Bruselas,
Febrero de 2013.-
Willy
Meyer
ha solicitado a la Comisión
Europea a que inste a los estados miembros de la Unión a que
incluyan la Sensibilidad Química Múltiple y la Hipersensibilidad
electromagnética como enfermedades oficiales dentro de sus
respectivos sistemas sanitarios.
Meyer se ha dirigido por escrito
a la Dirección General de Sanidad y Consumo de la Comisión para
expresar la necesidad de que estas enfermedades sean incluidas en la
Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) y en las
respectivas listas nacionales de enfermedades profesionales. Según
Meyer, "Resulta necesaria una legislación que proteja a todos
los enfermos europeos y no trate de evitar responsabilidades negando
la existencia de estas enfermedades". Actualmente estos
problemas de salud suelen ser negados o diagnosticados como problemas
psicológicos lo cual supone que estos enfermos "se encuentran
una situación de completa indefensión y doble sufrimiento, puesto
que más allá de sufrir los dolorosos efectos vienen a ser tratados
por los sistemas públicos de salud como enfermos mentales",
sostuvo Meyer.
La Sensibilidad Química Múltiple y la
Hipersensibilidad Electromagnética son enfermedades que aún no está
recogidas como tales por la Organización Mundial de la Salud (OMS),
pero la comunidad científica está realizando numerosos
descubrimientos y avances en la detección y evaluación de estos
síndromes. Estas enfermedades muchas veces han sido diagnosticadas
como el Síndrome de Fatiga Crónica, que resulta un cajón de sastre
donde, en ausencia de mejores clasificaciones, se tipifican las
enfermedades citadas.
El reconocimiento de estas enfermedades
supondría, según el eurodiputado, la necesidad de "aplicar las
normas existentes en términos de radiación electromagnética y
exposición a sustancias nocivas, así como revisar los límites
actuales hasta garantizar el mínimo impacto sobre la salud de los
enfermos", cuestión por la que su reconocimiento supondría
elevados costes. En la actualidad se toleran límites de
contaminación electromagnética y química que impiden a estos
enfermos llevar a cabo una vida normal y es por ello que la Comisión
debería actuar para garantizar el derecho a una vida saludable a
todos los ciudadanos europeos.
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