lunes, 11 de mayo de 2020

El confinamiento permanente de las enfermas de SFC-SQM

Por Ana Molina Publicado el Mayo 11, 2020

El 12 de mayo se celebra el Día Internacional de la Fibromialgia (FM), Encefalomielitis MIálgica/ Síndrome de Fatiga Crónica (EM/SFC) y Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple (SQM), todas ellas pertenecientes a la familia de los denominados Síndromes de Sensibilización Central. Son enfermedades emergentes e infradiagnósticadas, multisistémicas, crónicas, poco conocidas aún, que presentan gran complejidad y para las que no existe en la actualidad ningún tratamiento curativo. Dolor crónico, fatiga intensa, fiebre continua, hipersensibilidad a multitud de sustancias, perturbaciones del sueño, alteraciones gastrointestinales, infecciones y un largo etc. forman parte de nuestro día a día, en diferentes intensidades según el grado de afectación.

La SQM, que a menudo va asociada al SFC, es una patología que en los casos más severos condena a un aislamiento extremo debido a que no toleramos sustancias que actualmente están por todas partes: colonias, suavizantes, productos de limpieza, ambientadores… Tenemos que seguir un estricto protocolo de control ambiental que hace imprescindible, en numerosos casos, el uso de mascarilla para salir fuera de casa. La situación temporal de aislamiento y uso de mascarilla que está viviendo toda la población a causa del COVID-19, es la realidad que a diario viven las personas que sufren en su grado máximo esta enfermedad invisible. Este año, el 12 de mayo se celebra enmarcado en la dramática situación actual de pandemia y de confinamiento mundial.

Para la mayoría de las personas está siendo una experiencia muy difícil, como es normal, pero quizá esta vivencia de encierro sirva para repensar la vida, para darnos cuenta de todo lo que no valorábamos y, tal vez, para desarrollar la empatía y la conciencia que nos permita después caminar hacia la construcción de un mundo mejor y más justo para la humanidad y el planeta. El 12 de mayo, cuando hablemos de aislamiento social y mascarillas, quizá mucha gente ahora sí nos entenderá, nos verá, sabrá por lo que pasamos y a lo que hemos tenido que renunciar las personas enfermas de SFC-SQM.

Este confinamiento para muchas de nosotras no ha supuesto apenas cambios en nuestra rutina ya que pasamos la mayor parte del tiempo en nuestra casa. Hemos tenido que aprender a vivir así, en un confinamiento impuesto por nuestros cuerpos, porque duelen, porque se agotan, porque no pueden respirar cerca de productos químicos, porque son muchas las ocasiones en que no nos permiten demasiada o ninguna actividad, ni la asistencia a reuniones sociales, ni salidas a sitios públicos, incluso en los ingresos hospitalarios tenemos problemas por la falta de cumplimiento de los protocolos que necesitamos para nuestro bienestar.

Las pérdidas son grandes en estas enfermedades, y no son temporales como el confinamiento pandémico que vivimos, pasará el estado de alarma y, sin embargo, muchas personas enfermas de SFC-SQM seguirán en una especie de confinamiento; en numerosos casos sin apoyos, sin ayudas, en una situación de abandono y negación por parte de las Instituciones y de la sociedad.

El denominador común en todas estas patologías es, por una parte, el importante deterioro que supone en la calidad de las vidas de todas las personas que las padecemos; y, por otra parte, el cuestionamiento social y médico, e incluso familiar, al que nos hemos visto sometidas en muchos casos debido al desconocimiento de nuestras enfermedades.. Cuestionamiento que ha puesto en duda la veracidad de nuestros síntomas o, cuando menos, los ha minimizado, haciendo más difícil de llevar aún la enfermedad por la falta de comprensión y apoyos hasta en los entornos más cercanos.

A pesar de que son enfermedades reconocidas por la OMS o por consenso de expertos, pese a que en la actualidad ya hay evidencias científicas de que tienen una base orgánica y no son psicopatológicas como algunos sostenían, aún nos encontramos con personas en el ámbito médico que nos niegan, por tanto la sociedad también lo hace.

La doctora Carmen Valls, especialista en endocrinología y medicina con perspectiva de género, exponía en uno de sus trabajos de divulgación el resultado de un estudio sobre SQM. En esa investigación, a través de un spect cerebral, se constató que al acercar un producto químico al olfato de una mujer que padecía esta enfermedad se producía una alteración fisiológica en el flujo cerebral en determinadas zonas del cerebro. ¿Por qué hay quien sigue rechazando estas enfermedades? ¿Tendrá algo que ver que más del 85 por ciento de este colectivo seamos mujeres? Me pregunto qué ocurriría si se invirtiera este porcentaje y la mayoría de enfermos fueran hombres. ¿Se daría este mismo cuestionamiento por parte del mundo médico y de la sociedad? ¿Se pondrían en duda sus palabras, sus síntomas? ¿Les llamarían “quejicas” y “maniáticos”? ¿Les recetarían los médicos antidepresivos antes de escucharlos? ¿Les negarían la realización de pruebas de diagnóstico? ¿Seguiría siendo tan escasa la financiación para la investigación de estas patologías?

Mucho me temo que se trate de un sesgo de género y que la práctica clínica haya ignorado y negado, en demasiadas ocasiones, los síntomas y la realidad de las mujeres. Ahora ya se sabe que no enfermamos igual ni tenemos los mismos síntomas que los hombres, pero durante siglos la medicina no ha tenido en cuenta a las mujeres, ha mantenido una perspectiva exclusivamente masculina, hecha a la medida del hombre, las mujeres hemos sido invisibles también para la ciencia médica a lo largo de la historia, prácticamente no hemos participado en los ensayos clínicos a partir de los cuales se determinaba qué era y que no era enfermedad, solo se estudio el cuerpo de los hombres. Ahora es tiempo de que nos incluyan y de que se estudien estas patologías de abrumadora mayoría femenina.

Los llamados síndromes de sensibilización central, han sido enfermedades silenciadas y no reconocidas socialmente como debieran. Necesitamos que se nos vea, que se nos escuche y que sean reconocidos derechos básicos de protección, porque prácticamente la totalidad de las solicitudes de incapacidad laboral son sistemáticamente denegadas por el INSS. Nos vemos sometidas a la valoración de tribunales médicos que desconocen o niegan nuestra enfermedad, a pesar de las evidencias actuales, teniendo que recurrir a la vía judicial para lograr el reconocimiento de la incapacidad laboral. Pero la realidad es que muchas de nosotras no podemos afrontar económicamente estos procesos judiciales y nos vemos expuestas a despidos o a la imposibilidad de trabajar, quedando totalmente desprotegidas sin ningún tipo de ayuda.

Quizá este 12 de mayo, que se encuentra sumergido en el confinamiento motivado por el COVID-19, sirva para nombrar estas enfermedades de otra manera, para hacerlas no solo visibles sino también cercanas. Tal vez, ahora la sociedad, debido a la experiencia generada por la pandemia, pueda ser más permeable a la realidad que vivimos día a día muchas de las personas enfermas con EM/SFC Y SQM

El 12 de mayo se celebra en todo el mundo el día de la Fibromialgia, el Síndrome de Fatiga Crónica / Encefalomielitis Miálgica y la Sensibilidad Química Múltiple

miciudadreal - 10 mayo, 2020

Comunicado de la Asociación SFC-SQM Castilla La Mancha. -Este colectivo de pacientes crónicos manifiesta su precaria y delicada situación en el marco de la crisis por el covid19. Un año después de que miles de pacientes salieran a la calle en pie de guerra contra el INSS,éste continua sin cumplir el principal compromiso: la revisión de la guía de valoración de la incapacidad publicada en enero de 2019.

Pacientes con Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica y Sensibilidad Química Múltiple reivindican Guías Clínicas específicas así como inversión en investigación en su Día Mundial.

Un Dia Mundial en tiempos del coronavirus

En su Dia Mundial, los pacientes con Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica ó Encefalomielitis Miálgica, Sensibilidad Química Múltiple y Electrosensibilidad, muestran su solidaridad con todos los afectados por COVID19, que está azotando duramente todo el planeta.

También exponen la precaria y delicada situación de su colectivo en el marco de la crisis por coronavirus. Este colectivo de riesgo a causa de su cronicidad, necesita poder asistir a terapias fisioterapéuticas y para el dolor, caminar por espacios limpios de tóxicos (difícil en este momento debido a las desinfecciones masivas) y protegerse de los químicos con mascarillas con filtros especiales, que sin embargo -como las que verdaderamente protegen del covid- han desaparecido del mercado. Esta situación ha sido trasladada al Gobierno y otras administraciones públicas por CONFESQ, Coalición Nacional que las representa, solicitando protección para la salud de sus asociados, entre los que se encuentran niños y jóvenes.

Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica, Sensibilidad Química Múltiple y Electrosensibilidad son patologías crónicas y altamente discapacitantes, que afectan a cerca de 3 millones de españoles.

El pasado 09 de mayo de 2019, representantes de CONFESQ (Coalición Nacional de Entidades de Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica / Encefalomielitis Miálgica, Sensibilidad Química Múltipley Electrohipersensibilidad), así como de Federaciones, Asociaciones y Afectados de toda España, en una movilización sin precedentesrealizaron concentraciones ante 33 delegaciones provinciales del INSS de todo el país y se entregóun documento de posicionamiento en todas ellas, solicitando la revisión de una guía de valoración claramente desactualizada y confusa, realizada sin participación de médicos especialistas en dichas enfermedades, y vulnerando los derechos fundamentales de los pacientes, dado que el trato que se daba a estas enfermedades empeoraba su situación social y laboral, así como en materia de salud y atención sanitaria.

Todo este trabajo parecía haber dado fruto: el INSS se puso en contacto con CONFESQ, y mantuvimos varias reuniones con ellos. Los acuerdos alcanzados fueron principalmente dos, el primero de ellos era iniciar un proceso de revisión para el que se constituiría un Comité ad hoc con la participación de especialistas de las principales sociedades científicas.El segundo acuerdo fue la retirada completa del capítulo de la GUÍA que hablaba sobre el trastorno somatomorfo.Este último sí que fue acometido por el INSS, pero el primero, y más importante, aún no se ha se ha llevado a cabo, ocasionando grandes perjuicios a los enfermos.Desde CONFESQ se ha contactado con el INSS en varias ocasiones, desde la última reunión, sin éxito.

En el marco de este 12 de mayo, CONFESQ ha lanzado un estudio para valorar el IMPACTO que ha podido ocasionarse a los enfermos en el ámbito laboral desde la publicación de esta GUÍA en Enero de 2019. Los datos preliminares se comunicarán el mismo día 12 y la presentación del estudio se realizará en cuanto se levanten las medidas de confinamiento, y la situación actual se normalice.

Un colectivo de pacientes que requiere atención sanitaria específica

Es fundamental que los pacientes afectados por Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica y Sensibilidad Química Múltiple obtengan un diagnóstico precoz para reducir la repercusión de su enfermedad. Para ello es imprescindible la elaboración de Guías Clínicas, tal y como se ha solicitado alMinisterio de Sanidad, y la consecuente formación de personal sanitario, incluyendo también a pediatras. La creación de unidades multidisciplinares de atención es una petición constante de este colectivo.

Reconocer las graves repercusiones de estas enfermedades, debe reflejarse en especial a la hora de reconocer la discapacidad y la incapacidad laboral que producen, con el fin de que los pacientes no se vean obligados a recurrir a la vía judicial, y tengan los mismos derechos que enfermos con otras patologías. La revisión de la Guía de Valoración del INSS es un paso imprescindible, que de no conseguirse, podría requerir hacerlo por vía judicial.

Finalmente, hay que resaltar el trabajo de este colectivo en la promoción de una Red de Investigadores española que permita avanzar en la búsqueda de tratamientos adecuados y que se inició con una Jornada nacional para clínicos e investigadores celebrada el pasado mes de octubre en la que se creó un grupo de trabajo para tal fin.

El peligroso cóctel de contaminación y coronavirus

ROSA M. TRISTÁN

Desde que más de un tercio de la Humanidad anda confinada, varias son las investigaciones que, a tenor de los datos, han revelado cómo los índices de contaminación ambiental han caído en picado. Cielos más limpios, más pájaros que cantan en nuestras ventanas, mariposas que revolotean por las azoteas... Ahora, un nuevo artículo científico nos dice que en los lugares donde las personas estamos más expuesta a más partículas PM2,5, es decir, las partículas en suspensión de menos de 2,5 micras que provienen, mayoritariamente del transporte, tenemos más riesgo de fallecer a causa del COVID-19. Una prueba más de que la contaminación mata, aunque haya responsables políticos que no se lo crean.

Esta investigación, publicada el martes, ha sido realizada por un grupo de la Escuela de Salud Pública Harvard T.H. Chan, cuando ya se han superado los 76.000 muertos y hay 1.360.000 infectados en el mundo, la inmensa mayoría en países desarrollados o grandes ciudades, como Wuhan (11,8 millones de habitantes). Evidentemente, los científicos, dirigidos por Francesca Dominicil, tuvieron en cuenta la existencia de enfermedades o problemas de salud previos que aumentan el riesgo de morir o factores como la edad, pero se fijaron en otra variable: ¿Dónde vivían los fallecidos? ¿Podía tener que ver la limpieza del aire que respiraban en el elevado índice de mortalidad, como ha ocurrido en otras infecciones?

Para encontrar la respuesta recopilaron los datos de unos 3.000 condados de su país, lo que supone el 98% de la población, hasta el pasado sábado 4 de abril de 2020. Para que no hubiera distorsiones graves, ajustaron sus modelos en función de 16 variables: tamaño de las poblaciones, las camas de hospital, el número de individuos examinados, origen étnico, clima y variables socioeconómicas y de comportamiento que incluyen, entre otras, obesidad y tabaquismo, etcétera. Además, para que el brote en Nueva York, el más elevado del país, no distorsionara el resultado, dejaron fuera a esta ciudad y también excluyeron los condados con menos de 10 casos de coronavirus confirmados.

El resultado fue que con el aumento de sólo 1 μg / m3 de PM2.5, es decir de una micra de partículas contaminantes, la tasa de mortalidad causadas por el COVID-19 aumenta un 15%, cuando esa contaminación asociada a otras causas supone el 0.73%. Es decir, una magnitud 20 veces mayor. Sólo en Manhattan, con una micra por metro cúbico menos de estas partículas contaminantes, hasta el pasado día 4 se hubieran salvado 248 personas de las 1.905 fallecidas.

"Son resultados estadísticamente significativos y sólidos", aseguran en un comunicado de la Universidad de Harvard, donde subrayan la importancia de seguir haciendo cumplir las regulaciones sobre contaminación del aire si el objetivo principal es el de proteger la salud humana ahora y después de la pandemia. "Las PM2.5 contienen sólidos microscópicos o gotas de líquido que son tan pequeños que pueden inhalarse y causar graves problemas de salud", aseguran en un trabajo que da continuidad a uno anterior, en el que detectaron también la correlación entre polución y altas tasas de muertes por SARS.

La investigación se inició apenas unos días después de que el presidente Donald Trump aprovechara la crisis sanitaria global para suspender las leyes ambientales aprobadas por su antecesor, Barack Obama. Entre otras limitaciones, revocó las medidas que obligaban a los fabricantes de automóviles, desde 2012, a hacer vehículos. menos contaminantes. Incluso llegó a decir que con coches más baratos se comprarían más nuevos y habría menos accidentes.

Los científicos de Harvard no han tardado en responder y para ello han utilizado las bases de datos que tenían homologadas de estudios anteriores, en total sobre unos 60 millones de ciudadanos afiliados a la sanidad pública. Los datos de fallecidos los sacaron del recuento exhaustivo que realiza la Universidad Johns Hopkins y explican que introdujeron hasta 16 variables según los condados para que el resultado fuera lo más fiable posible.

Este estudio, que nos vuelve a recordar lo importante que es respirar aire limpio, contrasta con la consecuencia que tendrá la relajación en Estados Unidos de la normativa ambiental. Como publicaba The New York Times, se emitirán unos 1.000 millones de toneladas más de dióxido de carbono a raíz de la decisión de Trump.

Ahora que las grandes ciudades amanecen con el aire más transparente, no es mal momento para reflexionar sobre ese "después del confinamiento" del que tanto hablamos. Hoy nos mantiene en riesgo el COVID-19, como antes fue el SARS, y nadie puede saber cuál microorganismo se rebelará en el futuro, pero está claro que decisiones que buscan el beneficio cortoplacista a costa de la salud humana global, al final son un 'boomerang' que golpea de vuelta mucho más fuerte.

Implantación del 5G y coronavirus

¿Cómo es posible que precisamente en este período de grave crisis sanitaria se acelere la implantación de una tecnología tan cuestionada y sin garantía sanitaria?

La pasada semana una curiosa noticia nos llamaba la atención: unos extraños haces luminosos en el espacio fueron avistados por decenas de personas en la Comarca de Pamplona- Iruñerria. La explicación, sin embargo, resultaba muy razonable: Las luminarias correspondían al tren de satélites privados Starlink, lanzados por la compañía aeroespacial Space X; ya han lanzado 360 satélites y para el año próximo llegarán a ser 12.000.

No hace falta una investigación muy exhaustiva para comprobar que esto es parte del despliegue de la infraestructura de la tecnología 5G y el “Internet de las Cosas”, tecnología que el propio Defensor del Pueblo ha señalado como carente de las necesarias garantías ambientales y sanitarias. La comunidad científica, en base al conocimiento ya existente sobre los efectos biológicos de la contaminación electromagnética, ha alertado sobre las graves consecuencias sanitarias y medioambientales que el despliegue de la infraestructura 5G provocará. Incluso Bruselas, Suiza, Eslovenia y un importante número de municipios de EEUU, Gran Bretaña e Italia han planteado una moratoria al 5G hasta que no se demuestre su inocuidad; en otro lado de la cuerda se ubican ciudades punteras en el despliegue del 5G como Wuhan en China.

¿Cómo es posible que precisamente en este período de grave crisis sanitaria se acelere la implantación de una tecnología tan cuestionada y sin garantía sanitaria?

En efecto, hoy por hoy la única defensa contra el coronavirus es nuestro sistema inmunitario, que puede verse debilitado por efecto de la exposición a la contaminación electromagnética producida por las radiofrecuencias. Precisamente las radiofrecuencias son el medio de funcionamiento para la comunicación y transmisión de datos de la tecnología inalámbrica (móviles, wifi, inalámbricos…), y la tecnología 5G incrementará exponencialmente esta exposición además de extenderla a toda la superficie del globo terráqueo a través de miles de satélites-antena, algunos lanzados la pasada semana y otros previstos para los próximos meses.

Las radiofrecuencias podrían favorecer la propagación de los virus. Una reciente investigación china publicada en la revista «Virology» sobre otro tipo de coronavirus, explica que la infección aumenta las concentraciones de calcio en las células y eso acelera la replicación de los virus y por tanto la letalidad de la infección vírica. El bloqueo de los canales de calcio inhibe la infección; el Dr. Martin Pall he demostrado que las radiofrecuencias abren los canales de calcio y aumentan las concentraciones de calcio en las células, exactamente lo que necesitan los virus para replicarse.

¿Cómo es posible que mientras se pide (o impone) un sacrificio a la población con el confinamiento como respuesta a un virus, los gobiernos e industria de las telecomunicaciones aceleran la implantación del 5G, tecnología que agrava las infecciones víricas?

Hay miles de hogares con niños y niñas que no han salido a la calle en semanas, bajo la continua exposición a radiofrecuencias provenientes de sistemas wifi, móviles y otros aparatos electrónicos domésticos; hoy más que nunca es evidente la falta de aplicación de las recomendaciones de protección de la población, especialmente la población infantil, frente a las radiofrecuencias que establecía la Resolución 1815 de la Comisión Europea en 2011. Las instituciones difunden el “Quédate en casa”, aunque parece que pocos estamentos oficiales se ha preocupado sobre los factores ambientales de nuestra estancia en el hogar pese su influencia en el sistema inmunológico y la capacidad de respuesta a procesos víricos. Sumando el previsto despliegue del 5G, los efectos en la salud futura de las exposiciones actuales a radiofrecuencias podrían ser importantes.

Y de la mano de la microbiología, los efectos medioambientales del 5G debido a la alteración ubicua del entorno electromagnético terrestre se prevén como incluso más críticos que los sanitarios; afección a microbiología, insectos, aves, plantas y bosques e incluso a mamíferos. Una mayor ruptura del equilibrio de los ecosistemas puede poner en jaque a los servicios ecosistémicos que son la base de la vida.

Ya es sabido que la infraestructura 5G no sólo consistirá en satélites, sino en millones de antenas urbanas y de dispositivos emisores camuflados en todos los electrodomésticos y objetos imaginables, pasando por la sustitución de los teléfonos móviles actuales. Para ello se deberán emplear (se están empleando) unos recursos energéticos, materiales y financieros muy necesarios en otros ámbitos, generando un importante volumen de gases de efecto invernadero y, por lo tanto, acelerando el cambio climático.

Aspiramos a la paralización de la tecnología 5G porque además de sus perniciosos efectos sanitarios, medioambientales y sociales, no es necesaria. No queremos conducción autónoma ni cirugía a distancia, ya que las personas, profesionales, nos generan mucha más confianza que las máquinas y lo que necesita el sistema sanitario público es revertir los recortes y recuperar su fortaleza y calidad, y no dilapidar su presupuesto en el 5G. Tampoco nos interesa pagar tan elevado precio por mejorar nuestra conexión; la fibra óptica, incluso en el medio rural, ya ofrece unas altas velocidades por cable y es apta para el teletrabajo o el acceso a la cultura y al ocio. Obviamente, no deseamos en absoluto que la “nube” virtual se apropie de nuestros datos y se entrometa en nuestra privacidad haciéndonos más vulnerables a la manipulación, al ciberdelito, a la vigilancia permanente y, por lo tanto, a la limitación de nuestra libertad y derechos.

Finalmente, deseamos recordar a las instituciones navarras y españolas que el “progreso” que deseamos no es precisamente en favor de tecnologías sin garantía sanitaria como el 5G y el capital relacionado con ello, y por ello solicitamos:

La aplicación urgente del “Quédate en casa” también a la industria de las telecomunicaciones durante este confinamiento.La paralización del despliegue 5G mientras que la ciencia no determine su inocuidad y las aseguradoras no cubran las responsabilidades por afección a la salud.Y la derivación de esos recursos energéticos, financieros, legales o humanos previstos para el 5G a sanidad, medio ambiente, salud ambiental y aplicación de la Resolución 1815.

De esta forma, el progreso, el desarrollo y la tecnología podrán estar enfocados al medio ambiente, las personas y su salud.

Firmamos el artículo los siguientes grupos:

Plataforma Stop 5G Navarra – Nafarroako Stop 5G Plataforma

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