jueves, 1 de junio de 2017

[No estamos locxs] Hallazgos sobre epigenética en Sindrome de Fatiga Crónica. Canadá

Por Universidad de Toronto

La esperanza, añade McGowan, es que, encontrando diferentes marcas epigenéticas en los pacientes con SFC, hay una oportunidad para desarrollar tratamientos que pueden alterar esas marcas.

Un nuevo estudio de la Universidad de Toronto puede conducir a ayudar para quienes sufren de síndrome de fatiga crónica (SFC) que se enfrentan a la fatiga debilitante que no se puede curar con el reposo.

El estudio, que analiza los cambios epigenéticos en las personas con síndrome de fatiga crónica, es el primero en identificar diferencias en la sensibilidad a la hormona que se encuentra en el cuerpo. Los cambios epigenéticos pueden ser causados por factores desencadenantes ambientales como toxinas, el estrés, la nutrición o infecciones, y aunque el cambio no altera el gen en sí mismo, que influye en cómo y cuando un gen se apaga.

Mediante la identificación de estos cambios, los investigadores pueden comenzar a desarrollar formas de medicamentos de prueba ya está en uso o el desarrollo de nuevas terapias.

“Esperamos que estos resultados se ofrecen a los pacientes con SFC alguna esperanza”, dice el autor principal Wilfred de Vega , estudiante de doctorado en el Profesor Asociado Patrick McGowan laboratorio de ciencias biológicas ‘s en la Universidad de Toronto Scarborough.

McGowan y de Vega compararon células inmunes en los pacientes con SFC a un grupo de control primero examinado diferencias epigenéticas a través de todo el genoma. Los investigadores entonces probaron respuesta inmune de los pacientes a los glucocorticoides, en este caso una versión de cortisol, que tiene propiedades anti-inflamatorias. (Los glucocorticoides son un tipo de hormona que juega un papel importante en el sistema inmunológico y también se usa para tratar trastornos del sistema inmunitario.)

“Cuando probamos la respuesta inmune, encontramos dos diferentes subgrupos de pacientes con SFC,” dice de Vega. “Hay algunos que son hipersensibles a la droga, y otros que tienen una respuesta normal, uno que normalmente se encuentra en los pacientes con SFC no”.

CFS, o la encefalomielitis miálgica (ME), afecta al cerebro y múltiples sistemas del cuerpo, pero su causa no se entiende. Se cree que afecta a millones de personas en América del Norte.

McGowan, que dirige uno de los pocos laboratorios en Canadá haciendo la investigación sobre la enfermedad, dice el SFC históricamente ha sido tratada como una enfermedad psiquiátrica porque los médicos simplemente no saben cómo tratar a los pacientes. Lo compara con la fibromialgia, una enfermedad que ahora se reconoce como un trastorno biológico.

“La respuesta del paciente a este trabajo ha sido reveladora,” dice de Vega, añadiendo que ha recibido correos electrónicos personales de los pacientes que están en busca de información.

El estudio , que se publica en la revista BMC Medicina Genómica , se encontró que hay muchas diferencias a través del genoma en los pacientes con SFC, incluyendo más de 12.000 sitios relacionados con el metabolismo celular u otros procesos metabólicos que son epigenética diferente. 
También encontraron 13 sitios específicos que indican una sensibilidad a los glucocorticoides.

En el pasado, los glucocorticoides se utilizan como terapia para el SFC, pero muchos pacientes sufrieron efectos secundarios terribles, McGowan dice, añadiendo que ser capaz de identificar qué pacientes responderían positivamente al tratamiento significaría un importante avance.

“Durante años, se han sentido en gran parte ignorados y no fueron tomados en serio por lo que son felices de saber que está pasando aquí en Canadá la investigación activa”.

La esperanza, añade McGowan, es que, encontrando diferentes marcas epigenéticas en los pacientes con SFC, hay una oportunidad para desarrollar tratamientos que pueden alterar esas marcas.

La epigenética, que es la especialidad de McGowan, analiza los cambios en la función del gen. El estudio es el primero en describir los cambios epigenéticos relacionados con diferencias de sensibilidad de glucocorticoides en pacientes con SFC.

University of Toronto

Traducción: Rosa Alberola Royuela

TSJC confirma condena al ICS por enfermedad causada por productos químicos

31/05/2017

Barcelona, 31 may (EFE).- El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha confirmado íntegramente la sentencia de primera instancia que condenó al Instituto Catalán de la Salud (ICS) por las graves patologías que padeció una trabajadora por la exposición a los productos químicos en centros sanitarios públicos.

La mujer se vio expuesta a los productos químicos por las fumigaciones que se realizaron cuando trabajaba en los centros de atención primaria Ramón Turró y en el de Lope de Vega, en el Poblenou, de Barcelona.

La trabajadora se encuentra en situación de incapacidad laboral en grado de absoluta y padece un cuadro de Sensibilidad Química Múltiple, Fatiga Crónica y Fibromialgia, entre otras patologías, "causado por la exposición a agentes irritantes relacionados con múltiples exposiciones a bajas dosis de organofosforados en el centro CAP Lope de Vega".

Los organofosforados son considerados como los principios activos de los insecticidas más peligrosos para el organismo humano, y han sido retirados recientemente del Registro de Plaguicidas no agrícolas o biocidas del Ministerio de Sanidad y Política Social, motivo por el cual ya no pueden hacerse servir como insecticida en ambientes interiores, se indica en la sentencia.

La sentencia del TSJC obliga al ICS a abonar un recargo del 50 % sobre el importe de la prestación al constatar acreditada la existencia de responsabilidad empresarial por falta de medidas de seguridad e higiene en el trabajo.

El día 8 de marzo de 2016 el TSJC constató que un total de 7 trabajadores del CAP Ramon Turró y, con anterioridad del CAP Lope de Vega, habían contactado con la Unidad de Salud Laboral de Barcelona solicitando la determinación de contingencias de incapacidad temporal respecto diversas patologías relacionadas con el puesto de trabajo, incluyendo fibromialgia y fatiga crónica, entre otras.

Un año después de aquella resolución, el TSJC ha confirmado, con una nueva resolución, el incumplimiento por parte del ICS del deber de garantizar la salud y seguridad de sus trabajadores en relación a las patologías que afectan a una de las trabajadoras que integraban el grupo que se dirigió a la Unidad de Salud Laboral.

La resolución del TSJC considera probado que el CAP de Lope de Vega presentaba "importantes problemas de ventilación" y se "efectuaban aplicaciones sistemáticas de productos insecticidas durante buena parte de su historia (entre 1950 y 2003), especialmente a comienzos de 1990".

Los trabajadores de este centro estaban expuestos, continúa la resolución, cuando se reincorporaban a su puesto de trabajo, por vía respiratoria y vía dérmica, a través de las superficies impregnadas, a los productos aplicados".

Según dictaminó la Inspección de Trabajo, que también intervino en este caso, "la exposición accidenta a los organofosforados en las fumigaciones del centro se produjeron por la no adopción de medidas de seguridad adecuadas", siendo esta exposición la causa desencadenante del accidente laboral que ha provocado la incapacidad permanente de la trabajadora. EFE.

Tóxicos textiles: Lo que esconden tus prendas de ropa


Alicia Carrasco Rozas | Miércoles, 31 Mayo 2017

Alrededor del 2,5 por ciento de las tierras cultivables del mundo se utilizan para plantaciones de algodón que consumen, a su vez, el 25 por ciento de los pesticidas utilizados a nivel global. Un dato que, lejos de crear indiferencia, pone de manifiesto la gran cantidad de químicos tóxicos que son utilizados día tras día para fabricar tejidos y prendas de ropa de algodón.

En el caso del resto de tejidos, la realidad no mejora ya que miles de sustancias químicas son utilizadas en las diferentes fases y procesos de producción textil, tanto en tejidos naturales como sintéticos. De esta forma, químicos como los etoxilatos de nonilfenol, ftalatos, metales pesados, alquilfenoles, formaldehído Aminas, etc. se convierten en componentes habituales presentes en las prendas de ropa que utilizamos a diario.

La mayoría de estos productos químicos se encuentran dentro de la tintura y procesamiento de los textiles. “Algunas de estas sustancias pueden ser peligrosas, liberarse al entorno a través de la producción, consumo y desecho de los tejidos y tener efectos sobre el medio ambiente y la salud de las personas” explica Sara del Río, portavoz de Greenpeace España, quien concreta que “entre las sustancias químicas peligrosas que se pueden encontrar en la producción textil están algunos metales pesados, los alquilfenoles (usados durante el lavado y teñido), los ftalatos (vinculado al uso del PVC por ejemplo en estampados) o las sustancias perfluoradas (en los tratamientos finales como anti-manchas o impermeabilizante)”.

En este sentido, Karen Hausel científica medioambiental, técnico de materiales peligrosos y creadora de Sustainable Daisy especifica además que “tóxicos como el cromo VI (también conocido como cromo hexavalente, reconocido cancerígeno) se utilizan concretamente en el curtido de cuero; el formaldehído, por su parte, se usa para conseguir resistencia a las arrugas, y las aminas, funcionan como compuestos de azo para ayudar a hacer tintes super brillantes y coloridos”.

Consecuencias inevitables para la salud y el medio ambiente

Frente a esta realidad, la primera cuestión de fondo que se plantea es el efecto que el uso continuado de este tipo de químicos tóxicos puede tener sobre la salud de las personas y el entorno. Por el momento, existen medidas como la norma europea REACH cuyo objetivo es regular y limitar la exposición a ciertos químicos considerados muy tóxicos. Así por ejemplo, “se ha conseguido prohibir las importaciones de algunas sustancias químicas como los etoxilatos de nonilfenol, uno de los productos químicos más comunes utilizados en moda para conseguir impermeabilidad en los tejidos” apunta Hausel.

Sin embargo, aún no existe una regulación global estricta sobre el uso de ciertas sustancias químicas tóxicas, lo cual hace que debido a la dinámica de producción en masa, las inmensas cadenas de producción que existen en la industria textil y la falta de regulación en los propios países productores, se sigue perpetuando una situación de control muy limitado sobre cómo se están produciendo realmente las prendas de ropa.

De esta forma, “el uso de sustancias químicas durante la fabricación y su presencia en los productos textiles finales hace que la contaminación química del sector se extienda globalmente puesto que dichas sustancias se continúan liberando durante todo su ciclo de vida, incluso cuando una prenda se convierte en residuo” comenta del Río.

Un ejemplo claro de este problema medioambiental asociado a la industria textil es la liberación continuada de microfibras de origen sintético cuya degradación es muy lenta, como los plásticos que acaban contaminando el entorno y entrando en la cadena alimentaria.“Como los materiales sintéticos normalmente no pueden ser digeridos eficazmente por organismos vivos, permanecen en el ecosistema durante siglos. Este problema lejos de controlarse está aumentando acompañado de la creciente producción textil y del aumento del uso de materiales sintéticos, como el poliéster” argumenta la portavoz de Greenpeace.

Por su parte, “dependiendo de la materia prima y de cómo haya sido tratado el tejido, las sustancias que son usadas en el proceso de producción textil pasan a nuestra piel cuando las vestimos. Algunas consecuencias pueden ser dermatitis por contacto, alergias, cada día más frecuentes, o incluso más graves, en determinados casos, como la sensibilidad química múltiple” explica Àngels Biosca creadora de la plataforma de moda sostenible Slowear Project.

Prevenir el uso de tóxicos

A día de hoy algunas empresas se han comprometido a ir eliminando paulatinamente de su proceso productivo la utilización de ciertas sustancias químicas tóxicas. Por ello, mirar las etiquetas es un acto necesario para conocer la composición de las prendas y obtener así información respecto a su naturaleza y cómo ha sido tratada la materia prima.

“Los tejidos naturales orgánicos sin teñir son los que pueden darnos mayor tranquilidad. En cambio y los colores oscuros o brillantes nos indican el uso de metales pesados. Como consumidores, podemos preguntar a los fabricantes y ser activos buscando información general en blogs o publicaciones sobre moda sostenible que van haciendo pedagogía sobre la sostenibilidad” aconseja Biosca.

Aunque de momento no hay certificaciones específicas que informen exclusivamente sobre los químicos tóxicos contenidos en las prendas de ropa, sí que existen algunos sellos que garantizan la sostenibilidad en ciertos procesos de la cadena de producción como por ejemplo, Blue Sign, Textile Exchange o GOTS, entre otros, siendo la primera la más específica para la regulación de sustancias nocivas.

En este sentido, la campaña Detox de Greenpeace, ha puesto de manifiesto desde hace varios años, la necesidad de un cambio en la forma de producir moda, sobre todo haciendo hincapié en las consecuencias que esos productos tóxicos están teniendo a nivel medioambiental y de salud. “Una revisión del sector que ha evidenciado, sin embargo, que el uso de sustancias químicas es solo una parte del problema y su eliminación será solo una parte de la solución. El principal problema a solucionar es que el ciclo de producción, uso y reutilización de materiales, se cierre y ralentice para reducir la extracción de nuevos recursos naturales, la emisión de gases de efecto invernadero, la contaminación química y la generación de residuos” concluye del Río.

Foto: Lance Lee, Greenpeace Detox Campaign