Tenemos la
obligación de exigir a los poderes político y empresarial, que
respeten nuestro derecho a mantenernos libres de tóxicos que se
acumulan en nuestro organismo y aniquilan nuestra salud y bienestar.
El coste sanitario para la salud pública europea que generan los
contaminantes hormonales -disruptores endocrinos- supera los 157.000
millones de euros; y esto es posible porque no hemos conseguido un
equilibrio a través del consenso, entre los beneficios lógicos para
la industria y las exigencias políticas de salud para la sociedad.
Ante semejante descompensación, el ciudadano debe actuar.
Porque no se
trata de demonizar una Industria agro-alimentaria, cosmética, de
control de plagas, de servicios, farmacéutica etc, que forman parte
del progreso y bienestar de la sociedad; no. Al fin y al cabo,
nuestro estilo de vida tienen un coste que debemos afrontar. Pero sí
es fundamental una regulación basada en la equidad, que tenga en
cuenta la Salud Pública. Ya no vale ese pensamiento de que “no se
puede hacer nada”, porque es posible reivindicar políticas más
saludables.
El Catedrático de Medicina Preventiva
y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB),
Miquel Porta, quien también es investigador en el Instituto Hospital
del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), tiene claro que la
sociedad debe tomar consciencia y, sin obsesionarse, comenzar a
apostar por una alimentación más sana. Aún así, no seremos
capaces de esquivar los CTPs -compuestos tóxicos persistentes-
porque son contaminantes químicos nocivos que, normalmente, llegan a
nosotros disueltos en grasas animales. Son acumulativos. Tanto, que
aún muchos años después de su prohibición se encuentran en
nuestros organismos, como el DDT.
Muchos de estos contaminantes son cancerígenos, disruptores endocrinos, hepatotóxicos, inmunosupresores, neurotóxicos, alteran las defensas del organismo o provocan tumores a medio y largo plazo. Afectan a toda la población desde la gestación y son los causantes de la mayoría de las enfermedades.
Cremas faciales y corporales, champús,
envases de plástico, perfumes, productos de limpieza, juguetes,
frutas, verduras y hortalizas, carnes... todo contiene contaminantes
hormonales y la pregunta es si la sociedad está dispuesta a exigir
al poder político otro tipo de prácticas agrícolas o industriales,
más políticas de protección ambiental o energías más limpias. Es
necesaria una honda reflexión y concienciación social, porque las
personas no son conscientes de que su cuerpo está más intoxicado a
medida que cumple años. En la sangre del cordón umbilical de un
recién nacido se han encontrado más de 300 compuestos
contaminantes; y también en el líquido amniótico.
No es cierto que el precio que debamos
pagar por el progreso sea la intoxicación de nuestros cuerpos. El
Investigador del IMIM, Miquel Porta, lleva años insistiendo en que,
aunque no los veamos y nos enfermemos de repente sino a largo plazo,
los CTPs nos matan lentamente y en que el voto y la actitud de los
consumidores es fundamental para cambiar la tendencia de la
Industria.
"¿Por qué no pedimos agua de más calidad; aire de más calidad; condiciones de trabajo más saludables, en vez de más hospitales? ¿Qué es esta visión consumista de la sanidad? La solución está en más políticas y medidas de prevención" reflexiona el investigador.
Hemos hablado con él. En esta
entrevista que les ofrecemos en formato de vídeo/TV no pretendemos
ser originales, sensacionalistas o innovadores. Sobre la
contaminación, también de la interna, de la de nuestros cuerpos, ya
se ha dicho todo y demasiadas veces, pero los expertos como Miquel
Porta no dejan de insistir. Así que nosotros no dejaremos de
divulgar la verdad. Lo demás, es concienciación social.