Síndrome
de Fatiga Crónica II, la enfermedad de las mil causas
(Foto:
REVISTA NUEVA)
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Ya
analizamos el Síndrome de Fatiga Crónica desde sus orígenes
sicológicos. Ahora vamos con las causas físicas. Sus síntomas se
mimetizan con los de otras enfermedades y es usual que las razones de
su aparición no dejen huella en los exámenes médicos.
Para
muchos, la enfermedad es un síntoma de salud. Aseguran que a través
de la primera, el organismo humano comienza a elaborar su propio
lenguaje “para contar”, realmente, cómo se encuentra. Lo cierto
es que nuestro propio lenguaje es tan viejo, que ya nadie sabe con
certeza cómo o quién lo inició. Y desde siempre, todo lo que pasa
a nuestro alrededor ha sido narrado con palabras dichas o escritas.
Pero
en los últimos tiempos, al parecer la gran mayoría tiene problemas
de comunicación con alguien. No importa qué tan novedosos sean los
celulares o qué tan ancha sea la ‘banda’; la mayor parte de las
veces la interrupción en el canal es prolongada.
Algo
así pasa con las personas que sufren Síndrome de Fatiga Crónica
(SFC). Aunque su cuerpo sigue comunicándose a través de los
síntomas -precedidos por un cansancio extremo y prolongado en el
tiempo-, no les deja saber a ciencia cierta qué está fallando.
Algunas
veces, sin importar si son sofisticados los exámenes o amplios los
recursos médicos, la enfermedad avanza e incapacita a la persona de
tal forma que rutinas diarias como vestirse constituyen una verdadera
odisea. Algunos pacientes llevan meses enfermos. A otros, les cuestan
más de diez años de su vida encontrar la causa y cuando la
resuelven logran superar el síndrome. Por eso, una actitud positiva
al respecto y el apoyo incondicional de la familia y amigos, es
indispensable en la recuperación.
Pescando
en río revuelto
Hace
algunas ediciones hablamos sobre las causas sicológicas que influyen
en este padecimiento. Ahora, en esta segunda parte, quisimos analizar
las razones biológicas que pueden conducir a un diagnóstico de
Síndrome de Fatiga Crónica.
“Es
la falta de energía que se siente de manera constante y que perdura
varios meses sin tener una explicación muy clara desde el punto de
vista médico o sicológico. Pero lo importante es revisar todas las
posibles causas asociadas, asegura el doctor Carlos Alfonso Builes,
médico endocrinólogo de adultos y docente de Endocrinología en la
Universidad de Antioquia.
Infecciones
como la tuberculosis y el VIH, trastornos neurológicos como la
esclerosis múltiple o problemas hematológicos como la anemia, deben
tenerse en mente a la hora de diagnosticar a un paciente con falta de
energía”.
Sin
embargo, la comunidad científica lleva más de 20 años buscando una
respuesta certera sobre este síndrome. Y aun así, la última
palabra parece alejarse al mismo lugar en el que reside el porqué de
nuestra fallida comunicación, a pesar de los Iphone
y
la increíble labor social de Skype.
Por
supuesto, eso no significa que si a una persona le diagnostican o
sufre de este mal hace algún tiempo, esté totalmente perdida. El
abordaje médico es claro, y son muchos los casos en los cuales se
han hallado causas orgánicas curables.
De
‘la fatiga’ al síndrome
“En
mi especialidad hay una serie de causas relacionadas. La primera, y
la más importante, es el hipotiroidismo. El mal funcionamiento de la
tiroides hace que la persona pierda su chispa, su capacidad de pensar
y de concentrarse, y siente que su motor trabaja a media marcha,
asegura nuestro asesor médico.
El
hipertiroidismo también pone al cuerpo en un acelere que lo fatiga.
El corazón trabaja rápido aun en reposo, los músculos se
desgastan, hay pérdida de peso, aumento de las deposiciones y, a
veces, incluso crece la parte anterior del cuello”.
Así
mismo, faltantes muy frecuentes en las víctimas del cansancio eterno
son vitaminas y minerales como la D, B12, el hierro y el calcio. Es
bien sabido que la primera se produce con la exposición al sol y que
tiene la importante labor de ayudarnos a extraer el calcio de los
alimentos que comemos. Por lo tanto, cuando no tenemos suficiente
cantidad, se produce un cansancio extremo acompañado de diversos
dolores musculares.
Volviendo
al tema endocrinológico, la ausencia de hormonas sexuales,
específicamente en los hombres la falta de testosterona, puede
causar debilidad, cansancio y disminución de la fuerza muscular y en
el desempeño sexual.
“Otra
razón
se
da cuando
la
hormona
cortisol
no se produce bien.
Por
ejemplo, la persona puede sufrir de cansancio o
fatiga
permanente; se le baja fácil la presión arterial y no regula bien
las sales de su cuerpo, así que disminuye el sodio
y
sube el potasio. Y por otro lado, el exceso de esta hormona puede
generar ganancia excesiva de peso sin un motivo
explicado
en la dieta o en el sedentarismo. Es posible que cause estrías de
más de un centímetro en el abdomen, brazos o muslos, e incluso
depresión y ansiedad”.
No
parece gratuito que las mujeres sean las preferidas por el SFC, pues
además de tener más predisposición a las enfermedades autoinmunes
(hipotiroidismo, insuficiencia renal, entre otras), la menstruación
y la menopausia aumentan los riesgos de contraerla, pues la pérdida
mensual de sangre y el revolcón hormonal son demasiado exigentes
para el cuerpo.
Y
en el caso de los hombres…
Ante
lo anterior, es necesario decir que no no todo es color rosa para los
caballeros. En ellos es más común la fatiga asociada a la obesidad
y a la apnea del sueño. Los pacientes ven pasar sus días fatigados
y se quedan dormidos en cualquier oportunidad.
De
acuerdo con el doctor Carlos Alfonso Builes respecto al diagnóstico
y al tratamiento del Síndrome de Fatiga Crónica en hombres y
mujeres, “lo más importante es hacer un estudio juicioso de la
causa, porque si se encuentra y es corregible, aunque el paciente
lleve años con la fatiga podría volver a recuperarse, prácticamente
hasta en un ciento por ciento.
Cuando
hay causas psiquiátricas, los tratamientos no dan muchos resultados.
El paciente con una verdadera fatiga crónica, en quien se han
descartado muchas otras causas de fatiga y se llegó a la conclusión
de que tiene síntomas mentales, va a tener terapias de apoyo y
tratamientos antidepresivos, pero no necesariamente va a mejorar al
ciento por ciento”, asegura el especialista.
Recomendaciones
clave
-
Es muy importante seguir una dieta balanceada, escasa en harinas y
grasas. Además, consumir agua abundante y recibir el sol entre 10 y
15 minutos en horarios oportunos (no entre las 12 del día y las 3 de
la tarde).
-
Ejercitar la mente con sudokus, sopas de letras, leer un libro,
mantenerse activo mentalmente.
-
Tener un buen soporte social y familiar es uno de los factores clave
para alejarse de esos cuadros médicos.
-
¡Indispensable! Hacer deporte. Se recomienda caminar en una piscina
o nadar incrementando la duración y la intensidad en la medida en
que el cuerpo lo permita. La idea es alcanzar de 30 a 40 minutos, al
menos cinco días a la semana.
-
“A las personas fatigadas: ojo con los trastornos del sueño,
cuidado con la vida agitada. Se debe tener una higiene del sueño,
dormir de seis a siete horas, pero adecuadamente.
Recuerden que la
cama no es para estudiar, trabajar ni comer”, aconseja el doctor
Carlos Alfonso Builes, médico endocrinólogo de adultos y docente de
Endocrinología en la Universidad de Antioquia.
-
A pesar de la incertidumbre generalizada frente a las razones de
aquella fatiga que incapacita y les cambia la vida a sus portadores,
en una cosa están de acuerdo todos los investigadores: ser optimista
frente a la recuperación y buscar alternativas de relajación…
estos pueden ser ingredientes importantes para dejar de padecerla.
Para
tener en cuenta
La
falta de vitamina B12 produce, en casos extremos de anemia, una
alteración en la sensibilidad de las piernas, mala memoria y
trastornos en el aprendizaje.
La
menopausia hace a las mujeres más propensas a sufrir fatiga crónica.
Pero también hay otros factores importantes como la predisposición
a enfermedades autoinmunes, como la insuficiencia renal y el
hipotiroidismo.
El
cuerpo tiene mecanismos de adaptación, pero cada día la vida es más
difícil. Los familiares de quien sufre fatiga crónica creen que
está muy enfermo, incluso demente, pero se revierte la causa y esa
persona vuelve a florecer.
Una
recomendación: siga una dieta balanceada, escasa en harinas y
grasas. Además, consuma agua abundante y reciba el sol entre 10 y 15
minutos, en horarios oportunos.
¡Indispensable!
Hacer deporte. Se recomienda caminar en una piscina o nadar
incrementando la duración y la intensidad en la medida en que el
cuerpo lo permita. La idea es alcanzar de 30 a 40 minutos, al menos
cinco días a la semana.
Infecciones
como la tuberculosis y el VIH, trastornos neurológicos como la
esclerosis múltiple o problemas hematológicos como la anemia, deben
tenerse en mente a la hora de diagnosticar a un paciente con falta de
energía.
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