Este año todavía no se habla de ninguna epidemia de gripe, ni de la necesidad de hacer encargos millonarios de vacunas a mansalva a grandes laboratorios. Este año de recortes se expande un virus mucho más dañiño, que nos enferma de gravedad, nos empequeñece en dignidad y vulnera nuestras defensas ciudadanas: Este año toca epidemia de CULPA para justificar los RECORTES donde nunca deberían darse, y son la auténtica antesala de los horrores que han habitado desde antiguo la historia de la des-humanidad –unos horrores que la defensa de un Estado del Bienestar parecían ir debilitando en un proceso civilizatorio que ahora recula, ante nuestros ojos y día a día, a pasos de gigante.
La culpabilización como enfermedad social, al igual que la mayoría de infecciones víricas, se ceba en los más débiles y quiere desactivar también toda oposición. La novedad en la morbilidad de los recortes ayer en Catalunya fue el descubrimiento de nuevas precariedades en forma de atrasos para las residencias que cuidan a personas con problemas de movilidad y a mayores. Las subvenciones pueden tardar en llegarles, desde este mismo mes, y según declaraciones efectuadas por quienes son responsables de este sector, repercuten directamente en los salarios de quienes trabajan en las residencias ya que, al parecer, un 75% de las subvenciones que se “postergan” van directamente al pago de nóminas. Naturalmente, prefiero residencias públicas a concertadas (no se ha dicho nada sobre qué recortes van a sufrir las pocas residencias públicas que existen) pero ahora el interés primordial de toda la sociedad responsable (no de ese Gobierno que se nos promtetió de “los mejores” y ha demostrado ser de los más insolidarios) es que las personas que están en centros de rehabilitación y residencias tengan toda la atención que se merecen… Lo decía el otro día: este gobierno es débil com los fuertes y demasiado prepotente con los débiles. Ahora la culpa que inculan a la sociedad se extiende a las personas mayores, y nos atenaza con el miedo a no poder recibir atención adecuada cuando nos falte autonomía personal y la sociedad no pueda compensar la ley de la selva (o de Wall Street, el FMI o el BCE, que vienen a ser lo mismo).
Y en La Vanguardia de hoy, un magnífico artículo de Ana Macpherson denuncia, entre otras cosas:
“(…) Según los datos que han recogido los cinco equipos de cirugía cardiaca que existen en la sanidad pública catalana, todos ellos han pasado de operar valvulopatías o puentes coronarios en menos de dos meses a hacerlo en tres y medio y en algún caso, cinco meses. “En estos momentos hay más de 500 pacientes en lista de espera que debían ser operados ya, y va a ser muy difícil recuperar esa cifra. Habrá que plantear al Departament de Salut nuevas medidas de priorización de pacientes. Habrá que dejar fuera a los que menos beneficio obtengan”.
También la cirugía de tumores engorda de forma progresiva las listas de espera. Uno de los cirujanos de la junta de representantes creada en Bellvitge para el seguimiento de los recortes explica que la semana pasada había 26 pacientes listos para operar su cáncer de hígado, 2 de cáncer de páncreas, 7 de esófago y estómago, 22 de colon y recto, 10 de tiroides y 19 casos de neoplasia pendiente de angiorradiología. De todos ellos pudieron atender a 10. De 86. (…)
“La angustia es enorme. Estamos perdiendo años de vida (habla de sus pacientes) y posibilidades. Hemos pasado de no poder ir a comer para cumplir con las colicestomías previstas a ni siquiera hablar de ellas, porque no hay opción de operarlas. Si las operas en menos de tres meses evitas infecciones, pancreatitis y sufrimiento”. De los sueldos no han comentado nada.”
También la cirugía de tumores engorda de forma progresiva las listas de espera. Uno de los cirujanos de la junta de representantes creada en Bellvitge para el seguimiento de los recortes explica que la semana pasada había 26 pacientes listos para operar su cáncer de hígado, 2 de cáncer de páncreas, 7 de esófago y estómago, 22 de colon y recto, 10 de tiroides y 19 casos de neoplasia pendiente de angiorradiología. De todos ellos pudieron atender a 10. De 86. (…)
“La angustia es enorme. Estamos perdiendo años de vida (habla de sus pacientes) y posibilidades. Hemos pasado de no poder ir a comer para cumplir con las colicestomías previstas a ni siquiera hablar de ellas, porque no hay opción de operarlas. Si las operas en menos de tres meses evitas infecciones, pancreatitis y sufrimiento”. De los sueldos no han comentado nada.”
No es de extrañar por tanto que también el escritor Issac Rosa (lucidez y esclarecedora ironía como antídotos al margen) demuestre las secuelas de su afectación de culpa cuando escribe:
“La semana pasada, y les prometo que fue sin querer, me convertí en gasto público. Algo que hoy equivale a decir que eres un peligro público. Entré en un hospital para un asunto menor y acabé recorriendo varias plantas durante una semana. Me convertí en gasto público desatado, un arañazo en los presupuestos, varias milésimas más de déficit.No me dieron la factura “en la sombra” ésa que ya reparten en algunos sitios, pero si me hubieran echado la cuenta sería cuantiosa, pues fue una semana de barra libre, atención médica a todo trapo, entre pruebas diagnósticas (con esas máquinas carísimas), estancia (a pensión completa, imagínense), tratamientos y tantos trabajadores pendientes de mí (y para colmo eran muy atentos, incluso cariñosos, en vez de limitarse a cumplir con lo mínimo, que el tiempo es oro). Tumbado en la cama, imaginaba que me colocaban sobre el cabecero un contador digital que sumase euros a medida que pasaban las horas. (…)”
¿Cuándo va a tardar la OMS a declarar estas graves agresiones a la salud (recortes, cierres de urgencias, incremento de listas de espera, privatizaciones, conversión de la salud en mercancía) como una epidemia que nos enferma de gravedad, que cuesta vidas y que debilita –de manera tan irracional como agresiva– nuestra convivencia y nuestra democracia?
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