Todos
sabemos que existe una visión polémica sobre esta enfermedad que
estigmatiza a los enfermos.
“Tras
ella hay un origen de un despropósito histórico o
bscuro,
confuso y perverso, en el que pese a todo se pretende mantener”.
De
poco sirven los avances en trabajos que orientan a una visión más
moderna de la enfermedad que la orientan hacia la inmunología, ni
las solicitudes de los afectados, ni las acciones de las
asociaciones.
De
nada sirve el principio básico de la medicina moderna, la evidencia
científica si se mantienen las actuales actitudes profesionales y
políticas.
Para
obtener su correspondiente beneficio, es necesario realizar el
esfuerzo creativo,
económico y de humildad ante lo desconocido,
y ello no se realiza en esta patología, ¿porqué?, se preguntan
muchos afectados, ante el hecho de ver alcanzar progresos y
atenciones a otras enfermedades mediante metodologías y
determinaciones extremadamente complejas en la medicina y en cambio
frente las enfermedades de SSC, también atendidas, no tratadas, en
centros de tercer nivel con una pasividad total y un anclaje ya
patológico a un pasado turbio, manteniendo unas terapias ineficaces
y un trato agraviante, comparativamente a otros enfermos crónicos.
No
sirve la excusa de la rescisión económica, nunca se ha mostrado un
interés real para afrontar dicho problema y el colectivo de
afectados lo sabe.
¿Existe
algún interés, que
pueda dañar a alguna estructura factica, si se demostrara su
implicación medioambiental, industrial o incluso bélico, en la
actualidad?, es lo que se preguntan los enfermos y las actitudes
políticas lo acentúan.
En
este artículo de opinión ¿Qué
hay tras el nombre de SFC?,
pretendo relatar algunas de estas claves mediante la recogida de
información, y la visión sobre este pasado histórico de
profesionales entendidos en la materia, la cual daría más para un
libro que para un artículo.
Qué hay tras el nombre EM
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