miércoles, 1 de febrero de 2017

Una nueva investigación encuentra metales pesados en las vacunas analizadas

Por Miguel Jara 1 de febrero de 2017

La revista International Journal of Vaccines & Vaccination (IJVV) -académica y especializa en investigaciones en el ámbito de las vacunaspublica un estudio que seguramente será polémico y que, de confirmarse sus resultados, puede ser un escándalo: encuentran partículas y sustancias en las vacunas no informadas en su composición y que se consideran contaminantes o tóxicas, buena parte de ellas son metales pesados.

Todos los medicamentos y las vacunas lo son, pueden ofrecer reacciones adversas. Lo he explicado en numerosas ocasiones, en el caso de las vacunas esos efectos secundarios suelen ser en la mayor parte de las ocasiones leves y sólo en casos extraordinarios graves o mortales (que también ocurre).

Existe una particularidad que hace que la investigación de los posibles daños provocados por las inmunizaciones haya de ser muy rigurosa: las vacunas se aplican a personas sanas.

Toda investigación es poca porque de la honestidad con la que se comuniquen los posibles riesgos dependerá la credibilidad de los sistemas de vacunaciones o escrito de otro modo: La ocultación de datos sobre la seguridad de las vacunas puede arruinar el mejor intencionado programa de inmunización de la población al generar desconfianza.

Con el fin de proporcionar nueva información, dos investigadores italianos -una experta en tecnologías biomédicas y un especialista en nanotecnología-, publican el mencionado trabajo basado en una investigación de microscopía electrónica.

Buscaban verificar la presencia de contaminantes sólidos en las vacunas por medio de un microscopio electrónico equipado con una microsonda de rayos X y lo que publican que han encontrado es ciertamente sorprendente.

Los resultados de esta nueva investigación muestran la presencia de partículas incluso a nivel nanomateria (tamaño de entre 1 a 100 nanómetros. El nanómetro es la millonésima parte de un milímetro). Se trata de materiales inorgánicos que no están declarados entre los componentes de las vacunas.

Una parte de esos contaminantes ya se han encontrado en este tipo de fármacos en otros estudios. La literatura científica los considera como no biodegradables y no biocompatibles y por lo tanto potencialmente tóxicos. Y como argumentan estos dos profesionales:
"Su indebida presencia es, por el momento, inexplicable”.

La vacuna del papiloma Gardasil lleva aluminio 
para potenciar su efecto.  
¿De qué materiales tratamos? De restos de aluminio, silicio, magnesio, titanio. De partículas de hierro, cromo, silicio y calcio. De plomo, acero inoxidable, tungsteno, circonio, estroncio, níquel, antimonio, zinc, bismuto. Metales pesados, un grupo de elementos químicos que presentan una densidad alta y son, en general, tóxicos para los seres humanos.

Otras sustancias observadas dan incluso para chiste, si no fuera porque de confirmarse estos resultados, los fabricantes de vacunas y las autoridades sanitarias que regulan los medicamentos, tendrían que dar muchas explicaciones, porque ¿qué hacen el oro, la plata y el platino (en cantidades ínfimas) en las vacunas?

Los investigadores insisten en que estos compuestos no se degradan de manera natural y pueden inducir efectos adversos, ya que nuestro organismo no los reconoce.

Los análisis realizados muestran estos contaminantes en todas las muestras. Son materiales ante los que nuestro organismo reacciona. Esta investigación apunta a que los controles de calidad de las vacunas deben mejorarse y que es necesario tener en cuenta nuevos aspectos a la hora de evaluar la seguridad de las inmunizaciones.

La hipótesis que manejan los dos investigadores de Italia es que esta contaminación es accidental. Que seguramente se deba al uso de componentes de las vacunas contaminados o a procedimientos industriales para producir vacunas en los que se ha descuidado (y parece ser que mucho) la limpieza.

Los laboratorios fabricantes de vacunas no han detectado dicha polución y como concluyen estos especialistas, una inspección minuciosa de los procesos de fabricación “probablemente permitiría eliminar el problema“.

¿Están ocultando información clave de seguridad los fabricantes de vacunas? En fin, hay que ser prudentes pero esto apunta a algo muy grave para la necesaria confianza que debemos de tener en los sistemas de vacunaciones. Esperemos que en breve se abra una investigación que confirme o desmienta lo que ahora conocemos.

ACTUALIZACIÓN:

Tras publicar este post, un lector atento me comenta que la revista IJVV donde está publicado el estudio que comentamos está en la lista de publicaciones“predatorias”. Dicho listado está formado por revistas en las hay que pagar por publicar (y pretenden ganar dinero publicando artículos). Para ello, en teoría, se facilita el proceso de revisión por pares (a veces no existe) y se acelera el tiempo entre que se recibe el artículo y se publica. Se han hecho investigaciones con algunas de estas revistas y así lo confirman. Pero habría que estudiar una a una. En Plos One también hay que pagar y goza de un prestigio muy alto por su independencia de las industrias. Escribiré un artículo sobre esto.

Se demuestra que las nanopartículas de dióxido de titanio se extienden por todo el organismo

Una investigación desarrollada por expertos del Instituto Científico de Investigación Agronómica de Francia, demuestra por primera vez que las nanopartículas de dióxido de titanio (colorante E 171) se extienden por todo el organismo, afectando al sistema inmunológico e incrementando el riesgo de cáncer.

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En septiembre del año pasado la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) presentó una reevaluación de los colorantes alimentarios autorizados en la UE desde el año 2009. De esta revisión, en la que se han analizado 41 colorantes, destacaba el dióxido de titanio (E 171), sustancia que se utiliza para blanquear y dar un efecto opaco a los alimentos, se utiliza sobre todo en los productos de panadería y confitería, en las salsas, en los productos lácteos, en los caramelos, etc.

Estudios realizados por otros investigadores concluían que en dosis elevadas el colorante podría causar problemas en los riñones y en el hígado, bloqueando la respiración celular. También se apuntaba que el tamaño de las partículas del dióxido de titanio podrían causar daño genético sistémico. La reevaluación determinó que las nanoparticulas provocan daños cromosómicos y aumento del riesgo de sufrir cáncer, según las pruebas realizadas con animales de laboratorio. Pero la Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea consideró que este aditivo no representa un problema para la salud de los consumidores, apuntando que debido a la falta de datos, no se podía concretar una ingesta diaria admisible.

La EFSA apuntaba la necesidad de realizar nuevos estudios para poder eliminar muchas lagunas de conocimiento sobre los efectos perjudiciales del colorante en el organismo, pero a pesar de esas dudas, su uso sigue estando permitido. Dado que varios estudios independientes advierten sobre la peligrosidad del colorante, y que incluso la EFSA reconoce que existen riesgos como el daño cromosómico o el cáncer, quizá debería haberse aplicado el principio de precaución y prohibirse su uso hasta contar con todos los datos necesarios.

Por otro lado, hay que destacar que es una incoherencia reconocer los riesgos de este colorante y asegurar que no representa un problema para la salud de los consumidores, y además, sin que se pueda establecer una ingesta diaria admisible. El caso es que la EFSA pedía estudios para eliminar las lagunas de conocimiento existentes, pues bien, recientemente se ha presentado una investigación desarrollada en Francia en la que se demuestra por primera vez que las nanopartículas de dióxido de titanio se extienden por todo el organismo.

Según el estudio desarrollado por expertos del National Institute for Agronomic Research (Instituto Científico de Investigación Agronómica de Francia), las nanopartículas de dióxido de titanio atraviesan la barrera intestinal, pasando al torrente sanguíneo y llegando a cualquier parte del cuerpo humano. El estudio se ha realizado con animales de laboratorio y se ha constatado que en el hígado estaban presentes estas partículas que están relacionadas con trastornos en el sistema inmunitario. Por esta razón, el gobierno del país galo ha concluido que, en base a estos resultados, se lleve a cabo una reevaluación de la seguridad del colorante E171.
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Claro, que dado que la investigación se ha desarrollado con animales, los responsables de la investigación piden cautela a la hora de interpretar los datos, ya que los resultados obtenidos no se pueden extrapolar a los seres humanos. ANIA (Asociación Nacional de Industrias Alimentarias) se acoge a las palabras de los investigadores, y solicita que el debate se centre en la información objetiva, racional y completa, algo lógico, ya que el colorante es utilizado por la industria (parte interesada) y una prohibición afectaría a sus intereses.

El equipo científico de las empresas advierte que todos los ingredientes utilizados y los productos fabricados por la industria agroalimentaria están sujetos a numerosos controles y evaluaciones por parte de los organismos reguladores competentes, por lo que los productos que están en el mercado son seguros para su consumo. Pero esto no es así, la propia EFSA reconoce los riesgos del colorante, que existen muchas lagunas de información y que no puede determinar una ingesta diaria admisible, es decir, el hecho de que en principio el dióxido de titanio esté autorizado, no quiere decir que sea seguro para la salud del consumidor.

Para llevar a cabo la mencionada investigación, a un grupo de roedores de laboratorio se le proporcionaron diariamente 10 mg del colorante por kilo de peso corporal a través del agua que consumían en un periodo de 100 días. Esta dosis es similar a la de la exposición humana mediante el consumo de alimentos que contienen el colorante. Los resultados demuestran que las nanopartículas de dióxido de titanio provocaron, en cuatro de cada once roedores, lesiones preneoplásicas, un tipo de alteraciones de la normalidad en algunos tejidos, aumentando las posibilidades de desarrollar alguna neoplasia (masa anormal de tejido).

Por otro lado, en roedores que tenían algún tipo de lesión, la ingesta del colorante aumentó su desarrollo. Los expertos explican que el E171 es una fuente de nanopartículas en el intestino y en todo el organismo, afectando al sistema inmunitario y promoviendo las primeras etapas del cáncer colorrectal en los roedores. Estos resultados justifican un estudio más exhaustivo sobre el riesgo de cáncer a fin de obtener más datos que sean de ayuda para la evaluación de los riesgos en seres humanos. Es de suponer que la EFSA tendrá en cuenta estos resultados, pero probablemente esperará a las pruebas que aporte el nuevo estudio.

Lo dicho, si no se puede determinar la ingesta diaria admisible, debería haberse aplicado el principio de precaución y esperar a obtener datos para poder realizar un juicio y valoración correcta. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página del INRA y a través de este otro publicado en la revista científica Scientific Reports.

Persecución a la salud en Rosario: la facultad encadenó oficinas con 96.000 encuestas en pueblos afectados por las fumigaciones

El equipo que realiza los Campamentos Sanitarios desde la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, que coordina el médico Damián Verzeñassi, denunció la persecución académica por parte del decanato, luego de que las oficinas donde guardan 96 mil encuestas que realizaron en pueblos fumigados de diversas provincias aparecieron encadenadas. Se trata de información sensible que detectó un incremento de enfermedades y muertes en áreas de producción transgénica, expuestas a fumigaciones. El episodio ocurrió tras la exposición de Verzeñassi como testigo y único médico latinoamericano en el Tribunal Internacional Monsanto en La Haya. “Que hiciéramos públicos los resultados de los campamentos estaba molestando cada vez más”, explicó el doctor Verzeñassi a lavaca. Las presiones vía Twitter.

Cuando el equipo de la materia Salud Socioambiental y la Práctica Final de la carrera de Medicina de la Facultad de Ciencias Médicas Rosario llegó a la oficina donde guardan las 96 mil encuestas realizadas durante seis años en 27 campamentos sanitarios distintos, se encontró con una imagen particular.

La puerta estaba encadenada.

No podían ingresar.

La situación ocurrió el 28 de octubre, luego de que el responsable académico y coordinador de los Campamentos Sanitarios, y director del Instituto de Salud Socioambiental, Damián Verzeñassi, brindara testimonio en el Tribunal Internacional Monsanto que se realizó en La Haya. El tribunal, organizado por la francesa Marie Monique-Robin y la india Vandana Shiva, entre otras destacadas personalidades internacionales, reunió a decenas de víctimas y expertos para evaluar la responsabilidad de la multinacional transgénica en violaciones a los derechos humanos y en la figura de ecocidio, tipificación propuesta para reformar el derecho penal internacional. Verzeñassi fue el único médico latinoamericano convocado (http://www.lavaca.org/notas/juzgar-a-monsanto-los-testimonios-del-desastre/).
El doctor Damián Verzeñassi en el campamento sanitario en San Salvador, Entre Ríos. 
Foto: Julieta Colomer  
El decano Ricardo Nidd, además, desplazó de sus cargos al Secretario de Extensión Universitaria a Gastón Palacios y a la subsecretaria de Bienestar Estudiantil, Giovana Bonisoli, ambos también docentes y responsables de la Práctica Final y la materia Salud Socioambiental. Siguen con sus cargos docentes, pero ya no están dentro del gabinete. 

Por esa razón, cuando los propios docentes no pudieron entrar a su lugar de trabajo, y luego de que organizaciones sociales comenzaran a difundir y denunciar lo sucedido, el grupo de trabajo informó que “el decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, Ricardo Nidd, inició una persecución ideológica y académica” , dirigido al “equipo de docentes, graduados y alumnos que sostenemos las materias Salud Socioambiental y Práctica Final, reconocidos espacios que acompañan a pueblos y familias víctimas del modelo agropecuario dominante, con transgénicos y agroquímicos”. Las cadenas fueron finalmente retiradas, pero los docentes y médicos deben trabajar allí con custodia.

Lo que quieren encadenar

La Práctica Final de la carrera de Medicina en la Facultad de Rosario es el espacio que pone en marcha una de las experiencias académicas más innovadoras de los últimos tiempos: los campamentos sanitarios. Alumnos y alumnas se instalan una semana en un pueblo y realizan un perfil epidemiológico del lugar, con metodología de muestreo y entrevistas con vecinos y las vecinas. Así, a lo largo de los campamentos, esos equipos detectaron un incremento de enfermedades (diversos tipos de cáncer, hipotiroidismo, abortos espontáneos) que ocurren paralelamente a la producción de eventos transgénicos en campos cercanos.

Por ejemplo, los relevamientos en diversas comunas santafecinas (Murphy, María Teresa, María Susana, entre tantos) revelaron que los tumores y casos de cáncer se triplicaron y hasta cuadruplicaron en los últimos 15 años. Cuando la media nacional es de poco más de 200 casos de cáncer cada 100 mil habitantes, los campamentos encontraron que en las comunas se registraba un equivalente a casi 2 mil casos cada 100 mil habitantes: diez veces más. La experiencia puede leerse acá: http://www.lavaca.org/mu77/curando-a-la-facu/.

Junto al Espacio Multidisciplinario de Interacción Socioambiental (EMISA) de la Universidad Nacional de La Plata, los equipos rosarinos realizaron un perfil de morbimortalidad en San Salvador, municipio de Entre Ríos, donde detectaron la contaminación con agrotóxicos en tierra, agua y aire. Además, constataron que las principales enfermedades son las respiratorias, la primera causa de muerte es el cáncer de pulmón y que todas las muestras de agua presentaron plaguicidas, incluyendo el glifosato (http://www.lavaca.org/notas/san-salvador-contaminada-los-vecinos-tenian-razon/4).

Los campamentos, además, implicaban una experiencia vital en la carrera de miles de estudiantes, ya que los colocaba frente a problemáticas específicas del territorio, con fuente de información en los propios vecinos. “El estudiante no puede recibirse en la universidad pública sin tener, al menos, una experiencia que le deje absoluta claridad y certeza de que obtuvo su título gracias al aporte que hicieron 40 millones de argentinos que pagaron sus impuestos, y no resultado de una cuestión individual”, decía Verzeñassi en 2014 a la revista MU. “Recibirse es un esfuerzo colectivo”, planteaban los médicos, que convirtieron el hecho en un trabajo no sólo científico, sino de información a toda la sociedad.

Esa práctica es la que, literalmente, encadenaron. “Lamentablemente, esta manera de defender la universidad pública, de construir datos epidemiológicos desde y con las comunidades, de difundir los resultados que son propiedad de la gente y de nadie más, ha puesto en crisis muchos intereses empresarios y políticos”, sostiene el comunicado difundido por el grupo. “Y las presiones han recrudecido en los últimos meses. Somos testigos de autoridades provinciales que se incomodan con nuestro trabajo y sugieren que lo ideal para la Facultad es que silenciemos los resultados de los campamentos sanitarios”.
Foto: Julieta Colomer  
Los ecowarriors

“En la facultad estábamos en una posición que ya no era la que teníamos antes”, dice Verzeñassi a lavaca. “Que hiciéramos públicos los resultados de los campamentos estaba molestando cada vez más. El círculo íntimo del decano, por Twitter, nos decía que éramos ecoñoquis y ecowarrios, y que dejásemos de difundir los datos. Nos decían que no éramos científicos y que no expusiéramos a la gente de la Facultad de esa manera”.

¿Qué pasó?

“Nos encontramos con una cadena en el lugar donde tenés el resguardo documental de todo lo que venimos haciendo. Y esto va más allá de una diferencia de cómo encarar una cuestión. Intentamos resolver esto dentro de la Facultad, pero diversas organizaciones sociales empezaron a denunciar y esto tomó estado público. Ahí decidimos salir a explicar qué pasó. Se podría haber resuelto de otra forma, pero el decano Nidd decidió personalizar, planteando que estoy haciendo esto por intereses políticos. Creo que acá se mezclaron esas cuestiones personales con las preocupaciones del entorno más íntimo del decanato, porque nosotros difundimos los datos de los campamentos. En ese temor se nos quiso callar, pero se equivocó la manera”.

Verzeñassi subraya que gracias a la solidaridad desplegada por científicos, organizaciones, movimientos y personalidades durante las últimas semanas hoy las cadenas fueron sacadas.

“Hoy podemos entrar, pero custodiados”, dice el especialista. “No podemos entrar solos, sin que alguien vigile qué estamos haciendo. La persona que nos custodia es alguien que pone el decano. Queremos que nos dejen hacer nuestro trabajo y que no toquen al Instituto. Hoy tampoco están firmados los convenios de los campamentos del año que viene, y la preocupación máxima era no poder recuperar los datos de las encuestas para corroborar los registros en papel con los informáticos, que es lo que hacemos siempre. Todo esto, en principio, nos aleja de la posibilidad de documentar todo lo que decimos que hemos encontrado en los campamentos. Y, en segundo lugar, nos deja sin la certeza de que continúen los campamentos como mecanismo de evaluación. Tenemos la preocupación también de que intervengan el Instituto o, peor, que lo cierren”.

Movimientos extraños

La pregunta es por qué ocurrió esto. Verzeñassi lo interpreta como una acción enmarcada dentro de un mismo contexto: “Pasó luego de que yo declarara en La Haya y de que Gastón Palacios hiciera declaraciones en el diario La Capital sobre el mapa de cáncer de la provincia. Mientras tanto, Giovana Bonisoli estaba en Rosario armando el programa de Ciudades Saludables, que cuestiona la política sanitaria de la ciudad. En ese contexto quedamos en el ojo de la tormenta”.

Verzeñassi afirma que, mientras estaba en el Tribunal Internacional Monsanto, el decano se reunió con sectores vinculados al gobierno provincial. “No sé qué es lo que hablaron ahí. Pero justo surge el tema de las cadenas y los candados. Nidd nunca me explicó por qué había puesto la cadena. Después de toda la solidaridad recién estos días salió a decir que la puso alguien preocupado porque se estaban llevando cosas de la oficina. Después, lejos de enfriar la cuestión, dijo que nos iba a iniciar acciones judiciales por difamación”.

¿Se comunicaron desde el gobierno provincial con el equipo?

Explica Verzeñassi: “Me llamaron para asegurarme que ellos no tienen nada que ver con esto, que no hubo ningún pedido de la Povincia para que nos callen y se pusieron a disposición. A esta altura no me queda claro quién está jugando dónde. No sé si es una cuestión individual, por el hecho de haber estado en La Haya, o una cuestión realmente pensada desde más arriba. Lo que me queda claro es que de la Provincia me llamaron, mientras Nidd salió a denigrarme. En ningún momento aclaró qué va a pasar con los campamentos. Recién ahora, después de que tomó estado público, dijo en un programa de radio que no iba a tocar ningún cargo docente y que él cree en los campamentos. Pero no dijo nada del Instituto ni de si íbamos a continuar nuestra tarea. Estoy intentando que nos dé las garantías. Hasta estoy dispuesto a correrme, pero que no toquen los institutos y los campamentos. Y que nadie toque esas cajas con información valiosísima. Esperamos que recapacite, y nos de las garantías”.