domingo, 19 de abril de 2015

El dolor crónico ya es visible

R. I. / MADRID

Gracias a las técnicas de imagen PET/RM demuestran la activación de una proteína en el cerebro de las personas con esta condición
MARCO LOGGIA, PHD, MARTINOS CENTER FOR BIOMEDICAL IMAGING, MASSACHUSETTS 
GENERAL HOSPITAL
El dolor crónico puede dejar de ser invisible. Por vez primera se ha encontrado la evidencia de la existencia de neuroinflamación en regiones clave del cerebro de los pacientes con dolor crónico. Lo ha visto un equipo del Massachusetts General Hospital (MGH) gracias al empleo de escáneres PET/RM integrados y lo publican en la revista «Brain».

Y, como subrayan los autores del trabajo, el hecho de mostrar que los niveles de una proteína relacionada con la inflamación se encuentran elevados en estas regiones que se sabe están involucradas en la transmisión del dolor abre el camino para la exploración de posibles nuevas estrategias de tratamiento, pero también puede poner fin a una de las limitaciones más frustrantes en el estudio y tratamiento del dolor crónico: la falta de medir de forma objetiva la presencia o la intensidad del dolor.

«El hecho de identificar niveles elevados de esta proteína en regiones como el tálamo, la puerta de entrada sensorial del cerebro para el dolor y otros estímulos, es muy importante –enfatiza Marco Loggia-, ya que sabemos que esta proteína esté muy expresada en la microglia y los astrocitos, las células inmunes del sistema nervioso central, cuando se activan en respuesta a algún evento patológico». Según Loggia, al demostrar que hay activación en la glía causada por el dolor crónico se podrían emplear estas células como diana terapéutica para el tratamiento del dolor. Además, añade, «la consistencia con la que hemos encontrado activación glial en los pacientes con dolor crónico sugiere que nuestros resultados pueden suponer un paso importante hacia el desarrollo de biomarcadores para las enfermedades que causan dolor».

Proteína activada

Aunque numerosos estudios han asociado claramente la activación glial con el dolor persistente en modelos animales, ninguno lo había logrado en el cerebro de seres humanos con dolor crónico.

El estudio se ha llevado a cabo en 19 pacientes con dolor crónico de espalda baja y 25 participantes sanos como control. También se incluyó un subgrupo de 10 pacientes y 9 controles sin dolor. Los investigadores analizaron las obtenidas mediante escáneres PET / RM integrados que emplean un nuevo radiofármaco que se une a la proteína de translocador (TSPO). De esta forma encontraron que los niveles de dicha proteína presentes en el tálamo y otras regiones del cerebro eran superiores en los pacientes que en los controles. Según Loggia, la señal era tan evidente que era muy sencillo diferenciar a los pacientes de los controles con sólo mirar las imágenes, sin necesidad del análisis estadístico detallado de los datos. Otro hallazgo del estudio es que los niveles de la proteína medían el dolor.

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