Los científicos invocan el principio
de precaución con las radiaciones del teléfono o del «router»;
algunos piden además su retirada de los colegios
redacción / la voz 09 de junio de 2014
Un grupo de estudiantes utiliza el wifi
instalado en un centro
escolar de Santiago. SANDRA
ALONSO
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La cuestión intriga y preocupa
especialmente a los padres con hijos: ¿Es conveniente apagar la wifi
y los móviles cuando no se van a usar, para evitar la acumulación
de radiaciones? Los científicos no se ponen muy de acuerdo sobre si
existen evidencias suficientes para establecer una relación
causa-efecto a corto plazo por exposición a las llamadas radiaciones
electromagnéticas no ionizantes (Remni).
Pero sí coinciden en que no hay
trabajos que aborden y aclaren los efectos a largo plazo de la
acumulación en el organismo, aunque los indicios no son halagüeños.
Pero ante semejante laguna, la mayoría de los expertos invocan el
principio de precaución y recomiendan la desconexión nocturna de
estas redes hasta que la ciencia confirme o descarte problemas a
largo plazo.
Francia ha empezado a retirar las wifi
de los colegios públicos, mientras Bélgica ha prohibido el uso del
móvil a menores de 14 años. En el Reino Unido existe una
recomendación de que no se use por debajo de esa edad, con la
sugerencia de que se utilice con el altavoz puesto o con auriculares,
lejos de la cabeza. En España no hay iniciativas previstas a pesar
de que la Ley de Salud Pública 33/2011 apela también al principio
de precaución: «Se deben vigilar los riesgos ambientales y sus
efectos sobre la salud (...), así como el impacto potencial sobre
ella de la exposición a emisiones electromagnéticas».
El Colexio Oficial de Biólogos de
Galicia emitió en el 2013 un comunicado en el que reclama «la
regulación de la proximidad a antenas de telefonía móvil y la
exposición a redes inalámbricas wifi». Agrega que las
administraciones públicas «deberían proteger a los más pequeños,
y sería recomendable que en los centros escolares se prohibiera el
uso del teléfono móvil y de dispositivos wifi, así como que las
antenas de telefonía estén en las proximidades».
En un giro más advierten sus
responsables de que «las Remni y su relación con diferentes tipos
de enfermedades, algunas graves, como el cáncer, se fundamenta en
estudios científicos. Causan daño a los seres vivos y hay pruebas
inequívocas respecto a su efecto nocivo».
Juan Barros, epidemiólogo y
facultativo de Medicina Preventiva del CHUS, lo resume así: «Non
é certo que estas radiacións sexan inocuas». Por eso invoca
también «o principio de precaución, porque se
sabe que hai efectos para a saúde, como o rubor, alteracións na
melatonina ou cambios no ritmo circadiano, recoñecidos pola OMS,
como tamén un incremento no risco de cancro encefálico. ¡Ollo, non
do propio cancro!». Otros expertos relativizan esas pruebas
por estar hechas en animales. El gran problema, según Barros, es que
«non temos estudios que permitan establecer
conclusións a largo prazo».