11 de febrer del 2015 Pedro Fernández
El ejemplo de Marta Serrés visibiliza
un problema
que afecta a mucha gente. FOTO: Arturo
Ribera
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Entrevista Esta santcugatenca padece
fibromialgia, fatiga crónica y sensibilidad química múltiple.
Después de un año de lucha, una sentencia le ha dado la razón y
podrá pedir la baja definitiva por incapacidad laboral
¿Qué enfermedad tiene?
Tengo una enfermedad que como tal no
tiene nombre todavía, algo que desde el colectivo de personas
afectadas reivindicamos: queremos un nombre. Es una enfermedad que
engloba la fibromialgia, la fatiga crónica y la sensibilidad química
múltiple (SQM).
Y que provocan estas enfermedades?
Los pacientes que padecemos estas
enfermedades a menudo se nos diagnostica una, dos o tres, pero
acabamos desarrollando las tres, en mayor o menor grado. En mi caso,
la que se me ha manifestado más tarde es la sensibilidad química
múltiple. La fibromialgia y la fatiga crónica están muy marcadas.
Por un lado, tengo dolor crónico, dolor neuropático, que es un
dolor que no desaparece nunca. Y, por otro, tengo una sensación de
fatiga extrema. A veces parece que esté haciendo una cima y cada
paso que hago sea un hito. Esto es lo que me pasa habitualmente en
todo lo que hago en mi vida. Yo siempre ando en subida, aunque el
terreno sea plano.
Una enfermedad que afecta a muchos
niveles.
Y, sobre todo, una enfermedad que
invalida. Es una enfermedad de la que se saben pocas cosas pero sí
hay algo que se sabe es que invalida. Si la ciencia no ha encontrado
los mecanismos para evaluar bien la enfermedad no puede hacerlo caer
sobre el paciente. El paciente ya tiene suficiente desgracia de tener
estas enfermedades porque encima le culpabilice.
Esto es precisamente lo que denuncia,
la poca sensibilidad del sistema con las personas que estáis
afectadas por estas enfermedades.
El problema es que no hay un médico
que evalúe estas enfermedades de manera objetiva. Hay pocos médicos
que están preparados para hacer un diagnóstico correcto. En mi
caso, los médicos me dijeron que tenía que dejar de trabajar. De
modo que fui al Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) para
pedir la incapacidad laboral definitiva. Me hicieron llenar la
documentación y me dieron cita con un médico del Instituto Catalán
de Evaluaciones Médicas (ICAM). ¿Qué pasó? Fui allí y una
persona que se supone que estudió medicina decidió que yo no tenía
ningún motivo para estar de baja y que a base de mórficos y
psicofármacos podía hacer una vida normal.
¿Qué hacer en esta situación?
Fui a buscar un abogado para denunciar
la Seguridad Social. Hace un año, en enero de 2014. El juicio fue el
2 de febrero de 2015. El problema es que yo salí del ICAM, puse esta
denuncia, pero tuve que ir a trabajar. Y eso fue muy duro. Fueron
seis meses durísimos. Lo que pasa es que tuve mucha suerte, trabajo
en un entorno laboral fantástico, los compañeros y la dirección me
pusieron todas las facilidades. El ICAM te bloquea por 6 meses. Al
cabo de 6 meses volví a mi doctora y me dio la baja.
Celebrado el juicio, acaba de conocer
la sentencia.
Resulta que, sorprendentemente, he
ganado. Cuando me lo dijeron no daba crédito, porque lo normal no es
eso. Conozco a tanta gente que ha hecho como yo y el juzgado no ha
querido saber nada ... Lo habitual es perder y tener que recurrir en
estos casos. Yo creo que el sistema tiene un blindaje importante. Es
mucho más cómodo tener las personas trabajando con una baja y
cobrando.
Hablamos con unos términos patéticos!
Que hubiera pasado si la sentencia
hubiera sido desfavorable?
Hubiera tenido que dejar de trabajar.
Yo no me veía capaz de trabajar 42 horas semanales. Imposible. Y a
partir de entonces, de que hubiera vivido? Y yo he tenido mucha
suerte. Porque si trabajas en otro entorno de trabajo, en una
multinacional, por ejemplo, si no rindes, te despiden. Entonces ve a
buscar trabajo! Una persona despedida por tener fibromialgia, fatiga
crónica y sensibilidad química múltiple de 52 años ... ¿Quién
la contrata?
Por suerte no tendrá que pasar por
ello.
En principio no, a no ser que la
Seguridad Social recurra la sentencia. Aquí termina mi historia.
Pero yo no vengo aquí para hablar de mi libro! Yo vengo para hablar
de un problema, y en este colectivo tengo muchas amigas, compañeras,
que están sufriendo muchísimo. Estas personas también tienen
derecho a tener cobijo.
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