viernes, 15 de noviembre de 2013

Nueva Investigación sobre Fibromialgia

Pacientes con fibromialgia tienen alterado el circuito cerebral del dolor. Conoce opinión de experto de MEDS.

Sus síntomas parecen claros: dolor en distintas partes del cuerpo sin causa aparente. Sin embargo, la fibromialgia continúa rodeada de una importante nebulosa e incluso se ha llegado a negar su existencia. 

Ahora, un trabajo ha logrado ver que en el cerebro de estos pacientes fluye más sangre por las áreas ligadas con el dolor y menos por aquellas en las que se genera la respuesta al mismo.

¿Qué lo provoca? ¿Es una enfermedad o un síntoma de otro trastorno? ¿Cómo se puede curar? Muchas preguntas y pocas respuestas que desesperan a un grupo de pacientes que, ante todo, sienten dolor.

Con una tomografía computerizada por emisión de fotón único (SPECT, por sus siglas en inglés), los autores del estudio, publicado en 'The Journal of Nuclear Medicine', han iluminado las partes cerebrales tradicionalmente ligadas al dolor.

En comparación con las 10 mujeres sanas que también participaron en el trabajo, entre la veintena diagnosticada con fibromialgia se detectaron irregularidades muy significativas en distintas áreas cerebrales.

Problemas en el flujo sanguíneo

"Confirmamos las anomalías en el flujo sanguíneo que ya se habían detectado en enfermas de fibromialgia", explican Olivier Mundler y su equipo, procedentes del Servicio Central de Biofísica y Medicina Nuclear 'AP-HM Timone' y el centro sanitario La Phocéanne (ambos en Marsella, Francia).

Concretamente, los expertos detectaron hiperperfusión (exceso de flujo sanguíneo) en la corteza parietal y los surcos precentral y postcentral; todas ellas zonas relacionadas con el dolor.

A juicio del médico de MEDS y jefe de la Unidad de Medicina del Dolor de nuestro centro, Dr. Norberto Bilbeny, (en la foto) “Recientemente se ha demostrado una disminución de la función del hipocampo en el sistema nervioso central de los pacientes con fibromialgia. El hipocampo juega un rol en la regulación del dolor, en la memoria y el aprendizaje y en disminuir la respuesta al estrés. El investigador Dr. Patrick Wood de la Asociación Americana del Síndrome de Fibromialgia, utilizando nuevas técnicas de imágenes cerebrales con resonancia magnética espectroscópica, la cual permite medir sustancias químicas y metabolitos en el cerebro, ha mostrado que los pacientes fibromialgicos tienen una disminución del N-acetilaspartato en el hipocampo. Esto último explicaría: el dolor, el cansancio, la ansiedad, la depresión y el deterioro físico de estos pacientes. De esta manera, mediante imágenes cerebrales del flujo sanguíneo e imágenes de moléculas químicas, se confirma que los pacientes fibromialgicos tienen diferentes alteraciones en centros del sistema nervioso central relacionados con el procesamiento del dolor, acentuándose el concepto de que la fibromialgia es una enfermedad real, verdadera y del sistema nervioso central”, sostiene el facultativo de MEDS.

Asimismo, en la investigación dada a conocer hace algunos días, se pudo ver una baja circulación sanguínea (o hipoperfusión) en la parte anterior de la corteza temporal izquierda, engranaje fundamental en el mecanismo de control de las emociones.

Conscientes de las limitaciones de su trabajo, como el bajo número de pacientes estudiados y la falta de equilibrio entre los participantes sanos y los enfermos, los investigadores subrayan la valía de sus datos.

"Las anormalidades en el flujo cerebral de los pacientes con fibromialgia no dependen de la ansiedad y la depresión y se relacionan con la severidad clínica de la enfermedad", apuntan.

Uno de los autores, Eric Guedj, sostiene que "la fibromialgia podría estar relacionada con una disfunción global en el procesamiento cerebral del dolor". Y concluye que su trabajo "refuerza la idea de que se trata de un trastorno o una enfermedad real".

Bélgica Aumenta Salvaguardias Radiación Teléfono Celular

Por: Samara Geller, EWG Analista de Base de Datos

JUEVES, 14 DE NOVIEMBRE 2013

Bélgica ha adoptado recientemente nuevas regulaciones de teléfonos celulares que los modelos de teléfonos móviles diseñados para bar, y comercializados a los niños de 7 años o menos.

Eso es sólo el comienzo de lo que van a hacer estas regulaciones innovadoras. Bajo las nuevas reglas de Bélgica, programada para entrar en vigor en marzo próximo, se necesitarán minoristas de teléfonos celulares para revelar los niveles máximos de emisión móviles ', conocido como tasa de absorción específica o SAR, en el punto de venta. Aunque los valores de SAR son una medida imperfecta de la exposición de los usuarios, que son el único indicador disponible para el público. Claramente, Bélgica respeta el derecho de las personas a saber lo suficiente como para exigir la divulgación de los valores de SAR en las tiendas.

Además, se requerirá que los proveedores de telefonía para mostrar carteles con advertencias de utilizar los teléfonos móviles con moderación, para usar un auricular y comprar los modelos con valores de SAR inferiores.

Con la adopción de estas normas, Bélgica se convierte en el último de una lista rápida de alargamiento de las naciones para tratar de proteger a los niños del exceso de la radiación del teléfono celular y de informar a todos acerca de los riesgos de la exposición a estas emisiones.

Al menos una docena de otros países han tomado medidas para proteger a los niños de la radiación del teléfono celular. Algunas naciones han prohibido los niños el uso de teléfonos celulares en la escuela. Según una ley aprobada en 2010, Francia prohibió la venta de los teléfonos creados para los niños menores de 6 años. La ley también prohíbe la publicidad de teléfonos móviles para niños menores de 14 años, requeridos vendedores de teléfonos celulares para mostrar los valores de SAR, necesarios todos los teléfonos que se venden con un auricular y prohibido el uso de teléfonos celulares en las escuelas primarias. El 15 de octubre, la Agencia Francesa para la Alimentación, Salud Ambiental y Ocupacional publicó una evaluación del riesgo que une el uso del teléfono móvil al trastorno del sueño, infertilidad masculina y problemas cognitivos.

Una de las razones por lo que muchos países están tomando medidas es 2011 Clasificación de energía de radiofrecuencia emitida por los teléfonos celulares como de la Organización Mundial de la Salud "posiblemente" cancerígenos. Los estudios científicos sugieren que la exposicióna la radiación del teléfono celular podría afectar a la salud humana no son definitivos. Pero como prueba de monta que la radiación del teléfono celular se puede cambiar la actividad del cerebro y el conteo de espermatozoides y puede ser vinculado a los tumores cerebrales, los reguladores están bajo presión para adoptar medidas de protección, especialmente para los niños.

Los niños y adolescentes pueden ser más susceptibles a la radiación, ya que tienen cabezas más pequeñas y cráneos más delgados que los adultos. Varios estudios científicos, entre ellos uno realizado por France Telecom en 2008, han demostrado que el cerebro de los niños pequeños absorben más radiación que los cerebros adultos, posiblemente haciéndolas más vulnerables al cáncer de cerebro.

Uso del teléfono celular por parte de niños y adolescentes se ha disparado. Según una encuesta realizada a principios de este año por el Centro de Investigación Pew, casi el 80 por ciento de los adolescentes propios teléfonos celulares. Y un estudio realizado en 2009 por Mediamark Investigación e Inteligencia, una organización de investigación de mercado mostró que la propiedad de teléfonos celulares entre los niños de seis a once años se elevó a 20 por ciento, un 68 por ciento durante el período 2005-2009. Un estudio de 2013 de 1.420 padres con hijos menores de 16 años por uSwitch, un producto independiente y el grupo de comparación de servicios, mostró que casi el 10 por ciento de los niños menores de cinco años tenían teléfonos celulares. Y de acuerdo con Common Sense Media, el uso de los teléfonos inteligentes y otros dispositivos inalámbricos entre los niños menores de 2 años creció de 10 por ciento en 2011 a 38 por ciento este año. Los niños que empiezan a usar los teléfonos celulares cuando son muy jóvenes es probable que se expone a mucho mayores emisiones totales en sus vidas que los adultos. Nadie sabe las consecuencias de extremadamente exposiciones a largo plazo a estas emisiones.

Algunos de los teléfonos orientados por las normas belgas son modelos diseñados para los niños pequeños muy simplificada. Otros barrotes son los de moda como personajes de dibujos animados como Snoopy, Mickey Mouse, Hello Kitty, Winnie the Pooh y Tigger. Se prohibirá la publicidad del teléfono celular orientado a los niños.

Como reguladores de todo el mundo tomen medidas de precaución, queda por ver qué hará la Comisión Federal de Comunicaciones. La agencia está revisando sus regulaciones por primera vez desde 1996, pero ha dado a entender que en realidad puede debilitarlos. EWG ha instado a la FCC a reforzar sus normas obsoletas para proteger mejor a las personas, especialmente los niños, y para informar al público sobre la radiación del teléfono celular y sus posibles peligros.

Para firmar la petición de EWG y asegúrese de que la FCC sabe que este es el momento para mejorar sus estándares, no debilitarlos, haga clic aquí.

La sentencia del 'Prestige'. Una vergüenza nacional

Carlos 
de Prada

13/11/2013

Ha sido la crónica de una vergüenza anunciada. La sentencia de la Audiencia Provincial de A Coruña sobre el Prestige es todo un símbolo del país en el que vivimos, si es que a esto puede llamársele país (al menos desde ciertos parámetros de país serio). No es que, en general, en el mundo, las empresas y algunos responsables no tengan las manos bastante libres para perpetrar disparates y salir más o menos bien paradas en ocasiones, pero es que lo de España es ya todo un referente internacional de lo vergonzoso. Y da igual los vericuetos legales o no legales, las excusas y condicionantes que se busquen. Es una vergüenza de proporciones siderales.

Se veía venir. Para empezar, se quedaron fuera algunos de los principales actores del desastre, como ha reconocido el propio juez. Un desastre en el que al margen de las responsabilidades de algunas empresas, una serie de nefastas decisiones oficiales, que apoyó públicamente nuestro actual Presidente Rajoy (que alcanzó fama mundial por sus famosos "hilitos de plastilina" cuando era Vicepresidente y, como gallego "de pro", coordinó la gestión de la crisis), tuvieron que ver, y de forma muy determinante, con lo que pasó. Nuestros gobernantes tuvieron a bien, en lugar de hacer que el barco se confinase en un lugar abrigado donde poder controlar mejor la situación,que el buque diese paseos de centenares de kilómetros frente a la costa gallega, primero en una dirección, luego en otra, hasta que finalmente se partió y hundió precisamente frente a la costa gallega.

Ahora, la Audiencia Provincial de la Coruña ha condenado sólo a uno de los tres acusados por la catástrofe medioambiental del Prestige, el capitán del petrolero, Apostolos Mangouras, por haber desobedecido gravemente a la autoridad. Nueve meses de prisión por no hacer caso al principio a la hora de facilitar el remolque del barco. Y se ha absuelto al jefe de máquinas, Nikolaos Argyropoulos y al ex director general de la Marina Mercante, José Luis López Sors. Y por supuesto, nadie ha sido responsabilizado por delitos contra el medio ambiente, daños en espacios naturales protegidos y otros quebrantos cuantiosos provocados por el hundimiento del petrolero en noviembre de 2002. Ninguna empresa y ninguna Administración han sido responsabilizadas de nada.

La sentencia no es más que el último episodio, tragicómico, de una sucesión de situaciones vergonzantes. Como lo era el que los principales responsables, ya de partida, no se sentasen en el banquillo. Nada. Solo el capitán del barco (al que se le pedían 12 años de cárcel que ya vemos en qué se han quedado), el jefe de máquinas, el primer oficial (un filipino) y el ex-director de la Marina Mercante. Y a correr.

En todo eso queda un caso con 290.000 folios, casi 100 abogados, infinidad de partes y testigos, innumerables pruebas periciales... Mejor no hablar de la "labor" del Ministerio Fiscal ni, en general, de nuestra maravillosa Administración. ¿En esto ha quedado un desastre en el que llegaron a pedir más de 4000 millones de euros por los daños causados?

En esto ha quedado un juicio que al menos podía haberse acercado a un 10% de lo que debería haber sido si no estuviésemos en España, sino, quien sabe, en Estados Unidos. Y caerán en el olvido las memorables actuaciones de señores como Álvarez Cascos para el que, preguntado sobre cómo valoraba lo que se hizo en aquellos días, "la respuesta fue óptima". No hay más que ver cuáles fueron los resultados. O el señor Cañete que dijo que no se temía por una catástrofe (y claro, luego pasó lo que pasó) o el entonces delegado del gobierno en Galicia Arsenio Fernández de Mesa, cuya labor desinformativa en aquellos días alcanzó cotas inauditas.

Nada. Decenas de miles de toneladas de marea negra castigaron casi 800 playas, afectando a 2.600 kilómetros de costa. 300.000 voluntarios heroicos se lanzaron a poner en riesgo su salud recogiendo el vertido con sus propias manos. Pero aquí no ha pasado nada. Y no podemos culpar solo a las graves deficiencias existentes en las leyes internacionales que permiten las banderas de conveniencia, las marañas de sociedades interpuestas, la elusión del pago de daños... Nada de eso habría tenido tanto peso, de no haberse dado en un país tan de broma como el nuestro.

El buque -un monocasco de 1976 que llevaba 77.000 toneladas de fuel- tenía bandera de Bahamas, la propietaria era una sociedad de Liberia, el armador era griego, la carga de una sociedad suiza con sede en Londres y domicilio en Gibraltar, la tripulación filipina... Pero ni por esas y otras se habrían salvado de pagar algo si en lugar de España este hubiese sido otro país.

Aún queda posibilidad de recurrir esta lamentable sentencia y es posible que se haga, pero ¿queda ya a estas alturas alguna posibilidad de que se llegue alguna vez a obtener un fallo a la altura de las circunstancias?

Llueve sobre mojado. España es el paraíso de la impunidad rampante. El paraíso del que contamina no paga. Ejemplos hay muchos. Entre ellos el de las famosas minas de Aznalcóllar, donde la empresa sueca Boliden (y las españolas involucradas) se fue de rositas, no sin antes, no solo no haber pagado ni un euro de los cientos de millones que costaron las labores de limpieza, sino que incluso cobró cuantiosas subvenciones, antes de poner de patitas en la calle a cientos de trabajadores y volverse a su país. O el caso de Flix, en Tarragona, donde una serie de empresas, tras acumular durante décadas 700.000 metros cúbicos de lodos tóxicos, no pagarán ni un 5% de los 200 millones de euros que costará limpiar (relativamente) la zona. Lo pagarán, claro está, como siempre, todos los españoles, que para eso están. Y mejor no hablar de casos como el del amianto, dónde millares de trabajadores han muerto sin derecho a nada, mientras en otros países hay empresas que han quebrado por tener que pagar los daños causados. Spain is different, no cabe duda.

Hacia el verdadero crecimiento. Entre Bangladesh y BioCultura (III)

13/11/2013

Opinión
BioCultura no es solamente una feria "simpática" en la que podemos probar o comprar infinidad de cosas. BioCultura es, ante todo, expresión de una cuestión medular como es el modelo de desarrollo. Lo que muestra esta feria, en la que están representadas empresas de sectores muy variados -desde el de la alimentación, a los productos de limpieza, el turismo, el textil, etc.- es un modelo ideal, una filosofía, de lo que debería ser todo el tejido productivo de un país.

Una de las cosas prioritarias que se hacen cuando una enfermedad arrasa una población es buscar a los individuos resistentes, aquellos que han soportado mejor el trance, y estudiarlos para ver qué es lo que tienen que les haya dado una ventaja de supervivencia. Aplicando esto a la devastación causada por la crisis, y viendo que el sector bio ha seguido creciendo mientras otros sucumbían, sería de locos no tenerlo en cuenta. Porque es evidente que si todo nuestro tejido productivo hubiese tenido algo de lo que tiene el sector bio acaso habría sobrevivido mejor. ¿Y qué es ese algo? ¿Qué es esa "poción mágica" de Asterix? Creo que, básicamente, ese principio de fortaleza es la ética como premisa de los negocios.

Que si nuestro "modelo" económico -si es que es realmente un "modelo" en algún sentido- ha hecho aguas es, precisamente, por ser un "modelo" bastante falto de moral y de decencia, e incluso de una mínima orientación racional (de ahí lo de poner entrecomillado lo de "modelo"), sujeto ante todo a caprichos de grandes corporaciones que nadie controla e inversores codiciosos, así como a vaivenes demenciales de ese ente abstracto que se llama "mercado" y al que tanto le da arrasar un país como levantarlo, vender algo que cause una enfermedad como algo que la cure (e incluso, si es posible, vender mejor algo que la cronifique más que curarla). Un "modelo" predestinado, por todas las cosas importantes que no considera, por su cruel ceguera, a causar graves daños. Porque no está diseñado partiendo de criterios morales sino ante todo, de beneficios corporativos egoístas, cortoplacistas, que pocas veces tienen en cuenta realmente el bien de las personas (y no digamos del medio ambiente, que en la práctica es lo mismo).

BioCultura es un modelo ideal, una filosofía, de lo que debería ser todo el tejido productivo de un país

Lo preocupante es que, a pesar de haber demostrado los daños que causa, y estar predestinado al fracaso, arrastrando al planeta consigo, ciertos gobiernos e instituciones internacionales insisten en seguir aplicándolo diciendo que nos volverá a llevar al "crecimiento". ¿A qué clase de "crecimiento" nos va a llevar? Muy probablemente: al crecimiento de los balances de algunas entidades concretas, a costa del decrecimiento de la mayor parte de los mortales (condenados a convertirse en mano de obra cada vez más barata y desprotegida) y de la progresiva eliminación de cualquier cosa que estorbe como las regulaciones sanitarias o ecológicas (e incluso de libertad de información y expresión). Acercándose así cada vez más a "modelos" como el chino o el de Bangladesh que, eso sí, "crecen", ya sabemos cómo y a costa de qué. Rebajar lo que ya era un más que precario y discutible "estado del bienestar" dejándolo al nivel de un país en vías de desarrollo. Un supuesto "crecimiento", en fin, basado, en realidad, en un verdadero decrecimiento general -en lo económico, lo sanitario, lo ambiental, lo cultural...- para que solo crezcan los beneficios de algunas corporaciones y algunas cifras macroeconómicas trucadas.

Ya hemos visto lo que puede dar de sí el "modelo" imperante, incluso en sus mejores años de bonanza. Y si ni en ellos pudiera decirse que fuese bueno -para empezar, porque de aquellos polvos vinieron estos lodos- mucho menos ahora cuando se están eliminando las pocas cosas que lo hacían relativamente llevadero para algunos (y aún así sólo desde ópticas bastante miopes). Durante la bonanza el "crecimiento" anestesiaba a las masas, con un poquito de pan y circo, acerca de sus riesgos y sus daños. Riesgos como los económicos y daños como los ambientales o los sanitarios, se relativizaban con planteamientos ibéricos tan edificantes como el del "coge el dinero y corre" o "el que venga detrás que arree". Pero ya hemos visto a dónde nos han llevado los años de loca huida hacia adelante, aplaudidos por masas consumistas que vivían dejándose llevar por la corriente de una serie de intereses. Muchos, mientras se endeudaban, comieron gracias a ello. Pero eran tiempos de ceba. Los de ahora más bien, en algunos sentidos, parecen de matanza.

Muchos solo pensaban en tener un puesto de trabajo, sirviendo a lo que fuese, con tal de cobrar. Se reían de quien les hablaba de lo del pan para hoy y hambre para mañana y mucho más aún de quien les plantease dudas éticas. Igual les daba extraer carbón subvencionado (no rentable) y lleno de azufre causante de lluvia ácida, que arrasar hayedos y robledales en una mina ruinosa a cielo abierto. Lo mismo daba trabajar en una industria química siniestra, que en las minas de Aznalcóllar que envenenaron Doñana, en una cementera que incinerase residuos tóxicos, en una empresa de residuos radiactivos, en la central nuclear de Homer Simpson, en la construcción de una urbanización en el último tramo virgen de costa, en el pesquero más esquilmador que tirase por la borda el 85% de los peces, en el aeropuerto de Castellón, vendiendo preferentes a las ancianas, achicharrando la tierra con fertilizantes químicos y pesticidas para producir cebollinos de precio "competitivo” o cualquier otra cosa, mientras con ello pagasen -con el agua al cuello- las facturas. Muchos españolitos ni se lo planteaban. Les importaba un pimiento a lo que estuviesen contribuyendo. Si su pagador era una corporación sin escrúpulos que pensaba solo en el corto plazo, si aquello para lo que trabajaban era un despilfarro innecesario, si era dañino... ¿qué les importaba? El caso era trabajar y cobrar. Donde había euros, allí estaban ellos trabajando "honradamente" al servicio de un "modelo" no sabemos si demasiado honrado. Regando con el sudor de su frente el árbol de un "crecimiento" que se sabía que tenía las raíces podridas. Era el "crecimiento", no sabemos si de una burbuja o de un tumor. Y todos estaban (relativamente) felices. "Primero es comer y luego filosofar" era la máxima. ¿Pensar? ¿Para qué? El pensamiento y la moral no pintan nada en un modelo deshumanizador que convierte a los individuos en elementos técnicos y fríos, obedientes piezas útiles de maquinarias ciegas.

Acercándose así cada vez más a "modelos" como el chino o el de Bangladesh que, eso sí, "crecen", ya sabemos cómo y a costa de qué

Poco importaba que, por ejemplo, ese "crecimiento" pudiese ser, en el fondo, ficticio, quetuviese que ver con inflar artificialmente el precio de algunas cosas (como la vivienda), con un crecimiento del despilfarro y su prima hermana la corrupción y , mucho menos, con la devastación de la Naturaleza, la contaminación, la desnaturalización de lo que comemos, el auge de enfermedades crónicas cuyas gráficas no paran de subir y subir sin que nadie las detenga, de la precariedad, del estrés, del vacío de la existencia...

Buena parte de cierto modelo de "crecimiento" no deja de ser más que el crecimiento de problemas. Problemas que están ahí y que son gravísimos. Pero que, siguiendo la táctica del avestruz, se ha optado por no querer ver, metiéndolos debajo de la alfombra.

Cuestionarse las cosas así se juzga, por muchos, como algo de mal gusto. Es como cuestionar el "progreso". Algo que no se lleva. Lo "guay" es otra cosa. Se impone por la fuerza la fe ciega en que todo lo que hacemos, todo lo que nos venden, todo lo que se inventa es "progreso". Y el que se plantea cosas como, por ejemplo, hacia dónde "progresamos", o si es que progresamos hacia alguna parte (que no sea hacia el borde de un precipicio), es un maleducado. Incluso un "enemigo del pueblo" como el personaje de Ibsen. Porque, aunque muchas veces se esté en un "progreso" ficticio, que genera más males que bienes, muchos viven de ese cuento. Además, ese "progreso" impone una "cultura" de la aceleración, que más bien es una anti-cultura descerebrante y que cada vez nubla más el escaso juicio de las masas. Ya se sabe lo que se dice de las prisas como consejeras.

La actual crisis económica no es, en el fondo, más que consecuencia de una crisis ética. Una corrupción estructural de toda una sociedad que antepone el beneficio económico a todo. Y da igual que el que lo hace sea un banquero, un político, un empresario o cualquiera que simplemente quiera un empleo sin importarle a lo que esté sirviendo con ése empleo. Una crisis ética que, en el fondo, encierra un pesimismo suicida. Porque se prefiere, se antepone la "bolsa" (el dinero) a la "vida" (o a lo que esta representa en toda su amplitud).

BioCultura representa lo contrario. Se antepone la vida (lo bio) al dinero. No son los criterios económicos los que retuercen sádicamente la vida (humana y no humana), explotándola, adulterándola, desnaturalizándola, manipulándola (como con los transgénicos). Sino que es la vida y sus ritmos y sus intereses los que dominan sobre los negocios. Lo que se pone a la venta así tiene más valor, más fuerza, más VIDA. Por eso lo bio crece. Un crecimiento sin efectos secundarios que, además, ha probado su fortaleza medrando cuando lo demás caía. En el que no importa solo el propio beneficio, sino el de todos, incluida la Naturaleza. Rentable. Sin aditivos ni activos tóxicos (en el sentido figurado, el económico, y en el sentido literal, el de la contaminación química, por ejemplo). Sin ingenierías contables ni genéticas. Desde la conciencia de que el cómo y el por qué se crece es tan importante como el crecimiento en sí. Que más importante que "progresar" deprisa es ver hacia dónde se progresa (y si es hacia un muro, se frena para no chocarse). Que cosas como, por ejemplo, si se destroza o no el planeta, son importantes. Que no todo vale en aras de crear o tener un puesto de trabajo. Crecer sí. Pero crecer de verdad. Crear puestos de trabajos dignos al servicio de algo digno. Crecer en calidad de vida, crecer en tiempo disponible para la familia, crecer personalmente, crecer incluso culturalmente, crecer económicamente (e incluso pudiendo ahorrar como hacían nuestros padres y abuelos, con un sentido cabal de la austeridad).

La actual crisis económica no es, en el fondo, más que consecuencia de una crisis ética

A no ser que queramos un día amanecer no en España sino en Bangladesh, es probable que debamos reflexionar sobre ello. Esta crisis es una ocasión para hacerlo. Una oportunidad que Dios nos ha dado. Bangladesh "crece", sí, según ciertos baremos de "crecimiento". Bangladesh es "competitivo". Y crece también el veneno en sus ríos, crecen los casos de cáncer, crece la explotación. Según los mismos criterios es más "competitiva" una manzana que no sabe a nada y que apenas tiene nutrientes pero que, eso sí, parece más grande y lustrosa, más "crecida", aunque esté atiborrada de residuos de pesticidas, que una manzana biológica como las que venden en BioCultura. Deberíamos tener mucho cuidado con qué manzana escogemos. Porque bien pueda ser que una de ellas, ya pueden imaginar cual, nos la esté ofreciendo la madrastra de Blancanieves, haciéndose pasar por venerable anciana del FMI.

Y crece , y crece... (II)

El mercado ecológico español podría crecer un 12% anual de aquí a 2020

12/11/2013

Opinión
Un estudio realizado hace no mucho por el consulting Everis, estimaba que el mercado ecológico español, que ya ha venido creciendo sostenidamente en la última década podría crecer aún mucho más. Hasta un 12% anual de aquí al 2020, pasando de los algo más de 900 millones de pesetas anuales actuales a más de 12.000. Según ese análisis, de mercado los consumidores se ven movidos por razones como la salud, la mayor calidad, el mejor sabor y las preocupaciones ambientales a la hora de adquirir estos productos en cuya obtención se ha prescindido, por ejemplo, del uso de pesticidas químicos sintéticos.

Según los datos del MAGRAMA (Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente) España tiene 1.700.000 hectáreas de cultivos ecológicos y emplea a más de 30.000 trabajadores en este sector. España es el país líder de la UE en producción ecológica. Y la sexta potencia mundial en este ámbito. Sin embargo, cerca del 80% de esa producción se va a la exportación a países con una mayor cultura ecológica que el nuestro, como Alemania. Y ello es porque, a pesar de que crece la conciencia en España, como muestra por ejemplo el éxito de Biocultura, aún está muy por debajo de la existente en otros países europeos.

Es la triste paradoja que también se da en otras cosas en España, como la energía solar, que por las maniobras de determinadas empresas eléctricas, está bloqueada en nuestro país. Es "gracioso" comprobar cómo éste tipo de energía está mejor implantada en países como Inglaterra o Alemania, cuyo clima no es que podamos decir que sea más soleado que el nuestro. Es también el mismo hecho diferencial, que no es otro que la escasa democracia real existente en España y la mayor servidumbre de este país a los apaños de algunas grandes compañías, muy del estilo de lo que sucede en países en vías de desarrollo, lo que explica también que España sea el único país europeo con cultivos transgénicos a gran escala.

La energía solar, por las maniobras de determinadas empresas eléctricas, está bloqueada en nuestro país

El informe de Everis cree que la demanda interna de productos ecológicos podría crecer mucho si se mejorase la información a la población española, si no fuese a veces tan difícil encontrar los productos fuera de los comercios especializados, y se mejorasen sus precios (estimando que hay margen para ello). De hecho, el 65% de la población se muestra favorable a la idea de consumir estos productos.

En opinión de Ángeles Parra, Presidenta de la Asociación Vida Sana, organizadora de BioCultura, "a diferencia de lo que sucede en otros países, los gobiernos, hayan sido de izquierdas o de derechas, se han caracterizado por su escaso apoyo a este sector, por lo que cabe imaginar que con un poco de apoyo, no demasiado, su pujanza sería aún mucho mayor". España tiene mucho margen de crecimiento por delante, y esperemos que se produzca a la mayor velocidad posible, por el bien de todos.

Según la directora de BioCultura, "la feria es el mejor sitio para hacerle frente a esta economía malsana que nos está llevando al desastre. Hay otras formas de economía y BioCultura, en ese sentido, es emblemática. Las cosas se pueden hacer de otra manera, pero hace falta tener esa información, una información que no aparece debidamente en los medios de comunicación convencionales porque hay a quien le interesa que la población española siga teniendo cierto nivel de "información" y "cultura" en una serie de cosas. La Administración debería apoyar a los que son la alternativa y no a los que nos están hundiendo. En cualquier caso, mucha gente ya ha despertado y está empezando a apostar por otra forma de hacer las cosas, por una economía más local, sostenible, ecológica, sana, limpia y justa. No podemos pedirles nada a los políticos, no podemos esperar a que ellos cambien, pues están al servicio de los que nos están hundiendo. La democracia real es, hoy, una economía verde que surge desde abajo y que tiene sus propias reglas".

Es interesante apuntar como tras cada crisis alimentaria vivida en Europa (como la de las vacas locas, las dioxinas, etc.) el sector ecológico experimentaba picos notables de crecimiento en las ventas. El creciente recelo hacia la contaminación química de nuestro entorno y la preocupación por la relación que ello pueda tener con el auge de una serie de problemas de salud, tales como el cáncer o las alergias, entre otros, está haciendo que cada vez más personas se decidan por estos productos, incluso a pesar del precio algo más elevado en ocasiones. Acaso por pensar que muchas veces, como antes se decía, "lo barato sale caro", en términos de salud, por ejemplo.

No podemos pedirles nada a los políticos, pues están al servicio de los que nos están hundiendo

Y si se adoptan una serie de medidas para conseguir abaratar aún más algunos de estos productos, tal y como aconsejaba la consultora Everis, es más que previsible que pueda llegar el día, acaso no tan lejano, en el que el consumo ecológico interno en España se acerque a los de países con una mayor cultura en estas cuestiones tales como Alemania o Dinamarca.

La economía verde muestra caminos de salida a la actual crisis. La crisis de un modelo económico que pareciera no saber "crecer" -si es que sabe- sin que la obtención de algunos beneficios particulares no se salden con unos perjuicios relevantes en lo moral, lo social, lo ambiental, lo sanitario... Daños, muy costosos también en lo económico, que luego ha de pagar toda la ciudadanía.

Conscientes del papel que puede tener lo ecológico como alternativa, los organizadores de BioCultura, dentro de las actividades paralelas, incluyen el asunto del eco-emprendimiento, muy en boga por las perspectivas de crecimiento de lo "bio", mediante charlas y ponencias que ayudara a los profesionales del sector a conocer mejor las técnicas que mejorarán la garantía de éxito de sus negocios.

BioCultura. Los verdaderos "brotes verdes" (I)


Carlos 
de Prada

El sector ecológico medra en medio de la crisis. España es líder de la UE en agricultura ecológica. El mercado español de productos ecológicos podría crecer un 12% anual hasta el 2020
Feria BioCultura.  
11/11/2013

Decenas de miles de personas atestaremos estos días el inmenso pabellón de IFEMA, en la Feria de Madrid. El motivo: BioCultura, la feria de productos ecológicos y consumo responsable (14 al 17 de noviembre). Una feria optimista y llena de vida, que cada año, desde hace 29, se celebra en Madrid, superando expectativas de asistencia de año en año. Éxitos comparables, en proporción, alcanza también BioCultura en las otras ciudades a las que ha ido extendiéndose, como Barcelona, Valencia y Bilbao.

Frente al pesimismo de muchos que piensan que otro mundo no es posible, hay en marcha un cambio de modelo que puede traernos un mundo mejor, un mundo menos tóxico. Y que, además, es un buen negocio. Un negocio que nos beneficia a todos, incluida la propia Naturaleza. Un negocio sin activos tóxicos que ya está dando de comer a mucha gente en España.

De hecho, mientras otros sectores se estancan o retroceden, como luego comentaré, el sector bio crece. Y ello acaso, más que ser algo anecdótico sea un hecho importante a considerar cuando se habla de volver a la senda de un crecimiento. Y sobre todo si queremos que sea un crecimiento más real, más sostenible y más justo.

El sector bio aporta el único camino para un crecimiento verdadero y sostenible

La feria es una especie de maremagnum, casi inabarcable, a no ser que se dedique mucho tiempo a recorrerla. Cuenta con más de 800 expositores, la mayor parte de ellos de agricultura y alimentación ecológicas que ofrecen a los visitantes más de 18.000 productos certificados diferentes. Pero en BioCultura también se dan cita otros sectores florecientes, como el de la bioconstrucción y las energías renovables, el turismo rural, la ropa, los productos de limpieza sin tóxicos o, entre otros, el de la cosmética ecológica, que prescinde de la utilización de determinadas sustancias sintéticas que preocupan a muchos consumidores, y que está creciendo de manera fulgurante. Además en la feria tienen lugar infinidad de actividades y charlas (entre ellas las dos que daré yo mismo, una sobre pesticidas y otra sobre los tóxicos domésticos).

El consumo "bio" florece. Y con una fuerza increíble. Son algo más que "brotes verdes". Son los verdaderos brotes verdes. Verdes de verdad. Los que más esperanza pueden traernos en unos momentos de crisis como los actuales. Porque acaso nos muestren la verdadera salida. El color de la esperanza es el verde, no nos engañemos.

Estamos en una crisis que no solo es una crisis económica. Sino de modelo de producción. Y seguir insistiendo en repetir errores, en una ciega huida hacia delante, sería lamentable. El modelo actual, uno de cuyos principales lastres es el escaso peso de la ética y la racionalidad en él, genera, incluso en sus momentos de "bonanza", una serie de impactos y daños inasumibles. No solo en la economía del hombre de a pie, al que pocas veces le dicen nada bueno ciertas supuestas mejoras en "competividad" o en algunas cifras macroeconómicas. También impactos que, como los ambientales o los sanitarios, acabamos pagando luego todos de una manera u otra.

El sector bio aporta una salida a todo eso. Mostrando que otro modelo de crecimiento es posible. Es más, no sólo eso. Lo que aporta, en realidad, es el único camino para un crecimiento verdadero y sostenible. Un crecimiento con todas las letras. Porque lo otro, eso a lo que estamos acostumbrados es, en realidad, un decrecimiento para el conjunto de la sociedad en la mayoría de los órdenes -desde los materiales a los morales- y solo un crecimiento de una serie de indicadores de pan para hoy y hambre para mañana (en la situación actual, más bien hambre para hoy).

Lo que aporta el sector bio es de una trascendencia crucial. Un crecimiento real, ético, que no se basa en empobrecer a los demás y en arruinar el mundo de las generaciones venideras. Un crecimiento en el que la salud de la economía es al mismo tiempo la salud de las personas y del planeta. Y no es una utopía. No es un proyecto. Es una realidad tangible y en auge, a pesar de las zancadillas de quienes tienen su negocio en el otro tipo de "crecimiento".

Una realidad vibrante que entusiasma a sus actores mucho más que otros negocios convencionales, porque, junto a la satisfacción de ganar dinero, se añade la inmensa satisfacción moral que siente el que, además, sabe que forma parte de algo que está mejorando realmente el mundo combatiendo algunos de sus más graves problemas.

Junto a la satisfacción de ganar dinero, se añade la moral del que sabe que está mejorando el mundo

Cualquier visitante de BioCultura lo ve de forma inequívoca. Lo verde vende. Y de qué modo. A pesar de que algunos de estos productos, en parte por el sabotaje oficial que ha hecho más bien poco o nada por favorecer este tipo de mercado, puedan tener un precio superior al de los convencionales. A pesar de eso, la gente se ve cada vez más interesada por ellos. Incluso con la que está cayendo. Además, no siempre es cierto que sean más caros, y cada vez lo serán menos a medida que crezca el número de consumidores que los demanden.

Reza el dicho que "a veces lo barato sale caro". Pensemos, por ejemplo, en un producto muy barato pero cargado de sustancias tóxicas que nos pueden hacer contraer una enfermedad. No es un ejemplo baladí, ya que, demasiadas veces, es una realidad bien tangible. Lo que nos ahorramos por un lado, podemos acabar pagándolo por otro, y con creces, por ejemplo, por las consecuencias sanitarias de la rampante contaminación química de nuestra vida cotidiana inherente al uso de una serie de productos. Y la gente concienciada, que lo sabe, se esfuerza por adquirir lo que sabe que es más sano, aunque en algún caso le cueste algo más porque sabe el precio real de las cosas y que lo "barato", lo supuestamente "competitivo", lo es simplemente a base de no computar sus costes reales: acuíferos contaminados con pesticidas y nitratos, comida con presencia de sustancias preocupantes, facturas sanitarias, agricultores en manos de multinacionales químicas y que se intoxican y nos intoxican con sus pesticidas, uso de materias primas poco recomendables pero más baratas.

La diferencia entre ciertos consumidores convencionales y los de BioCultura es, a veces, simplemente, la diferencia entre el autómata y la persona que piensa. La cultura sobre estas cosas está creciendo entre la población, y ello lleva a que cada vez más gente desconfíe más acerca de la calidad de muchos alimentos. Cada vez menos gente confía en que un producto sea sano porque tenga, por ejemplo, el nivel "legal" de residuos de pesticidas que determinados señores de la Administración han juzgado como "seguro" basándose a saber en qué. Cada vez más gente sabe que la comunidad científica está discutiendo desde hace mucho los parámetros oficiales de seguridad alimentaria.

Y por eso, cada vez más personas buscan productos como los que se exponen en BioCultura. Productos en los que se ha hecho un esfuerzo para librarse de esa carga, de ese coste oculto y a veces terrible. En BioCultura no encontraremos tanto esa complacencia que encontramos tantas veces a nivel oficial y que transige y bendice que nuestra comida esté desnaturalizada y tenga residuos de pesticidas sintéticos, conservantes, colorantes, hormonas... Y que establece como "legales" los niveles de contaminación que hoy en día tienen nuestros cuerpos. No. En BioCultura, lo que vemos, más bien, es el esfuerzo de muchas empresas y personas por, simplemente, eliminar la presencia de ésas sustancias de modo que no las tengamos en nuestro organismo. Lo cual está más en consonancia con las recomendaciones de miles de estudios científicos que lo que hace nuestra Administración, siempre más preocupada de no molestar a determinados intereses económicos que de velar por nuestra salud.

BioCultura no es más que la expresión de un movimiento ético pionero que se adelanta en décadas a lo que un día deberá ser todo el sistema productivo, si es que alguna vez se consigue imponer la verdad de la Ciencia y la defensa de las personas, a los intereses mezquinos de unas cuantas grandes corporaciones.