Intoxicados
Publicado
el 01/02/2013
por
Andrea
Global
A
lo largo de muchos años de profesión (no doy pistas porque como
Andrea Global puedo disfrutar de esa indefinición en edad, en
apariencia –no hay arrugas en el mundo virtual–…) me he
encontrado con muchas personas y muchas historias. Son muchísimas
las que me llegan al corazón, pero mi memoria es menos sensible y
olvido algunas que no debería. Los
enfermos de sensibilidad química múltiple han sido de los que más
han impresionado a mis neuronas olvidadizas.
Quienes padecen este mal de la era moderna tienen un organismo
saturado de sustancias tóxicas, de químicos que nos acompañan a
diario.
Desde
que la industria química empezó a fabricar en serie todos los
productos de higiene y limpieza de uso diario,
la avalancha de sustancias a las que abrimos las puertas de nuestra
casa es enorme. No nos damos cuenta de ella, empezamos con el jabón
de la ducha, la pasta de dientes, colonia, maquillajes, aftershaves,
cremas hidratantes, perfumes, ambientadores, detergentes,
suavizantes, lejías, desengrasantes… La lista es enorme y nuestra
consciencia muy pequeña.
Conocer
la sensibilidad química múltiple (SQM) y acercarme a quienes están
afectados
me adentró en esta reflexión de todas las cosas que le echamos a
nuestro cuerpo. Ponerse
en contacto con alguien para quienes los vahos de una colonia (que
presumimos inofensiva) le enferma, le provoca ahogos, desmayos,
vacíos de memoria… te hace ser consciente de muchas cosas. La
primera que mi abuela, incluso mi madre cuando era niña, usaban
jabones naturales, que hacían con ceniza y aceite de oliva usado;
que blanqueaban la ropa también con los restos que quedaban en la
chimenea; que para dolores se hacían cataplasmas con hojas y hierbas
que recogían en el bosque… Ahora, sin embargo, casi hemos perdido
esas fórmulas y recurrimos a la droguería, a la farmacia, a los
pesticidas y fertilizantes sin pensar.
El
resultado es que cada vez hay más personas afectadas por esta
sensibilidad a las sustancias químicas.
Acercarse a ellas implica seguir un protocolo riguroso para que la
sola presencia y todos los químicos que desplazamos en nuestro
entorno no les enfermen. Por ejemplo, exige que lavemos la ropa que
vamos a llevar en la visita con bicarbonato, a ser posible varias
veces para que se eliminen los restos de detergentes y suavizantes
que acumulan; que la higiene personal se haga sólo con productos
naturales; nada de maquillaje ni perfume ni fumar y no estar en
lugares en los que haya humo. Agradecen que ni siquiera lleves
esmalte de uñas.
No todo el mundo entiende esto. A
menudo los enfermas (la mayoría son mujeres, porque el sistema
endocrino femenino las hace más proclives a almacenar sustancias) se
enfrentan a la incomprensión de quienes les rodean y achacan su
intolerancia a manías, problemas psicológicos… La ciencia avanza
en la demostración de que este mal, como la fatiga crónica, la
electrosensibilidad y la fibromialgia (enfermedades
interrelacionadas, a menudo) son reales, tienen un origen
demostrable…
Toda
esta reflexión, muy a vuela pluma. Para saber más sobre estas
enfermedades aconsejo visitar el blog de María José Moya Villén,
Mi
estrella de mar, una
excelente página web de una mujer con SQM, que dedica sus días a
divulgar los avances científicos, tratamientos, opiniones de
expertos… desde 2006. Es un site pionero en castellano y es muy
riguroso. La historia de María José Moya, mejor la leen en su blog,
que la narra muy bien. Lo que más me sorprendió de ella cuando la
conocí es la falta de dramatismo, incluso la alegría, con la que
afronta su enfermedad, que la mantiene recluida en casa y sin
mantener contacto directo apenas con nadie.
Todo
esto viene a que hoy en la prensa me han recordado todo esto dos
noticias. Una
de ellas que habla del adelanto de la pubertad en las niñas, que
cada vez muestran a edad más temprana los cambios físicos de la
adolescencia, que en ellas pueden iniciarse a los 8 años y en los
niños a los 9, según
la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria. Uno de
los factores que pueden explicar el adelanto de la pubertad es la
exposición a los químicos ambientales. Los profesionales aconsejan
a los padres estar atentos a los primeros síntomas de adolescencia
temprana, que deben tratarse, y dar una alimentación lo más natural
posible a los niños.
La
otra noticia que me ha recordado como la gente con SQM funcionan como
alertas de lo que nos afecta a todos y que desoímos, es
la noticia sobre la alimentación de animales de consumo humano con
carnes de perro y oveja. Desechos
cárnicos son utilizados para elaborar los piensos con que se engorda
a ovejas y cerdos que luego acaban en nuestros platos. “Estamos
jugando con fuego y luego llegan las vacas locas”, sentencia un
compañero de redacción. ¿Puede
haber una muestra más clara de que nos alejamos de lo natural para
adentrarnos en un mundo artificial que nos envenena que alimentar a
herbívoros (como las ovejas) con carne de sus congéneres?
Así, que todo
esto me lleva a recordar a quienes son más sensibles que los demás
y que nos avisan de que todos lo estamos sufriendo, aunque nuestros
organismos no lo muestren tan violentamente. Para todos ellos pido un
poco de compresión, que no les resulta fácil encontrar.
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