domingo, 16 de junio de 2019

Informes científicos concluyentes] Amenazas de las redes 5G

Por Silvia Ribeiro

Una serie de estudios científicos refieren que estas radiaciones electromagnéticas producen estrés celular, daños genéticos y en el sistema reproductivo, déficit de atención y aprendizaje, trastornos neurólogicos y por conjunción de varios factores, potencialmente cáncer. Intervienen además los sistemas de orientación de aves, abejas, hormigas, ranas, entre otros animales que han sido estudiados.

Las nuevas redes de conectividad con tecnología 5G conllevan riesgos sin precedentes para la salud y el medioambiental, para la vida humana, animal y vegetal. Siendo éste un aspecto fundamental, por el cual no debería permitirse su expansión, es solamente uno de los muchos problemas que implica su desarrollo. Son un elemento crucial de grandes transformaciones –mayoritariamente negativas– en múltiples aspectos de la vida económica, política y social de los países. Afectarán radicalmente, la producción de servicios y el comercio internacional, y proveerán nuevas formas de vigilancia y control, todo ello centralizado en manos de unas cuantas empresas trasnacionales y algunos gobiernos. Tanto para China como para Estados Unidos, la expansión de tecnología 5G es una política de gobierno, lo cual es trasfondo del bloqueo a Huawei, ya que China está más avanzada en su desarrollo.

Las redes 5G, llamadas así por ser la quinta generación de redes de comunicación inalámbrica, prometen ser notablemente más rápidas y con más capacidad de trasmitir datos (mayor ancho de banda), por lo que podrían cubrir una cantidad mucho mayor de conexiones en el mismo espacio. La idea es aumentar la velocidad de descarga hasta 20 veces más rápido que con las actuales redes 4G. La tecnología 5G no es sólo un desarrollo de las anteriores, también cambia la frecuencia de onda con que se trasmite. Agrega una frecuencia de ondas milimétricas, mucho más cortas que las anteriores y con una densidad mucho mayor. Como su rango de alcance es significativamente menor, para que sustituya a las redes actuales y expanda su potencial, sería necesario instalar una enorme cantidad de antenas de rangos cortos, cada 100 metros (10-12 casas) en zonas urbanas. Estas estarán a su vez conectadas a una densa red de miles de satélites de baja altura, por lo que sus promotores aseguran que podrían conectar cualquier área en el planeta y que no sufrirán cortes de trasmisión.

Esta capacidad de conectar más dispositivos a las redes inalámbricas, hará dar un salto cuantitativo al internet de las cosas, que se refiere a las conexiones inalámbricas entre todo tipo de aparatos industriales y domésticos -desde teléfonos, computadoras, pantallas, cámaras y autos que nos ven, máquinas de café, estufas, refrigeradores, camas y otros muebles “inteligentes”, autos, dispositivos de salud, todo ello conectado a nuestros expedientes médicos, laborales, crediticios, educativos, hábitos de consumo, actividades de tiempo libre, etc. También en entornos abiertos o plazas comerciales, centros educativos y de atención pública será posible una multiplicación exponencial de sistemas de conectividad, vigilancia, rastreo e identificación, enmarcados en las llamadas “ciudades inteligentes”, con una multiplicación de drones y vehículos no tripulados para servicios, entregas y vigilancia.

Todo esto representa una invasión de los espacios, las mentes y los cuerpos como nunca antes habríamos podido imaginar, siendo además una fuente inagotable de datos sobre nosotros y el cuerpo social, para vender a empresas de seguros, de medicamentos y muchas otras mercancías, e incluso a entidades políticas y de manipulación electoral, como explica Sally Burch (https://www.alainet.org/es/articulo/197691).

Junto a ello, aumentará exponencialmente la exposición a radiaciones electromagnéticas de las personas y todo ser vivo, un tema ya pendiente con las redes de comunicación existentes. Sobre estas últimas, existen numerosos estudios mostrando los riesgos de la radiación relacionada al uso de teléfonos móviles y wifi. El Consejo de Europa, por ejemplo, declaró desde 2011 (EC resolución 1815), que se debería informar al público sobre los riesgos, bajar el nivel de frecuencias permitidas, limitar las conexiones inalámbricas y sustituirlas por conexiones cableadas en escuelas, bibliotecas y lugares públicos, porque el riesgo es mayor para las niñas y niños.

Una serie de estudios científicos refieren que estas radiaciones electromagnéticas producen estrés celular, daños genéticos y en el sistema reproductivo, déficit de atención y aprendizaje, trastornos neurólogicos y por conjunción de varios factores, potencialmente cáncer. Intervienen además los sistemas de orientación de aves, abejas, hormigas, ranas, entre otros animales que han sido estudiados. Katie Singer, autora del libro Una primavera silenciosa electrónica da cuenta de varios de estos estudios, también sobre impactos en humanos. (http://www.electronicsilentspring.com/)

No obstante, la densa red de microondas milimétricas y capa de radiación electromagnética a las que nos expondría la instalación masiva de redes con tecnología 5G no tiene precedente. Tanto por el tipo de ondas, el aumento de la cantidad de aparatos emisores y receptores, por la continuidad y asiduidad de uso, por la red satelital para comunicarlos entre sí y por el proyecto de expansión global a todas los rincones del planeta. Por todo ello, un grupo de médicos y científicos de varios países, comenzaron un llamado internacional dirigido a Naciones Unidas, con referencia a varios estudios, para detener el despliegue de estas redes. Urge conocer y ampliar el debate, hay demasiado en juego.

*Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC.

«La orina del 95% de los niños tiene sustancias que alteran sus hormonas»


Por Redacción Médica

El embarazo, la infancia y la adolescencia son las etapas más vulnerables a estas sustancias, de las se han identificado más de 1000.

Más del 95 por ciento de los niños españoles muestra dosis bajas de sustancias hormonalmente activas en la orina debido a la exposición a contaminantes, esto es uno de los efectos del crecimiento de los ‘disruptores endocrinos‘, sustancias químicas que pueden alterar el sistema hormonal. Así lo han señalado durante el 67º Congreso Anual de la Asociación Española de Pediatría (AEP), durante el que los expertos han reclamado visibilizar el grave problema social que representa la exposición a estas sustancias.

Según ha explicado Juan Antonio Ortega, coordinador del Comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría, «una de las características de estos disruptores endocrinos es que pueden ocasionar efectos con una exposición muy reducida«. Asimismo, ha asegurado que «durante la etapa infanto-juvenil, la dieta es la principal fuente de exposición a estas sustancias, seguido, en segundo plano, de los productos de higiene personal o los pesticidas en el hogar».

El embarazo, la infancia y la adolescencia son las etapas más vulnerables a estas sustancias, de las se han identificado más de 1000. Los efectos que pueden provocar son muy diversos: obesidad, diabetes, reducción del coeficiente intelectual – que presentan mayor incidencia en la etapa infantil-, una pubertad adelantada -que aumenta el riesgo de cáncer, enfermedades o alteraciones mentales-, malformaciones urogenitales, cáncer testicular, problemas cardiovasculares, o baja calidad seminal, entre otros. «Por este motivo el control de la exposición a disruptores endocrinos sobre estas poblaciones debe ser más exhaustivo». «Los disruptores endocrinos pueden actuar conjuntamente y puede hacer que se potencie el efecto, y esto es algo característico de estas sustancias para tener en cuenta en pediatría: comprender el efecto coctel es un desafío», ha sostenido Ortega.

Por su parte, María José Mellado, presidente de la AEP, recuerda la apuesta de esta sociedad científica por la salud medioambiental, ya que «el efecto del medioambiente en la salud es incuestionable, repercutiendo especialmente en la salud infanto-juvenil, y destacando la responsabilidad como clínicos de implicarnos todos en el desafío de la salud del planeta».

Por su parte, Leonardo Trasande, experto en esta materia de la NYU Langone (uno de los principales centros de Medicina de EEUU), ha facilitado a los padres una serie de recomendaciones para disminuir la exposición de sus hijos a los mencionados contaminantes. «Pequeñas acciones pueden dar sus frutos, buscar alternativas al uso de plásticos innecesarios, calentar y/o almacenar comida en recipientes de vidrio o cerámica evitando el plástico, disminuir el uso de productos químicos en el hogar buscando alternativas en los productos de limpieza y de cuidado diario libres de estas  sustancias, e incrementar el consumo de frutas y verduras frescas, a ser posible ecológicas”, aconseja. Otras sencillas pautas son ventilar la casa para reciclar el aire y permitir que salga el polvo contaminado para disminuir el contacto con retardantes de llamas. Reducir el uso de envases y consumo de enlatados por “ya que con el calor aumenta el ritmo en el que las sustancias se transfieren del plástico a los alimentos», explica.

El coste económico de los disruptores endocrinos

Trasande hace hincapié en el efecto de los pesticidas sobre la reducción de coeficiente intelectual de los niños, «una cuestión muy difícil de identificar tanto por la familia como por profesionales, y que tiene una repercusión en la economía global que aún no se ha podido valorar en su magnitud».

«Todas estas enfermedades tienen una importante repercusión directa en el gasto sanitario«, ha subrayado Trasande. Y es que, según su estudio realizado en Europa, los costes derivados de las enfermedades generadas por estas sustancias químicas es de 163.000 millones de euros al año, lo que representa el 1,2 por ciento del PIB del continente.

BIOneta

«Los niños están 40 horas semanales en los centros educativos. Este espacio es uno de los que más preocupaciones generan a los padres por los posibles tóxicos que pueden afectar a la salud de los menores», ha manifestado Ortega. Con el objetivo de conocer los efectos que tiene el estado actual del medio ambiente en los centros educativos y potenciar la búsqueda de alternativas más saludables, espacios más saludables a través de la elaboración de un Guía de Salud Medioambiental Escolar, el Comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha puesto en marcha el proyecto BIOneta.

Tal y como han podido comprobar los pediatras presentes en este 67 Congreso de la AEP, esta iniciativa se conforma de una eco-food-truck con sensores que viajará por varios colegios del territorio español y medirá los índices de contaminación atmosférica. Asimismo, en el marco de BIOneta, se desarrollará una red colaborativa de pediatras y enfermeros pediátricos para compartir conocimiento y experiencias relativas a la Salud Medioambiental en la escuela.

El premio Nobel de medicina denuncia que las farmacéuticas bloquean medicamentos que curan porque no son negocio

5 junio, 2019

El ganador del premio Nobel Richard J. Roberts denuncia la forma en la que operan las grandes farmacéuticas dentro del sistema capitalista, anteponiendo los beneficios económicos a la salud y deteniendo el avance científico en la cura de enfermedades porque curar no es tan rentable como la cronicidad.

En esta entrevista, el Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts, denuncia que los fármacos que curan no son rentables y por eso no son desarrollados por las farmacéuticas que, en cambio, sí desarrollan medicamentos cronificadores que sean consumidos de forma serializada.

Esto, señala Roberts, también hace que algunos fármacos que podrían curar del todo una enfermedad no sean investigados. Y se pregunta hasta que punto es válido que la industria de la salud se rija por los mismos valores y principios que el mercado capitalista, los cuales llegan a parecerse mucho a los de la mafia.

¿La investigación se puede planificar?

– Si yo fuera ministro de Ciencia, buscaría a gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para sorprendernos.

– Parece una buena política.

– Se suele creer que, para llegar muy lejos, tienes que apoyar la investigación básica; pero si quieres resultados más inmediatos y rentables, debes apostar por la aplicada…

– ¿Y no es así?

– A menudo, los descubrimientos más rentables se han hecho a partir de preguntas muy básicas. Así nació la gigantesca y billonaria industria biotech estadounidense para la que trabajo.

– ¿Cómo nació?

– La biotecnología surgió cuando gente apasionada se empezó a preguntar si podría clonar genes y empezó a estudiarlos y a intentar purificarlos.

– Toda una aventura.

– Sí, pero nadie esperaba hacerse rico con esas preguntas. Era difícil obtener fondos para investigar las respuestas hasta que Nixon lanzó la guerra contra el cáncer en 1971.

– ¿Fue científicamente productiva?

– Permitió, con una enorme cantidad de fondos públicos, mucha investigación, como la mía, que no servía directamente contra el cáncer, pero fue útil para entender los mecanismos que permiten la vida.

– ¿Qué descubrió usted?

– Phillip Allen Sharp y yo fuimos premiados por el descubrimiento de los intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de gen splicing (empalme de genes).

– ¿Para qué sirvió?

– Ese descubrimiento permitió entender cómo funciona el ADN y, sin embargo, sólo tiene una relación indirecta con el cáncer.

– ¿Qué modelo de investigación le parece más eficaz, el estadounidense o el europeo?

– Es obvio que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular avance de la industria informática, donde es el dinero privado el que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la industria de la salud… 

Tengo mis reservas.

– Le escucho.

– La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.

– Explíquese.

– La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital…

– Como cualquier otra industria.

– Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.

– Pero si son rentables, investigarán mejor.

– Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.

– Por ejemplo…

– He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad…

– ¿Y por qué dejan de investigar?

– Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.

– Es una grave acusación.

– Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo.

– Hay dividendos que matan.

– Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.

– ¿Un ejemplo de esos abusos?

– Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.

– ¿No me habla usted del Tercer Mundo?

– Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.

– ¿Los políticos no intervienen?

– No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.

– De todo habrá.

– Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras…

La entrevista fue publicada originalmente por el diario español Vanguardia.

Biografía

Richard J. Roberts nació en Derby, Inglaterra, en 1943. Estudió inicialmente Química, posteriormente se traslada a Estados Unidos, donde desarrolla actividad docente en Harvard y en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York. Desde 1992 dirige los trabajos de investigación del Biolabs Institute, de Beverly, (Massachusetts).

Obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1993, compartido con Phillip A. Sharp, por su trabajo sobre los intrones, fragmentos de ADN que no tiene nada que ver con la información genética. Pudieron describir que la información depositada en un gen no estaba dispuesta de forma continua, sino que se encontraba fraccionada.

Los primeros experimentos los realizaron sobre material genético de virus, particularmente de adenovirus.

Ambos llegaron a la conclusión de que el ARN ha tenido que preceder en la evolución al ADN.