Hace unos días se celebró en el Ministerio de Medio Ambiente una Jornada de Biovigilancia ambiental que fue presentada por Teresa Ribera, secretaria de estado de Cambio Climático. Ribera destacó al comienzo que algunos de los campos en los que hay que estar especialmente alerta son los nanomateriales, los disruptores endocrinos y los efectos combinados de los tóxicos en los humanos. Tras aludir a las bondades del Reglamento REACH, que regula el registro, la evaluación, la autorización y la restricción de las sustancias y los preparados químicos, aseguró que el Ministerio apuesta por hacer investigación para luego “establecer recomendaciones”.
En estas jornadas, a las que asistí, Argelia Castaño, investigadora del Instituto Carlos III, quitó hierro a que contengamos multitud de sustancias tóxicas en el organismo y presentó las primeras sensaciones del informe de biovigilancia ambiental de España, algo que otros países como Estados Unidos, Alemania, Canadá o Francia ya han elaborado. Se ha realizado con muestras de casi 2.000 personas residentes en nuestro país y aunque los tóxicos analizados son pocos se han encontrado algunos datos preocupantes. Por ejemplo, la cantidad de mercurio que contenemos es entre seis y diez veces mayor que la de los estadounidenses o los alemanes. La ponente insistió en “no Alarmar” a la población con las cifras del estudio pues “sus resultados no son concluyentes”. Ofreció una “buena noticia” como que según este trabajo los bifenilos policlorados, productos químicos tóxicos que se encuentran en sistemas eléctricos, podrían estar reduciéndose en la población española.
Alguien del público, que no parecía muy convencido con lo tratado en las jornadas, preguntó a Ribera si el Ministerio mantiene contactos con la industria química para que vaya sustituyendo los productos que se haya demostrado que son o pueden ser tóxicos a lo que la secretaria de estado respondió:
“Hay un interés creciente de la industria química en reducir las sustancias peligrosas”.Quizá la intervención más esperada era la de María Neira, directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es decir, una de las personas con más poder en el mundo en temas de salud ambiental pero se limitó a ofrecer una presentación en powerpoint que ya tenía realizada -estaba en inglés- que “ventiló” en media hora. Lo de menos fueron las formas y lo de más el contenido que no aportó nada nuevo pues se basaba en contar lo que hace la OMS en este campo. Ninguna información novedosa, ni que aportara esperanzas a las personas que enferman por la enorme carga tóxica que vamos acumulando en nuestros cuerpos. Eso sí, reconoció que modificando el medioambiente, podrían ahorrarse 13.000.000 de muertes al año. Neira también habló de “estimular a la industria química para que encuentre alternativas” a los tóxicos que comercializa.
Al final del acto me acerqué a Neira a darle una carta que varias asociaciones de enfermos de Sensibilidad Química Múltiple (SQM), fibromialgia y Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) -patologías relacionadas con los productos químicos tóxicos- me habían pedido que le entregara. Hablé unos minutos con ella y me algo sorprendente:
“sí, me llegan correos de estas personas, nosotros es que trabajamos con la evidencia científica“.
Y se quedó tan pancha cuando le recordé que hay de sobra evidencia y que en varios países la SQM está reconocida oficialmente. Guardó la carta y sin prestar mucha atención, sólo ofreció buenas palabras, se fue. Fue una jornada en la que se insistió en no alarmar a la población pero ni se mencionó la Sensibilidad Química Múltiple. Así que no deja de ser curioso que aún habiendo miles de estudios científicos que relacionan estas y tantas otras patologías con los tóxicos ambientales una de las máximas responsables de trabajar para su erradicación continúe esperando a la evidencia científica.
http://www.migueljara.com/2011/04/25/esperando-a-la-evidencia-cientifica/
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