SÓLO
EN 2013, 160 MUERTOS Y 22.000 AFECTADOS
Inicio
de una tormenta de polvo en Arizona, un fenómeno metereologico
que ayuda a expandir las esporas de coccidioides (Corbis)
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Iván
Gil 21/01/2014
La
pequeña localidad de Avenal, situada en el San Joaquin Valley de
California, es el epicentro de una nueva enfermedad incurable que se
contagia a través de las partículas del aire. El
pasado año acabó con la vida de 160 personas y causó más de
22.000 enfermos crónicos en
todo EEUU. El Centro para el Control de las Enfermedades (CDC, por
sus siglas en inglés) la describe como una “epidemia
silenciosa”.
Se trata de la denominada Valley Fever o Coccidioidomicosis,
en referencia a las esporas de los hongos que flotan en el aire y
producen esta dolencia por inhalación en personas y animales.
Desde
1998 se han multiplicado por diez los casos registrados en
EEUU, sin conocerse aún los motivos de dicho aumento. Los
científicos se están afanando por encontrar una vacuna, pero los
resultados son poco esperanzadores hasta el momento. El Valley
Fever Center de la Universidad de Arizona
calcula en un 3% la posibilidad de infección para las personas que
vivan un año en la zona, aunque sólo un 1% desarrollaría la
enfermedad. El director del centro, John
Galgiani,
explicó en una entrevista a la BBC
que
“el impacto de la fiebre del valle en la población local es igual
al que tuvieron el polio o la varicela antes del desarrollo de las
vacunas”. En 2013 se registraron casos de infección en cinco
estados más, aparte de Arizona y Colifornia, los dos focos calientes
de la enfermedad.
El
hongo que está detrás de esta enfermedad ataca
directamente a los pulmones y
posteriormente puede afectar a los huesos, el hígado, el corazón y
el cerebro. Cuando se extiende por el resto del organismo las
posibilidades de salvar la vida son prácticamente nulas.
Los
científicos desconocen el origen
Hasta
el momento se desconoce el motivo por el que han proliferado tanto
los casos registrados durante la última década. Para algunos
investigadores puede deberse a los cambios en el clima, con inviernos
más húmedos, mientras que otros apuntan a las pequeñas
tormentas de polvo,
o a actividades como como la construcción, la agricultura o los
vertederos. Sin embargo, aún no existe una explicación científica
que lo clarifique. La investigación con este tipo de hongos (del
género Coccidioides)
también tiene sus peligros: un grupo de estudiantes de la
universidad de Arizona contrajeron esta fiebre debido a la cercanía
de su aula con el laboratorio donde se encontraban las esporas.
El
impacto de la fiebre del valle en la población local es igual al del
polio o la varicela antes del desarrollo de las vacunas
El
contagio es extremadamente fácil, según han advertido los
responsables del Childrens’s Hospital Central of California, que en
2012 registró 61 ingresos de niños diagnosticados con esta
enfermedad. Los
primeros síntomas son similares a los de la gripe,
mezclándose el malestar general con un fuerte dolor de pecho.
Progresivamente, los pacientes sufren disnea, fiebre intermitente y
pérdida de peso, que suele originar mareos y desmayos.
Los
tratamientos contra la Valley Fever no sirven para curar la
enfermedad, ya que los
fármacos no logran eliminar por completo la infección,
que puede volver a resurgir en cualquier momento. Muchos de los
pacientes tampoco responden a los medicamentos y pueden sufrir
enfermedades asociadas, como por ejemplo neumonía.
Una
amenaza inquietante
El
CDC cifró en 22.401 los casos registrados en 2013, pero los expertos
estiman que las
cifras anuales no oficiales podrían elevarse a 150.000.
Esto es porque la mayoría de personas infectadas pueden tardar meses
e incluso años en desarrollar la enfermedad. Por otra parte, según
advirtió el médico James
McCarty,
del del Childrens’s Hospital Central of California, es fácil
confundir los síntomas de esta infección con los de una gripe o una
neumonía, y diagnosticarla como tal.
Progresivamente,
los pacientes sufren disnea, fiebre intermitente y pérdida de peso,
que suele originar mareos y desmayos
La
población local de Avenal se siente cada vez más amenazada, y
algunos
ya comienzan a valorar la opción de emigrar.
Este es el caso de Jim
McGee que,
según explicó en un reportaje de investigación realizado por la
revistaThe
New Yorker,
tomó la decisión de hacer las maletas después de que
diagnosticasen de Coccidioidomicosis
a
sus tres hijos.
El
pánico en la población también ha empezado a cundir tras conocerse
el traslado
de 2.600 presos “de alto riesgo de contagio” a
otras cárceles del país. Los internos pertenecían a dos cárceles
cercanas a Avenal. En su mayoría se trataba de reclusos de origen
afroamericano que, según las estadísticas, son el grupo poblacional
de mayor riesgo, supuestamente por tener un sistema inmune menos
resistente a este tipo de hongos.
Las
zonas endémicas se expanden
El
primer mapa de las “zonas calientes” de la infección data de los
años 50, pero según el CDC podrían haberse expandido. Además de
Arizona,
Texas, Baja California y regiones de México, Centroamérica y
Sudamérica se
consideran ya zonas endémicas. La enfermedad no ha parado de viajar
en los últimos meses y, por ejemplo, se han registrado varios casos
en Washington.
Los
turistas del valle tampoco están exentos de riesgos. El británico
David
Liss,
que visitó el valle aprovechando un viaje de negocios a Tucson,
Arizona, contrajo la enfermedad. Sharon
Filip,
amante del senderismo, padeció la misma suerte y, junto a otros
turistas que contrajeron la enfermedad, ha decidido crear una
asociación
para denunciar la falta de información.
“Si la gente fuese consciente de que el simple hecho de respirar
una espora puedes sufrir una infección letal, ¿viajarían igual a
la zona?”, se pregunta Filip.
La
falta de financiación y el desinterés de la industria farmacéutica
son las causas por las que aún no se ha desarrollado una vacuna,
según apuntaba recientemente en la prensa local el profesor de
biología de la Universidad de Texas Garry
Cole.
La desesperación de los habitantes de la zona es tal que hasta han
creado una fundación
para recaudar fondos y destinarlos a la investigación sobre esta
nueva enfermedad.
El objetivo es desarrollar una vacuna, el antídoto para calmar el
miedo a respirar cada vez que se levante una ráfaga de aire.