lunes, 15 de febrero de 2016

Europa acaba con sus agricultores

Javier Guzmán, director de VSF Justicia Alimentaria Global
11/02/16
Manifestación de tractores en Bruselas. / GREENSEFA  
Sabemos que los grandes desafíos a los que se enfrentan la Unión Europea y sus países miembros tienen que ver con la sostenibilidad, la salud y la equidad, y sabemos también que todos ellos están íntimamente relacionados con nuestro sistema alimentario. Cada vez hay más consenso no solo en movimientos sociales, sino en las propias instituciones internacionales como la FAO, que necesitamos transformar el actual modelo industrial y kilométrico a uno basado en sistemas alimentarios locales y que apuesten por una agricultura ecológica y de pequeña escala.

Pero para que estos sistemas tengan lugar, es necesario la existencia de un actor básico e ineludible, aunque la industria y multinacionales lo nieguen. Necesitamos del campesinado y, si esto no es posible, tampoco será posible una alternativa a este modelo actual que es la causa de enormes problemas en cuanto a la salud alimentaria, cambio climático, derecho a la alimentación , etc.

Lamentablemente una cosa son los discursos institucionales y de nuestros políticos, y otra cosa bien distinta es la realidad. Una realidad que arroja datos dramáticos y que se pueden comprobar en la última encuesta sobre la estructura agrícola de la UE a finales de año. Esta encuesta certifica que entre 2003 y 2013, más de una cuarta parte de todas las explotaciones de la UE desapareció mientras que la superficie media por explotación agrícola aumentó en un 38%. En 2013, había 10,8 millones de explotaciones agrícolas de la UE, que trabajan 174,6 millones de hectáreas de tierra (la superficie agrícola utilizada). Dado que la superficie dedicada a la agricultura se mantuvo casi estable durante el período 2003-2013, la disminución en el número de explotaciones significa un aumento significativo de concentración agraria. El número total de las explotaciones en la UE se ha desplomado en más de cuatro millones de explotaciones desde el año 2003, un descenso del 27,5% en tan sólo una década. El número de explotaciones disminuyó en todos los Estados miembros de la UE, con excepción de Irlanda (+ 2,9%). En España la caída es del 13, 4%. Aquí hay que recordar que el porcentaje de población activa dedicada al sector primario en España es tan solo del 3%.
El número total de las explotaciones en la UE se ha desplomado en más de cuatro millones de explotaciones desde el año 2003, un descenso del 27,5% en tan sólo una década  

El último ejemplo lo tenemos en la situación creada en el sector lechero tras la última reforma de laPolítica Agraria Común (PAC) que ha determinado el desmantelamiento del instrumento de cuotas de producción llevando a los pequeños ganaderos y ganaderas a una situación imposible. En este momento según el informe realizado por COAG sobre la situación del sector lechero, en España se pierde cada mes 65 explotaciones de ganadería láctea. La caída de un 20% del precio de la leche obliga a echar el cierre a 1.544 productores en los últimos dos años y reduce la cifra total a 16.490.

Dramáticos son también los datos concernientes a relevo generacional, donde vemos que en 2013, casi uno de cada tres productores de la UE tenían una edad superior a 65 años. En España el dato también es de tres.

Esta progresiva y dramática eliminación del campesinado de nuestros países ha sido el triste resultado de décadas de Política Agraria Comunitaria, que consume cada año el 40% del presupuesto de la Unión Europea y que obviamente ha tenido otros objetivos muy distintos de la defensa del modelo de agricultura y ganadería familiar.

Con estos datos ya hace tiempo que deberían haber sonado todas las alarmas. ¿Quién va alimentarnos? ¿Quién va a mantener el empleo en nuestras comarcas? ¿Quién va a mantener el medio ambiente y el territorio? ¿Quién va a mantener nuestros pueblos y su cultura?

Sin embargo nada de esto ha pasado, las grandes multinacionales siguen empujando por una agricultura en pocas manos, en sus manos, dicho de otra forma. Una agricultura sin agricultores, si acaso algunos pocos asalariados. Una agricultura que maximice su beneficio y externalice sus costes sociales, sanitarios y medioambientales.

Es urgente reflexionar y llevar al debate público el rol del campesinado y abordar consecuentemente un cambio radical de las actuales políticas en las que las grandes corporaciones no estén en el centro del interés, sino por el contrario, en la defensa y aumento del campesinado en Europa.

El negocio del zika y los mosquitos transgénicos

2016-02-08

Los datos en los que se basa la declaración de emergencia internacional por el virus zika son sorprendentes. No por los riesgos que la expansión que este virus implicaría, sino por la falta de evidencias para motivar tan grandilocuente declaración por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ante una enfermedad leve, con muy escasos indicios de conexión con dolencias más serias y sin pruebas científicas de ello. Para suplir estas ausencias, agrega que como el vector de la enfermedad –el mosquito Aedes aegypti– es también vector de dengue y chikungunya, se está atacando las tres.

Este contexto alarmista, enfocado en aspectos singulares –el "ataque" al vector, aislado de sus causas– favorece enfoques estrechos, erróneos e incluso peligrosos. Por ejemplo, la empresa Oxitec, que ha hecho controvertidos experimentos con mosquitos transgénicos, los promueve ahora como "solución" (en realidad como negocio) ante la expansión de zika, obviamente sin mencionar los riesgos que conlleva y que los mosquitos transgénicos podrían incluso empeorar la situación.

Oxitec ya realizó experimentos de liberación de mosquitos transgénicos en Islas Caymán, Malasia, Panamá y Brasil. Intentó hacerlo en Europa, que no lo permitió por razones de bioseguridad y estudios de impacto deficientes. Encontró regulaciones "flexibles" en Brasil, donde ha hecho experimentos en el noreste, aunque no pudo conseguir la autorización de Anvisa, autoridad sanitaria de ese país. Su técnica es producir Aedes aegypti transgénicos manipulados con un gen letal condicional, que no se expresa si se aplica el antibiótico tetraciclina, lo cual hacen durante la cría. Luego los liberan para cruzarse con mosquitos silvestres, que si no encuentran el antibiótico, producirían descendencia estéril.

Oxitec reporta una reducción de 80-90 por ciento de la población de mosquitos en las zonas de experimento. Pero según documentados informes de Edward Hammond, Red del Tercer Mundo y de GeneWatch, la realidad es muy distinta.

En un informe de 2015, GeneWatch explica que la disminución de mosquitos no está probada, porque los mosquitos silvestres se pueden haber sencillamente trasladado a zonas aledañas. Los resultados de Islas Caymán sugieren que la técnica es muy ineficaz, ya que usaron 2.8 millones de mosquitos por semana para combatir una población silvestre de 20 mil mosquitos y de todas maneras, aunque informaron una baja en la zona de liberación, hubo un aumento de la población de mosquitos en zonas vecinas. Pero además, aunque provisoriamente bajara la cantidad de mosquitos, no existe evidencia, en ninguna parte del mundo, de que los mosquitos transgénicos hayan reducido la incidencia de dengue ni otras enfermedades.

Por el contrario, una de las preocupaciones sobre los impactos de los mosquitos transgénicos, particularmente en zonas endémicas, es que la disminución temporal, pueda bajar la resistencia cruzada a varios serotipos del dengue que existe en esas poblaciones, favoreciendo el avance de formas más agresivas como dengue hemorrágico. Además, el desplazamiento de Aedes aegypti puede favorecer la expansión de trasmisores rivales, en el caso del dengue, del Aedes albopictus, que es más difícil de erradicar.

GeneWatch nombra también que Oxitec no ha presentado pruebas de que la proteína que expresan los mosquitos transgénicos, llamada tTA, no tenga efectos alergénicos o tóxicos en animales o humanos, pese a que ya se ha observado toxicidad y neurotoxicidad en ratones.

Desde 2015 Oxitec pasó a ser propiedad de Intrexon, empresa de biología sintética estadunidense, por lo que podría estar considerando el uso de tecnologías de biología sintética con mosquitos, más riesgosas, como el uso de conductores genéticos (gene drives) que podrían modificar toda una población de mosquitos en una o dos generaciones. Las consecuencias de modificar toda una especie tendría implicaciones imprevisibles, incluyendo impactos potenciales serios en el ecosistema y mutaciones en los agentes de las enfermedades. Ya existen experimentos confinados de modificación de insectos con esta técnica en universidades de Estados Unidos, lo que motivó una alerta de científicos sobre los altos riesgos de esta tecnología, incluso su potencial uso como arma biológica. (The Independent, 2/8/15) Sin embargo, en aguas de la "emergencia" por el zika, aumentan la propaganda y presiones para usar esta tecnología.

Son remiendos técnicos estrechos, concebidos más como negocio que para enfrentar realmente los problemas. Además de los impactos que conllevan, desvían la consideración de las causas y atrasan su atención real.

Según datos oficiales al 2/2/16, se han confirmado 404 casos de microcefalia en Brasil. Solamente 17 tenían el virus zika. Es apenas 4.2 por ciento de los casos confirmados y sólo muestra que el virus estaba presente, no que fuera causante de microcefalia, anomalía que tiene un amplio espectro de causas posibles, como exposición durante el embarazo a tóxicos, desnutrición y otras infecciones, todos factores de alta incidencia entre la población pobre del noreste, donde están 98 por ciento de los casos referidos.

La Asociación Brasileña de Salud Colectiva publicó una excelente nota técnica y carta abierta al pueblo, notando que el aumento de microcefalia se puede deber al uso de insecticidas y larvicidas que se colocan en el agua potable (¡!), cuya concentración aumentó en el noreste en el periodo en cuestión, debido al racionamiento de agua por sequías inesperadamente más intensas que lo normal. Exigen una consideración amplia de las causas de microcefalia, en una estrategia decidida con la gente, desde sus condiciones, que al contrario de esos enfoques técnicos de alto riesgo, es la única forma efectiva de enfrentar las epidemias.

Silvia Ribeiro. Investigadora del Grupo ETC


Bayer y BASF a la cabeza del lobby para que no se regulen peligrosos tóxicos domésticos


Corporate Europe Observatory (CEO) es una de las organizaciones civiles más activas de la Unión Europea en la denuncia de las prácticas de lobby. En esta ocasión, la periodista independiente Stéphane Horel nos ofrece un informe sobre cómo la industria química tóxica y destacadas compañías como Bayer o BASF han bloqueado la posibilidad de que se adopten medidas para regular los disruptores endocrinos (EDC). Éstas son sustancias muy peligrosas para la salud que podemos encontrar en diferentes plásticos, cosméticos, ordenadores o plaguicidas.

Los impactos en el medio ambiente y en la salud de las personas y animales provocados por los llamados disruptores endocrinos están bien documentados. Estas sustancias una vez en nuestro organismo imitan la actividad de las hormonas y el sistema endocrino y por ello los daños más conocidos son los relacionados con la sexualidad y la fertilidad y también con el debilitamiento del sistema inmunitario y los retrasos en el aprendizaje infantil.

Las dosis dañinas pueden ser muy muy bajas y solemos estar expuestos a ellos durante muchos años por lo que una de las características principales de este tipo de intoxicaciones es que las consecuencias aparecen muy tarde.

NO hay niveles seguros de este tipo de sustancias. En la UE cuando se detectan se prohíben.

Así ha ocurrido en los últimos años con varios productos, lo que ha enfadado a la industria para la que medidas favorables a la salud públicas suponen una bajada de sus ingresos económicos. Por eso, porque les importa más la rentabilidad de sus empresas que la salud ambiental y de las personas han emprendido una campaña de lobby destinada a evitar que se regulen los disruptores.

Las estrategias desarrolladas las cuenta bien Horel:
Intentos de minar y desacreditar la ciencia sobre independiente EDC, mientras promovían los estudios de la industria como la única ‘ciencia fiable’; presionar a otras Direcciones Generales en la Comisión Europea para que se enfrentaran a la DG de Medio Ambiente [que es quien impulsaba la regulación]; crear alarma sobre el daño económico que la industria sufriría; retrasar el proceso; y utilizar la negociación entre la UE y EEUU sobre el TTIP de palanca para prevenir cualquier ‘barrera comercial’”.

¿Cómo está el asunto? La industria ha conseguido convencer a la Dirección General de Medio Ambiente europea de que hay que hacer un estudio de impacto de los EDC, vieja táctica dilatoria pues el mejor escenario posible prevé que los criterios finales para identificar disruptores endocrinos se presenten en 2017. Por supuesto, mientras se obvia el principio de precaución y continúan comercializándose.

El informe del CEO cuenta la historia de como una destacada iniciativa de salud pública de la UE ha sido bloqueda por grupos de lobby corporativo alaidos con funcionarios de la Comisión Europea, que es el gobierno de facto de Europa. Demuestra una vez más cómo las estrategias de lobby suspenden la democracia en favor de minorías industriales.

Quizá convenga citar quienes son estas últimas. Pues bien, el Consejo Europeo de la Industria Química (CEFIC) y dos de sus entidades derivadas, la Asociación Europea de protección de cultivos (ECPA) y las Asociaciones de productores europeos de plásticos (PlasticEurope) y cosméticos (Cosmetics Europe).

El presidente de ECPA es Martin Dawkins de Bayer. El equipo directivo de CEFIC está integrado por (actuales y antiguos) empleados de BASF. El presidente de Plastic Europe, Patrick Thomas, es el CEO de Bayer MaterialScience.

También existen plataformas de lobby industrial cuyo objetivo es la defensa de los intereses empresariales en debates y foros científicos, como el Centro Europeo de Ecotoxicología y Toxicología de Químicos (ECETOC). ECETOC en su sitio web se describe como un “grupo de expertos sin fines de lucro patrocinado por la industria”. Bayer, BASF, Dow, DuPont y Syngenta son algunas de las muchas grandes compañías que integran ECETOC.

El lobby de la industria de los pesticidas también se apoya en el fenómeno de las “puertas giratorias” o traspaso de cargos del sector público al privado y viceversa. Si observamos el personal actual de ECPA: Stuart Rutherford solía trabajar en la DG de Medio Ambiente y Agatha Pietrasiuk en el área pesticidas de la DG de Salud y consumidores, mientras Jess O’Flynn, Michal Kicinsky y Anna Gatt Seretny son antiguos asistentes de europarlamentarios.

La lobbista de CEFIC Lena Perenius trabajó antes en la DG de Empresa, en la normativa sobre sustancias químicas REACH. En cuanto a Ralf Burgstahler, comenzó en BASF, pasó a trabajar en la Comisión Europea en REACH (registro de sustancias tóxicas que BASF pretendía socavar hoy en vigor), luego ocupó un cargo en el Ministerio de Asuntos Económicos alemán y ahora ha vuelto a trabajar en BASF como lobbista para las sustancias plastificantes (como los ftalatos, conocidos disruptores endocrinos).

En fin, no dejéis de leer el informe. No os perdáis cómo científicos a sueldo de las multinacionales de la toxicidad publican artículos pretendidamente científicos para desacreditar a los verdaderos científicos independientes que trabajan por la salud pública.

Su propósito es sembrar dudas sobre la verdadera Ciencia.

Me da cierto morbo, he de reconocerlo, acudir de vez en cuando a las webs de empresas como Bayer y leer cosas como su lema Science for a better life (ciencia para una vida mejor):
El objetivo de Bayer es la investigación, desarrollo, producción y comercialización de productos innovadores con el fin de mejorar la salud de los seres humanos de todo el mundo”.

Un poco más y me lo creo.