9/10/2011
Gran
Vía de Madrid. Subía desde la Plaza de España hasta Callao para
buscar un libro...
Gran
Vía de Madrid. Subía desde la Plaza de España hasta Callao para
buscar un libro que una profesora, ahora con una necesaria camiseta
verde, le ha recomendado leer a mi hijo. Todavía brillaba algún
confeti, papelito festivo, despojo de la fiesta de luces, cámaras y
acción a la salida de los teatros de estreno. Todavía algún resto
de alfombra se había quedado pegada a la acera, por donde horas
antes caminaron las celebridades en la hora de su “debut”. Camino
arriba empecé a contar de manera compulsiva las personas que,
apoyadas contra la pared, sentadas, tumbadas, arrodilladas, mostraban
sus carteles apostadas muchas de ellas en la entrada o en la salida
de los teatros y cines. Conté hasta veintiséis. Como sin reparar en
lo que contaba, empecé a sumar muñones, piernas entablilladas,
ojeras enfermizas, y cuatro carteles, como fotocopiados expresaban la
misma tragedia: he sido deshauciado, en el paro desde.., no tengo
nada, el cero apareció ante mis neuronas como un conjunto vacío, la
nada amontonada en la Gran Vía. La no existencia que se agarra a la
supervivencia con las manos vacías, gimiendo desde sus muñones, sus
muletas, su hambre. Si se les hubiera ocurrido aparecer en los
estrenos, lo que queda de los externalizados servicios de limpieza se
los hubieran llevado hacia ningún sitio porque aunque estén, son
invisibles, y además no hay lugar ya para ellos por exceso (las
últimas almas fieles a la humanidad no dan abasto) o por defecto
(los Centros públicos para atenderles desaparecen para
rentabilizarse). Están ahí, en la acera, en un silencio sospechoso,
como preludio de una batalla perdida.
¡El
sistema da su penúltimo pase en el ”baile de los malditos”! Unos
entran en su estreno, cámara fija en la corbata y el último modelo,
a mayor gloria del consumo y la envidia de la ciudadanía atontada
por la anestesia de los informativos. Otros salen por la puerta de
atrás, pero no hay objetivo que capte la suma panorámica de su
dolor, que es el nuestro, o lo será cuando las montañas de
desheredados sean la noticia de portada. La revolución será
pacífica porque no hay pistolas preparadas para ser disparadas por
un muñón.
x
Gonzalo Romero*
*Gonzalo
Romero es miembro de la Asociación Cultural Candela
(Botón de muestra emitido el 8 de octubre de 2011 en El Candelero, RVK, 107.5 FM)
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