sábado, 16 de febrero de 2019

Tres falsos mitos sobre la fatiga crónica

  • Un 3% de la población sufre esta enfermedad que a menudo se confunde con otras, como la fibromialgia
El Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) no mejora con el descanso. (Yuri_Arcurs / Getty)  
En torno a un 3% de la población mundial padece el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC). A día de hoy se desconoce cuál es su origen, aunque se sospechan múltiples causas. Se trata de una enfermedad de difícil diagnóstico y que, actualmente, obliga a reducir al menos el 50% del número de actividades que desarrollan estas personas.

También conocida como ‘enfermedad sistémica por intolerancia al esfuerzo’ o ‘encefalomielitis miálgica’, puede padecerla cualquier persona. Se caracteriza, como su propio nombre indica, por la aparición de una fatiga generalizada que no mejora con el descanso, por la dificultad a la hora de recordar hechos recientes, por padecer también trastornos del ánimo y del sueño, o dolor óseo y muscular generalizado, entre otros síntomas.

Desde la Academia Americana de Médicos de Familia señalan que es una enfermedad que hace que la persona se sienta tan fatigada que no puede realizar las tareas diarias normales. “El síntoma principal del SFC es la fatiga crónica que dura más de 6 meses. Las actividades físicas o mentales a menudo empeoran los síntomas. El descanso, por lo general, no mejora los síntomas”, precisa.

¿Cuáles son las causas?

En la actualidad, uno de los aspectos que más dificulta su prevención, diagnóstico y tratamiento es el desconocimiento de las causas de esta enfermedad. “Nadie sabe a ciencia cierta qué origina el síndrome. Los síntomas pueden ser causados por un sistema inmunológico débil o por algún tipo de virus. Los investigadores todavía están buscando la causa. El SFC es difícil de diagnosticar y algunas personas tienen dificultades para aceptarla como una enfermedad, entre ellos algunos especialistas”, añade la sociedad científica.

En este sentido, el jefe de la Unidad de Fatiga Crónica y Fibromialgia, y especialista de Medicina Interna del Hospital Universitari Dexeus de Barcelona, el doctor Jordi Robert, remarca que, al desconocer su origen, su tratamiento y prevención siguen estando limitados.

Entre las causas de la enfermedad lamenta que todavía no haya un estudio científico concluyente al respecto. “Es probable que, además, no sólo exista una causa, sino que sea una combinación de varias”, avisa este especialista en Fibromialgia y SFC del Hospital Universitari Dexeus de Barcelona.
(Getty / Getty)  
Eso sí, subraya que existe el convencimiento general del posible origen vírico de la enfermedad. De hecho, recuerda que desde hace años se creía que esta patología se iniciaba tras la infección por el virus de Epstein Barr. “Otros virus se han creído que podían ser los causantes, como el parvovirus. Actualmente, a pesar de las sospechas de la infección vírica como causante o desencadenante, no existen estudios que lo confirmen”, puntualiza el experto.

Se ha intentado implicar otras causas, como las genéticas, las alteraciones inmunológicas, los niveles de estrés o los factores ambientales, según afirma este especialista en Medicina Interna. Además, advierte de que la alta incidencia de sensibilidad química hace pensar que algunos tóxicos ambientales podrían haber participado en la aparición de la enfermedad, o bien ser los desencadenantes.

No obstante, resalta que cuando se habla del Síndrome de Fatiga Crónica son muchos los mitos que circulan con falsa información sobre la enfermedad. Aclaramos los tres principales.

1) La fibromialgia y la fatiga crónica son lo mismo

Son dos enfermedades distintas, tal y como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), a pesar de que inicialmente se diagnosticaron como una sola entidad y se pensaba que eran manifestaciones extremas de la enfermedad.

Mientras que en la fatiga crónica su síntoma predominante es la fatiga, de forma que estos pacientes ven limitada su vida diaria en al menos un 50%, en la fibromialgia su principal síntoma es el dolor músculoesquelético generalizado.

A pesar de ello, comparten mucha sintomatología, como la fatiga, el insomnio, la cefalea o el dolor muscular. Es difícil la diferenciación entre ambas. Hay casos en los que se pueden diagnosticar las dos enfermedades en un mismo paciente. “La incidencia de SFC en pacientes diagnosticados de fibromialgia es de alrededor de un 8%”, puntualiza.

2) El SFC y la Sensibilidad Química Múltiple son lo mismo

La Sensibilidad Química Múltiple es una enfermedad en la que los pacientes presentan alergias e intolerancias a productos y a sustancias ambientales (tipo gel, cremas, colonias, etc.), de muy difícil diagnóstico, y sin criterios estables y unificados que permitan un abordaje global.

A día de hoy la OMS no la ha reconocido como una enfermedad. Sin embargo, en algunos países sí que lo está. “Es la enfermedad que hoy en día genera la mayor limitación para el desarrollo de actividades cotidianas. En la SFC también es un síntoma la intolerancia farmacológica y ambiental”, precisa Robert.

Las personas que sufren el SFC se deben vacunar

Aunque existe una mayor sensibilidad para las enfermedades infecciosas en las personas que sufren SFC, también hay que tener en cuenta la intolerancia y las alergias a los fármacos que estos pacientes suelen presentar.

Se considera que, a pesar de que las vacunas no están contraindicadas, éstas se deberían usar sólo en aquellos pacientes que el beneficio de la vacuna sea superior al riesgo de intolerancia. “Entre los profesionales puede haber ideas diversas sobre el uso de vacunas en estos pacientes”, precisa.

Sevilla: El Ayuntamiento de Sevilla envenena a la población usando herbicida altamente tóxico

 Por Ecologistas en Acción

Vuelven a aparecer en espacios urbanos extensiones con la vegetación espontánea arrasada con un característico color marrón, totalmente quemado por la aplicación del herbicida glifosato. Ecologistas en Acción responsabiliza de este hecho a PSOE, PP y Ciudadanos por su aprobación de la moción en el pleno el 25 de mayo de 2018, que volvió a autorizar el uso de glifosato, ignorando así el principio de precaución tal y como define el Real Decreto 1311/2012.

La reversión de prohibir los herbicidas están provocando que se envenene a la población con estos químicos altamente tóxicos en zonas de recreo y campos de deportes, así como jardines cercanos a colegios, guarderías y centros sanitarios.

Esta aplicación masiva del veneno demuestra la incapacidad de los servicios municipales de poner en marcha un plan de control de la flora adventicia urbana de una manera más sostenible y menos contaminante, y que se base en la necesaria campaña de información y concienciación.

Es necesario explicar a la población el papel ecológico que juega esta flora en el mantenimiento del ecosistema urbano, dando cobijo y alimentación a insectos y aves beneficiosas para el control de plagas.

En segundo lugar es cierto que hay que controlar estas hierbas pero sólo cuando al secarse a finales de primavera pueden suponer un problema, atajable con contratas específicas de operari@s para su retirada mediante labores mecánicas.

La catalogación del Glifosato como agente “probablemente cancerogénico para los seres humanos” por parte de la Agencia de Investigación sobre el Cáncer (IACR) que forma parte de la OMS no es suficiente aviso para el Ayuntamiento de Sevilla para tener en cuenta el Real Decreto que le permite, en aplicación de sus competencias, la prohibición de la aplicación de herbicidas en zona urbana. Será la ciudadanía la que tenga que adoptar medidas vía demanda judicial, en caso de que se continúe con estas malas prácticas.

Recuerdan que ya el año pasado ganó una demanda judicial un jardinero con cáncer terminal (linfoma no Hodgkin) a la multinacional Monsanto (Bayer), principal productora de glifosato en su marca comercial RoundUp, por 289 millones de dólares debido al uso de este herbicida.

Sólo intereses ajenos a la ciudadanía, que se correspondan con presiones de las multinacionales del sector o de técnicos ante una simplificación de las tareas de control por la supuesta eficacia frente a otros métodos, podrían explicar este interés por el uso del glifosato.

Ecologistas en Acción no cejará en su intento de convencer a las responsables del Ayuntamiento que hay otra forma de tratar estas plantas, que hay experiencia en otras ciudades que no usan herbicidas que se demuestran válidas y que con una buena planificación de los tratamientos mecánicos tendremos una ciudad más sana y con mayor biodiversidad.

Los pesticidas con glifosato más utilizados aumentan un 41% las posibilidades de sufrir cáncer

  • Un nuevo estudio científico entre los pesticidas con glifosato y el linfoma no Hodgkin
  • "Sumando todos los análisis de estudios pasados, incluyendo el nuestro, se demuestra de forma consistente que la exposición a herbicidas basados en glifosato está relacionada con un riesgo mayor de contraer cáncer", señalan los autores
  • Tres de sus autores fueron seleccionados en 2016 por la Agencia de Protección Ambiental de EEUU como miembros de la junta del panel científico de asesoramiento en glifosato
Carey Gillam 14/02/2019
El herbicida RoundUp, un producto de Monsanto, es uno de los más vendidos del mundo /
Mike Mozart
Los herbicidas con glifosato aumentan el riesgo de contraer un tipo específico de cáncer. Según un reciente y exhaustivo estudio científico, la probabilidad de enfermar con el linfoma no Hodgkin es un 41% mayor para las personas con mucha exposición a estos extendidos pesticidas. Las pruebas sugieren una "relación concluyente" entre la exposición a herbicidas con glifosato y el mayor riesgo de contraer linfoma no Hodgkin (LNH), señalan los autores del estudio, que piden prudencia en la interpretación de las cifras de riesgo estimado.

Firmado por cinco científicos estadounidenses, el informe contradice a la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), que había declarado seguro al herbicida. El estudio coincide a su vez con los planes de las autoridades de varios países de limitar el uso de productos de uso agrícola con glifosato.

En Estados Unidos, Monsanto y su propietaria alemana, Bayer AG, se enfrentan a más de 9.000 demandas presentadas por personas con LNH que culpan de su enfermedad a los herbicidas de la empresa con glifosato. En agosto llegó el primer fallo de un jurado estadounidense, con un veredicto unánime en contra de Monsanto. La compañía ha presentado un recurso de apelación. El próximo juicio, presentado por otro afectado, comenzará el 25 de febrero. Para el resto del año hay programados nuevos juicios, en un calendario de pleitos que se extiende hasta 2020.

Según Monsanto, ninguna investigación científica fiable demuestra una vinculación concluyente entre el glifosato y el LNH o cualquier otro tipo de cáncer. La empresa alega que cuando la EPA encuentra que "no es probable" que el glifosato provoque cáncer lo hace respaldada por cientos de estudios en los que no se detecta dicha relación.

La compañía acusa de comportamiento deshonesto a los científicos del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer [IARC, por sus siglas en inglés] que en 2015 clasificaron el glifosato como probable producto cancerígeno para los seres humanos. Según Monsanto, no sopesaron de forma adecuada los hallazgos de otros estudios importantes.

Pero el nuevo estudio podría complicar la defensa del herbicida más vendido de Monsanto. Tres de sus autores fueron seleccionados en 2016 por la EPA como miembros de la junta del panel científico de asesoramiento en glifosato. La revista que lo publica, Mutation Research / Reviews in Mutation Research, tiene como redactor jefe al científico David DeMarini, también miembro de la EPA.

Los autores del informe argumentan que su análisis no es comparable a las evaluaciones hechas hasta ahora. Según Lianne Sheppard, coautora del estudio y profesora en el departamento de Ciencias de la Salud Ambiental y Laboral de la Universidad de Washington, "la evidencia de un mayor riesgo de LNH por exposición al glifosato tiene más fundamentos en este artículo que en los análisis previos". "Desde el punto de vista de la salud de la población, hay preocupaciones reales".

Sheppard fue una de las asesoras científicas de la EPA sobre glifosato y formó parte del grupo de consejeros que se quejaron ante la agencia medioambiental por no seguir los protocolos científicos debidos al dictaminar que no era probable que el glifosato causara cáncer. "Eso estuvo mal", dice Sheppard. "Estuvo bastante claro que no siguieron sus propias reglas, ¿hay pruebas de que es cancerígeno? La respuesta es sí".

"Estamos revisando el estudio", afirma un portavoz de la EPA. Bayer, dueña de Monsanto desde el verano de 2018, no ha querido hacer declaraciones. En un comunicado de diciembre, la empresa químico-farmaceútica citaba la valoración de la EPA y sostenía que los herbicidas con glifosato habían sido "extensamente examinados", demostrando ser una "herramienta segura y eficaz para el control de malezas".

Los autores del estudio dicen que en su análisis han examinado todos los informes ya publicados sobre efectos en la salud de las personas, incluyendo el Estudio de Sanidad Agropecuaria, un informe con datos de 2018 financiado por el gobierno [AHS, por sus siglas en inglés].

Para Monsanto, el AHS es una prueba de la falta de vínculos entre el glifosato y el LNH, pero los autores del nuevo informe dicen que al revisar las investigaciones anteriores se concentraron en la población más expuesta al glifosato. Si es cierto que los herbicidas con glifosato causan LNH, los miembros de ese grupo deberían tener un riesgo elevado. Tomar como muestra solo a individuos con mucha exposición al pesticida hace menos probable que otros factores introduzcan ruido en el sistema quitando validez a los resultados, explican. En resumen: si de verdad no hubiera conexión entre el químico y el cáncer, ni siquiera los individuos con mucha exposición deberían registrar tasas anormales en el desarrollo del cáncer.

Además de revisar los informes sobre personas, los investigadores examinaron otros estudios con glifosato, incluyendo muchos realizados sobre animales. "Sumando todos los análisis de estudios realizados hasta la fecha, incluyendo el nuestro, se demuestra de forma consistente el mismo hallazgo clave: la exposición a herbicidas basados en glifosato está relacionada con un riesgo mayor de contraer LNH", concluyen los autores.

Según David Savitz, profesor de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown, el nuevo estudio está "bien llevado", pero carece de "información nueva en lo esencial". "Yo diría que refuerza la idea de que el tema siga siendo preocupante y que necesita una evaluación, pero no termina de dar una respuesta definitiva a la pregunta".

Traducido por Francisco de Zárate