lunes, 7 de noviembre de 2011

Intoxicado por el mercurio de sus empastes: ''Mi vida se interrumpió''

PONTEVEDRA

Etiquetas: mercurio, Intoxicación

05/11/2011 - Manuel Jabois (Pontevedra)

Servando Pérez
Servando Pérez
Servando Pérez, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, fue número dos de su promoción, becario en Harvard y su nombre apareció en numerosos trabajos científicos intenacionales sin haber cumplido cuarenta años. Ahora pasa los días en casa, cansado, sin hacer nada de deporte cuando dedicó media vida a la trainera. ''Mi vida se interrumpió hace demasiados años. Porque ahora sé que cuando empecé a dar clases en la Universidad ya estaba mal. Y lo siento por mis alumnos y les pido perdón, pero no les pude ofrecer el 100%, y me di cuenta después''.

Servando estuvo durante 17 años intoxicándose con el mercurio que llevaba dentro de su cuerpo, en cuatro empastes dentales que le habían sido puestos en 1988. Según toxicólogos clínicos de la Organizacion Mundial de la Salud (OMS), una de cada cien personas tiene problemas de salud a causa de este tipo de empastes que no están prohibidos en España pero sí en países como Noruega, Suecia o Dinamarca. ''Se siguen poniendo desafiando incluso a la OMS, que ya en 1991 alertó de que las amalgamas son fuentes de exposición al mercurio. Pero el consejo general de colegios oficiales de odontólogos y estomatólogos de España los defiende'', dice.

Este gallego de Cambados, con una incapacidad laboral, fundó Mercuriados, una asociación nacional que lucha por tener derecho a tratamiento en la sanidad pública. ''Fue progresivo. A mí se me pusieron cuatro empastes en el año 1988, y diez años después comencé a tener una sintomatología que no encajaba con nada. Comenzó con problemas de memoria a corto plazo. Cuando un alumno preguntaba algo relacionado con el discurso que estaba dando no lo recordaba, y perdía el hilo constantemente. Empecé a olvidar las fechas de los exámenes que yo mismo ponía, las presentaciones de sus trabajos... ''.

''Como también me fueron apareciendo otros problemas además de los neurológicos (digestivos, dermatológicos, urológicos, musculares) recurrí a diversos especialistas, principalmente a partir del año 2000. Todos me iban confirmando problemas, pero no sabían decir su origen. Me cansaba excesivamente, tenía la boca siempre llena de aftas dentales. En fin, un cúmulo de males que se sucedían sin ton ni son y que los médicos iban curando para luego reproducirse. Algo muy extraño. Yo era deportista de competición, entrenaba con las traineras. Ahora soy incapaz de estar cinco minutos escribiendo, me duelen las articulaciones y me cuesta prestar atención mucho tiempo''.

Una carrera

Durante años Servando, que en la actualidad estudia Medicina tras empezar para tratar de saber él mismo qué le pasaba, estuvo topándose con un muro de desconocimiento. ''Los médicos no sabían a qué atribuir lo que me pasaba. Este tipo de patologías crónicas, intoxicación por metales pesados, verdaderamente no se estudia. Se ven de modo más pormenorizado las intoxicaciones agudas, pero las crónicas no. Se sabe que existen pero a fecha de hoy los médicos no están preparados para identificar esta problemática tan diversa, tan específica. Si no te hacen analíticas específicas para buscar metales pesados, ya pueden hacerte la batería más grandes de tests que jamás vas a encontrarlos''.

En el año 2004 Servando Pérez se encerró en la Facultad de Medicina de la Universidade de Santiago durante un año a estudiar y tratar de atar cabos. Descubrió lo que le ocurría en dos libros, un clásico 'Principios de medicina interna', donde se menciona que el mercurio de las amalgamas puede afectar a la salud y las pruebas que hay que hacer cuando hay sintomología mercurial que no aparezca en análisis de sangre y orina; y en otro, Principios de Toxicología. ''Fui a un laboratorio y pedí analítica de metales pesados. Me llamaron con los resultados para decirme que yo tenía que dejar de trabajar un tiempo con mercurio. Les expliqué que yo era profesor de Ciencias de la Educación, que no manejaba tóxicos, claro''.

Tras saber que su precario estado de salud se debía a los altísimos niveles de mercurio (más del doble del máximo admitido) en su cuerpo, comenzó una investigación no menos exhaustiva: saber de dónde procedían. Servando Pérez dejó de comer pescado y marisco, ''que tampoco es que tomase mucho'', y pidió al Ayuntamiento que analizase el agua de una fuente cercana a su casa de la que solía beber. Los resultados dieron negativo. Lo fue descartando todo, hasta las pinturas de las paredes de su casa. ''La solución vino de mis problemas gastrointestinales. Mi gastroenterólogo encargó una analítica oficial y comprobamos que mis niveles de mercurio habían subido desde la primera que me hice en el laboratorio. Y él me recomendó retirar las amalgamas dentales. Las saqué, y comenzó a bajar el mercurio. Muy lentamente, pero bajando en sangre y orina''.

Diecisiete años estuvo este profesor universitario expuesto al mercurio de las amalgamas que tenía en su boca con un agravante tremendo: tenía muchos de los factores que hacen que se agrave la evaporación del mercurio. ''Por ejemplo, caries bajo dos amalgamas: lo que hace la caries es permitir que se evapore más mercurio. También se me había roto una pequeña pieza de amalgama, y el problema no es que lo tragues, porque la absorción intestinal es muy escasa: la cuestión es el mercurio que se evapora''. ''El verano pasado estuve ingresado en el hospital y me daba en torno a 14 microgramos, cuando en sangre el límite máximo en personas que no trabajamos con mercurio es 10. Yo llegué a tener en sangre casi 55 microgramos de mercurio. El caso es que fue bajando, y aunque estoy por encima de los límites de normalidad, ya no es aquella exageración'', explica.

Sin embargo, como le hizo ver a su médico, él no mejoraba.

El mercurio acumulado lo tiene Servando Pérez sobre todo en los riñones y el cerebro. Le hicieron una prueba de provocación, un test médico-legal que le daba una cantidad de 76 microgramos de mercurio en los riñones por gramo de creatinina. El límite en esa prueba es de tres o cuatro microgramos. ''Una exageración de mercurio. Y muy difícil de que salga de modo natural. Porque si no puede tardar décadas en salir''. Y detectados todos los problemas de salud, ahora Servando Pérez y los más de 400 españoles mercuriados, se enfrentan a otra lucha. ''Encima de que este problema no es por culpa nuestra las administraciones públicas miran para otro lado. No se hacen cargo de nada''. El día de la entrevista, Servando Pérez se encontraba en Madrid para comenzar un tratamiento de desintoxicación de mercurio pagado por él.

''Yo lo voy a reclamar todo, pero la compensación económica nunca me va a reparar lo perdido. De todos modos, los afectados hemos iniciado una demanda al Ministerio de Sanidad que ya está en marcha. Y está en manos de mi abogado en A Coruña la demanda al Sergas'', explica. El diagnóstico de Servando Pérez es oficial y se lo dio el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS). También le dijeron que en la medicina pública no hay experiencia en el tratamiento de intoxicaciones crónicas de metales pesados, y que su solución pasaba por una clínica privada de Málaga o en el extranjero.

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