miércoles, 23 de marzo de 2016

Entrevista a Miquel Porta, investigador del IMIM: “Estamos intoxicados desde el embrión y no reaccionamos”

Tenemos la obligación de exigir a los poderes político y empresarial, que respeten nuestro derecho a mantenernos libres de tóxicos que se acumulan en nuestro organismo y aniquilan nuestra salud y bienestar. El coste sanitario para la salud pública europea que generan los contaminantes hormonales -disruptores endocrinos- supera los 157.000 millones de euros; y esto es posible porque no hemos conseguido un equilibrio a través del consenso, entre los beneficios lógicos para la industria y las exigencias políticas de salud para la sociedad. Ante semejante descompensación, el ciudadano debe actuar.

Porque no se trata de demonizar una Industria agro-alimentaria, cosmética, de control de plagas, de servicios, farmacéutica etc, que forman parte del progreso y bienestar de la sociedad; no. Al fin y al cabo, nuestro estilo de vida tienen un coste que debemos afrontar. Pero sí es fundamental una regulación basada en la equidad, que tenga en cuenta la Salud Pública. Ya no vale ese pensamiento de que “no se puede hacer nada”, porque es posible reivindicar políticas más saludables.

El Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Miquel Porta, quien también es investigador en el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), tiene claro que la sociedad debe tomar consciencia y, sin obsesionarse, comenzar a apostar por una alimentación más sana. Aún así, no seremos capaces de esquivar los CTPs -compuestos tóxicos persistentes- porque son contaminantes químicos nocivos que, normalmente, llegan a nosotros disueltos en grasas animales. Son acumulativos. Tanto, que aún muchos años después de su prohibición se encuentran en nuestros organismos, como el DDT. 
Muchos de estos contaminantes son cancerígenos, disruptores endocrinos, hepatotóxicos, inmunosupresores, neurotóxicos, alteran las defensas del organismo o provocan tumores a medio y largo plazo. Afectan a toda la población desde la gestación y son los causantes de la mayoría de las enfermedades.

Cremas faciales y corporales, champús, envases de plástico, perfumes, productos de limpieza, juguetes, frutas, verduras y hortalizas, carnes... todo contiene contaminantes hormonales y la pregunta es si la sociedad está dispuesta a exigir al poder político otro tipo de prácticas agrícolas o industriales, más políticas de protección ambiental o energías más limpias. Es necesaria una honda reflexión y concienciación social, porque las personas no son conscientes de que su cuerpo está más intoxicado a medida que cumple años. En la sangre del cordón umbilical de un recién nacido se han encontrado más de 300 compuestos contaminantes; y también en el líquido amniótico.

No es cierto que el precio que debamos pagar por el progreso sea la intoxicación de nuestros cuerpos. El Investigador del IMIM, Miquel Porta, lleva años insistiendo en que, aunque no los veamos y nos enfermemos de repente sino a largo plazo, los CTPs nos matan lentamente y en que el voto y la actitud de los consumidores es fundamental para cambiar la tendencia de la Industria.
"¿Por qué no pedimos agua de más calidad; aire de más calidad; condiciones de trabajo más saludables, en vez de más hospitales? ¿Qué es esta visión consumista de la sanidad? La solución está en más políticas y medidas de prevención" reflexiona el investigador.

Hemos hablado con él. En esta entrevista que les ofrecemos en formato de vídeo/TV no pretendemos ser originales, sensacionalistas o innovadores. Sobre la contaminación, también de la interna, de la de nuestros cuerpos, ya se ha dicho todo y demasiadas veces, pero los expertos como Miquel Porta no dejan de insistir. Así que nosotros no dejaremos de divulgar la verdad. Lo demás, es concienciación social.
firma Gema Castellano
Gema Castellano
@GemaCastellano


domingo, 13 de marzo de 2016

La comunidad internacional reconoce el problema del acceso a fármacos y su desarrollo

  • Un tercio de la población mundial carece de acceso a medicamentos esenciales y el sistema de innovación actual no responde a los problemas de salud pública
  • La Secretaría General de las Naciones Unidas ha convocado un Panel de Alto Nivel para encontrar soluciones a la incoherencia existente entre el derecho a la salud y las normas de comercio y propiedad intelectual
  • "Defendemos la necesidad de encontrar nuevas fórmulas de I+D que desvinculen los incentivos para desarrollar medicinas de la expectativa de obtener enormes ingresos"
Pablo Trillo 11/03/2016
Fotograma del documental 'Investigación Médica: Houston, tenemos un problema', de 
Salud por Derecho.  
En 2012, el programa conjunto de Naciones Unidas para el sida (UNAIDS) declaró tras el dictamen de los expertos de la Comisión Global sobre VIH y Derecho, que había un número creciente de leyes relacionadas con el comercio internacional que estaban vulnerando el derecho a la salud de millones de personas.

A día de hoy más de un tercio de la población mundial carece de acceso a medicamentos. Lo que antes parecía un problema que afectaba a poblaciones de los países empobrecidos hoy ya afecta a todos los países del mundo. El alto precio de los fármacos y la falta de investigación en enfermedades poco rentables para la industria están construyendo uno de los mayores problemas sistémicos a los que nos enfrentamos hoy en día.

En consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible firmados el pasado septiembre, el secretario general de las Naciones, Ban Ki-Moon, ha convocado un Panel de Alto Nivel sobre innovación y acceso a tecnologías de la salud. ¿El objetivo? Recomendar soluciones para poner remedio a la terrible incoherencia actual de estas políticas, facilitando el tránsito en los caminos donde se cruzan los derechos humanos, los intereses privados y la salud pública.

Esto se hará a través de una revisión y evaluación de las propuestas que ha recogido el Panel de Alto Nivel entre diciembre y febrero, y que han ido llegando desde diferentes organizaciones de la sociedad civil, grupos de pacientes, centros de estudios, gobiernos e industria farmacéutica. Todas ellas serán analizadas por un grupo de 16 personas, expertos en temas de comercio, salud pública y derechos humanos.

La participación ha sido muy alta, y la variedad de las aportaciones de cada sector auguran un análisis complejo y minucioso del grupo de expertos. Han sido 176 propuestas lanzadas; de todas ellas, 30 están siendo defendidas públicamente por sus precursores en dos audiencias públicas que están teniendo lugar este mes. La primera, el pasado miércoles, en Londres. La segunda en Johannesburgo, el próximo jueves 17.

Salud por Derecho ha querido contribuir a este cambio tan necesario formando parte de una de esas 30 aportaciones que ayer fue expuesta y defendida en Londres por Saoirse Fitzpatrick, en representación de las muchas organizaciones que defendemos la necesidad de un modelo de innovación de medicamentos que esté guiado por las necesidades de salud pública global, no por intereses comerciales, y que tenga como resultado medicamentos eficaces, asequibles y entendidos como bienes públicos.

De entre las muchas medidas que se argumentan en el documento, en la línea de lo que recoge la campaña No es sano, destacamos la necesidad de transparencia en el sistema de I+D, tanto en los datos de la investigación, como en la financiación pública y privada y en los precios negociados por los sistemas de salud con la industria. Defendemos la necesidad de encontrar nuevas fórmulas de I+D que desvinculen los incentivos para desarrollar medicinas de la expectativa de obtener enormes ingresos, para poner fin así a los monopolios farmacéuticos facilitados por las patentes. También creemos necesaria la creación de un observatorio global de I+D que identifique las áreas de necesidad médica y coordine los esfuerzos de una investigación transparente y eficaz que concluya en medicamentos asequibles.

Tras el análisis y las aportaciones a cada una de las diferentes propuestas por parte del grupo de expertos y el Panel de Alto Nivel, se presentará un informe final a la Secretaría General de las Naciones Unidas en junio de 2016. Será Ban Ki-Moon, entonces, el que llevará el informe a la Asamblea General, que decidirá las acciones que habrán de llegar en los años venideros para remediar este terrible sinsentido por el que, actualmente, las normas de comercio y propiedad intelectual son más importantes que los derechos humanos y la salud pública global.

La convocatoria de este Panel de Alto Nivel por las Naciones Unidas pone de manifiesto la importancia de un tema que no deja de agravarse. Es la primera vez en la historia de las Naciones Unidas que hablan del problema de acceso a medicamentos como un problema global y no solo como un problema de determinados países empobrecidos. Este Panel es otra oportunidad para alzar la voz y hacer historia, y para construir hitos que nos lleven a un mundo en donde la salud de muchos sea más importante que las cuentas bancarias de unos pocos.

martes, 1 de marzo de 2016

5 grandes médicos británicos, contra las farmacéuticas: "Causan miles de muertes"

HAN FIRMADO UN MANIFIESTO REVELADOR 

Prestigiosos profesionales de la salud, incluido el médico personal de Isabel II, lanzan una campaña pidiendo al Parlamento que investigue las prácticas del Big Pharma
Para muchos doctores el comportamiento de las farmacéuticas es ya inadmisible. (iStock)
MIGUEL AYUSO 25.02.2016

Cada vez es más habitual escuchar a prestigiosos médicos y divulgadores científicos criticar a las farmacéuticas, las administraciones sanitarias y muchos de sus colegas por sobremedicar peligrosamente a la población. Investigadores de renombre como Ben Goldacre, Allen Frances o Peter C. Gøtzsche han escrito libros sobre las prácticas sucias de la industria farmacéutica, a las que acusan sin tapujos de causar más muertes que los cárteles de la droga. Pero su crítica sólo llega con cuentagotas a la arena política. Algo que, parece, está empezando también a cambiar. Al menos en Reino Unido.

El mediático cardiólogo Aseem Malhotra, ha elaborado un manifiesto para pedir a los políticos que hagan algo para frenar las prácticas “oscuras” de las farmacéuticas, que ha sido respaldado por cinco primeras espadas de la salud: Sir Richard Thompson, expresidente del Real Colegio de Médicos de Gran Bretaña y médico personal de la reina durante 21 años; John Ashton, presidente del Faculty of Public Health; el psiquiatra JS Bamrah, presidente de la Asociación Británica de Médicos de Origen Indio y director médico del Manchester Academic Science Centre; la cardióloga Rita Redberg, editora de la prestigiosa revista médica 'JAMA Internal Medicine'; y el profesor James McCormack, reputado farmacéutico y divulgador científico.
No hay ninguna duda de que la cultura que dicta 'cuántas más medicinas mejor' está en el corazón mismo del sistema de salud
Malhotra asegura que “demasiado a menudo” los pacientes reciben fármacos inútiles y, en muchas ocasiones, peligrosos, una práctica alentada por la industria farmacéutica que engaña a médicos y pacientes sin que el sistema público de salud (el NHS) haga nada al respecto. “Ha llegado el momento de realizar una completa investigación pública sobre la forma en que se estudia y se revela la eficacia de los fármacos”, ha explicado Thompson en la presentación del texto. “Existe un peligro real de que algunos tratamientos actuales sean mucho menos efectivos de lo que creíamos”.
Los doctores Richard Thompson y Aseem Malhotra.  
Las estatinas, en el punto de mira

El doctor Malhotra ha explicado en 'The Daily Mail' –que ha publicado en exclusiva el manifiesto íntegro– que el conflicto de intereses comerciales entre investigadores y farmacéuticas está contribuyendo “a una epidemia de médicos y pacientes desinformados, en el Reino Unido y más allá”.

En su opinión, el sistema de salud británico está sobremedicando a sus pacientes –especialmente a las personas mayores– y los efectos secundarios de los fármacos están provocando incontables decesos. Tantos, asegura, que, como documenta el médico danés Peter C. Gøtzsche en su libro 'Medicamentos que matan y crimen organizado'  (Los libros del lince), el consumo de medicamentos con receta es ya la tercera causa de muerte tras las enfermedades cardiovasculares y el cáncer y, según sus cálculos, sólo los fármacos psiquiátricos son responsables de más de medio millón de muertes en personas mayores de 65 años, en EEUU y la UE. La propia Agencia del Medicamento estadounidense, la FDA, ha alertado de que los ingresos hospitalarios en EEUU relacionados con efectos secundarios de las medicinas se han triplicado en la pasada década. En 2014, 123.000 fallecieron debido a problemas causados por los fáramacos que tomaban.

El médico danés Peter Gotzche ha sido uno de los
más críticos con las farmacéuticas.
Maholtra pone como ejemplo de las malas prácticas de las farmacéuticas el caso de las estatinas, los medicamentos que se utilizan para rebajar los niveles de colesterol, cuyos peligrosos efectos secundarios no han sido tenidos en cuenta, su eficacia, asegura, nunca ha sido bien estudiada, y, aún así, se están recetando a muchas más personas, desde que se rebajo el umbral para recetarlas.

El cardiólogo asegura que el estudio en que se basan estas nuevas recomendaciones (que se publicaron en 2014) estaba firmado por 12 médicos de los cuales seis recibían financiación directa de las farmacéuticas que fabrican estos fármacos. Los datos completos del estudio, además, no han sido nunca publicados.

La cultura de la pastilla

Por desgracia, lo que ocurre con las estatinas es sólo un ejemplo. “No hay ninguna duda de que la cultura que dicta 'cuántas más medicinas mejor' está en el corazón mismo del sistema de salud, exacerbada por los incentivos financieros que conlleva prescribir más fármacos y llevar a cabo más tratamientos”, explica Malhotra. “Pero hay una barrera más siniestra que nos impide hacer progresos y dar a conocer –y por lo tanto hacer frente– a esta práctica, de la que deberíamos estar más preocupados. Y esta es la información que reciben médicos y pacientes para guiar sus decisiones”.
Dado que la responsabilidad principal de las farmacéuticas es dar beneficios a sus accionistas todo esto no debería sorprendernos
En opinión del cardiólogo, las farmacéuticas están “jugando con el sistema” en tres niveles:
Una financiación de las investigaciones polarizada, pues están pensadas para lograr beneficios, no para beneficiar a los pacientes.
Un sesgo en la publicación de resultados en las revistas médicas.
Creando, mediante el conflicto de intereses, una incapacidad entre los médicos y pacientes para entender las estadísticas sanitarias y los riesgos de las medicinas.
Todo esto conlleva una desinformación total sobre la utilidad real de muchos de los fármacos que se recetan. Según el director médico del NHS, Sir Bruce Keogh, uno de cada siete tratamientos que se realizan en Reino Unido (incluidas las operaciones) no son necesarios.

“Dado que la responsabilidad principal de las farmacéuticas es dar beneficios a sus accionistas, no cuidar de la salud de los pacientes, todo esto no debería sorprendernos”, prosigue Malhotra en su manifiesto. Lo verdaderamente preocupante, asegura, es que los Gobiernos no estén haciendo nada por limitar el poder de las farmacéuticas y sancionar con eficacia sus malas prácticas.

La gota que colma el vaso

Tal como explica Malhotra, entre 2007 y 2012 la mayoría de las grandes compañías farmacéuticas han pagado multas considerables por varios escándalos, incluido promocionar fármacos para tratar dolencias sobre las que no había sido estudiada su eficacia, alterar los resultados de las investigaciones y ocultar información sobre los efectos secundarios. Pero es discutible que estas sanciones, por millonarias que sean, actúen como elemento disuasorio.

Un ejemplo. En 2012, GSK tuvo que pagar una multa de 3.000 millones de dólares, que se dice pronto, por comercializar ilegalmente varios medicamentos, incluido un antidepresivo, un fármaco para tratar la diabetes y un medicamento para prevenir la epilepsia. Fue el mayor fraude médico de la historia de EEUU, pero la compañía logró un beneficio de 25.000 millones de dólares vendiendo estos fármacos. Salió ganando.
La farmacéutica Roche se embolsó 2.170 millones de euros con el antigripal. (Reuters)
Otro ejemplo sonado del que habla Malhotra es el del Tamiflu, el medicamento de la farmacéutica Roche que los países desarrollados compraron a toneladas por temor a una epidemia de gripe A que nunca fue tal –y en el que España se gastó aproximadamente 40 millones de euros–. Una década después de que todos nos volviéramos locos y aprendiéramos a lavarnos las manos está muy claro que todo fue una estafa. En 2014 se supo que el medicamento no era mejor en el tratamiento de los síntomas de la gripe que el paracetamol y, además, tenía peligrosos efectos secundarios.
En 2014 se supo que el Tamiflú no era mejor en el tratamiento de los síntomas de la gripe que el paracetamol
El cardiólogo es muy contundente en la conclusión de su manifiesto: “El sistema está roto y no se va a arreglar poniendo más dinero. La codicia corporativa y el sistemático fracaso político ha dejado al sistema de salud de rodillas. Sin transparencia total ningún médico puede proveer lo que hemos prometido en la escuela médica, y a lo que nos dedicamos en cuerpo y alma: dar el mejor cuidado a nuestros pacientes. Por el bien de nuestra salud y la sostenibilidad del sistema ha llegado la hora de de emprender una verdadera acción colectiva frente a la cultura de la sobremedicación (...) La ciencia médica ha dado un giro hacia la oscuridad. Y la luz del sol será su único desinfectante”.

El negocio farmacéutico, bajo la lupa: miles de pacientes mueren por el consumo inadecuado de drogas

Imagen illustrativa / pixabay.com
Publicado: 24 feb 2016 

Varios médicos británicos han iniciado un debate sobre la eficacia de los medicamentos y cuestionan la influencia de las compañías del sector en el consumo de productos cuya eficacia no está comprobada.

El negocio farmacéutico mueve millones de dólares en todo el mundo. Al mismo tiempo, los excesos de medicación y el consumo de múltiples medicamentos cuya eficacia está en duda son algunos de los factores que provocan la muerte de miles de personas.

Ante esta situación, Richard Thompson, expresidente del Real Colegio de Médicos británico y doctor personal de la reina Isabel II durante 21 años, ha reclamado que se realice una consulta pública urgente sobre "la eficacia de los fármacos" y que se revelen los manejos "turbios" de las compañías del sector y ha advertido sobre la influencia excesiva que poseen a la hora de prescribir medicamentos, publica el diario 'The Daily Mail'.

Las personas que arremeten contra las farmacéuticas aseguran que muchas drogas provocan más perjuicios que beneficios, mientras que las supuestas bondades de algunos medicamentos no están debidamente constatadas.

Al respecto, el cardiólogo Aseem Malhotra cuestiona que a algunos pacientes les dicen que deben tomar medicamentos que no necesitan como parte de un conflicto de intereses comerciales y eso contribuye a que exista "una epidemia de médicos y pacientes desinformados".

Malhotra señala directamente a la sanidad pública británica porque considera que sobremedica a sus pacientes y que los efectos colaterales derivados que provoca esa manera de actuar conducen a "innumerables muertes".

Además, este cardiólogo indica que existe la sospecha de que ese exceso de "medicina" derive de los "incentivos financieros" vinculados con la prescripción y el aumento de los procedimientos, con lo cual acusa a las farmacéuticas de "jugar con el sistema" y de invertir el doble en propaganda que en investigación.

Por estas actitudes y manejos poco claros, entre 2007 y 2012 casi todas las farmacéuticas que se encuentran entre las 10 más importantes del mundo pagaron multas considerables por delitos como la tergiversación de resultados de investigación, el ocultamiento de información sobre los daños de sus productos y la comercialización ilegal de fármacos.

El diario concluye que lo más preocupante es que estas maiobras se cobran miles de vidas en todo el mundo, causan miles de millones de pérdidas a las economías de los países y multiplican el sufrimiento de los pacientes, quienes cada vez requieren más tratamientos por los efectos secundarios que les causan los medicamentos que consumen.