EFE - BARCELONA 28/03/2011
Cerca de medio millón de españoles pueden padecer algún grado de Sensibilidad Química y Ambiental Múltiple (SQM), una patología aún no reconocida plenamente y cuyos enfermos suelen sufrir, además, la incomprensión o escepticismo de muchos médicos que desconocen su existencia.
Josefa Lucena, que padece Sensibilidad Química y Ambiental Múltiple utiliza una mascarilla para transitar por las calles de la Ciudad Condal. / Efe
Así lo exponen los doctores Joaquim Fernández-Solà y Santiago Nogué, del Hospital Clínico de Barcelona, en el libro Sensibilidad Química y Ambiental Múltiple (Viena Ediciones), donde recogen los aspectos generales de la enfermedad, las manifestaciones clínicas, posibles tratamientos o recomendaciones prácticas para los pacientes.
El doctor Nogué define la SQM como un mal caracterizado por la pérdida progresiva de tolerancia a la presencia en el medio ambiente de agentes químicos diversos, como productos de limpieza, perfumes, pinturas, disolventes o hidrocarburos, aunque muchos extienden también esta hipersensibilidad a bebidas alcohólicas, alimentos y fármacos que antes toleraban, e incluso a las ondas electromagnéticas.
El desencadenante de este síndrome puede ser la exposición única o reiterada a uno o varios productos tóxicos -insecticidas, gases y vapores irritantes, derivados del petróleo, edificios enfermos y otros-, pero no siempre se constata. Así, al inhalar estos productos, estas personas sufren ahogo, dolor de cabeza, náuseas, fatiga extrema y mal estado general que les impide seguir en este ambiente.
El problema para diagnosticar la patología es que no se producen alteraciones significativas en las pruebas de sangre u orina.
UN CALVARIO
Nuria Orduña y Josefa Lucena adquirieron su hipersensibilidad química tras haberse fumigado o desinfectado los centros donde trabajaban sin ser avisadas de ello, y haber estado en contacto con los productos tóxicos durante horas e incluso días.
Lucena, residente en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) y de 49 años, explica que desde que sufrió el percance laboral en 2006 «la vida se transformó para mí, porque parece que uno estuviera excluido de la sociedad, pues no puedes ir por la calle, salir de compras o compartir nada con nadie, solo con la familia y con muchos cuidados».
«Además, está el calvario de la atención sanitaria, es todo un peregrinar porque es una enfermedad nueva que no está difundida, y vamos a los médicos de cabecera y no saben de qué les estamos hablando», asegura Josefa Lucena, que utiliza una mascarilla para transitar por las calles del área metropolitana.
Entre sus experiencias, cuenta esperas de hasta 14 horas en urgencias, «porque parece como si ninguno de los facultativos que está de guardia quisiera cogerla a una», así como un cúmulo de derivaciones hasta que llegó el doctor Santiago Nogué, tras 33 meses de espera.
Josefa Lucena tiene claro que en Barcelona «se necesita una clínica donde los especialistas estén preparados, y eso es lo que se nos niega», aunque responsables de la Generalitat les han indicado que uno de estos centros podría ubicarse en hospital Moisés Broggi de Sant Joan Despí.
Por su parte, Nuria Orduña, de 56 años y tesorera de Apquira, confirma que algunos doctores nos dicen que tenemos «histeria o menopausia, y casi nos mandan al psiquiátrico».
Fuente: http://www.eladelantado.com/noticia/nacional/121794/Una-nueva-enfermedad-pone-bajo-sospecha-a-quien-la-sufre
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