Diversas marcas de móviles han sido
acusadas de manipular las pruebas de seguridad
de sus dispositivos.
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El escándalo Phonegate nos da pie para
interrogarnos sobre el tema de la seguridad electromagnética. ¿Es
la tasa de emisión SAR una medida fiable para descartar posibles
efectos en la salud?
CARLOS ÁLVAREZ BERLANA PUBLICADO 2018-01-13
En los últimos meses hemos asistido al
llamado caso "Phonegate", a través del cual hemos podido
saber que las compañías de teléfonos móviles, con el beneplácito
de las autoridades de seguridad electromagnética, han estado
haciendo trampas para pasar las pruebas de seguridad de sus
dispositivos.
Según datos desvelados tras
requerimiento judicial, conseguido por el médico francés Marc Arazi, muchos aparatos han estado pasando las pruebas a distancias de
entre 1,5 y 2,5 centímetros, y el 89% de móviles testados entre
2011 y 2015 por la Agencia Nacional de Frecuencias francesa (ANFR)
superaban los límites de emisión según la tasa SAR en las
posiciones de contacto. Quiere esto decir que muchas personas cuando
llevan el móvil en el bolsillo o hablan con él pegado a la oreja
están recibiendo más radiación que la marcada por la normativa.
El escándalo Phonegate nos da pie para
interrogarnos sobre el tema de la seguridad electromagnética. ¿Es
la tasa de emisión SAR una medida fiable para descartar posibles
efectos en la salud? ¿Es la SAR fijada por la normativa europea de 2
W/Kg un límite suficiente que garantice la seguridad? Hemos de
contestar que hay al menos una parte de la comunidad científica que
está diciendo que no, que la SAR no es una medida fiable sobre
posibles efectos biológicos causados por la radiación del teléfono
móvil y que 2 W/Kg es insuficiente puesto que hay investigaciones científicas que están encontrando efectos negativos muy por debajo
de ese nivel.
Cabe interrogarse con un poco más de
profundidad por ese factor ambiental que no se ve y que no se huele,
pero que cada día está más presente en nuestro entorno, la
catalogada como contaminación electromagnética. ¿Son los actuales
niveles de radiación electromagnética artificial, que superan en
cientos de miles de veces los niveles de radiación natural, un
peligro para la salud? Otra vez hemos de contestar que hay una
cantidad importante de expertos en bioelectromagnétismo que están
diciendo que nos vamos a encontrar con cada vez más problemas de
salud relacionados con este nuevo elemento medioambiental.
La siguiente pregunta es: ¿están
velando adecuadamente por la salud las organizaciones y autoridades
de seguridad electromagnética? De nuevo y otra vez apelando a
opiniones científicas tenemos que responder que no. Los niveles en
nuestro país y otros europeos que siguen las recomendaciones de la
Comisión Internacional sobre Protección Frente a Radiaciones No
Ionizantes (ICNIRP) –reconocida por la Organización Mundial de la
Salud– según comisiones y comités científicos son excesivos y no
protegen frente a múltiples efectos a corto, medio y largo plazo en
la salud de las personas.
¿Por qué la ICNIRP y la OMS mantienen
la recomendación de unos límites de seguridad por debajo de los
cuales hay multitud de investigaciones que demuestran efectos
adversos en la salud? Para responder a esta pregunta tenemos que
tener presente los conflictos de intereses y el poder del lobbie de
las telecomunicaciones. La práctica totalidad de investigadores de
la ICNIRP han sido financiados por la industria de tele comunicaciones, y el Proyecto Campos electromagnéticos de la OMS
ha sido reiteradamente denunciado por financiación ilegal,
conflictos de interés y excesiva cercanía a la industria de las telecomunicaciones.
En el pasado hemos tenido ejemplos de
como la industria del tabaco durante décadas ha escondido o sembrado
dudas acerca de los riesgos de su producto. Es una cuestión a debate
la influencia de los lobbies en las reglamentaciones y en la
información que llega a los consumidores. En el tema de la seguridad
electromagnética nos encontramos, además, con una sociedad que en
su conjunto ha abrazado de manera acrítica unas tecnologías sin
preguntarse por sus posibles riesgos.
Hay voces que están diciendo que las
tecnologías de la información aplicadas en la enseñanza tienen
contraindicaciones pedagógicas y que cuando se basan en alternativas
inalámbricas, como el wifi, tienen impacto en la salud, en la
conducta y en las capacidades cognitivas de los niños. Hay motivos
para estar inquietos por el creciente aumento de cáncer y trastornos
de la conducta infantil que hay investigaciones que relacionan con la
contaminación electromagnética. Sin embargo, un modelo de
desarrollo tecnológico que deja de lado las opciones mas seguras
como la conexión por cable se está imponiendo a criterios que
deberían ser básicos como la salud y el medioambiente.