Sergio
Moreno | Vídeo: Rodrigo Terrasa | Foto: F. Alvarado
|
Valencia
Actualizado domingo
01/04/2012
Dani
Carbonell, Macaco, es muy 'fan' de los filósofos (cita a dos, que ya
es citar), así a bulto. Lo es también de Benjamín Prado (durante
la entrevista aparece un pensamiento de su último libro. "¿Cómo,
a ver? Es buenísimo". Decía algo parecido a... sobrevivir es
ir haciéndose del tamaño de las circunstancias. "Está
chulísimo". Y a ver quién no le cree) y de Saramago, del que
aprovecha una de las reflexiones del documental 'José y Pilar' para
abrir su nuevo trabajo, el discográfico, 'El murmullo del fuego',
porque hay dos: un disco y un libro.
"Son
proyectos diferentes que nacieron de una manera paralela. Todos
los textos de 'Amor a lo diminuto' son originales, para nada sobras
de canciones. No sé si son cuentos, aforismos... Tampoco
es un libro de viajes, pero está escrito durante un viaje por
México, Brasil, Argentina, Francia, Sáhara... Hice también más de
3.000 fotos de cosas pequeñas siguiendo la idea esta de amor a lo
diminuto y aparecen unas 200 para acompañar los textos".
"Siempre
busco que haya relaciones en lo que hago. No
hago discos conceptuales, pero sí hay líneas conductoras que van a
través de las canciones durante todo el disco. Me
gusta mucho jugar con los elementos. En 'Puerto presente' está la
cosa del agua, los azules, el ambiente portuario... Aquí, tenía
mucho en la cabeza el rojo, el fuego".
Y como no hay dos fuegos iguales, como
se figuró Galeano, Macaco los contempla todos, ese mar de fueguitos.
"Me gustaba el contraste entre la palabra murmullo y fuego.
'Murmullo' es, aparentemente, algo pequeño, que se crea con el boca
oído, que es como he crecido yo. El fuego quema y da luz. Ahora
estamos muy en un momento así, de que hay que quemar lo que ya no
sirve para continuar e iluminarnos los unos a los otros".
Y
entre tanto mensaje 'felicista' está el curro de cantante: con
promociones, giras y pateos para llegar a tiempo a los compromisos.
Porque ser Macaco, dice Macaco, no es fácil: "Me produce mucho
placer tocar en directo, pero también es trabajo. La
gente que cree que estamos a todas horas de fiesta, tal... Por lo
menos yo no sé hacerlo así. A
veces entre concierto y concierto duermes cuatro horas, te levantas
hecho polvo, desayunas, coges algo del bufé y te marchas a otra
ciudad. Son auténticas palizas".
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