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mercurio,
Intoxicación
05/11/2011
- Manuel
Jabois (Pontevedra)
Servando Pérez |
Servando
Pérez, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, fue
número dos de su promoción, becario en Harvard y su nombre apareció
en numerosos trabajos científicos intenacionales sin haber cumplido
cuarenta años. Ahora pasa los días en casa, cansado, sin hacer nada
de deporte cuando dedicó media vida a la trainera. ''Mi vida se
interrumpió hace demasiados años. Porque ahora sé que cuando
empecé a dar clases en la Universidad ya estaba mal. Y lo siento por
mis alumnos y les pido perdón, pero no les pude ofrecer el 100%, y
me di cuenta después''.
Servando
estuvo durante 17 años intoxicándose con el mercurio que llevaba
dentro de su cuerpo, en cuatro empastes dentales que le habían sido
puestos en 1988. Según toxicólogos clínicos de la Organizacion
Mundial de la Salud (OMS), una de cada cien personas tiene problemas
de salud a causa de este tipo de empastes que no están prohibidos en
España pero sí en países como Noruega, Suecia o Dinamarca. ''Se
siguen poniendo desafiando incluso a la OMS, que ya en 1991 alertó
de que las amalgamas son fuentes de exposición al mercurio. Pero el
consejo general de colegios oficiales de odontólogos y estomatólogos
de España los defiende'', dice.
Este
gallego de Cambados, con una incapacidad laboral, fundó Mercuriados,
una asociación nacional que lucha por tener derecho a tratamiento en
la sanidad pública. ''Fue progresivo. A mí se me pusieron cuatro
empastes en el año 1988, y diez años después comencé a tener una
sintomatología que no encajaba con nada. Comenzó con problemas de
memoria a corto plazo. Cuando un alumno preguntaba algo relacionado
con el discurso que estaba dando no lo recordaba, y perdía el hilo
constantemente. Empecé a olvidar las fechas de los exámenes que yo
mismo ponía, las presentaciones de sus trabajos... ''.
''Como
también me fueron apareciendo otros problemas además de los
neurológicos (digestivos, dermatológicos, urológicos, musculares)
recurrí a diversos especialistas, principalmente a partir del año
2000. Todos me iban confirmando problemas, pero no sabían decir su
origen. Me cansaba excesivamente, tenía la boca siempre llena de
aftas dentales. En fin, un cúmulo de males que se sucedían sin ton
ni son y que los médicos iban curando para luego reproducirse. Algo
muy extraño. Yo era deportista de competición, entrenaba con las
traineras. Ahora soy incapaz de estar cinco minutos escribiendo, me
duelen las articulaciones y me cuesta prestar atención mucho
tiempo''.
Una
carrera
Durante
años Servando, que en la actualidad estudia Medicina tras empezar
para tratar de saber él mismo qué le pasaba, estuvo topándose con
un muro de desconocimiento. ''Los médicos no sabían a qué atribuir
lo que me pasaba. Este tipo de patologías crónicas, intoxicación
por metales pesados, verdaderamente no se estudia. Se ven de modo más
pormenorizado las intoxicaciones agudas, pero las crónicas no. Se
sabe que existen pero a fecha de hoy los médicos no están
preparados para identificar esta problemática tan diversa, tan
específica. Si no te hacen analíticas específicas para buscar
metales pesados, ya pueden hacerte la batería más grandes de tests
que jamás vas a encontrarlos''.
En
el año 2004 Servando Pérez se encerró en la Facultad de Medicina
de la Universidade de Santiago durante un año a estudiar y tratar de
atar cabos. Descubrió lo que le ocurría en dos libros, un clásico
'Principios de medicina interna', donde se menciona que el mercurio
de las amalgamas puede afectar a la salud y las pruebas que hay que
hacer cuando hay sintomología mercurial que no aparezca en análisis
de sangre y orina; y en otro, Principios de Toxicología. ''Fui a un
laboratorio y pedí analítica de metales pesados. Me llamaron con
los resultados para decirme que yo tenía que dejar de trabajar un
tiempo con mercurio. Les expliqué que yo era profesor de Ciencias de
la Educación, que no manejaba tóxicos, claro''.
Tras
saber que su precario estado de salud se debía a los altísimos
niveles de mercurio (más del doble del máximo admitido) en su
cuerpo, comenzó una investigación no menos exhaustiva: saber de
dónde procedían. Servando Pérez dejó de comer pescado y marisco,
''que tampoco es que tomase mucho'', y pidió al Ayuntamiento que
analizase el agua de una fuente cercana a su casa de la que solía
beber. Los resultados dieron negativo. Lo fue descartando todo, hasta
las pinturas de las paredes de su casa. ''La solución vino de mis
problemas gastrointestinales. Mi gastroenterólogo encargó una
analítica oficial y comprobamos que mis niveles de mercurio habían
subido desde la primera que me hice en el laboratorio. Y él me
recomendó retirar las amalgamas dentales. Las saqué, y comenzó a
bajar el mercurio. Muy lentamente, pero bajando en sangre y orina''.
Diecisiete
años estuvo este profesor universitario expuesto al mercurio de las
amalgamas que tenía en su boca con un agravante tremendo: tenía
muchos de los factores que hacen que se agrave la evaporación del
mercurio. ''Por ejemplo, caries bajo dos amalgamas: lo que hace la
caries es permitir que se evapore más mercurio. También se me había
roto una pequeña pieza de amalgama, y el problema no es que lo
tragues, porque la absorción intestinal es muy escasa: la cuestión
es el mercurio que se evapora''. ''El verano pasado estuve ingresado
en el hospital y me daba en torno a 14 microgramos, cuando en sangre
el límite máximo en personas que no trabajamos con mercurio es 10.
Yo llegué a tener en sangre casi 55 microgramos de mercurio. El caso
es que fue bajando, y aunque estoy por encima de los límites de
normalidad, ya no es aquella exageración'', explica.
Sin
embargo, como le hizo ver a su médico, él no mejoraba.
El
mercurio acumulado lo tiene Servando Pérez sobre todo en los riñones
y el cerebro. Le hicieron una prueba de provocación, un test
médico-legal que le daba una cantidad de 76 microgramos de mercurio
en los riñones por gramo de creatinina. El límite en esa prueba es
de tres o cuatro microgramos. ''Una exageración de mercurio. Y muy
difícil de que salga de modo natural. Porque si no puede tardar
décadas en salir''. Y detectados todos los problemas de salud, ahora
Servando Pérez y los más de 400 españoles mercuriados, se
enfrentan a otra lucha. ''Encima de que este problema no es por culpa
nuestra las administraciones públicas miran para otro lado. No se
hacen cargo de nada''. El día de la entrevista, Servando Pérez se
encontraba en Madrid para comenzar un tratamiento de desintoxicación
de mercurio pagado por él.
''Yo
lo voy a reclamar todo, pero la compensación económica nunca me va
a reparar lo perdido. De todos modos, los afectados hemos iniciado
una demanda al Ministerio de Sanidad que ya está en marcha. Y está
en manos de mi abogado en A Coruña la demanda al Sergas'', explica.
El diagnóstico de Servando Pérez es oficial y se lo dio el Complexo
Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS). También le dijeron
que en la medicina pública no hay experiencia en el tratamiento de
intoxicaciones crónicas de metales pesados, y que su solución
pasaba por una clínica privada de Málaga o en el extranjero.
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