martes, 24 de abril de 2012

"Se tarda un minuto en estropear la educación y décadas en construirla"

Carlota Muñoz Actualizado 22/04/2012 20:46

El rector Antonio Ramírez de Arellano, en la galería 
del Rectoradoconocida como la de los rectores.
 - El Correo
El rector de la Universidad de Sevilla, Antonio Ramírez de Arellano, analiza la reforma universitaria anunciada por el Gobierno, que incluye una fuerte subida de las tasas académicas.

-¿Por qué ha sido usted el primero en levantar la voz?
-Tenía un acto en el Paraninfo y me vi en la responsabilidad de defender a la comunidad que me ha elegido. Las autoridades políticas tienen su legitimidad y se les debe un respeto. Yo he pedido lo mismo: respeto y diálogo. Eliminar del debate a las personas que más saben del asunto es un error. No nos estamos jugando algo sencillo sino el futuro del país y de su educación, que se tarda un minuto en estropear y muchos años en construir, como la confianza.

-¿Hay margen para rectificar?
-Hay que reiterar que el ministerio tiene la legitimidad para proponer reformas. Pero en el mundo universitario también hay sus legitimidades.

-¿Era necesario subir tasas? ¿Se pueden suprimir títulos?
-Este ministerio ha elegido no acudir a los órganos previstos para asesorarse en materia universitaria. Es una decisión política. No hay más que decir. Pero una vez asesorados hay que volver a estos órganos para buscar los consensos necesarios. Nadie tiene derecho a dogmatizar con la educación. No es justo quebrar de manera unilateral nuestro sistema, que garantizaba la igualdad y la equidad. Esto enlaza con las tasas y las titulaciones. El sistema de tasas que se propone quiebra lo que ha sido nuestra historia. Las tasas no se pueden hacer aprovechando que existe una dificultad en los ingresos públicos para abordar el problema de una manera que va a tener consecuencias no mañana sino dentro de decenios. Tampoco vale decir que hay muchos alumnos, hay que decir qué alternativas hay para los que sobran.

-El Gobierno sostiene que muchos de ellos han fracasado.
-La tasa de fracaso está en el 12% y no en el 30% [lo dicho por el ministro]. Por otro lado, hacer una extracción lineal de que ese 12% de fracaso supone que se ha tirado el dinero es una frivolidad. Hay que ser rigurosos a la hora de hablar y no plantear argumentaciones adaptadas a lo que tú quieres llegar para justificar una reforma. Lo que no puede ser es que esto se convierta en un os lo tenéis merecido por hacerlo muy mal. Estamos en un país civilizado y las personas civilizadas hablan.

-También ha sido muy crítico con la queja del ministro José Ignacio Wert sobre el hecho de que los docentes cobren por investigación sin hacerla.
-De nuevo se está buscando una justificación ad hoc para implementar un modelo. En nuestra carrera académica, cada salto supone una convocatoria pública. Yo reto a que me digan en qué carrera pública cada vez que se progresa se hace una convocatoria nacional. Vivimos en un entorno muy competitivo. Y esto es así desde 2001, con el gobierno del PP. Y yo considero correcta esta dura carrera de obstáculos. Si ahora hay que dedicar tanto tiempo a la docencia que no se puede investigar, esto es la pescadilla que se muerde la cola.

-Pero si hay que hacer recortes y no se quieren tocar los gastos ni las tasas, ¿qué se hace?
-Tendrán que posicionarse los gobiernos. La reorganización de nuestra estructura sigue estando pendiente, y con esto se ahorra, ¡claro que se ahorra!, en contrataciones, se optimizan los tamaños de los grupos... El problema es el de siempre: qué hacemos mañana. Esta universidad lleva años con la cota de sueldo congelada y con una restricción por la que solo se repone el 10% de la masa salarial que se jubila. Así cada vez tenemos menos funcionarios.

-No sobran profesores.
-No creo que este sea el problema. El más grave es la inseguridad normativa. ¿Sabe el actual Gobierno si va a mantener la estructura de cuatro años grado y después master? ¿ O lo cambiará por tres más dos? No lo sabe. Hay que buscar un mecanismo para pasar los años de dificultad pero no desmantelando lo logrado.

-¿Cómo evitar ese riesgo?
-¿Por qué tenemos este sistema público? Porque creemos que es algo que se llevan los jóvenes en la mochila y que a la larga nos dará riqueza. El fracaso escolar está relacionado con la formación o no de los padres. En los de nivel universitario, hay fracaso en uno de cada 25 niños. En padres con estudios primarios, uno de cada cuatro. Y hace 30 años, eran tres de cada cuatro. El país se cambia a través de la educación. Claro que hay que mejorar, pero sin desmantelar lo construido.

-¿Prevé un ambiente de crispación similar al de 2001 con la reforma de la LOU por el PP?
-La gente joven está en una crisis de incertidumbre que efectivamente puede llevar a una situación de crispación. Porque no solo no tiene expectativas sino que además se le está diciendo que los estudios que está haciendo no sirven para nada. La universidad no va a ser ajena a lo que pasa en la sociedad. La duda es ¿por qué vamos a desmantelar el estado del bienestar que hemos construido de manera indiscriminada, no reflexiva y culpándonos además? La universidad que se me pinta no se corresponde con la realidad. Desde la perspectiva de que hay que mejorar, no voy a aceptar que se diga que los universitarios somos los culpables.

-En ese diálogo sincero que pide al ministerio, la Universidad también debería asumir errores.
-Decisiones como la de que haya varias universidades cercanas con ofertas similares no las han tomado las universidades. La Universidad de Sevilla ofrece 13.000 plazas todos los años y cubrimos el 95%. Se puede decir de una manera contundente que esta universidad es pertinente.

-Pero usted defendió que no sobra ninguna universidad.
-Hablé de Andalucía. Y es que no sobran. Crean riqueza. Los números son abrumadores.

-¿En qué momento del discurso de Wert intuyó que quiere acabar con la autonomía universitaria?
-Ese es el fondo del asunto. Somos islas de independencia y eso no es fácil de digerir. Y lo pienso porque el ministro dictó las conclusiones de la comisión en la rueda de prensa.

-Pero no habló de modificar el sistema de gobierno.
-El ministro empezó diciendo que la autonomía universitaria era un fracaso. A lo que quería referirse es a la elección de los gobiernos de la universidad. También dijo que no rendimos cuentas. Invito a que vean las cuentas de la universidad en la web, que están además fiscalizadas por la Junta.

-Como no se fían de ella...
-Eso ya lo dice usted. No hay institución más transparente que la universidad. Pero bueno, también es legítimo pensar que no.

-¿Se siente orgulloso de que la Universidad de Sevilla no se sumara al sufragio universal?
-En los años ochenta fui miembro del Cadus, por cierto, de lo que me siento muy orgulloso porque ahora comprendo, entonces no lo comprendía, la dimensión de aquella lucha: la independencia de la universidad.

-Le insisto: ¿se puede dar marcha atrás?
-Hace años se tomó este mismo rumbo y el Gobierno perdió las elecciones. Y el siguiente Gobierno lo cambió todo. ¿Qué ganó la sociedad? Nada. ¿Qué ganó la universidad? Diez años de incertidumbre.

-¿Teme represalias?
-Estoy aquí para defender a mi comunidad universitaria.

-Ahí hay un campus internacional de excelencia.
-Sobre el que ya se ha apresurado a decir el Gobierno que no va a dar ni un euro más.

-¿Le van a pedir a la Junta que lo sufrague en solitario?
-Esa parte no es la que me preocupa. Para los proyectos que requieran de financiación importante tendremos que salir a buscarla. La virtualidad de los campus de excelencia no estaba en el dinero, que es donde el Gobierno se equivoca.

-¿De verdad que no necesitan mucho dinero?
-El Gobierno andaluz tiene que posicionarse. Somos conscientes de que vamos a pasar una época de dificultad, pero eso no significa que vayamos a estar parados.

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