Muchas
enfermedades son el resultado de determinadas agresiones del entorno
o de factores de riesgo ambiental que tenemos dentro de nuestras
propias casas sin saberlo. Sin embargo este concepto, que resulta
familiar a cualquiera que haya visto la serie del doctor House, no
parece haber calado aún en la práctica médica en España. La
realidad es que convivimos con múltiples campos electromagnéticos
artificiales y radiaciones naturales, así como con numerosos tóxicos
ambientales.
En
muchos casos la recuperación de una persona con ciertas dolencias
pasa no sólo por tratar sus síntomas, algo en lo que la medicina
contemporánea es muy diligente y eficaz, sino por eliminar la causa
que los provoca y a la que estamos expuestos inconscientemente
durante muchas horas al día. Hoy en día, con la creciente invasión
de las nuevas tecnologías, es muy frecuente que los dormitorios se
parezcan casi más a pequeños despachos con un gran número de
dispositivos tecnológicos a mano: teléfonos inalámbricos,
ordenadores, móviles cargando, radiorelojes despertador conectados a
la corriente, etc. Todo esto, que sin duda nos trae comodidad, puede
tener consecuencias para nuestro descanso a corto plazo y, lo que es
más importante, para nuestra salud a medio y largo plazo.
Un
campo electromagnético cerca de la cabecera de la cama puede en
primer lugar interferir en nuestro sueño, hacer que sea menos
profundo, que nos despertemos, que nos levantemos poco descansados o
con dolor de cabeza. Esto puede estar provocado por tener un móvil
cargándose en la mesilla, por la base del teléfono inalámbrico o
por un despertador eléctrico que emita más de lo conveniente o que
no esté bien conectado a la toma de tierra de nuestra instalación
eléctrica. Si tenemos la cabecera de la cama pegada a una pared
donde al otro lado hay una nevera conectada nos encontraremos con que
un campo magnético rodea nuestra cabeza mientras estamos durmiendo,
con las mismas consecuencias e incluso más graves.
La
propia Organización Mundial de la Salud admite que el 80% de los
cánceres y el 20% de la mortalidad mundial se deben a factores
ambientales. Las radiaciones naturales y artificiales se cuentan
entre los más desconocidos por la población general. Según
expertos de la empresa Geosanix, especializada en detectar, analizar
y eliminar o minimizar los diversos factores de riesgo geoambiental,
"la exposición a campos eléctricos es uno de los problemas que
encontramos con más frecuencia en los hogares que visitamos en el
curso de nuestro trabajo. Hemos llegado a detectar campos eléctricos
del orden de 180 V/m en el dormitorio, un valor muy alto y más
teniendo en cuenta que se trata de la zona donde más horas pasamos.
También localizamos más veces de las que quisiéramos variaciones
intensas del campo magnético terrestre justo en la zona de la cama,
con lo que al final resulta que estamos expuestos de forma cotidiana
y sostenida a situaciones nada acordes con nuestra biología, con los
consiguientes efectos acumulativos sobre nuestra salud", explica
José Miguel Rodríguez, director de Geosanix.
Rodríguez
insiste en la importancia de lo que él llama "el círculo
vicioso geoambiental", que se produce cuando una persona está
sometida en su vida diaria a un factor de riesgo y no logra recuperar
la salud porque, al no ser consciente de ese riesgo, sigue expuesta a
él. "Lo vemos muchas veces en nuestro trabajo, con personas que
van al médico una y otra vez, y lógicamente suelen mejorar, porque
el tratamiento que les ponen ataca eficazmente sus síntomas. Pero al
cabo del tiempo tienen que volver a consulta porque, por
desconocimiento, no han eliminado la causa que los provoca",
explica.
Radiaciones
naturales y artificiales
Los
factores de riesgo geoambiental que analiza Geosanix pueden ser de
distinto origen. Entre los tóxicos físicos están las radiaciones
naturales y artificiales. Las naturales son las que proceden de la
radiactividad del entorno, de alteraciones geológicas del subsuelo,
las cuales provocan variaciones locales del campo magnético
terrestre, o de redes Hartmann y Curry. Según José Miguel
Rodríguez, una de las hipótesis que más peso tiene es que las
redes naturales tienen un origen electromagnético. La explicación
es que las líneas de fuerza del campo magnético y eléctrico de la
tierra pueden tener una forma más o menos reticular, existiendo
zonas con mayor o menor densidad en las líneas de fuerza de dichos
campos, que serían las zonas llamadas geopatógenas. Así mismo en
las zonas donde existen cursos de agua subterránea o acuíferos
también se producirían alteraciones de dichos campos, resultando
ser zonas que pueden afectar a nuestra salud, especialmente si una de
estas distorsiones coincide con el espacio donde tenemos la cama
colocada.
Las
radiaciones artificiales son las que emiten las antenas de telefonía,
los aparatos inalámbricos como teléfonos, móviles o routers, las
instalaciones eléctricas defectuosas de los hogares, los
electrodomésticos mal instalados o sin toma de tierra, etc. Los
tóxicos ambientales, por su parte, comprenden desde sustancias
químicas como los formaldehidos, CO2, NO2, SO2, que se relacionan
con múltiples enfermedades, como el síndrome químico múltiple, el
párkinson y otros procesos neurodegenerativos, hasta el material
particulado, que puede causar múltiples enfermedades del sistema
respiratorio, nervioso y cardiovascular incluso con breves
exposiciones.
Decálogo de salud geoambiental
(Fuente: Fundación para la Salud Geoambiental)
- 1. Alta permanencia. Evita situar tu lugar de descanso o de trabajo sobre zonas con alteraciones geofísicas, que alteran los campos magnéticos naturales en la superficie, y provocan inestabilidad e intensa radiación terrestre. Los lugares donde pasas más horas al día deben estar libres de radiaciones naturales.
- 2. Descanso. No coloques en tu mesilla de noche aparatos eléctricos, como radio-despertadores, lámparas halógenas con transformador o teléfonos inalámbricos. No pongas el móvil a cargar al lado de tu cama. Evita los colchones de muelles y los somieres con piezas ferromagnéticas.
- 3. Móviles. Al hablar por el teléfono móvil, hazlo con el manos libres; si evitas colocarte el aparato al lado del cerebro, estarás protegiéndote de sus radiaciones. Conecta el Bluetooth o el WiFi sólo cuando lo necesites. Procura que los niños no usen los móviles.
- 4. Electrodomésticos. La lavadora, microondas, horno, caldera, cocinas de inducción o vitrocerámica no deben estar en la pared contigua a la cabecera de tu cama. Aun estando apagados, emiten radiaciones que traspasan la pared.
- 5. Instalación eléctrica. Comprueba que el cableado no emite más radiaciones de lo estrictamente necesario y que las tomas de tierra funcionan bien.
- 6. Tecnologías inalámbricas. Las tecnologías sin cables, como los teléfonos inalámbricos DECT o los routers WiFi, saturan nuestro entorno de radiaciones de altas frecuencias. Elige preferiblemente tecnologías con cable, y recurre a las tecnologías inalámbricas sólo si es inevitable, siempre colocando las fuentes de las radiaciones lejos de los lugares de alta permanencia.
- 7. Gas radón.Cuando decores tu casa, evita el uso de basaltos o granitos, algunas cerámicas y ciertos tipos de gres, que pueden ser fuente de gas radón; es radiactivo y puede causar cáncer de pulmón. Si el inmueble tiene estos materiales, asegúrate de que hay una buena ventilación.
- 8. Antenas y cables. Antes de adquirir una nueva vivienda u oficina, vigila que no haya cerca antenas de telecomunicaciones o de teléfonos móviles, líneas de alta tensión, tendido eléctrico o transformadores urbanos.
- 9. Electricidad estática. Evita el uso excesivo de materiales sintéticos: moquetas, tejidos, encimeras de cocina, mobiliario, etc. Coloca humidificadores y utiliza preferentemente materiales naturales.
- 10. Edificios inteligentes. Los lugares cerrados con ventanas impracticables, suelos o techos técnicos y aires acondicionados son caldo de cultivo de bacterias y hongos por el aumento de la ionización positiva del aire. Hace falta una buena ventilación y utilizar ionizadores para mejorar la calidad del ambiente.
Clara Román
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