5 junio, 2019
El ganador del premio Nobel Richard J.
Roberts denuncia la forma en la que operan las grandes farmacéuticas
dentro del sistema capitalista, anteponiendo los beneficios
económicos a la salud y deteniendo el avance científico en la cura
de enfermedades porque curar no es tan rentable como la cronicidad.
En esta entrevista, el Premio Nobel de
Medicina Richard J. Roberts, denuncia que los fármacos que curan no
son rentables y por eso no son desarrollados por las farmacéuticas
que, en cambio, sí desarrollan medicamentos cronificadores que sean
consumidos de forma serializada.
Esto, señala Roberts, también hace
que algunos fármacos que podrían curar del todo una enfermedad no
sean investigados. Y se pregunta hasta que punto es válido que la
industria de la salud se rija por los mismos valores y principios que
el mercado capitalista, los cuales llegan a parecerse mucho a los de
la mafia.
¿La investigación se puede
planificar?
– Si yo fuera ministro de Ciencia, buscaría a gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para sorprendernos.
– Parece una buena política.
– Se suele creer que, para llegar muy lejos, tienes que apoyar la investigación básica; pero si quieres resultados más inmediatos y rentables, debes apostar por la aplicada…
– Si yo fuera ministro de Ciencia, buscaría a gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para sorprendernos.
– Parece una buena política.
– Se suele creer que, para llegar muy lejos, tienes que apoyar la investigación básica; pero si quieres resultados más inmediatos y rentables, debes apostar por la aplicada…
– ¿Y no es así?
– A menudo,
los descubrimientos más rentables se han hecho a partir de preguntas
muy básicas. Así nació la gigantesca y billonaria industria
biotech estadounidense para la que trabajo.
– ¿Cómo nació?
– La
biotecnología surgió cuando gente apasionada se empezó a preguntar
si podría clonar genes y empezó a estudiarlos y a intentar
purificarlos.
– Toda una aventura.
– Sí, pero
nadie esperaba hacerse rico con esas preguntas. Era difícil obtener
fondos para investigar las respuestas hasta que Nixon lanzó la
guerra contra el cáncer en 1971.
– ¿Fue científicamente
productiva?
– Permitió, con una enorme cantidad de fondos
públicos, mucha investigación, como la mía, que no servía
directamente contra el cáncer, pero fue útil para entender los
mecanismos que permiten la vida.
– ¿Qué descubrió usted?
–
Phillip Allen Sharp y yo fuimos premiados por el descubrimiento de
los intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de gen splicing
(empalme de genes).
– ¿Para qué sirvió?
– Ese
descubrimiento permitió entender cómo funciona el ADN y, sin
embargo, sólo tiene una relación indirecta con el cáncer.
– ¿Qué modelo de investigación le
parece más eficaz, el estadounidense o el europeo?
– Es obvio
que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital
privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular
avance de la industria informática, donde es el dinero privado el
que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la
industria de la salud…
Tengo mis reservas.
– Le escucho.
– La investigación
en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad
económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no
siempre es bueno para las personas.
– Explíquese.
– La industria
farmacéutica quiere servir a los mercados de capital…
– Como cualquier otra industria.
–
Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra
salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres
humanos.
– Pero si son rentables, investigarán
mejor.
– Si sólo piensas en los beneficios, dejas de
preocuparte por servir a los seres humanos.
– Por ejemplo…
– He comprobado
como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos
privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran
acabado por completo con una enfermedad…
– ¿Y por qué dejan de investigar?
–
Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en
curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación,
de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no
curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen
experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el
medicamento.
– Es una grave acusación.
–
Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas
de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias
con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que
curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que
seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y
comprobará lo que digo.
– Hay dividendos que matan.
–
Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede
entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo
que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos
fácil que propicie ese tipo de abusos.
– ¿Un ejemplo de esos abusos?
–
Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado
efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos
antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto
resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido
derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón
de personas.
– ¿No me habla usted del Tercer
Mundo?
– Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las
enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las
combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de
nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable
y por eso no investigan en ella.
– ¿Los políticos no intervienen?
–
No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros
empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para
que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son
elegidos.
– De todo habrá.
– Al capital
sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé
de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales
farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras…
La entrevista fue publicada
originalmente por el diario español Vanguardia.
Biografía
Richard J. Roberts nació en Derby,
Inglaterra, en 1943. Estudió inicialmente Química, posteriormente
se traslada a Estados Unidos, donde desarrolla actividad docente en
Harvard y en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York. Desde
1992 dirige los trabajos de investigación del Biolabs Institute, de
Beverly, (Massachusetts).
Obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y
Medicina en 1993, compartido con Phillip A. Sharp, por su trabajo
sobre los intrones, fragmentos de ADN que no tiene nada que ver con
la información genética. Pudieron describir que la información
depositada en un gen no estaba dispuesta de forma continua, sino que
se encontraba fraccionada.
Los primeros experimentos los
realizaron sobre material genético de virus, particularmente de
adenovirus.
Ambos llegaron a la conclusión de que
el ARN ha tenido que preceder en la evolución al ADN.
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