EL RAPTO
Observatorio del sonambulismo
contemporáneo
En defensa de los Siete de Madrid
El día 10 de diciembre del año
pasado siete jóvenes han sido detenidos, apaleados y después
encarcelados en Madrid, por levantarse airadamente contra el
asesinato de otro joven, Alexandros Grigoropoulos, a manos de la
policía en Atenas. Han sido proscritos además por celebrar la
respuesta espontánea e inmediata del pueblo griego a un estado de
crisis que, como a otros pueblos, se nos inyecta mundialmente como
terror pánico, como parálisis permanente. Aprovechando los
incidentes que se produjeron al final de la manifestación en
protesta por la muerte de Alexis, en cuyo origen no es descartable
una provocación policial, los actos de estos jóvenes, aún más
legítimos si cabe en una situación social al borde de la quiebra
total, han sido enjuiciados con la desproporción propia de un Estado
totalitario, con desprecio absoluto de los derechos que asisten a
cualquiera que no consienta en dejarse arrastrar por sus dinámicas
bárbaras. ¿O es que acaso es comparable la destrucción entera del
planeta, de la convivencia humana que lleva a cabo el Imperio mundial
con la furia justificada de unas personas a las que, en los inicios
mismos de su juventud, se les comienza a arrebatar su hambre de vida,
aún más, a los que se les quita, literalmente, la vida?
Así que ahí tenemos a esta nueva
encarnación de Juggernaut aplastando entre sus ruedas a todas las
criaturas del mundo, cuanto más indefensas más encarnizadamente,
cuanto más tiernas mejor, para que el sonido de sus huesos se
amplifique y expulse su savia joven y cunda el ejemplo.
La dominación, lo estamos comprobando
cada vez con más nitidez, no se va a parar en su embestida contra
todo lo que tenga que ver con la más elemental contestación a su
brutalidad. Por otro lado, a nadie debería escapar que la
estratagema del sistema dictocrático comienza por demonizar y aislar
a los grupos humanos acaso más conscientes de esta situación -o
simplemente más hartos de tragar el veneno de los dueños- que
deciden poner remedio lícito y legítimo a su barbarie. Y si la
contestación viene de la juventud, su ensañamiento va a ser mayor,
quizás porque tiene menos que perder, y su domesticación es todavía
incompleta y superficial, cuando esa juventud es verdaderamente joven
y se atreve a romper con su rol de consumidor privilegiado y de
cobaya ciega de la modernización tecnológica para entrar en la
Netra incógnita de la negación y de la revuelta, allí donde se
esconden los pasos perdidos y las razones ardientes que podrían
estremecer también al resto de la sociedad. Las consecuencias de tal
insumisión no se hacen esperar, y ahí tenemos las pruebas de lo que
les sucedió en noviembre de 2008 a Julien Coupat y sus camaradas de
Tarnac en Francia, y de lo que les está sucediendo hoy a los
compañeros que se manifestaron en Madrid con el dolor y la furia de
una dignidad humillada ante un hecho intolerable como el asesinato de
un semejante. Es evidente que la dominación no puede permitirse que
el caudal de entusiasmo que arrastra esta juventud pueda hacer que se
desborde la corriente de un río encauzado, que con la insolencia de
su edad, con sus sueños bien despiertos, con su ignorancia absoluta
de lo que significa la resignación, con sus actitudes emancipadoras,
logren romper también el otro rol de recambio de “violentos
antisistema” que ese sistema de violencia institucionalizada les
había reservado, reafirmando así una posibilidad de transformación
de los comportamientos aceptados que el mundo podría recibir como un
regalo largamente anhelado. ¿No es lo que ha sucedido en Atenas?
¿Acaso era esto lo que la dominación temía que pasara en Madrid, y
por eso ha reaccionado con la desproporción del gigante que se
molesta en aplastar una hormiga? ¿Tan asustada está, tan bien
conoce el cataclismo que nos está devorando que pretende inocular
terror en los rebeldes, y en los que podrían serlo a poco que la
revuelta se inflamara, para vacunar su podredumbre convirtiéndola
así en agonía terminal, en coma asistido pero perpetuo?
Ante esta ceremonia de lo insaciable,
el poder responde restituyéndose el papel de Moloch que nunca había
abandonado, y devora a toda criatura verdaderamente viviente. ¿Y
cómo lleva a cabo hoy el monstruo semejante acto antropófago? Sin
duda, mediante la articulación de una novolengua todopoderosa que
silencia las palabras de los insaciados. Porque en nuestra época no
sólo cuenta la fuerz desnuda y el puño de hierro: la dominación se
siente más segura en tanto que ha sido capaz de articular un
discurso que modifica al instante todo discurso que considere
adversario. Para ello, no cabe duda, se ha armado de inteligencia, es
decir, ha constituido su propia
intelligentsia, perfeccionando su
capacidad de enunciación gracias a la adhesión inquebrantable de
sus medios de comunicación, propagando la sedación del pensamiento
y de lo sensible hasta convencerse de que su barbarie carecerá de
punición alguna. Y en efecto, parecería que esta apropiación de
las palabras repercutiera indiscriminada y opresivamente sobre las
palabras elementales de la protesta, cualesquiera que sean en la actualidad las distintas intensidades que esta libere; que la onda
expansiva sorda y suave de este lenguaje invertido tendiera a
aniquilar toda respuesta que se le oponga, anegándola en el ruido
mediático que pone en circulación, atronando por todos sus
altavoces con las consignas de “terrorismo”, “violentos”,
“antisistema”, “alarma social”; que las palabras libres de
unas personas libres pronunciadas libremente, fueran inmediatamente
cercenadas de raíz con su propia muerte o mediante el
encarcelamiento. El resultado revierte en el derecho, inherente a
todo ser humano, a responder con toda la dignidad que le asiste en
contra de un estado de cosas que le cose los labios. Dentro de esta dignidad se inscribe la
rabia y la desesperación incontenibles que suscitan los hechos
concretos, sean estos el asesinato por la policía de un joven
manifestante en Atenas, el acoso y derribo de una vida comunal (esto
es, también, la okupación), la resistencia ante la peste abominable
que encarna un Tren de Alta Velocidad, o el apoyo a la vez instintivo
y consciente que generan otros hechos y otras causas de igual o
parecida naturaleza, semillas de motín que la descomposición
económica y la implosión política van a poner cada vez más y con
mayor virulencia a la orden del día.
Estamos obligados, por ello mismo, a
desactivar ese discurso totalitario de una forma desproporcionada
porque desproporcionada es nuestra inferioridad. Tenemos el deber de
generar, en la medida en que seamos capaces, un lenguaje de la
libertad que libere toda las infecciones críticas e imaginativas que
se cuelen por las grietas que todavía existen; un lenguaje que se
caracterice por ser poseedor de una potencia, a ser posible inédita,
no sólo de resistencia sino de enunciación, y en este sentido nos
gustaría recordar que la revuelta es también un lenguaje, quizás
el más terrible y elocuente porque su sentido es irreductible en
última instancia a cualquier explicación, pero su mensaje no deja
indiferente a nadie y a todos transforma. Pero no podemos esperar a
que la revuelta aúlle y se desgarre mientras que nuestras bocas
callan cosidas por la prudencia y la apatía. Porque el Estado arroja
la piedra, los medios de comunicación retransmiten su parábola
hasta que cae en el pantano social, pero después pasan los días y
las cámaras eligen otra presa y ninguna mirada sigue a las ondas que
ha levantado esa piedra, ni su movimiento doloroso hasta que encallan
y desaparecen en las aguas heladas de la separación, el aislamiento
y el olvido. Y sin embargo, nosotros tampoco olvidamos: si bien es
verdad que el día 22 de diciembre los siete de Madrid fueron puestos
en libertad, no lo es menos que esa libertad no es sino provisional,
que el proceso judicial sigue abierto, que se enfrentan a altas
condenas de prisión, y que, por lo tanto, la vida de estos jóvenes
corre el peligro de ser truncada en su misma floración. Porque el
proceso judicial es global, y no se parará en este caso concreto:
extenderá su imperialismo en contra de todos los rebeldes en
cualquier lugar y en cualquier momento, pues la libertad puede
abusivamente lesionarse, incluso escindirse, pero la seguridad es
inviolable.
Por estas razones, no sólo exigimos
la liberación incondicional de los injustamente represaliados, no
sólo nos solidarizamos con su lucha, sino que nos gustaría declarar
que si los siete de Madrid son adolescentes inadaptados y marginales,
nosotros también lo somos, porque de ninguna manera vamos a aceptar
que se intente separarles de nosotros insistiendo en su juventud y en
su pasión como si se trataran de una enfermedad o un estigma que
debería repelernos, haciendo incomprensibles y ajenos a nuestra
propia experiencia la explotación que sufren, la rebeldía que les
atraviesa, los deseos que alientan, cuando son los mismos que nos
atormentan; y si ellos son antisistema, nosotros también lo somos,
porque son este sistema, esta economía y esta cosa que la publicidad
llama vida cuando es supervivencia, los que anteponen el planeta
entero a sus intereses, los que clausuran la existencia con muros y
pantallas en las antípodas de lo vivible, los que se encarnizan en
destruir sistemáticamente todas las condiciones materiales y humanas
para que nada resurja de las cenizas de su infierno industrial; y si
ellos crean alarma social, nosotros también queremos crearla y la
crearemos, porque no podemos tolerar ni justificar un orden social
suicida que sólo se alarma ante los gritos de los que avisan del
naufragio, y buscan aun a tientas los medios de evitarlo; y, en fin,
si ellos son acusados de terroristas y violentos, nosotros tampoco,
porque son la violencia entre los hombres y el terror contra el mundo
que monopoliza el Estado y produce la economía, los que pretenden y
pretendemos abolir de una vez para siempre en este verdadero
apocalipsis que ya se nos ha venido encima y que es también nuestra
última oportunidad.
Porque hay una guerra entre la vida
que podríamos vivir y la muerte que vivimos, y el que se resista a
aceptarlo o a participar en ella ya la ha perdido de antemano.
COLECTIVO EDITORIAL AVERÍA
GRUPO ANARQUISTA STAR
COLECTIVO LA FELGUERA
GRUPO SURREALISTA DE MADRID
COLECTIVO LIBERTARIO AL MARGEN
Este texto será próximamente
publicado de forma independiente en apoyo de los detenidos. Para
ello, todos los colectivos e individualidades que compartan la
defensa de los siete de Madrid, y todo lo que esto implica, pueden
dirigirse al siguiente correo: endefensadelossietedemadrid@gmail.com
Edita: Grupo surrealista de Madrid
C/ Amparo 22 1ºd. 28012 Madrid.
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