenso de garganta y de cabeza.

Las señales se amplían a trastornos del sueño, tales como la incapacidad para quedarse dormido y una sensación de desasosiego al levantarse.

Una aclaración clave: no todos los afectados del SFC presentan todos los síntomas, pues algunos pacientes tienen “brotes” periódicos en los que algunos indicadores se intensifican más que otros. Por eso es necesario que una vez se inicie el tratamiento, este no se abandone aunque se sienta mejoría.

Incurable, pero tratable

Hasta el momento el SFC no tiene cura. Y su tratamiento es complejo y obliga a la combinación de diferentes modalidades. El objetivo es que el dolor se alivie y que el paciente pueda llevar una vida normal.

En el tratamiento médico se emplean medicamentos que disminuyen el dolor. Como esta enfermedad se asocia también a la depresión, puede ser útil emplear algunos ansiolíticos suaves.

Los especialistas generalmente recomiendan hacer una actividad física moderada, repartir las tareas grandes en unas más pequeñas y, básicamente, no hacer esfuerzos innecesarios. Como esta enfermedad se asocia también a la depresión, puede ser útil emplear algunos ansiolíticos suaves.

“También sirven mucho las técnicas de relajación y el yoga, y una alimentación adecuada. Es necesario que el paciente exprese sus emociones y sentimientos, pues como la enfermedad se asocia con depresión, la tendencia a aislarse podría empeorar la enfermedad”, asegura el doctor de la Hoz.

Relájese, respire profundo…

Algunas terapias alternativas son una buena opción como coadyuvantes del tratamiento médico del SFC, pues sirven en cuanto a la relajación y la mentalización sobre la enfermedad.

El yoga, el Pilates, la programación neurolingüística, los ejercicios de respiración y la meditación, son prácticas comunes para controlar el dolor y aprender a vivir con los síntomas de SFC.

Así mismo, hay importantes experiencias desde la acupuntura y la homeopatía, disciplinas que logran controlar y regir gran parte del sistema nervioso central de manera natural.

Lo recomendable es que en medio del tratamiento normal exista un espacio para estas medicinas alternativas, las cuales equilibran la mente y permiten que otros tratamientos evolucionen de manera más fácil.

¡Que no se acabe el sexo!

Por supuesto, la sexualidad es también una de las principales áreas de la vida que se afectan cuando se padece el SFC. La libido baja, el deseo se acaba y algunos medicamentos pueden interferir, por ejemplo, en la lubricación femenina.

De acuerdo con los sexólogos, siquiatras y médicos, la clave está en hablar. Hablar con su pareja y mantener una comunicación abierta y sincera, de tal manera que los dos entiendan el porqué suceden esos síntomas y busquen cómo solucionar los pequeños inconvenientes.

El uso de aceites, de posiciones que no impliquen un esfuerzo que pueda provocar dolor y de muchas caricias antes, durante y después, son aspectos que permitirán seguir disfrutando de una vida sexual normal.

Es muy importante que el paciente no se permita desmotivarse por la falta de deseo. En su cabeza debe estar la idea de que el sexo es terapéutico y que permite combatir el dolor causado por el SFC.

Fibromialgia, la hermana indeseable

Siempre que se habla de SFC, inmediatamente se asocia con la fibromialgia. Pues bien, esta es otra enfermedad, de características muy similares, pero con otras particularidades.

La fibromialgia es una enfermedad crónica del sistema nervioso central que ocasiona a quien la padece  dolor generalizado y un cansancio persistente. El síntoma más importante es el dolor. Éste es difuso, y afecta los músculos, provocando una sensibilidad anormal. Tanto, que el paciente no soporta ni siquiera una suave presión con los dedos sobre zonas anatómicas específicas de su cuerpo.

Así como el SFC, también está asociada con la depresión, y en muchos pacientes aparece después de rupturas sentimentales, accidentes traumáticos y duelos importantes.

Un dato: es mucho más común que el SFC, pues que según la OMS, afecta a cerca del 4 por ciento de la población mundial. Un paciente puede presentar las dos enfermedades, pero eso solo lo define un especialista.

Vitaminas: imprescindibles

Aunque no hay una dieta específica para las personas que padecen síndrome de fatiga crónica, los especialistas recomiendan el consumo de determinadas vitaminas y minerales. 

Aquí, algunos que pueden ser de utilidad para reforzar el tratamiento convencional.

- Vitamina B12: necesaria para reforzar los niveles de energía. Está presente en las carnes de aves y pescados, en los huevo, los mariscos, y en menor cantidad en la leche y productos lácteos.

- Vitamina C: recomendada por su efecto antiviral. Presente en naranja, limón, toronja, piña, mora, tomate y vegetales verdes.

- Magnesio: ataca la debilidad y la fatiga. Su fuente principal son carnes, mariscos y frutos secos. Allí encuentra altas dosis de magnesio.

- Coenzima Q10: alivia los síntomas de la fatiga. Esta enzima está presente en alimentos como el pescado (atún, salmón y sardinas), frutos secos, espinacas y aceite de soya.

10 tips sobre SFC

1. No es un trastorno psiquiátrico, es una enfermedad física.

2. El ejercicio físico moderado ayuda al tratamiento.

3. Los pacientes de SFC deben programar varios momentos de descanso durante el día.

4. Los cambios bruscos de estado de ánimo no son recomendables. Una vida equilibrada permite manejar mejor la enfermedad. ¡Relájese!

5. El sueño es vital. Nada puede alterar o modificar este tiempo. Deje las preocupaciones lejos de su cama.

6. Es importante hacer ejercicios de memoria. Llene crucigramas, lea.

7. La buena alimentación constituye gran parte del tratamiento. Evite los excesos y prefiera alimentos ricos en las vitaminas y minerales de los cuales le hablamos en el recuadro respectivo.

8. Hablar sobre la enfermedad es saludable. En las redes sociales hay muchas organizaciones y foros donde se puede compartir con otros pacientes.

9. Todos los días hay nuevas noticias sobre esta enfermedad. Es mejor mantenerse informado para poder actuar.

10. El paciente de SFC no es un inválido. Usted puede realizar todas las labores que se proponga, siempre y cuando esté bajo tratamiento médico.

Conozca más sobre SFC

- La fatiga crónica puede durar más de seis meses consecutivos. Este es uno de los síntomas más importantes y el paciente tiene que identificar que esta no sea consecuencia del ejercicio físico y que no presente alivio después del reposo.

-Si coinciden cuatro o más síntomas, a parte de la fatiga, de manera persistente o con recaídas durante seis meses consecutivos es necesario visitar al médico.

-Aun cuando practique ejercicio físico frecuente, recuerde que el cansancio no puede ser superior a 24 horas.

- El SFC es de difícil diagnóstico y es importante que el médico descarte otras enfermedades que pueden producir síntomas similares y que sí tienen un tratamiento específico.

- No hay ninguna evidencia científica que diga que el SFC se pueda contagiar. Sin embargo, estos pacientes no deben ser donantes de sangre ni de órganos.

- Algunos investigadores sugieren que el SFC, es una forma de depresión mayor. Según una publicación de la revista Annal Internal of Medicine los factores siquiátricos están relacionados en un 40 por ciento de los casos de SFC.

DESTACADOS

El sueño es vital para un paciente con SFC. Asegúrese de que nada alter o modifique este tiempo. Deje las preocupaciones lejos de su cama.

Los especialistas recomiendan programar varios momentos de descanso durante el día.

Este síndrome es muy raro en los niños. Usualmente, mientras más joven es el paciente, menos tiempo le durará la enfermedad.

Los síntomas asociados son tan fuertes, que incluso pueden incapacitar a la persona.

Algunas terapias alternativas son una buena opción como coadyuvantes del tratamiento médico del SFC, pues sirven en cuanto a la relajación y la mentalización sobre la enfermedad. Se recomiendan yoga, Pilates y programación neurolingüística.

Aunque no hay una dieta específica para las personas que padecen síndrome de fatiga crónica, los especialistas recomiendan el consumo de alimentos con vitamina B12 y C.