31
de enero, por Contaminación
Ecologistas en Acción reclama que se
ratifique lo antes posible el Convenio de Minamata sobre el Mercurio.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha aprobado una resolución
destinada a asesorar y prestar apoyo a los países para que tomen
medidas sobre los aspectos relacionados con la salud contenidos en
ese acuerdo.
La contaminación de alimentos por
mercurio aumentó sustancialmente durante el año 2013 atendiendo a
las 96 notificaciones registradas a nivel europeo, frente a las 68 de
año anterior. La presencia de este metal en pescado y otros
productos pesqueros sigue siendo la principal fuente de alertas.
El sistema de alerta rápida para
piensos y alimentos (RASFF en sus siglas inglesas) notifica de los
riesgos, directos o indirectos, para la salud humana de productos en
el mercado europeo. A lo largo de 2013 se registraron 96
notificaciones por mercurio de las cuales 48 casos de superación
tienen origen España, principal exportador de pescado a nivel
comunitario.
Se alcanzaron valores de hasta 5.6
mg/kg en rodajas congeladas de marrajo (Isurus oxyrinchus), superando
con creces el nivel máximo permitido por la normativa comunitaria,
entre un 0.5 y 1 mg/kg de mercurio en productos pesqueros.
La situación es más grave aun si se
tiene en cuenta que los límites permitidos por la UE no protegen
suficientemente la salud, al no tener en cuenta el consumo medio, ni
las características corporales de los consumidores. Los máximos
permitidos por los expertos de la FAO y la OMS son mucho más
restrictivos.
El mercurio es un metal extremadamente
volátil que puede ser transportado a grandes distancias una vez se
ha emitido a la atmósfera. Una vez se ha depositado en un ambiente
acuático, el mercurio se transforma en metilmercurio, una potente
neurotoxina, que se acumula en los peces y en los animales y los
humanos que los consumen El mercurio es una sustancia tóxica que
puede afectar al cerebro y al sistema nervioso; numerosos informes
científicos señalan que los seres humanos y los ecosistemas marinos
de todo el mundo están contaminados con este metal. Esta exposición
puede dañar permanentemente el cerebro y los riñones. Además, el
mercurio puede transmitirse de la madre al feto en desarrollo,
provocándole daño cerebral, inteligencia reducida o retraso mental.
Ante el riesgo comprobado, España y el
resto de los 94 países firmantes del Convenio de Minamata sobre el
Mercurio deberían ratificarlo lo antes posible. El tratado establece
para todos los países las obligaciones relativas a la minería
primaria, a la eliminación progresiva de ciertos usos y productos
(pilas, termómetros), al comercio, a las emisiones y a la
eliminación de los residuos. Su aplicación en todo el mundo debería
llevar a una reducción global de la contaminación y cualquier
retraso en su ratificación solo aumentaría las consecuencias en la
salud y el medio ambiente.
Ecologistas en Acción aplaude la
reciente resolución adoptada por la OMS para asesorar y prestar
apoyo a los países para que tomen medidas sobre los aspectos
relacionados con la salud contenidos en el tratado del Mercurio que
se firmó en octubre del año pasado. La organización ecologista
aplaude que la OMS anime a los gobiernos a “firmar, ratificar e
implantar cuanto antes el tratado".
El objetivo de este acuerdo
internacional jurídicamente vinculante es proteger la salud humana y
el medio ambiente de las emisiones antropogénicas de mercurio, para
lo que enumera una amplia gama de medidas a tomar a escala mundial. Y
por primera vez en un acuerdo ambiental multilateral, una de estas
medidas está dedicada exclusivamente a la salud.
El Grupo de Trabajo Mercurio Cero, en
el que participa Ecologistas en Acción, presentó una petición a la
OMS para que se hagan análisis más frecuentes a los pescados más
consumidos (atún, pez espada), recomendaciones para un consumo
responsable, seguimientos biológicos y campañas de salud pública.
La protección ambiental y humana
contra el mercurio debe incluir medidas inmediatas para prohibir los
termómetros y tensiómetros de mercurio, las amalgamas dentales, los
cosméticos y antisépticos tópicos y los procesos industriales que
utilizan mercurio, como la producción de cloro con tecnología
anticuada. Son medidas relativamente simples que pueden atenuar
enormemente el impacto de la contaminación.
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