Marzo 9
Artículo
publicado por Vicenç Navarro en el diario digital SISTEMA, 9 de
marzo de 2012
Este
artículo señala las raíces del problema de la Eurozona, que es la
gran reducción de las rentas del trabajo en Alemania (y en los demás
países de la Eurozona), que ha creado un problema de demanda en
aquel país y en toda la Eurozona, y una excesiva acumulación en
Alemania de capitales (resultado de lo anterior) incluido capitales
financieros, que al exportarse contribuyeron a crear las burbujas
inmobiliarias en los países de la periferia, consiguiendo enormes
beneficios, como consecuencia.
Alemania es muy exitosa en la
exportación de productos. Y como exporta mucho más que importa, la
balanza de pagos es positiva. El crecimiento de la diferencia entre
exportación e importación varió, pasando de representar el 2,8%
del producto interior doméstico en el año 2000, al 7% en el 2008.
En realidad, el valor total de las exportaciones en Alemania fue en
este último año de 983.000 millones de euros, superior al valor
total en China, 971.000 millones. Su saldo de pagos era de 177.000
millones de Euros en Alemania, comparado con 191.000 millones en
China. Este enorme éxito se debe primordialmente a la moderación
salarial, manteniendo los sueldos muy por debajo del nivel de su
productividad. Ello explica que el valor añadido no vaya a la masa
salarial y al consumo doméstico, sino a los beneficios empresariales
y a las exportaciones de capital, incluyendo capital financiero. Ni
que decir tiene que el mundo del trabajo alemán no está muy
satisfecho con esta situación. Pero el mundo empresarial alemán
tiene un gran instrumento en sus manos, el Banco Central Alemán (el
Bundesbank) y el Banco Central Europeo. Estos dos instrumentos tienen
como objetivo controlar la inflación, a través del control
salarial. Cuando los sindicatos del metal estaban renegociando su
conversión, el BCE subió los intereses del dinero, reduciendo el
crecimiento económico y aumentando el desempleo, y ello a pesar de
que la Eurozona estaba ya a punto de entrar en recesión.
Por otra parte, la exportación del
capital, incluyendo el financiero, ha sido un componente
importantísimo para crear la burbuja inmobiliaria en España e
Irlanda (y en EEUU). Se olvida en los círculos financieros y
empresariales alemanes y en sus establishment políticos que, aún
cuando acusan a los países periféricos de haber derrochado su
dinero (en invertir en actividades especulativas, como el sector
inmobiliario), la banca alemana favoreció y se benefició de tal
derroche. En realidad, la mayoría del dinero era alemán (además de
francés y español). Es difícil aceptar la crítica cuando la banca
alemana estuvo metida hasta la médula en tal derroche,
beneficiándose enormemente. Es interesante notar que, como dijo el
sindicato del metal alemán, la burbuja inmobiliaria alemana pasó en
España. Mientras que había una escasez de construcción en Alemania
(Alemania tiene el menor porcentaje de propietarios de viviendas en
la UE), en España, con la ayuda del capital financiero alemán, se
construyeron tres veces más casas de las que se necesitaban. Era
austeridad en casa (Alemania) y despilfarro en el resto de la UE y,
muy en particular, en los países periféricos (España, Grecia,
Portugal e Irlanda). En realidad, la moderación salarial se escribió
en piedra en la constitución alemana, presentándola como una
enmienda, exigiendo equilibrio presupuestario. Detrás de tal
enmienda constitucional estaba el deseo de reducir la protección
social.
Tales medidas no se tradujeron en un
crecimiento del desempleo, y ello como resultado del poder sindical
dentro de las empresas (el sistema llamado co-gestión), que hizo que
en lugar de destruir empleo, el empresario tenía y tiene que pactar
la reducción del tiempo de trabajo. El desempleo no subió, pero la
moderación salarial se mantuvo, aunque con notable deterioro de la
calidad de los puestos de trabajo alemanes. Existía en Alemania un
miedo al desempleo, incluso entre el establishment, pues no fue la
inflación –como siempre se dice- sino el desempleo el que fue
responsable del nazismo (ver mi artículo “El profundo error del
Gobierno alemán: los orígenes del nazismo. El Plural. 19.12.11). Es
importante señalar que es el Bundesbank el que todavía sostiene la
interpretación histórica de los orígenes del nazismo como basados
en la inflación elevada en aquel periodo. El Bundesbank intenta
crear esta imagen, pues la inflación es siempre el mayor enemigo de
la banca. Pero la inflación existió mucho antes (1918-1924) de que
Hitler saliera elegido.
Lo que estamos viendo es el intento de
exportación del modelo alemán (en realidad, del modelo establecido
por el establishment financiero-empresarial alemán) al resto de la
Unión Europea, con una enorme determinación y contundencia. Las
políticas del Gobierno Rajoy están siguiendo a pies juntillas tal
modelo, con el agravante de que España no tiene el sistema de
protección social y el sistema de co-gestión que tiene Alemania. Y
todo ello se hace bajo el mandato del Consejo Europeo, de la Comisión
Europea y del Banco Central Europeo, en los que el establishment
alemán tiene pleno dominio, transformando los países periféricos
en meros peones de una estrategia continental, habiendo alcanzado su
máximo desarrollo en Grecia, convertida hoy en mera colonia alemana.
La estructura ideológica que sostiene
tal avalancha ideológica es el monetarismo y el mercantilismo (que
comúnmente se llama neoliberalismo), que se ha resistido por todos
los medios al incremento de la demanda doméstica en Alemania y en
los otros países, y por lo tanto al incremento de los salarios y
gasto público, como medida estimuladora de la economía.
El gran problema de esta estrategia es
que la reducción de los salarios y de las rentas del trabajo están
creando un problema gravísimo, no sólo en la periferia, sino
también en el centro (Alemania y Austria), con una demanda
estancada. Esta situación crea una enorme acumulación de capital en
los países centrales y un enorme endeudamiento y grandes déficits
en los países periféricos, disminuyendo las importaciones hasta tal
nivel que afectan a las exportaciones alemanas, pues gran parte de
éstas van a los países de la UE. Con ello se están creando unas
balanzas de pagos excesivamente positivas en el centro y
excesivamente negativas en la periferia, que están afectando a la
salud del sistema. De ahí que fuera EEUU el país que confió más
en las políticas keynesianas de estímulo, que propusiera en
Noviembre de 2010 en Seúl, Corea, que no se permitiera que un país
tuviera un balance de saldos positivo mayor del 4% de su PIB.
Alemania y China lo vetaron, y con ello las posibilidades de que la
UE se recuperara se vieron enormemente afectadas.
Las soluciones son fáciles de ver y
van en sentido opuesto a las llevadas a cabo hoy en día por la
troika que manda en la UE. Se necesitan urgentemente medidas de
estímulo de la demanda doméstica, comenzando por Alemania. El
conflicto no es, pues, Alemania versus el resto de la UE, sino el del
establishment alemán frente a las clases populares alemanas y de los
otros países. El internacionalismo de las elites dominantes debería
sustituirse por el internacionalismo de las clases populares.